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|16| Despedida de Fuego

"Hemos vuelto a casa, finalmente..."

--⚜--

A C T U A L I D A D | I G N I S

《Annelisse》

Salgo del portal directo en el Reino de Ignis, mi hogar.

Estoy en casa de vuelta... despues de casi un año, es feliz volver a mis comienzos.

Todas las personas que me ven, se inclinan ante una reverencia al verme, ya que soy su princesa. Soy su princesa fenix.

Detras mio estan Azriel y Rhaegal, quienes muchos se sorprendieron de ver al principe Rhaegal vivo. Y detras de nosotros tres, hay un grupo de seis escoltas cargando un cajon de madera.

El cuerpo de nuestro hermano Daeron, quien nos dieron su cuerpo para que podamos hacer la Despedida de Fuego, como un ultimo adios. Segun Farah, el fue solo de caceria tras los quemados hace años, lejos de la escuela, y un quemado lo ataco. No pudo llegar justo a tiempo a Alfea porque se habia transformado en uno mas, hasta hace dos noches, que lo volvi a su cuerpo original.

Daeron se quito el anillo familiar antes de transformarse completamente, para que lo encuentren y puedan darmelo ami, como debia ser.

Los tres hermanos subimos las escaleras de marmol blanco, lentamente mientras miramos hacia delante, con confianza y seguridad en nuestras acciones.

-¿Como esta padre? -pregunto Rhaegal a mi lado, viendonos.

-Es el Rey de Ignis, asi que creo que esta bien -digo y reimos los tres juntos, sigue siendo el mismo padre que era antes de la muerte de nuestra mama.

Dos compuertas se abren frente a nosotros de color blanco, donde salen Rhysand Trueblood y su padre, Rhadamenthus Trueblood: el Hombre de Negro.

-Annelisse... Azriel... -nombro mi padre al vernos, ya que Rhaegal se habia glamurizado. Nuestro padre viene a abrazarnos, y nosotros le respondemos rapidamente- Hijos mios...

-Abuelo -nombre yendo hacia el y tambien abrazandolo, siempre fui sus ojos. Su niña, su pequeño fenix.

Mi abuelo plantea un beso en mi frente, para ir a mi hermano y tambien darle un abrazo de bienvenida.

-¿Que hacen aqui? -pregunto el Rey, y veo como Azriel me ve sin discrecion, dejando que yo tenga la palabra de todo. Mierda.

Yo tomo aire, y exhalando a su vez.

-Volvimos a casa... -proclame, con mis ojos mojados y una debil sonrisa- Los cuatro hijos de Rhysand y Sophie Anne TrueBlood volvieron a casa.

Ni mi padre ni mi abuelo tenian idea de lo que estaba hablando, por lo que fue el turno de Rhaegal, quien se glamurizo frente a estas dos personas, con una pequeña sonrisa.

-Padre... Abuelo... -nombro Rhaegal, mirandolos con una sonrisa que no podia contener- Estoy en casa...

Mi padre estaba en shock, no sabia donde o que decirnos.

-¿Como? ¿Estas vivo? -pregunto mi abuelo por ambos, sacandose su sombrero para verlo mejor a Rhaegal.

Rhae rie ligeramente, la expresion de nuestro padre si da risa.

-Es una larga historia, abuelo... -proclamo Rhaegal, retrocediendo para ir hacia los escoltas que venian detras nuestro- Y tambien, el vino con nosotros...

Sin mas que acotar, el abrio el cajon, para que todos podamos ver el cuerpo de nuestro hermano Daeron, que traia un traje oscuro con las manos sobre su estomago, descansando por fin en paz.

-Daeron... -susurro mi padre con un hilo de voz, y a punto de ponerse a llorar- ¿Como es posible? Dijeron que no habia cuerpo...

-Ann lo trajo de vuelta... -respondio Azriel mirandome, y yo tambien siento mis ojos mojados de ver a Daeron con nosotros otra vez- Ella lo transformo a su cuerpo original...

Mi abuelo me abraza, deslizando sus lagrimas por su mejilla. Mientras que mi padre se tapa la boca sorprendido y se mantiene de pie por su baston, sino ya estaria desmayado sobre el suelo.

-Volvimos a casa... -y la primera lagrima se me salio del ojo, no puedo creerlo.

