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OVA VII - RAZONES (51.5)

Pueden escuchar la canción como fondo mientras leen, espero que les guste ❤
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Lo primero que recordaba de su vida era a su padre tomándolo en brazos y escapar del pequeño cuarto donde se escuchaban fuertes golpes en la puerta, mientras una joven de cabellos dorados lo soltaba con lágrimas en los ojos. No podía entender por qué salían de su casa en la noche y tampoco sabía dónde estarían ni quienes eran aquellos desconocidos que no querían separarse de él. Solo sabía que no había razones para quedarse en aquel lugar.

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—Padre, ¿puedes contarme de nuevo esa historia? —preguntó el pequeño mirando con atención la reacción de su padre, quien soltó un suspiro y sonrió en respuesta, dispuesto a consentir a su pequeño y único hijo sin entender las razones por la que su hijo amaba esa historia.

—Esta es la historia de un joven que luchó por la libertad en estas murallas junto a su mejor amigo. Sus nombres eran...

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Mientras limpiaba el interior de su nueva casa, el pequelo de al menos 12 años, limpiaba cada cajón del mueble que estaba frente a él, pero se asustó cuando vió que de uno de las cajas de madera se caía, dejando a la vista papeles que no reconcía.

Alzó uno de ellos con curiosidad y leyó el contenido con el vasto conocimiento que tenía sobre la escritura y lectura:

"Informe de estado a Capitana Gloria Bernhart en Ciudad Industrial, Distrito Trost. 17 de Octubre, 815. Estimada Capitana:

Los estragos en la ciudad industrial se han visto afectados con la llegada de fugitivos dictados al destierro de las murallas. Las unidades han alertado del secuestro de la hija del comerciante Darío Inocencio, es decir, mi hermana.

Como podrá entender ahora, el motivo de mi informe, además de advertir sobre los fugitivos que ahora rondan en la ciudad con un equipo tridemsional no autorizado, son también autores de un crimen aún mayor contra una jovencita.

Espero con antelación su respuesta en dictar qué hacer ante esta situcación, además del rumor de la aparición del nuevo unión de rebelión que se ha aglomerado.

Como adición, el nombre de ambos fugitivos de la justicia son Kyklo y Cardin Baumeister.

XAVI INOCENCIO".

—¡¿Darío?! —la voz de su padre detrás de él lo hizo asustarse, pero el enojo sucumbió ante sus otros sentimientos al no entender las razones de su padre para esconder su pasado.

—Aquellos héroes de los que me hablabas.... aquellos héroes que no obtenían justicia y huían del juicio de los demás... ¿realmente existieron?

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—¡Todos ustedes, escorias, presenten el nombre basura de cada uno!

Los gritos del nuevo instructor de soldados y ex comandante de Cuerpo de Exploración asustaba a sus nuevas víctimas, como llamaban los recién egresados de la tropa de cadetes.

—Menos mal que no nos tocó ese viejo en nuestra época, ¿no lo crees, Darío? —preguntó uno de sus compañeros mientras rodeaba su brazo sobre los hombros del nombrado quien molesto se soltó de su agarre— Aunque es una lástima, hay chicas más lindas ahora que en nuestro ciclo, ¡Darío, ¿cuál te gusta más?!
—preguntó el chico alzando las cejas.

Sabiendo que sus compañeros no dejarían de molestarle, fijó su mirada en cualquiera de las chicas, sin que alguna de ellas le despertara algún sentimiento de interés, empero, cuando observó a una de las chicas correr a la formación, observó con detenimiento lo que le diría el instructor Shadis.

—¡Tú, escoria ¿tu nombre y de qué distrito vienes?! —preguntó el mayor acercandose amenazante al rostro insensible de la pelinegra, sorprendiéndose al notar que parecía que la chica estaba aguantando soltar una carcajada.

—¡Orlantha Baumeister! —respondió la pelinegra, tomando por completo la atención del pelinaranja— ¡Vengo del Distrito Nedlay, señor!

—¡¿Crees que por venir a dejar tu frío trasero aquí podrás hacer lo que quieras?! —una vena se marcaba en la cien despejada de cabello del moreno.

—¡Por supuesto que no, señor! ¡El calor de aquí me ha descongelado el trasero!

Los qie estaban alrededor soltaron unas carcajadas, pero al sentir la pesada mirada de Shadis decidieron callarse.

—Qué tonta es esa chica —murmuró Darío bajando la mirada, tratando de aguantar una carcajada también.

—Eh... —canturreó su compañero— ¡Parece que nuestro niño ha crecido! —sollozó falsamente mientras se ponía una mano sobre el pecho.

—¡Oigan! —gritó uno de los tres chicos para luego hablar bajito— ¿Qué les parece si hoy en la noche nos reunimos para darles la ceremonia de iniciación a las chicas? —sugirió con voz traviesa uno de los chicos, mientras que el otro comenzó a reír alto, expresando su apoyo al primero— ¿Qué dices, Darío? ¿Vienes con nosotros a revisar que todo en ellas esté bien? Incluso podrías ver a esa chica.

