Capítulo 28 (Final parte I)
Algunas historias acaban justo como empezaron, demasiado deprisa.
Casi sin que podamos darnos cuenta.
Pero nos dejan marcas que llevaremos con nosotros durante el resto de nuestras vidas.
La mañana en la que todo acaba, es una mañana de Lunes.
Y como todo lo demás en sus vidas, todo va demasiado deprisa.
Barry luce una reluciente sonrisa mientras observa con orgullo su creación.
Frente a él, el brillante portal de luz azul que funciona a pleno rendimiento y sin errores.
El castaño casi desea llorar y la mandíbula le duele tras sonreír durante demasiado tiempo.
Junto a él, Killer Frost se asombra ante la imponente creación de su aliado.
La potencia del portal es tan fuerte que actúa por segundos como un campo de fuerza y algunos objetos pequeños caen dentro de el.
—Barry ¿No me dijiste que el campo de fuerza sería tan grande que no podríamos activarlo sin más? —El chico se gira para mirarla y con dulzura le explica la situación.
—Así es. Ahora está en la potencia más baja, Cait. Aumentaremos la potencia para enviar a los metahumanos pero sólo cuando nosotros estemos a salvo. —Ella asiente despacio, prestando mucha atención a sus palabras.
—¿No podríamos llevarnos la pantalla de control y activarlo fuera de aquí? —El chico alza ambas cejas y sonríe.
—Ese es el plan, mi querida Frost.
—Ella le muestra una pequeña sonrisa que no llega a sus ojos.
—Entonces en marcha. Vamos a probarlo. —Sugiere y entre sus manos heladas toma la pequeña pantalla.
El equipo Frost sale del polígono y deciden alejarse unos cuantos metros para ponerlo en marcha.
Pero como ya he mencionado antes, algunas cosas pasan tan deprisa que no podemos apreciarlas.
La chica no tarda en darse cuenta de que algo va mal. Frunce su ceño y tira de Barry hacia atrás, poniéndose delante de él. Le entrega la pantalla y sus ojos hacen un escaneo preciso del bosque a su alrededor.
—¿Va todo bien? —El chico pregunta.
—Camina, Barry. —La joven le da una orden directa que el castaño acata sin rechistar.
—Podemos activarlo aquí. —Sugiere, refiriéndose al portal.
Y entonces, Frost se gira hacia él.
Y es esa milésima de segundo, esa fracción de tiempo la que acaba por dinamitarlo todo.
A su espalda oyen un fuerte ruido, similar a un disparo múltiple y seguido.
Lo siguiente que ven es tierra quemada junto a ellos.
—¡Corre! —La ojiazul ordena y bosque a través, comienza su huida.
—¡Vamos al polígono! —Barry cambia el rumbo de la huida y su cuello se gira para asegurarse de que Frost le sigue.
Barry la ve tras él. Pero lo que no ve es la rama de árbol en mitad del camino que le hace tropezarse y caer.
La pantalla se rompe en el impacto y la chica tira del científico para ponerlo en pie.
Detrás de ellos dejan la pantalla, totalmente rota por el impacto.
—¿Qué está ocurriendo, Frost? —Desorientado, el chico tiene que ser arrastrado por ella y se esconden detrás de unas rocas.
—¡No lo sé! Estás herido. —La ojiazul dirige sus dedos a la ceja de Barry, ahora abierta y sangrante. Detiene la hemorragia con un poco de frío.
Se desliza entre las rocas y sus ojos enfocan a la persona que les persigue.
No puede ser, es imposible.
No puede ser. No puede ser.
La expresión de la chica cambia de inmediato y el frío llega con fuerza a su mirada. Se acerca a Barry lo justo para pronunciar unas simples palabras.
—Corre, Barry. Corre y no mires atrás.
—¡No! No voy a irme sin ti. —Replica. La ojiazul le mira con una inesperada profundidad y de esa mirada, el chico saca algo en clave; preocupación.
Esa es la expresión que predomina el rostro de su aliada.
—Por favor. —Le pide y sus manos tocan sus brazos.
El ojiverde traga saliva y asiente despacio.
—Prometeme que volverás. —Susurra antes de irse.
Pero ella no le da respuesta. Al menos no cuando él aún sigue allí.
—Prometo que te mantendré a salvo. —Pero eso ya no lo escucha.
Barry corre a través del bosque, su pierna está herida y le duelen las heridas en el rostro.
Pero no mira atrás. No se detiene.
Corre por salvar su vida.
Llega al polígono minutos después y la desesperación se cierne sobre su cuerpo cuando pasados minutos, Frost no aparece.
—¡Vamos, Frost! Vamos joder. —Sus ojos se vuelven dos cascadas rojizas.
A lo lejos divisa una cabellera blanquecina y una sonrisa ilumina su rostro.
—¡Ve dentro! —Le exige ella en la distancia pero él no atiende a su petición y la espera.
Frost se sienta en el suelo, detrás del portal y junto a Barry. Un grito escapa por su garganta y sólo entonces el castaño es consciente de algo.
Heridas.
—Estás herida. Frost, estás herida.
¿Cómo puedes estar herida? —Se lo repite una y otra vez, como si no pudiera creerlo. La joven tiene una herida en el brazo y otra en la pierna.
—Le conozco, Barry. Conozco a ese hombre. —Confiesa y eso provoca que el castaño frunza el ceño.
—¿Qué? ¿Quién es?
—Él me hizo esto. —El ojiverde asiente y rueda los ojos, evidente.
—¡Ya sé que él te hirió! Pero dime quien es.
—¡No, Barry! —Ella grita y toma aire antes de hablar de nuevo.
—Él era el Doctor. Él me convirtió en metahumana. Él me convirtió en Killer Frost. —El silencio se adueña del momento durante instantes.
Ninguno encuentra las palabras qué decir.
—¿Y te odia por ayudarme? —La metahumana niega.
—Me odia por no seguir sus órdenes y revelarme.
Y también porque le congelé la mano un poco. —Apreta los labios y se encoge de hombros.
—¿Le congelaste la mano? ¡Frost!
—Han pasado veinte años, Barry. Superalo.
—Tiene un arma de energía... No entiendo muy bien como funciona eso.
Pero ¿Recuerdas lo que te dije de que suficiente energía podría herirme?
Pues eso. —Señala la herida en su brazo y apreta la mandíbula.
Y entonces, ambos oyen pasos tras de sí.
—Ya eres mía, Frost.
CONTINUARÁ...
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