Estamos en casa.

Solo faltas tu... mama...

[...]

Este mismo dia, esperamos a que se haga de noche para juntar a toda la gente del Reino en el Jardin de Fuego, para realizar la despedida de fuego.

Daeron yacia sobre una superficie plana de madera, en una pequeña casa hecha de paja y madera, ya que todos estamos esperando que la ceremonia se realice.

Todos traemos una vestimenta blanca, mientras que el fuego nos ilumina, gracias a la magia de fuego de las hadas. Los especialistas rodean toda el area para evitar que algo malo ocurra esta noche especial para nosotros y nuestras costumbres.

Yo exhalo con algo de dificultad, mientras veo a mi hermano ahi mismo, muerto, tendido y rodeado de hierba seca para ser quemado.

-Nos hemos levantado entre las cenizas... y nos hemos destruido en ellas... -comenzo nuestro padre, con una voz de mando. Mirando a toda la gente de Ignis y a nosotros- Sentimos como el fuego nos abrazaba... y nos convertiamos en fenix... como nos fusionabamos con nuestro poder... para ser uno... Pero por todo eso, es lo que nos identifica.

Nuestro gira a vernos, ya que estamos detras suyo con nuestro abuelo, mientras que todas las personas de Ignis estaban frente a nosotros, rodeando el altar de Daeron.

-Nuestra mayor gloria no es nunca fallar, sino levantarnos cada vez que caemos... -continuo nuestro padre, volviendo a ver a nuestro amado pueblo- Aquí, en este sufrimiento, se cuestionan todas nuestras creencias anteriores. Se consumen en el fuego provocado y alimentado por nuestra propia ilusión. El dolor se convierte en las cenizas en las que ahora estamos sepultados. Es solo cuando nos encontramos en esta coyuntura tan aprisionada que salimos de nuevo, el fénix de nuestra propia vida, que es mucho más hermosa que la anterior... -e hizo una pausa, para que lo miremos. Sus palabras salen del fondo de su alma, expresando todo lo que ocurrio con nuestra madre tambien, ya que en su momento, el se aislo de todo y de todos en su soledad y miseria- Del sufrimiento han surgido las almas más fuertes; las leyendas más grandes están marcados con cicatrices...

Junto a mi, mi hermano Rhaegal toma mi mano izquierda, entrelazando nuestros dedos para darme fuerza. Yo giro mi cabeza para verlo lentamente, observando su expresion de fuerza, dandome animos.

-Hace dos años, el Principe Daeron desaparecio... y jamas encontraron su cuerpo, solo su anillo. Que paso a ser de mi hija, la Princesa Annelisse...

Ahora suspire, tensando un poco mi cuerpo.

Recuerdo ese dia, todos estabamos en nuestro hogar cuando Crius entro corriendo al comedor, anunciando que Daeron se perdio solo en el bosque, ya que estaba buscando al quemado que mato a nuestro madre.

Pero el quemado lo encontro primero a el, y todos sabemos como acabo.

Mi mano derecha tambien es tomada y entrelazada con otros dedos, por lo que giro en esa direccion al ver de quien se trataba.

La mano pertenecia a Stella, que me dio una sonrisa de animo y junto a ella, estaban Bloom, Terra, Aisha y Musa, tambien dandome fuerza.

-No te dejaremos sola... -susurro Stella y le sonrio, con mis labios temblando.

-...Pero anoche... todo cambio -continuamos escuchando a nuestro padre, atentamente- El Fenix Original renacio de sus cenizas... -confeso y todos comenzaron a murmurar, sorprendidos- Las leyendas urbanas eran ciertas, el primer fenix prometio volver... y lo hizo, despertando en la Princesa de Ignis -mi padre me vio, pero yo soy una estatua viviente- Ella regreso a los quemados a su cuerpo original, a sus cuerpos humanos...

No crei que eso iba a decirlo como ultimas palabras, porque siento las mejillas arder de la verguenza.

-Ahi descubrio, que nuestro amado Principe se convirtio en un quemado... cuando fue a cazar al quemado que mato a mi difunta esposa, la Reina Sophie Anne -relato, dejando de verme- Pero mi hija le trajo la paz de una vez y por todas... Y por eso, quiero que ella haga los honores.

