10. ¡En marcha!
El despertador sonó. Al parecer, por tercera vez.
Yo estiré mi mano para desconectarlo de forma definitiva. Sentía un poco de malestar en la garganta y dolor en las piernas, lo cual me recordó que la noche anterior mis hermanas y yo la pasamos saltando en el castillo inflable. Fue de lo mejor. Revisé la hora, y vi que eran...
¡QUINCE MINUTOS TARDE!
¡Rayos, rayos, rayos y más rayos! ¡Ese era el gran día!
Salté de mi cama y salí de mi habitación. Empecé a tocar las puertas de las habitaciones de mis hermanas, comenzando por la de Lola y Lana.
—¡Gemelitas! ¡Lola! ¡Lana! Arriba, ya es hora.
—¿Qué pasa, Linc? —se quejó Lana desde adentro.
—¿Lo olvidas? Hoy es el gran día.
Que yo dijera eso hizo reaccionar a Lola
—¡Mi gran día! Andando, Lana. ¡Todo debe ser perfecto!
Giré para tocar la puerta de Lisa y Lily, pero la puerta se abrió.
—Saludos, hermano de sueño pesado —dijo Lisa, aún en pijama.
—¿Ya estabas despierta?
—Mi estricta disciplina de trabajo me obliga a disponer de mi altamente valioso cerebro desde muy temprano. Sin mencionar que Lily me despertó hace un rato.
En efecto, la bebé asomó por la puerta, y se veía más lúcida que mi hermana sabelotodo.
—¡Popó! —dijo entre risas.
—¡Ah-ah! Lily, no olvides lo que hablamos la otra vez. Tu entrenador. ¡De inmediato! —respondió Lisa, y entraron nuevamente.
Pasé frente al cuarto de Lucy y Lynn. Toqué dos veces.
—¿Lynn?
—No, Lucy en realidad —dijo una voz detrás mío que me hizo saltar.
—¡LUCY! ¿Ya estás despierta?
—Lamentablemente desde hace rato. Lynn se levantó con entusiasmo a hacer ejercicio y los calificó a todos de dormilones.
—¡Deberían avergonzarse! —dijo la voz de la deportista, desde las escaleras.
Lancé un gruñido y pasé frente a la puerta de Luna y Luan.
—¡Luna! ¡Luan! ¿Están despiertas, chicas?
—¡Yo sí! ¡Gracias a la ópera de ronquidos de esta tía atorrante! —reclamó Luna al entreabrir la puerta.
Luan respondió desde adentro: —Lo siento, Luna, pero una soprano te despierta temprano. ¡Jajajaja!
Esta vez, todas las demás gruñeron. Yo sólo me llevé la mano a la frente. Preferí dirigirme al último de los cuartos. Justo cuando iba a tocar, la puerta se abrió y Lori se asomó.
—Shhhhhhh....
Todos guardamos silencio. Ella sonrió y abrió la puerta por completo para que viéramos a Leni, quien seguía dormida como una niña pequeña y con su antifaz para dormir. Sonreía. Todos nos acercamos despacio; incluso las que habían estado encerradas salieron a ver. Lori se puso a la par de la Bella Durmiente y le dijo en voz baja:
—Buenos días, Leni. Despierta.
Ella se movió despacio.
—Mmmm... Lori... No quiero ir a la escuela hoy...
—Hoy no hay escuela. Es tu día especial. Tu show.
Un par de segundos después reaccionó, sentándose y quitándose el antifaz.
—¡El show! Ah... ¡Hola, chicas! ¡Hola, Linc!
—¡Hola, Leni! —dijimos todos al unísono.
—Es un bonito día para un desfile de modas, ¿no te parece? —dije yo.
Quedó un rato pensativa y comentó: —Sí. Verlos a ustedes tan felices hace que cualquier día sea bonito. Aunque... ¡Yo estoy fea! ¡Debo cambiarme! —y de un ágil brinco se puso de pie, asustando a Lori. El antifaz se le bajó, así que al empezar a correr terminó estrellando su carita contra la pared. Cayó de espaldas, tras dar un giro con el que mostró de más en unos segundos. Todos lanzamos un quejido.
—¡Estoy bien! Tranquilas, chicas. Ya pasará el apagón —dijo de inmediato para tranquilizarnos.
—Ni siquiera lo pienses, Luan —le dije a la comediante, quien ya estaba lista para decir un mal chiste.
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Minutos después, todos estábamos en nuestras habitaciones, preparándonos para salir. Y ya vestido, no pude resistir la necesidad. Corrí a la habitación de Leni y Lori, encendí la laptop y revisé el correo.
¡Mizu-chii había respondido!
Hola, Rinkan-san. Lamento la respuesta tardía.
