D I E C I O C H O
—Es una gran sorpresa tenerlo aquí, príncipe YeonJun – intentó fingir que no sabía nada de él – ¿Algún rey te ha mandado?
—Nadie en especial, esto es por mi cuenta – el chico tomó una bocanada de aire antes de proseguir – tengo mucha información que darte respecto a mi padre, Choi JiHwan. Sé las atrocidades que ha cometido junto con esa mujer extraña, y créeme que deseo ayudarte.
—¿A qué se debe tantas atenciones con una desconocida?
—BonHwa...– mordió su labio – mi padre fue el causante de la muerte de tus padres y ese trono en el que está sentado no le pertenece, es completamente tuyo.
Sacó de su bolso unos pergaminos algo manchados y rotos de las orillas para después entregárselos.
—¿Qué es esto?
—Es nuestra historia, Bon. Ahí está todo lo que necesitas saber.
Una sonrisa se escapó de sus labios, recordando nuevamente ese mismo momento, en el que se enteró que era la legítima dueña del trono de Phoenix.
Ella bajó su arma en cuanto vió al chico sacar algunos pergaminos y entregárselos a ella. Los tomó y observó escritos, mapas y dibujos.
—¿Qué es ésto?
—Pertenecieron a el rey Seung – habló el príncipe – nuestro abuelo.
—¿Qué? – estaba confundida, muy confundida.
—Tú perteneces a Phoenix, tu madre debería de ser la verdadera reina de ahí – él suspiró – y tú eres la última heredera de sangre pura al trono de Phoenix.
Se sentó en su cama para evitar que cayera. Sus emociones estaban totalmente revueltas, hace unas horas sólo era una reina que iba a buscar alimento para su pueblo y ahora tiene dos reinos a su poder y muchos enemigos detrás de ella.
—¿Quién eres tú y como es que sabes tantas cosas? ¿Eres un mensajero de la persona que mató a un pueblo entero?
—Soy Choi YeonJun, príncipe de Phoenix, tu primo – él se acercó a ella – créeme que no tengo ni la más mínima intención de hacerte daño, sólo quiero que recuperes lo que es tuyo y lo que debió ser de tu madre. Mi padre tiene hundido a nuestro pueblo en una extrema miseria y me ha obligado a heredar el reino tal cual él lo tiene. Él mismo me ha dicho cómo es que llegó al trono y nuestro abuelo lo ha escrito en algunos pergaminos.
Ella asintió abriendo nuevamente los pergaminos, las mismas palabras que había leído esa noche, las estaba leyendo ahora, todo parecía estarse repitiendo pero con más intensidad, su mente tenía sumamente presente que es lo posterior a esto.
—Es algo muy noble de tu parte...– YeonJun la interrumpió sacando otro papel más.
—También esto es para ti – se lo extendió junto con un frasco pequeño, el cual portaba un líquido color naranja – recíbelo, por favor.
—¿Qué es esto? – repitió, esta vez sintiéndose confundida – quizás te equivocaste.
—Es el antídoto para salvar a tu alfa – el chico asintió lentamente – Hoseok lo preparó especialmente para tí.
Ella se había quedado prácticamente sin palabras, un nudo se había instalado en su garganta y no pudo evitar que las lágrimas fluyeran instantáneamente de sus ojos, apretando entre sus manos el frasco con el papel.
—¿Cómo es que supieron? – interrogó Jungkook al ver que BonHwa no podía articular una palabra – ¿JiHwan te lo dijo?
—Es una historia larga que les resumiré para facilitar todo – suspiró – esa mujer extraña charló con mi padre en su despacho sobre un tal Jimin y cómo es que había logrado derrumbar a BonHwa.
—Su nombre es Kyrell – Jungkook frunció su ceño – es la maldad personificada.
—Gracias por el dato – YeonJun asintió dirigiendo su vista a la Omega – se mofaban de ello y no quisimos esperar más para venir a verte, prima.