En ese momento, mire a mi padre sorprendida. No puedo, no debo hacerlo... el debe hacerlo, el es el Rey y su padre.

Mi padre me mira, indicandome que lo haga, pero yo no se que hacer.

-Ve... -me incito Rhaegal y yo giro a ver a mis hermanos, quien Azriel tambien asiente con su cabeza, dandome el permiso de hacerlo.

-Descuida... no te dejaremos sola -ahora giro a ver a Stella y las chicas que ellas se sienten seguras.

Me salgo de mi lugar con nervios, comenzando a caminar lentamente mientras soy observada por todo mi futuro pueblo, que esperan que lo haga. Junto a mi y a ambos lados, mis amigas se colocan junto a mi, para no dejarme sola.

Padre asiente con su cabeza al verme, prosiguiendo a hacerse para atras para dejarme el lugar.

Antes de hacerlo, tengo que dar unas palabras de despedida:

-El fénix. El más gentil y maravilloso de su tipo. Belleza fascinante y color brillante. Su grito es sinónimo de una hermosa canción. Pero llega el momento, se consume en su propia llama magnífica. Y de sus propias cenizas, se levantará y renacerá de nuevo -comienzo, levantando mi voz para que todos me escuchen- Y si de hecho hay un cielo y un infierno, todo lo que sabemos con certeza es que el infierno será una versión brutalmente superpoblada de Phoenix...

Todo mi pueblo me ve en silencio, escuchandome atentamente.

-Mi hermano Daeron era un fenix mas, nuestra pasión nos enciende. El rapto engendra el infierno en el que perecemos, entrelazados. -hago una pausa- De carbones humeantes nos formamos y, de nuestras cenizas, resucitamos. Descubierto en las secuelas, nuestra memoria, nuestras cicatrices de nacimiento; locura de tercer grado. Imperfecciones idénticas. Siempre con la marca.

Ahora, yo suelto mi mano de las chicas, prendiendo mis manos fuegos, mientras que las venas doradas se desprenden de mi piel hasta mi rostro, y mi cabello comienza a flotar en el aire.

-Puedes apagar un fuego. Y todo lo que conoces se convierte en polvo y cenizas. Sin embargo, el notable tesoro de esta pila aparentemente desesperada está escondido en lo más profundo. Las brasas encendidas encarnan el deseo perpetuo de pasar de una chispa a la llama...

Levante mi mano derecha y apuntando hacia la choza de hierba seca, encendiendo una pequeña llama en cada punto cardinal, que poco a poco, comenzo a expandirse por todos lados.

-Lo que más importa es lo bien que caminas por el fuego... -proclamo, viendo como el fuego se expande por todo el exterior de la choza- Nosotros no miramos hacia atras cuando hay fuego, solamente avanzamos...

El fuego entra directo a la casa, comenzando a consumir todo para llegar al altar de madera donde estaba el cuerpo de Daeron.

-Ahora el Principe Daeron esta en paz... -proclame finalmente- Para renacer, primero debes morir...

Con esa ultima frase termine de hablar, ya que el fuego se movia rapido por todo el lugar, subiendo hacia el altar de madera para comenzar a devorar el cuerpo de nuestro hermano, consumiendo por completo el lugar.

Mis amigas apegan mas a mi para darme fuerzas, mientras vemos como todo se consume por completo, y las llamas son tan altas que es imposible ver hacia el interior.

Pero yo veo la oportunidad y debo hacerlo, como si las llamas me llamaran.

Separo a mis amigas de mi, y prosigo a caminar mientras que las llamas me hipnotizan, me dirijo directo hacia ahi mismo, siendo el ojo de vision de todos.

-Annelisse -llamo mi padre, intentando que no lo haga, pero no hago caso- ¡Annelisse!

Las llamas se abren a mi paso, dejandome la entrada libre y camino dentro de la casa de hierba seca, mientras que las llamas se vuelven a cerrar y se hacen mas altas, ya que mi padre iba a venir a detenerme.

Observo el cuerpo de Daeron siendo consumido por el fuego, y yo apoyo mi mano lentamente sobre las suyas, mientras que una lagrima se desliza por mi mejilla.

Finalmente, termino por cerrar los ojos y dejar que el fuego me consuma, lentamente.



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