C A T O R C E
Después de estar en un ambiente cálido y cómodo, ir con Jimin en su forma lobuna detrás de ellos le hizo sentirse incómodos, sumado a que BonHwa se había recostado en el lomo de Jungkook sollozando en silencio, la situación era doblemente tensa.
Poco después pudieron distinguir la entrada de Hilgrand, supuso que el festival estaba por comenzar pues notó lo hermoso que el pueblo estaba decorado, todos caminaban con flores entre sus manos, algunos candiles colgados en fila de casa a casa listo para iluminar cuando el sol se ocultara. Limpió sus lágrimas y respiró hondo, se prometió no llorar más por él, ahora se iba a enfocar en ella, su pueblo y su misión.
—¡Miren, es la reina Bae!
Un pequeño captó la atención de todos, percatándose de que su reina estaba ahí, comenzaron a aplaudir acercándose a ella, algunos le lanzaban flores y otros se aproximaban para dárselas en sus manos, sonrió al ver a su pueblo gozar de una felicidad momentánea, estaban totalmente ajenos a toda la maldad de la que ella estaba completamente consciente.
—¿Va a quedarse desde ahora? – un alfa se acercó rascando su cabeza – es que aún no tenemos preparado todo, majestad.
—Solamente pasé por aquí porque vengo de un encargo y es el camino más corto para llegar, en realidad no fue para apresurar a nadie – rió tímida – ¿Le parece que usted vaya personalmente al palacio a avisarme?
—No soy digno, reina – el hombre se sentía apenado – no podría.
—Oh vamos, sé que puede hacerlo – sonrió despidiéndose de él – lo espero por allá.
Siguió su camino escuchando los gritos de gozo hacia su persona, su corazón sintió una felicidad desbordante al ver a todos tan alegres, sobretodo porque recordaba sus anteriores finales y una presión se instalaba en su pecho. Al llegar a la entrada del castillo, se bajó del lomo de Jungkook, topándose con una mirada cálida por parte del alfa, nuevamente tomó su forma humana al igual que Jimin, el primero se acercó cariñosamente a la Omega, a diferencia del segundo que solamente se quedó mirándola sin decir una palabra.
—Nunca te había visto en esa etapa de reina, Bon – Jungkook alzó sus pulgares – bien ahí.
—No soy la gran cosa, Kook – rió apenada – soy lo que mis padres me enseñaron ser.
—Es extraño verte hablar bien de tus padres, teniendo en cuenta que yo sólo conozco a la HaNa y SeoHo de Corea.
—Ellos sólo fueron un constructo de Kyrell para hacerme la vida imposible, porque mis verdaderos padres jamás serían capaces de hacerme daño – suspiró – si los hubieses conocido los amarías y te amarían.
—¿Por ser atractivo? – se acercó a la Omega de una manera especial para después posar sus ojos en el castaño, el cual parecía querer asesinarlo – ¿O porque trato a su hija como lo merece?
Se felicitó a sí mismo por ser esta vez totalmente abierto con la chica que le gustaba, pues el antiguo Jungkook ni siquiera abriría la boca para decirle lo linda que lucía, sin embargo, también había una razón de peso para comportarse como lo que hacía.
—Jungkook...– susurró con las mejillas sonrojadas mientras desviaba su mirada hacia el suelo.
—¡Al fin te apareces! – la chillona voz de SeokJin taladró los oídos de los presentes, la chica lo miró con el sudor resbalando por su piel – me debes una explicación, ¿Dónde estabas?
—Tuve que hacer unas cosas...– el beta la interrumpió.
—¿Como traer a otro alfa a este palacio? – el chico se cruzó de brazos golpeteando su pie contra el suelo – esto no es una casa de citas, BonHwa. Ya trajiste a Park, muy mala idea por cierto, pero ahora traes a este...plebeyo a vivir aquí.
—Te juro que no es para nada malo.
—En realidad, yo me le pegué a BonHwa en el camino – Jungkook tomó la mano de la chica entrelazando sus dedos – ella no me invitó.
SeokJin entrecerró sus ojos al ver la acción de Jungkook.
—Me debes una explicación – repitió señalando sus manos – de esto.
Antes de que pudiera decir algo más, se dió media vuelta abandonando el lugar, BonHwa se percató de que el alfa no traía puesta su camisa, dejando expuesto su abdomen marcado y sus pectorales totalmente definidos. Lo soltó con suavidad mirando de reojo al castaño, quien apretaba sus puños con fuerza manteniendo una expresión de furia.
—Le diré a una de las chicas que te arreglen una alcoba – BonHwa sonrió – mientras puedes esperar en la mía.
—No será necesario, yo puedo esperar aquí.
—¡Chicos, al fin los encuentro! – al acercarse cada vez más la euforia de Taehyung iba disminuyendo considerablemente, se aproximó al oído de su amigo para cuestionarlo – ¿Qué está pasando?