—¿Quisimos? – su mente se bloqueó por un momento – ¿Tú y quién más?
—Olvidé mencionartelo – suspiró – mi hermano SooBin y yo siempre hemos sabido de tu existencia.
—¿JiHwan se los dijo?
—Hay una profecía de la cual no sé si estés consciente, pero tú y tu alfa nos harán libres.
Ella asintió guardando silencio por algunos segundos, mientras que Jungkook acariciaba su espalda para reconfortarla.
—Lo sé...– sorbió su nariz – maldita sea, lo sé.
—Hoseok te buscó por mucho tiempo, Bon, pero desgraciadamente mi padre lo encarceló para evitar que ambos se conocieran.
Un silencio se instaló en la habitación durante algunos minutos, sólo pudiéndose percibir los sollozos de la chica.
—No sé que decirte...– alzó su vista, haciendo que el chico notara sus ojos llorosos y un poco irritados – solamente gracias.
—Creo que necesitas hacer esto sola – el alfa junto a ella se levantó – necesitas tu espacio.
—Estoy totalmente de acuerdo – YeonJun asintió – esperaré afuera con el caballero, de verdad, espero que esto funcione.
—Muchas gracias – musitó en voz baja – a ambos.
Ambos se retiraron en silencio de la habitación, dejando a BonHwa y a Jimin solos en la habitación, ella giró su cuerpo tomando la mano del castaño. Recordó que una nota venía con el frasco, así que la abrió con delicadeza leyendo su contenido.
Querida BonHwa.
Hace tanto tiempo que no sé de tu existencia, desde que fallecieron tus padres te perdí la pista y con esta prisión, me fue aún más complicado encontrarte. La diosa Luna me ha hablado en mis sueños, informándome de tí, gracias a ella supe que había encontrado a tu mate, el alfa con el que unificarás a muchas naciones. Debo admitir que todo este proceso ha sido más largo de lo que imaginé, pero sé que pronto lograrás cumplir tu misión. Kyrell se ha reído en mi rostro, haciéndome saber lo que le ha hecho al príncipe y que nadie más podía revertir lo que había hecho, sin embargo, fui más astuto que ella y me dediqué a buscar entre mis cajones lo necesario para crear este antídoto. El alma regresará a su cuerpo totalmente fortalecida, llena de vitalidad y valentía, justo lo que necesitan durante estos tiempos difíciles. Anhelo que pronto tengamos la dicha de conversar frente a frente ya no como reina de Hilgrand, sino como la total reina de Phoenix.
—Con amor, Jung Hoseok...– finalizó la lectura doblando nuevamente el papel.
Abrió el frasco notando que portaba un dosificador, suspiró intentando tomar valor, todo esto era tan difícil e irreal que parecía estar soñando. Miró a Jimin con sus ojos cerrados, su piel pálida al igual que sus labios, parecía como si solo estuviera durmiendo profundamente, agarró su mano y comenzó a repartir pequeños besos, mientras que las lágrimas se deslizaban constantemente sobre su piel.
Se sentía nuevamente en Corea, como cuando Jimin había caído en coma, era como vivir en un contante paralelismo pues todo parecía hilarse con facilidad a su pasado.
—¿Esto es mi culpa? – sollozó – ¿Fuí demasiado dura contigo?
Quitó el cabello que yacía en su frente, observando con más detenimiento su rostro.
—Solo quería que fuésemos tan fuertes como antes, pero creo que lo arruiné...– sorbió su nariz – ambos nos equivocamos, pero uno de nosotros debe volver todo a la normalidad.
Colocó el frasco sobre los labios del castaño y con su mano libre apretó suavemente sus mejillas para dar una mejor apertura, dejó caer poco a poco el líquido sobre su boca, esperando a que surgiera efecto.
Pasaron los minutos y a la perspectiva de BonHwa, no parecía funcionar. Sintió unas manos apretar sus hombros para luego enrollar sus brazos alrededor de ella.
