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00. Ikustak Uogukab (origen)

Para Ikuztak...

Fue hace 145 años donde toda su vida cambió, muchos ángeles en su edad temprana fueron tentados y llevados fuera de la tierra prometida.

.-si vienes conmigo tendrás todo lo que siempre has soñado.-

.- ¿Todo?-

.-así es.-

Aquel pequeño ángel cenizo de 5 años agachó su cabeza, pensaba los beneficios y las consecuencias que aquella decisión traería.

"Pero Ikustak, no puedo, no puedo pertenecer a una sola persona, mi deber está marcado... mi destino está escrito, seré el próximo pilar del reino celestial"

Pero cuando el recuerdo de aquella persona llegó a su mente aquellas dudas se desvanecieron...

.- ¿también a él?- preguntó mirando aquellos ojos rojizos como la sangre que se ubicaba enfrente de él.- ¿puedo hacer que él permanezca a mi lado?-

.- ¿Quién?-

.-el chico que tiene un brillo en sus ojos, parece como si... como si pudiera ver un universo en él, sus ojos brillan cual esmeraldas mientras que sus manchas muestran el camino de las constelaciones.- decía el pequeño maravillado.- lo quiero a él...-

.-hermano.- susurró su compañero temblando alado de él.- sabes que eso está mal, es una falta grave, nosotros no podemos...-

.-Cállate Amihsirik.- replicó molesto el cenizo.

.- ¿el pilar?- preguntó intrigado el sujeto de cabellos celestes.- claro.- le respondió con una sonrisa.- podrías liberarlo de su carga, salvarlo de aquella condena que le fue impuesto desde antes que naciera.- le dijo mientras se alejaba de ellos.- puedes tenerlo a él y todo lo que se te ponga enfrente.- cortó con su afilada uña su palma haciendo que su sangre saliera y callera al césped, cuando la sangre tocó el suelo provocó que el verde pasto se secara al instante.- ¿aceptas?.-

Ambos se quedaron mirando, el cenizo cerró sus ojos.

.- no lo hagas Ikustak, esto está mal, mejor regresemos....- dijo su compañero tomando su brazo.

.-yo...- apretó sus manos, miró desesperado aquella mano ensangrentada.

.- ¿por qué dudas?- le preguntó inclinándose ante él.- ¿no es lo que siempre has deseado?, ¿estar cerca de aquella persona sin temor que algún día sea arrebatado de tu lado?....- esperó un rato, pero no recibió respuesta del menor, suspiró y se enderezó.- parece que eres igual que ellos, son una bola de cobardes que condenaran el alma de una sola persona, tan solo por seguir las palabras de alguien que se supone es todo poderoso, un ser supremo que no tiene el valor y la decencia de presentarse ante ustedes.- dijo en un tono burlón mientras se retiraba.

.

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"Ikustak"

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.-ESPERA.- gritó el pequeño al momento que cortaba la palma de su mano.- ¡lo haré!, ¡lo haré por él!.- estiró su mano hacia aquel ser de apariencia oscura que le había hecho una falsa promesa.

.-IKUSTAK NO.- gritó su amigo, pero ya era muy tarde.

Aquellas manos se estrecharon, aquella sangre se unió, con un grito de dolor por parte del pequeño aquel pacto se formó.

Unas marcas aparecieron en sus muñecas, aquellas cadenas se tatuaron en su piel.

.-IKUSTAAAAAAAAK.- gritó el pequeño pelirrojo al ver a su amigo llevado lejos de las tierras prometidas.

Cuando un ángel cae ante la tentación su alma queda condenada...

Prohibiéndole así la entrada a los cielos.

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Él y otros fueron encerrados en unas jaulas de acero, intentaron de todo para salir de aquella prisión, pero al tocarlo quemaban sus manos como si de fuego se tratara.

.-debemos apurarnos.- dijo uno de los demonios presentes.- se darán cuenta de nuestra presencia.-

.- no te preocupes, el actual pilar está débil... cuando se enteren de lo que hicimos será demasiado tarde.- dijo mientras miraba el cielo.