—Jeon Jungkook es lo que está pasando...– susurró molesto – maldito alfa.
—BonHwa quiere asesinarte con la mirada, ¿Pasó algo?
Jimin suspiró mirando a Taehyung.
—Hablaremos en privado – le dedicó una última mirada a la Omega que parecía disfrutar de la compañía de Jungkook – lejos de los oídos entrometidos.
—No me voy a cansar de decírtelo, Jimin – Taehyung suspiró – eres un gran idiota.
—Yah, vine por un consejo, no por un regaño.
—Van de la mano – negó con la cabeza – ¿Por qué extraña razón tratarías así a la persona que te salvó la vida?
—Estaba muy estresado.
—Eso no es justificación, es patético oírte hablando de esa manera – el alfa estaba molesto con su amigo – te aferraste tanto a ella, sacrificaste todo lo que estuvo a tu alcance, ¿Para que ahora la trates mal? Explícame la lógica de tu cerebro, porque yo no la entiendo.
—Ni yo mismo lo entiendo...– Jimin se dejó caer sobre su cama, totalmente abatido y sensible.
No comprendía cómo se sentía, no sabía que le estaba sucediendo, él no quería tratar a su Omega así, simplemente que el temor le hacía transformarse en un hombre totalmente distinto, no podía negar que se moría de celos cada vez que veía cómo Jungkook coqueteaba con BonHwa y como ella no hacía nada por alejarlo, al contrario, parecía sentirse muy cómoda con ello.
—¿Qué piensas hacer? ¿Quedarte ahí acostado lamentándote de por vida?
—Ella me dijo que considerara lo nuestro muerto, Taehyung...– guardó silencio recordando las palabras de la chica – hasta que le diera el lugar que se merece, ¡Eso es!
—Creí que tendría que decírtelo – Taehyung miró el reloj sobre la pared – anda, levántate y búscala.
—Pero Jungkook...– se calló a sí mismo y suspiró – él no debe importarme, la decisión la tomará ella, yo sólo tengo que hacer lo que me toca.
—Ánimo Park – palmeó su espalda – vas a conseguirlo.
Jimin volvió a suspirar.
—Es mi destino...– susurró sin que su amigo lo escuchara.
Kyrell y JiHwan habían ensillado sus caballos para ir a buscar a Jungkook, el corazón de la mujer latía más rápido de lo normal, porque ese chico le hacía sentir sensaciones que jamás había experimentado y saber que tendría una oportunidad de empezar todo de cero sin que supiera de su maldad lograba que su ego creciera cada vez más.
Comenzó a notar que llegaban a los límites de Phoenix y no parecía haber rastros del alfa, desde ese instante supo que todo iría mal. JiHwan dirigió su caballo hasta la cabaña que pertenecía al chico, su olfato se agudizó sintiendo la presencia de un aroma conocido para él.
—¿Es aquí? – cuestionó Kyrell – ¿Por qué estamos tan alejados?
—Él reside aquí desde que era una adolescente, no me cuestiones porque no sé sus motivos.
—Bien – detuvo al animal bajándose del mismo con cuidado de no caer – voy a entrar.
—Espera...– ella ignoró las palabras del hombre abriendo con total alegría la puerta del lugar.
Todo estaba vacío, completamente pulcro y con un aroma parecido al de un cítrico. Miró la pequeña cama al fondo y pudo observar una camisa sobre ella, caminó hasta tomarla entre sus manos y olerla, llevándose una gran decepción acompañada de una rabia incontrolable.
—Ese maldito aroma...– apretó la camisa – me está volviendo loca.
—BonHwa estuvo aquí, el olor a jazmines está por todas partes.
—¡Ya lo sé, no vuelvas a repetir eso! – explotó destruyendo la prenda con un poco de magia en sus manos – necesito que me ayudes.
—Tú dirás, querida.
Rebuscó con su mirada algún espejo grande, logrando localizar uno debajo de la cama de Jungkook, lo sacó y se lo dió a JiHwan.
—Sosténlo hasta que yo te diga – el hombre asintió escondiendo su figura detrás del objeto, ella cerró sus ojos buscando concentración, con sus manos formó una esfera púrpura la cual lanzó al espejo – muéstrame a BonHwa y a Jungkook.
La imagen se reprodujo tal y como estaba pasando en ese momento, ambos estaban juntos en un comedor degustando un banquete entre risas esperando a que comenzara las fiestas en el pueblo, apretó sus puños con fuerza sin importar que se lastimara.
—¿Y bien? – JiHwan se atrevió a hablar – ¿Los encontraste?
—Prepararemos una sorpresa para ellos mientras disfrutan de su patético festival – rió con malicia – van a lamentar este encuentro el resto de sus días.
¿Qué dice el público? ¿Más drama o más tranquilidad?
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