Capítulo 18
Pasan varias semanas hasta que Barry comienza a sentirse mejor y superar su despido del ejército.
Sus ojos se abren despacio y un bostezo se escapa de sus labios.
Frost ya está sentada a su lado, acomodando su pelo y tronando su cuello.
Barry se incorpora y la mira. En seguida sonríe y susurra un ronco "buenos días".
Ella no le responde y en su lugar, sigue acomodando su cabello.
Por encima de ellos y tras una noche lluviosa, el sol comienza a ponerse.
Barry mira por encima del hombro de Frost y una sonrisa se dibuja en su rostro.
Algo incomodada, Frost mira hacia atrás tratando de descubrir el motivo de la intensa sonrisa del científico.
Entonces, lo ve. A través de los cristales y como causa del sol después de la tormenta, un arcoiris se ha formado.
La ojiazul vuelve a girar su cuello para mirar al chico.
—¿No es precioso? —Le pregunta entonces con su voz todavía algo ronca.
—Sólo es un arcoiris. —Refuta la chica y se encoge de hombros.
Entonces, el castaño muestra una sonrisa aún más profunda.
—No, no lo es. Es mucho más que eso. —Hace una leve pausa y pasa sus dedos entre las hebras de su cabello.
«Después de cada tormenta, siempre sale un arcoiris. No importa cuanta agua haya caído, no importa cuantos rayos hayan impactado en la tierra. Ni si miles de edificios han quedado destruidos o reducidos a cenizas. Porque después de eso, siempre sale el sol. Siempre hay un nuevo día. Y puedes comenzar de nuevo.
Yo lo veo como estar en mitad de una tormenta ¿Sabes? Y el agua casi te llega al cuello. Pero respiras hondo y resistes. Porque sabes que, pase lo que pase, después de la tormenta, siempre llegará el arcoiris.
Así que no sólo es una preciosa combinación de colores.
Es esperanza cuando ya no queda nada. Es esperanza, Caitlin.»
Barry termina su discurso y su rostro está totalmente iluminado del más bello sentimiento; la pasión.
Tan perfectamente reflejado en sus ojos que la ojiazul no aparta su mirada durante todo el monólogo.
Pero entonces escucha la palabra "Caitlin" y vuelve a ser ella misma.
Se pone de pie con seriedad y desde la altura, le clava la mirada más llena de odio que alguien haya visto nunca.
—Ya te lo advertí una vez, no lo repetiré de nuevo. No vuelvas a llamarme así. —Y camina lejos de él.
Pero Barry se pone de pie con la misma rapidez que ella y esta vez, está dispuesto a no quedarse con la palabra en la boca.
—Puedes correr todo lo que quieras, puedes escapar de tu pasado si quieres y seguir haciéndolo siempre.
Pero no puedes escapar de mi, Frost. —La reina del hielo se gira sobre sus talones y alza su dedo índice para apuntar al chico.
—No me provoques, Barry. —Avisa.
Entonces, el chico empieza a caminar hasta romper la distancia y poder mirarla directamente.
—Creo que todavía tienes un corazón latiendo dentro del pecho, Frost. Y si quieres demostrar lo contrario, vas a tener que matarme. —La mujer no se achica ante sus palabras y da un paso al frente.
—Estás jugando con fuego, Barry. Y nunca sale nada bueno de jugar con fuego. —Le recuerda y sus ojos se vuelven de un azul más profundo cuando lo hace.
—Es que eso es muy típico de mi ¿Recuerdas? Yo soy de los que corren hacia el fuego. —Sus labios se curvan en una sonrisa casi ególatra y la chica comienza a sentir una llamarada de veneno recorrerle las venas.
Tiene un debate interno entre lo que ha prometido hacer y lo que quiere hacer.
—No me hagas enfadar o pagarás las consecuencias. —Por última vez le advierte antes de hacer un nuevo intento por marcharse.
Y esa es la chispa que enciende el fuego dentro de Barry.
—¡Haz lo único que sabes, Caitlin! ¡Huye! Haz justo lo que hacen los cobardes. —El castaño dispara la última bala en la recámara.
Pero se olvida de algo; Killer Frost no da segundas oportunidades.
La reina del hielo para en seco y su visión se nubla. Llena de furia y cegada por el odio, camina de vuelta hasta él. Y se decide a darle muerte de una vez por todas.
Y Barry sabe lo que va a hacer en cuanto la ve girarse.
Pero no le importa porque no se aparta.
Y de alguna forma, es una bella metáfora.
Porque Caitlin Snow es una asesina.
Y Barry Allen un suicida.
Frost pone las manos sobre su rostro para impedir que se mueva y sus labios se chocan en mitad del camino.
Y Frost quiere empezar a congelarle.
Sabe que es la forma perfecta de deshacerse del problema y de que todo vuelva a ser como antes.
Pero sin embargo y a pesar de todo, no lo hace.
Tan sólo se queda ahí, congelada en el tiempo, sintiendo otra capa de hielo caer directo desde su corazón y el abrumador calor colarse por cada poro. Y él tampoco la aparta, ni siquiera reacciona.
Pero no siente ningún tipo de necesidad de alejarse. Y eso, de alguna forma, le hace sentir destruido.
La joven se separa de él y sólo entonces es consciente de que sus ojos estaban cerrados.
—Ten cuidado, Barry. Hice una promesa pero vuelve a hacerme enfadar y te mandaré directo al infierno. —Le amenaza y se aleja de él, necesitando aire.
—No tengo ninguna intención de conocer al diablo. —Aunque aún aturdido, atina de pleno con su respuesta.
Frost camina afuera del lugar, pero antes de marcharse, mira por encima de su hombro.
—Ya lo has hecho.
WWWWWWWHAT?! SEÑOREEEEES SEÑOREEEEEEEEEEES
En fin, qué tal?!?!
Por cierto... Os hago la recomendación de ir de vuelta al prólogo y leer al final del todo, donde pone "aviso importante" (lo acabo de editar) y sólo para evitar futuros conflictos 😳.
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