Rápidamente fueron llevados a las tierras infernales cuando las trompetas de los ángeles se escucharon.

Ikustak solo pudo ver a los lejos como los ángeles pelaban contra los demonios presentes, aquellos que fueron puestos como distracción para así huir del lugar.

De pronto el cielo se tornó verde, aquellas estrellas en el cielo brillaron en su lugar y después cayeron como flechas atravesando los cuerpos de los demonios que permanecieron dentro de las tierras celestiales.

.-Ukuzi.- susurró el pequeño cenizo con tristeza al ver por última vez el poder liberado por el próximo pilar, aquel joven que fue impuesto por el señor para proteger a los ángeles y a la humanidad.

Después de eso todos fueron encerrados en un calabozo, fueron informados que serían parte de los nuevos ángeles caídos, que si se resistían serian torturados hasta la muerte y convertidos en seres demoniacos, aquellas criaturas que perdieron su razonamiento y actuaban como animales siguiendo las órdenes de los demás.

Muchos se negaron, decisión lamentaron después...

Ikuztak veía asustado como convertían a esos ángeles de su misma edad siendo transformado en esas horribles criaturas, sus cuerpos se deformaban tornando su blanca piel en tonos oscuros, sus ojos sobresalieron de su lugar y su cerebro quedó expuesto mientras que los gritos de agonía salían de aquella criatura.

Después de aquella demostración nadie se negó.

Pero la cosa no acabó ahí...

Fueron torturados, jugaron con sus mentes para convertirlos en guerreros y poder enfrentar a los caballeros de Dios, pelearon entre ellos hasta la muerte, uno a uno se fueron matando hasta que los mejores quedaron.

Cuerpos partidos por la mitad, alas cortadas y cabezas decapitadas quedaron esparcidas por todo el lugar...

Aquella imagen no le desagradó a Ikustak, al contrario... eso le gustó.

Su alma se contaminó.

Sus alas se tornaron negras debido a la sangre derramada de sus hermanos, su aréola desapareció dejando paso a dos cuernos que sobresalían al costado de su cabeza.

Aquel pequeño ángel de cabello cenizo había desaparecido al igual que el deseo y la esperanza de volver a ver una vez más a aquel joven de cabello peliverde...

Olvidó todo, olvidó a sus amigos y lo olvidó a él... la razón por la cual había tomado esa mala decisión.

De poco a poco se ganó su lugar, a los cortos 150 años fue reconocido por todos los demonios, su maldad sobrepasaba a los demás al igual que su fuerza.

A Ikustak le gustaba la sangre...

Le gustaba pelear con cualquier ser que se encontraba en su camino hasta matarlo.

Le gustaba derramar las tripas de aquellos sujetos condenados al infierno por sus acciones en el mundo terrenal.

Le gustaba bajar a la tierra y corromper las almas de los humano hasta llevarlos a la locura.

A Ikustak le gustaba salir victorioso en cada pelea, le gustaba el poder... algo que no pasó desapercibido por el señor que gobernaba las tierras demoniacas.

Fue llamado ante las puertas del infierno y felicitado por sus acciones por el mismísimo señor oscuro, Ikustak juró ante él llegar a ser el mejor y así acabar con aquellos seres que se hacían llamar los hijos de Dios...

Especialmente al próximo pilar, aquel elegido quien era el favorito del señor para mantener el equilibrio entre los reinos, con su muerte las tierras celestiales al fin caerían y la humanidad se derrumbaría.

Su objetivo estaba claro, nadie podría hacerlo dudar...

Quien pensaría que en una de sus misiones se encontraría nuevamente con aquel pequeño joven que olvidó y que una vez prometió liberarlo de aquella carga...

Quien pensaría que el mejor guerrero de las tierras infernales caería una vez más...


Ante la presencia del pilar de las tierras celestiales.

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