—¿Ya lo hiciste? – ella asintió – espera, pronto despertará.
—¿Y si no lo hace? ¿Qué voy a hacer?
—Sé que lo hará – acarició su brazo – debes comer, estás débil.
—Pero...– él negó tirando un poco de su extremidad.
—Vamos al comedor y luego regresaremos, será poco tiempo.
BonHwa accedió sin decir una palabra, las cocineras tenían listo para ella platillos exquisitos, de los cuales sólo degustó fruta y té. Todos se encontraban comiendo en silencio, la situación en el palacio era tensa y no podían evitar sentirse incómodos entre ellos. Hizo una reverencia y se retiró poco después de terminar su comida, dirigiéndose con rapidez a la habitación de Jimin, suspiró un poco antes de abrir la puerta para después toparse con un Jimin sentado sobre la cama con una expresión poco común.
—Jimin...– el mencionado giró su rostro al oír su nombre hacia donde estaba BonHwa.
Caminó con lentitud hasta su cama para poder conversar con él, sin embargo, el alfa se levantó con el ceño fruncido, abalanzándose sobre ella. Ambos cayeron al suelo, con una posición ventajosa para él, colocó sus pequeñas manos alrededor del cuello de la omega apretándolo.
—Me engañaste...– susurró con dolor – jamás me amaste.
—J-Jimin...– BonHwa arañó las manos del castaño en busca de que le soltara – p-para.
Un destello púrpura sobresalió de los ojos del alfa, mostrándole una visión que no había visto antes.
—Matarás a BonHwa en la primera oportunidad que tengas – Kyrell tenía a Jimin totalmente sometido frente a ella – ¿Recuerdas que te cambió por Jungkook?
—¡Ella no hizo eso ni yo voy a hacer lo que tu me pides! – el alfa se removió intentando liberarse – no seré el títere que facilite tus planes, Kyrell.
—No me dejas opción, príncipe – con sus manos formó una daga negra la cual enterró justo en su corazón, desapareciendo al instante – envenenar tu corazón es tu castigo por desobedecerme.
Los orbes dorados del alfa fueron perdiendo su color hasta convertirse en unos completamente negros, incluso detuvo sus movimientos para fijar su vista en la nada, dejándolo como un muerto en vida.
—Excelente...– rió – de acuerdo, alfa, ¿Qué es lo que harás con Bae BonHwa?
—Matarla...– respondió en automático.
Optó por enterrar sus dedos en los ojos contrarios para poder quitárselo de encima, comenzando a respirar con agresividad una vez que lo alejó de ella. En ese instante, Jungkook entró a la habitación acercándose a BonHwa mientras que Taehyung y SeokJin se encargaban de sujetar a Jimin.
—¡¿Qué te pasa, Park?! – el pelinegro abrazó a la omega - ¡¿Estás loco?!
—Ustedes dos me tomaron el pelo, me hicieron creer que solo eran amigos, ¡Y no son más que amantes!
—¡Estás hablando estupideces! – Jungkook miró a Taehyung y a SeokJin – manténganlo lo más lejos posible de aquí.
—Lo llevaré a un calabozo – el beta suspiró – es nuestra única solución.
—¡Pagarás esto muy caro, BonHwa! – ella prefirió por esconderse en el pecho de Jungkook mientras su alfa le gritaba – ¡No permitiré que sigas burlándote en mi cara!
Ambos chicos batallaban por sacar a Jimin de ahí, el silencioso llanto de la omega dificultaba aún más la situación y Jungkook no sabía que más hacer.
—Bonita – le llamó – dime algo para poder ayudarte.
—Kyrell...– musitó sin mirarlo.
Jungkook no necesitó más palabras para saber que ocurría, ya no podía soportar más las actitudes caprichosas e infantiles de aquella mujer, estaba cansado de esperar en que momento se avecinaba a hacerles daño.
Ahora era su momento de actuar.
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