Estoy en Royal Woods. Acabo de llegar al hotel Holiday Out.
Contáctame para llegar al lugar del evento que tendrá Leni-san.
¿Es posible que me dejen modelar? Me gustaría.
Espero tu respuesta. Bye-bye.
Esto era maravilloso. Tenía que avisarle a Lori y a mis padres para coordinar una salida a traerla. Decidimos primero dejar a todas en el centro comercial, junto con los vestuarios, y luego pasar al hotel. Pero primero había que llenar a Vanzilla con hermanas y ropa, y eso no es tarea fácil.
Cada una iba saliendo de la casa con un paquete de accesorios y unos tres vestidos cuidadosamente extendidos, para que no se arrugaran. Lisa, por ser una de las menores, iba llevando control por escrito de cada elemento que subieramos al vehículo. Y por supuesto, Lola tampoco cargaba nada: se había autonombrado "gerente de control de calidad" de la manipulación de los vestidos que ella usaría.
—¡Un momento, Luna! ¿Te das cuenta de lo que tu torpe forma de caminar le puede hacer a esos lindos vestidos? ¡Me harás lucir descuidada! ¡Nunca voy a permitir eso!
—Genial, chica. Ya empezaba a preocuparme por mis instrumentos —respondió la roquera, dejándole encima los vestidos que cargaba a Lola, quien, nerviosa por no arrugarlos, perdió el equilibrio y cayó hacia atrás. Luna sonrió aliviada y corrió hacia el segundo piso. Pasó junto a Leni y a mí, quienes llevábamos los últimos paquetes de accesorios.
—Esto es lo último, ¿verdad? Quisiera regresar, siento que olvido algo —dijo la diseñadora de la familia, con una expresión de intranquilidad.
—No pierdas la calma, solo basta que le preguntemos a Lisa. Ella está llevando un control severo de lo que subimos a Vanzilla.
—¡Es verdad! Qué bueno que Stuart previó eso, ¿no te parece?
No respondí. Ella tenía razón, pero no quise admitirlo.
Bajamos y nos encontramos a nuestra hermanita supergenio discutiendo con Lucy.
—Creo que te he dejado muy claro que tus absurdas supersticiones no deben afectar nuestro desempeño diario.
—Daría lo que fuera porque solo fueran supersticiones, Lisa. Pero lo soñé. Y las cartas los reafirmaron.
"Ay no, las cartas otra vez", pensé, y me acerqué a ellas.
—¿Pasó algo, Lisa? ¿Lucy?
—No, ni pasará nada —respondió Lisa. Lucy respondió tras una breve pausa.
—Hermana, tu falta de fe resulta...
—¡"ENCANTADORA"! Recuerdo esa frase de la película que ví con Linky, la del chico con la capa negra y la máscara ruidosa —interrumpió Leni con emoción. Vaya, casi la recordó.
Pregunté: —A ver... ¿qué fue lo que soñaste y qué te dijeron las cartas?
—Que dejaríamos atrás algo valioso. Eso decían ambos mensajes.
—Bien, Lisa... ¿Estamos olvidando algo?
—Si tomo en cuenta tu carga y la de Leni, la respuesta es no.
—¡Mi moco de la suerte! —exclamó Lana, corriendo hacia arriba.
—Quizás otro cachivache supersticioso, nada más. Podemos partir de inmediato —fue la conclusión de la segunda menor, tras ajustarse los anteojos.
—Suspiro. Espero que se refiera a eso.
—¡Bien! Lisa está muy segura, y creo que Lana también. Podemos irnos, Lincoln —también comentó Leni.
—Okey... ¡En marcha!
Papá y mamá salieron de casa, llevando a Lily con ellos.
—¿Lista para impresionar al mundo, cariño? —preguntó mamá con entusiasmo.
—Así es, mamá.
—¡Entonces suban todos, que esos vestidos necesitan bellas modelos que los luzcan! —comentó papá a continuación.
Todas las chicas subieron con alegría, y yo por último. Desde mi asiento (el cual no era el Punto Dulce) alcancé a ver a Leni escribiendo animadamente por celular, para luego decir en voz alta: —¡Dice Stuart que nos desea buena suerte a todos nosotros! ¿No es encantador?
Rayos.
Lynn, quien iba detrás mío, se me acercó para comentar: —Oye Linc, ¿que no es mala suerte desear buena suerte?
—Eso es en el teatro, Lynn. Tranquila.
—Vaya. ¡Me sorprende verte tan sereno! Yo me muero de los nervios.
—Yo estoy ansioso también. Pero supongo que sólo podemos lograr el éxito si no perdemos el control de nosotros mismos.
Eso le dije. Pero el éxito también necesitaba algo más...
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