Especial 𝚅𝙸: Inicio del pensamiento de perfección.
"Todo debe ser a mi manera, sino está mal".
...
— No eres suficiente. Y parece que nunca lo serás.
El primer recuerdo en su mente era ese, bizarro, oscuro, odiaba verse en el espejo y tener que recordar que nunca fue lo que esperaban. La presión de su madre recaía en sus brazos, una mujer realmente era perfecta, sus ojos mieles y su largo cabello rubio, siempre peinado y arreglado.
María Rossit Claret...
Conocer a Markus transformó la adolescencia de una chica corriente en la base fundamental de sucesión de la poderosa familia Evans Adish. De repente, estaba yendo tranquilamente a la secundaria y de un día a otro se vió sentada junto a Markus en la sala de su casa siendo inspeccionada por los padres de él.
Nunca tuvo tanto interés en ella, no le prestaba atención, recordaba esos días en la secundaria cuando Markus llegaba al salón de clases y causaba suspiros entres todas las chicas presentes.
Un guapo chico de 1.89 de altura, cabello negro, ojos azules, era perfecto. Esa voz siempre era tan armoniosa.
Después de descubrir la extraña adicción que tenía de Markus con el sexo, tener una alta competencia, insistirle durante años, ser despreciada y a veces humillada por Markus, no ser suficiente para los padres de este, después de haber arruinado un matrimonio arreglado tres días antes de que se realizará, logró convencer de sobremanera a los padres, y a regañadientes organizaron su matrimonio.
María dejó atrás su vida atrás y se convirtió en la esposa perfecta que quería Markus, pensando única y exclusivamente en el dinero, no quería tener que arrastrarse en la miseria por culpa de sus padres pobres, con un simple problema, Markus hasta sus últimos días parecía inalcanzable, sin poder encontrar nunca su corazón.
Después de tres años de matrimonio, salió la clausura de su padre para obtener la herencia. Y llegó el segundo problema. No podía tener hijos. Cuando Markus le dijo del divorcio no lo aceptó. Después de buscar en algunos orfanatos y que todos fueran niños mayores de siete años, de manera escondida alquilaron un vientre.
El día que Markus llegó a la casa con una bebé, María ni siquiera la miró, en ese momento ambos simplemente estaban pensando en las toneladas de dinero que perderían sino tenían un hijo varón.
...
Su madre nunca la miraba, cuando le trataba de hablar casi nunca le prestaba atención, siempre quiso ser perfecta para que ella se sintiera orgullosa pero nunca lo fue. Su padre hacia lo que podía para mostrarle aprecio aunque no era suficiente.
Con la llegada de Christian, su vida tuvo un cambio considerable. Toda la atención de sus padres, su tío y sus abuelos se centró completamente en Christian, su madre lo amaba a él, su padre lo prefería a él, todo era con él. Recordaba el día que por simple odio lo empujó por las escaleras fracturando su brazo izquierdo y torciendo su pierna derecha. Esa fue la primera vez que había sentido que la balanza se volteaba, tuvo un segundo de gloria entre ellos. Podía recordar los gritos de Christian y como había sentido algún tipo de placer al verlo. Lo odiaba.
...
— ¿Siempre vas a odiarme, verdad?— Mia lo miró por el reflejo del espejo y soltó una risita.
— Lárgate de aquí Christian. ¿Que esperas? ¿Que te tenga lastima?— Christian apretó en su mano las carpetas que tenía aguantando las miserables ganas que tenía de llorar.— Vete.— dijo mientras se aplicaba colonia. Lo miró irse de su casa, sin saber que esa sería la última vez que lo vería.
Mia se acercó lentamente hacia las tumbas de su familia y las miró. Dejó unas flores en cada bloque y limpió un poco el lugar.
— ¿Debí haberte tratado mejor, verdad?— susurró mientras colocaba un pequeño ramo de flores en la tumba de Christian.
Por su mente pasaba la típica escena de arrepentimiento, dónde se ponía a imaginar cómo hubiera sido su vida junto a Christian, recordaba todas las veces que Christian le había insistido para que su relación fuera mejor y solo lo había despreciado.
— Lo siento...— murmuró. Se levantó y comenzó a caminar, quería irse.
— Mia...— esa voz hizo que se detuviera, se volteó y vió a Christian.
Christian por su parte estaba impactado... De todas las personas con las que pudo haber aparecido, jamás pensó que sería ella. Mia se le acercó y lo miró.
— Lo siento, Chris.
Eso había sido una puntada en su corazón, dolía, a ambos les dolía recordar al otro. Jamás lo había llamado Chris. Lo agarró de los brazos pegando la cabeza en su pecho mientras lloraba.
— Lo siento. Joder, siempre trate tan mal, Chris. Solo te tenía envidia porque siempre fuiste mejor que yo, siempre te desprecié, pero...— se detuvo cuando él la abrazó con fuerza, eso era lo que siempre había querido, esas simples palabras. Tan pequeño, tan simple cómo unas palabras, pero para Christian significaban todo.
— No te preocupes, Mia. Todo está bien.— ella un poco confundida le devolvió el abrazo.
Christian la abrazo por una razón, aunque ella no lo veía las cadenas estaban jalandolo para llevarlo a otro lugar, pero él quería quedarse con ella, no podía dejarla ahora, no podía. La voz de Lucas gritando su nombre retumbó en su cabeza, ¿Que era lo que estaba pasando con Lucas? Sin siquiera buscarla... La niebla llegó, aunque no quería debía ir, odiaba quedar atrapado en eso.
— Te quiero, Mia.— ella con eso vió como desaparecía en una nube de niebla que era llevada por el viento.
...
Del otro lado de la ciudad en el séptimo piso del edificio, Lucas estaba teniendo una pesadilla, una que involucraba a Christian, no podía despertarse, la casa estaba vacía porque Maddi se había llevado a los niños a dar un paseo por la cuidad, estaba solo, no había nadie que lo sacará del infierno en el que lo había metido su mente.
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Aquí un especial porque si :D
Disfruten el capítulo.
Cuidense princesitas y princesitos.
Voten y Comenten.
Bye ❤️
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