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Capítulo 129: Dúo de destrucción.

2026:

Carla llegó a su casa cerca de las ocho de la noche, se acostó en el sofá y suspiró. Ese silencio que inundaba la casa la relajaba completamente. Esa tranquilidad que solo logró disfrutar unos pocos segundos...

—¿Estás cómoda? —Esa voz detrás de ella la espantó. Se levantó del sofá y desde la oscuridad de la cocina apareció Jared frente a ella mirándola mientras sonreía.

—Jared... —Una fuerte cachetada llegó a su mejilla haciéndola caer al suelo temblando.

—¿Cuántas veces te lo he dicho ya? —Agarró su cabello jalandolo sin piedad—. Solo te gusta torturarte.

La soltó y le arrebató el bolso que traía, ella trató de impedir que viera lo que tenía pero Jared se la quitó de encima con otro golpe en su rostro.

—Quítate. Sabes cómo son las cosas. —Sacó su móvil y anotó al número que había en las hojas—. Bonita familia con padres que no pueden tener hijos por culpa de un problema de infertilidad. ¿Es enserio? —Golpeó su cabeza contra la pared y la miró sonriendo—. Ahora... Llamarás y dirás qué todo se cancela. ¿Entendiste? —Carla asintió asustada. La persona a la que llamaba tardó bastante en contestar.

—Hola, ¿Liliana? Llamaba para decirte que todo lo de la adopción se cancela, lo siento si te ilusionaste pero no puedo hacerlo, espero entiendas.... Lo se... Ya habíamos hablado sobre esto pero me arrepentí... Lo siento busca a otra persona...

Jared colgó la llamada y se levantó de donde estaba arrastrando a Carla del cabello hasta llegar a la cocina. Puso los papeles en el fregadero, les echó gasolina y los encendió.

—¿Cuántas veces se ha repetido esto, Carla? —Ella bajó la mirada, llorando en silencio—. ¿Siquiera aprendes? Esto ya me parece un acto masoquista de tu parte.

—Esos malditos niños nunca mantienen la boca cerrada... —Su cabeza terminó chocando contra la mesa al decir esas palabras.

—Cállate. ¿Nunca vas a aprender? —Agarró su cabello zarandeandola—. ¡No toques a esos niños! No los golpees, no los regañes, no lo insultes, ¡Solo quédate en el maldito margen!

—Vale, lo haré —lloriqueó—. Lo haré, lo haré...

—Muy bien, espero que no tenga que volver aquí... La próxima vez no seré tan condescendiente contigo. ¿Me escuchaste?

—Si...

—Vale.

...

Jared salió de la casa con las manos en los bolsillos, caminó varias calles hasta llegar a la autopista, tomó un taxi para que lo llevará al hospital. Al llegar se acercó a la ventanilla de un auto que estaba esperándolo afuera, le pasaron una bolsa con algunas cosas dentro, al cerrarse la ventanilla pudo ver por unos segundos a Andy antes de que el auto se marchara apresuradamente del hospital. Jared entró en el edificio y subió en el ascensor hasta el piso en dónde tenían a Christian, entró en la habitación viendo cómo la mirada tranquila que tenía cambiaba a una expresión seria al verlo. Le entregó la bolsa y Christian comenzó a hurgar en su interior. Sacó unos pequeños empaques desenvolviendo su contenido. Jared vió esas dos extrañas jeringas que no parecían ser para inyectar algún medicamento. Christian agarró una quitando la tapa de seguridad.

—Sara ven aquí. —La niña se acercó a él, Christian enterró la aguja de la jeringa sin ningún tipo de piedad en el cuello de la niña sin obtener alguna reacción por parte de ella, haciendo lo mismo después con el niño, este al sentir el dolor de revolvió un poco en su lugar llorando pero Christian lo mantuvo quieto mientras terminaba. Steven de quedó sentado en las piernas de Christian sollozando en silencio con la mano en la parte posterior de su cuello, le dolía.

—¿Que es eso? —Se atrevió a preguntar Jared, Christian le dió una mirada de muerte y él agachó la cabeza disculpándose—. Lo siento, solo era curiosidad.

—Es un rastreador.

—Vale.

—Toma esto, Sara. —Le entregó un pequeño empaque que en su interior traía una bonita cadena dorada con su nombre escrito en pequeños diamantes rosas, una pulsera de perlas y unos aretes plateados con incrustaciones de diamantes, ella acepto el regalo encantada colocándose todo de inmediato. A Steven le dió otro paquete que contenía una cadena de oro con un decorado de diminutos diamantes que formaban su nombre, una pulsera plateada y un anillo dorado, Steven se lo puse todo dejando en ese instante de llorar—. Ya puedes irte, Jared. Le diré al jefe que cumpliste tu trabajo.

—Gracias, señor. Llámeme si necesita algún encargo más. Con permiso.

Jared se fue de la habitación dejando a Christian más tranquilo con ambos niños.