Miró de reojo a la pelinegra que ahora de encontraba comenzando a correr alrededor del lugar, seguramente como castigo de su Instructor. Soltó un suspiro antes de contestar:

—Los acompañaré para que no hagan ninguna estupidez —respondió el pelinaranja, obteniendo un fuerte grito de sus dos compañeros como celebración.

No le importaba ver la ropa interior de una chica que apenas conocía. Querías saber las razones por las que aquella chica se había decidido entrar a la tropa de cadetes sin mostrar un respeto en el primer día de su entrenamiento.

O eso quería pensar.

Pasó el resto del entrenamiento matutino pensando en la chica que, a pesar de que sabía que debía odiarla, tenía los sentimientos de interés dentro de él.

A la hora de la comida sus compañeros le indicaron cómo se reunirían para lograr filtrarse con éxito entre la cabaña de las chicas ingresadas, recibiendo un chasquido de lengua como respuesta de Darío, aunque lo conocían bien para saber que lo cumpliría.

—¿Está todo listo? —preguntó uno de sus amigos a la vez que miraba hacia los lados para no ser visto, mientras que sus otros dos compañeros lo observaban expectantes— Bien, entonces debemos dar inicio al plan: Bienvenida a las de primero.

—¿No es genial, Darío? —preguntó uno de los chicos dando codazos en su costado.

—¿Qué tiene de bueno espiar a las chicas nuevas?

—Bueno, si no supieras la respuesta, no estarías aquí.

Un silencio incómodo se creó entre los chicos cuando sintieron una silueta detrás de ellos, girando levemente la cabeza para encontrarse con varias chicas asesinandolos con la mirada. Pero la oscura mirada que Darío reconoció, se aligero un poco al verlo bien.

—¿Ustedes no son los chicos que estuvieron viéndonos esta mañana? —preguntó con los brazos cruzados Orlantha, esperando una respuesta por parte de uno de los tres chicos.

—Sí —respondió Darío levantándose del suelo donde estaban escondidos, mientras sus otros compañeros lo observaban aterrorizados—. Somos chicos de tercero, ¿crees que unas mocosas como ustedes nos van a intimidar tan fácilmente?

Una risa estruendosa hizo estremecer al trío de chicos que observaban expectantes al grupo de chicas que se reunió a su alrededor, dejándolos sin una ruta de escape.

—Si creyeron que nos harían gritar de miedo al vernos, se equivocaron, quienes gritarán de miedo esta noche serán ustedes.

Sin saber en qué momento fueron tomados de los brazos y sufrieron de tener cosquillas durante varias horas en diferentes lapsos de tiempo, hasta que supieron a qué se referían aquellas chicas sobre hacerlos gritar cuando fueron despojados de sus prendas y obligados a salir al campo.

Lo que debería haber sido su miedo, se convirtió en alivio cuando vieron a varios entrenadores abriendo la puerta de la cabaña donde estaban siendo torturados, evitándose la desdicha de desfilar desnudo sobre el campo de entrenamiento. Fueron obligados a hacer distintas labores como castigo, pero ninguno siendo tan fuerte como el trauma de aquella noche que no olvidarían. Sin embargo, no sólo aquel hecho hizo no olvidar a aquella Baumeister, las razones por las que deseaba verla eran más grandes que el sentimiento de odio, era una sensación contraria a la que debería tener. Manteniendo un sentido de respeto y admiración hacia aquella chica, y sin saber cómo, floreciendo una amistad entre ellos.

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Sintió alivio al saber que sus insistencia por unirse junto a él a la Policía Militar habían resultado efectivas. Cuando supo que ella quería entrar a la Legión de Reconocimiento sintió miedo de poder perderla en alguna expedición fallida, pero deseando saber las razones por querer unirse con denuedo al cuerpo militar más peligroso, aunque eso haría más difícil su tarea de mantener su trabajo tanto en la policía militar central como en la normal. Porque en los tres años de amistad que tenían desarrollaron por completo en él un sentimiento mayor al amor de la amistad.

Aquel sentimiento tan fuerte que lideraba en la mayoría de la humanidad que quedaba, podía dividirse en varias secciones, cayendo él en la sección del amor pasional hacia aquella chica que debía odiar. Sin embargo, comprendía que sus sentimientos nunca serían correspondidos, y mucho menos con la llegada de una nueva cadete al año siguiente de que Orlantha de unió como policía militar. Observando cómo su relación con ella se alejaba.

No fue hasta una noche que estaba en Guardia en la azotea del edificio, vió que Orlantha Baumeister junto a aquella seria y misteriosa rubia formaban un pacto de amistad, justo como ellos habían hecho tiempo atrás, pero, al igual que él la miraba, ella colocaba sus oscuros ojos sobre la rubia, mirándola con ojos de amor tal como él hacia con su amor imposible.

