Capítulo 16
—Tu casa ya no es un lugar seguro. —Frost pronuncia las palabras que Barry ya sabe mientras camina hacia algún lugar que el chico desconoce.
Pasados los minutos, los jóvenes llegan a la conocida como zona cero.
La zona cero es, el lugar donde comenzó la guerra y que por ende, está casi más destruido que ningún otro.
También es el lugar donde se encontraban los laboratorios Star.
—¿Qué hacemos aquí? —Le pregunta. Ella no responde y prosigue. El paso se hace complicado y comienzan a andar entre escombros.
—¿Sabes lo peligroso que es este lugar? —Barry tiene que esforzarse para mantener el equilibrio y casi cae un par de veces.
—Ya. —Entre las ruinas, un edificio destaca.
Es un polígono alargado, lleno de ventanas y con la fachada bastante destruida.
—¿En serio? ¿En la zona cero? —La reina del hielo atraviesa unos plásticos que cuelgan en la entrada y el chico la sigue hasta dentro del edificio.
Aunque hay varios escombros, la zona está más despejada de lo que Barry habría imaginado.
Lo cual le hace pensar que alguien ha estado cuidando de cerca este lugar. Y ese alguien es Frost.
Entonces, el castaño muestra una pequeña tonta sonrisa.
La chica le ha llevado directo a su guarida.
—Gracias por traerme aquí. —Susurra y se deja caer al suelo para descansar.
Pero ella no lo hace, se queda de pie.
Los dos observan como el cielo comienza a oscurecer.
—¿Sabes? Realmente esto es culpa mía. Mis padres eran de una familia acomodada, yo no tenía qué entrar en el ejército. Ya no se criminaliza a quienes deciden no luchar. Pero aún así, lo hice. Me metí en el ejército y en la peor zona posible. —Frost rueda los ojos. No quiere escuchar pero no logra desconectar y Barry realmente es un dolor de cabeza.
—¡Porque quería ser científico! ¿Puedes creerlo? Y se supone que tengo que salvar el mundo. Pero no tengo ni idea de como lo haré. —Durante unos segundos, cierra la boca y no emite sonido alguno.
Pero no dura mucho.
—También podría construir una máquina o algo así que me lleve lejos de la guerra.
—Si fuera tú, yo lo haría. —Por primera vez, la chica toma parte de la conversación y da su honesta opinión.
—¿Pero no sería un poco cobarde?
—Mira a tus queridos soldaditos y preguntate... ¿Crees que si alguno de ellos pudiera largarse de aquí no lo haría? —Suelta una risa sarcástica y Barry apreta los labios.
Sabe que es cierto. Que la mayoría de esos soldados son hijos de familias pobres sin otra opción o hijos de soldados con obligaciones.
—Pero no yo, Frost. Incluso si pudiera irme, no lo haría. Si tuviera que escoger de nuevo, yo todavía escogería entrar en el ejército. —Confiesa mientras le mira.
Y ella, que no le ha dirigido la palabra en toda la conversación, se gira sobre sus talones por primera vez para mirarle.
Toma aire y alza una ceja antes de hablar: —La personas normales corren del fuego.
Tú corres hacia él.
Cuando la noche ha caído del todo, Barry no puede dormir.
—Me han caído muchas bombas cerca pero no estoy sordo y tú tampoco. Si alguien entrara, le oiríamos. Así que puedes dormir. —Suelta, mirando a Frost.
Ésta se encuentra de pie, de espaldas y de brazos cruzados frente a la puerta.
—Duermete. —Exige ella. Pero el ojiverde sólo rueda los ojos.
—Tú también. —Le refuta.
—¿Prefieres morir mientras duermes? —Barry se deja caer hacia atrás y bufa.
—No voy a morir esta noche. Ni mañana tampoco. Ni nunca mientras estés cerca. —Lo deja salir de manera tan natural que siente una presión en el pecho después de hacerlo.
El silencio se hace el dueño del momento hasta que Frost pone las manos a cada lado de su cintura y comienza a disparar hielo.
—Esto se va a enfriar... —Sus ojos se vuelven más intensos y ella lo congela todo a su alrededor, cada pared y ventana. Incluyendo la entrada para hacerlo todo más seguro.
Una vez hecho, Barry se abraza a sí mismo y la joven se sienta en el suelo.
Entonces, sus miradas se cruzan.
Y Frost lo sabe, lo siente dentro de su pecho.
Y lo dice en voz alta, a modo de advertencia. Porque siente que debe hacerlo.
—Tienes un problema, Barry. —Él frunce el ceño.
—¿Ah, si? ¿Cuál?
—Estás aquí conmigo, con alguien que ha matado frente a ti. Y lo haces porque confías en las personas. Confías en que cada persona tiene un lado bueno y por eso acabas siempre al filo del precipicio.
Confías tanto que dejas tu vida en las manos de cualquiera.
El ojiverde niega completamente.
—No dejo mi vida en las manos de cualquiera. Sólo de ti.
—Entonces tienes un problema mucho peor.
—¿Cuál? —Vuelve a preguntar.
—Confías en mi.
WOAH. O sea lo que ha dicho Frost es... Increíble. Tiene MUCHA razón.
La tía habla poco pero cuando habla, habla bien.
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