—Esos regalos son por haberme dicho lo que planeaba Carla —Christian agarró el rostro de la niña, ella lo miraba con admiración, él le sonrió—. Así debes hacer siempre, Sara. Y tú también Steven. Ambos se aprendieron mi número de teléfono y el de Jared. Si algo les pasa no importa que tengan que hacer vengan conmigo, llamen, y dónde sea que estén los irán a buscar. Si se los llevan a otro lugar escapen ambos, se los prometo que dónde sea que estén los encontrarán. ¿Entendido?

—Si, papá. —respondieron ambos niños al mismo tiempo.

—Vale. Otra cosa... —Al decir eso tuvo la atención de los niños de nuevo—. Sus cadenas tienen un sistema de defensa, si algún día llegan a estar en peligro opriman el diamante que tiene la S. Eso mandará inmediatamente una alerta a Jared. Solo usen eso en una emergencia. No es un juego.

...

Sara corría por toda la habitación de un lado al otro sin parar mientras Steven comía lo que Christian había dejado del almuerzo. Royer hablaba con Christian acerca de lo que había pasado en el día mientras miraban a los dos niños.

Royer dejó la bolsa con la comida encima de la mesa que estaba junto a la camilla, Steven le dió el envase vacío y él lo desechó. Agarró un servilleta y limpio las manos y la boca del niño. Era como si regresará en el tiempo y volviera a la época en dónde sus hijos tenían esa misma edad, ni en esos años les prestaba atención, pensar que sus propios hijos había sido algo que el no planeó, o algo que quería, se suponía que debía esperar hasta al menos los veinticinco años, pero su hija mayor estaba a unos meses de cumplir quince, y su hijo menor creía recordar que debía tener once o quizás diez años, había dejado de interesarle. Cómo Anahí había sido la que había decidido tenerlos el solo daba dinero, no les daba cariño, pero jamás les faltó nada. En ese sentido parecía haber cumplido.

—Quiero agua. —Royer pensando que era el karma de su vida, agarró la botella de agua destapandola y se la dió a Steven.

—¿No tienes hambre, Sara?

—No. —Dijo sin detenerse. Royer miró su reloj, casi una hora corriendo por la habitación sin parar. Steven se movió en la camilla volviendo a sentarse en las piernas de Christian abrazándolo.

...

—La maestra dijo que iba muy atrasado en las clases. —Dijo Sara, Christian miró a Steven, este bajó la mirada y se pegó a su pecho.

—Es que no entiendo. La maestra siempre me regaña y me llama retrasado por no entender cosas "fáciles".

—Esa maestra no me gusta. Siempre lo hace pararse al frente y lo obliga a resolver ejercicios en el pizarrón. Todos se ríen de él.

...

—Jefe, Christian lo está llamando. —El hombre soltó el bate y fue hasta Griffin agarrando el teléfono.

—John sigue golpeándolo.

El nombrado asintió y agarró acercándose al cuerpo maltratado del hombre que yacía en ma silla. El jefe fue hasta su oficina limpiándose las manos.

—¿Llamé en un mal momento?

—Solo estaba arreglando una cuentas. ¿Cómo has estado? Hace tiempo que no hablamos. Me enteré que perdiste la memoria y eso. El ataque a la empresa no fue planeado por ninguno de los que conozco, Christian. Hay alguien más que te está cazando.

—No hay problema con eso. Quería hablar de otra cosa.

—¿Jared hizo algo malo?

—No, él hizo lo que le pedí. Más bien lo estaba llamando para otro trabajo pero no contestaba.

—¿Griffin dónde está Jared?

—En los campos, señor.

—Joder, es verdad. Dónde está Jared la señal está bloqueada. ¿Para que lo querías?

—Una simple advertencia.

—Puedo mandar a alguien más si quieres.

—Prefiero que lo haga Jared si no te molesta.

—Como desees. Jared se comunicará contigo en unos veinte o treinta minutos.

—Vale.

—Adiós, Christian. —Al cortar la llamada se quedó mucho tiempo pensando en todo lo que había pasado—. ¿El hospital sigue siendo vigilado?

—Como usted lo ha ordenado, señor. —Le respondió Griffin.

—Eso espero, sino la cabeza que cortaré será la tuya. Dile a Kim que vaya a los campos y le diga a Jared que Christian le tiene otro trabajo.

—Si, señor.

Griffin se fue de la oficina y el jefe volvió a quedarse solo. ¿Que era lo que pasaba con Jared? ¿Le tenía confianza o era porque no quería que nadie más se metiera en esos asuntos? Conocía la discreción que Christian mantenía en todos sus ataques, y como daba órdenes específicas, también sabía la agilidad y precisión que tenía Jared a la hora de cumplir con un trabajo, eran casi como un dúo de destrucción. Una persona que sabe cómo dar órdenes y otra persona que no tiene miedo de ensuciarse las manos de sangre.

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