La rubia se despidió de su amiga y Orlantha se quedó mirando al cielo nocturno con una sonrisa que a Darío no le quedó de otra que reafirmar sus sentimientos.

»¿Hasta cuándo te quedarás espiando, Darío? —dijo la pelinegra haciendo soltar un sonido gutural al pelinaranja al verse descubierto.

—Estaba haciendo guardia —respondió con obviedad Darío escondiendo su sonrojo de vergüenza en la sombra de su lugar—. ¿No deberías estar llenando papeles, capitana Baumeister?

—No se te escapa nada, ¿verdad? —dijo con una sonrisa divertida Orlantha, quedando frente a él— Siendo sincera, me alegra haber sido ascendida a capitana en tan poco tiempo, eso me deja el camino libre para buscar acerca de... Olvídalo, tengo mucho sueño. Descansa, Darío.

Los pasos que Orlantha daba hacia la salida fueron detenidos por la mano temblorosa de Darío, quien se sintió molesto en no saber algo durante todos esos años de amistad.

—Nunca me has dicho las razones por las que te uniste a la militar, ¿por qué, Orlantha?

La chica suspiró sabiendo que ese momento iba a llegar algún día, sin embargo, sabía que al ser su amigo durante estos años podía confiarle sus secretos.

Con la cabeza le hizo una señal para que lo siguiera, él inmediatamente hizo caso.

Ansioso, persiguió a la pelinegra, pensando en las posibles cosas que le diría su compañera, pero sin encontrar una respuesta que pudiera satisfacer sus dudas.

Conoció aquella noche más acerca de la familia Baumeister, donde supo con certeza que aquellos a quienes creía el enemigo, eran igual o peor de vulnerables que él y su familia.

Prometió en ese momento, cuidar a aquella a quien había entregado su corazón.

Pero también jurando que no perdonaría a los demás miembros de la familia de su destino.

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Una lucha en Stohess golpeó a todos súbitamente, dejando sin muchas opciones a la policía militar en hacer algo que estaba fuera de su alcance: atrapar a la titán hembra.

La acción no estaba lejos de él, observando con amplitud a aquella gigante que amenazaba con destruir la ciudad. Sintió su pecho doler al poder reconocer con rapidez a aquella que se escondía dentro de ese cuerpo rojo: Annie Leonhardt amenazaba a Stohess.

Dispuesto a atacar junto a sus demás compañeros, se lanzó contra la gigante de cabellera rubia, esperando por salir vivo de aquella situación para advertirle a Orlantha sobre aquella que era la traidora.

¿Cómo reaccionaría? ¿Era capaz de apoyarla o seguiría adelante con la misión de defender a la humanidad? ¿Había razones para que la apoyara ciegamente? Sin darse cuenta de la gravedad del asunto, aquellas incógnitas lo hicieron distraerse de su objetivo, quedando a una distancia peligrosa contra Annie en su cuerpo titánico, esperando a que la mano gigante arrojara esas piedras en su dirección y asesinarlo.

Aquella cabellera que conocía tan bien lo hizo reaccionar al último instante y sin poder hacer nada al ver el cuerpo de la pelinegra caer debajo de una gigante piedra.

—¡Annie! —fue la última palabra que pronunció Orlantha antes de ser aplastada por tomar su lugar. Su pecho dolía por perderla, y por saber que sin importarle que él estaba a su lado, Orlantha Baumeister solo tenía mente para aquella que fue su asesina.

Otro rayo había deslumbrado en el lugar, avistando la aparición de otro titán dentro de la muralla, pero al ver que se trataba de aquel titán que defendía a la humanidad, no pudo sentirse más enojado, porque él no apareció antes de que Orlantha fuera asesinada.

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La humanidad había vuelto a ganar una lucha contra los titanes, sin embargo, los costos eran dolorosos sin duda alguna.

Observó el cielo gris que lo cubría del sol, advirtiendo de una torrencial lluvia, pero sabía que la tormenta dentro de su corazón era mucho más ahogante.

No se atrevía a llorar sobre la lápida de su compañera y amada secreta, no hasta que aquellos dos Baumeister se alejaran de ella.

Intencionalmente escuchó la conversación que padre e hija tenían:

—¿Has visto a tu hermana por alguna parte? —preguntó el hombre de canosa y larga cabellera, recibiendo un negación por parte de aquella pelirroja.

—Ella vino antes, pero ahora está tan ocupada que tuvo que irse rápido.

Quería salir de su escondite y golpearla tras saber que mentía, puesto que él nunca se separó de la lápida de su amada desde que esta fue enterrada.

No prestó más atención a la conversación. Su mente se vió nublada por el odio y furia que ahora conquistaban su roto corazón.

Apretó con fuerza su puño hasta que sus nudillos se blanquearon completamente.

Su convicción de erradicar a la familia Baumeister aumentaban más que nunca, añadiendo a su decisión las razones que tenía desde tiempo atrás por eliminar a la familia que le hizo año no sólo antes de nacer, sino que eran egoístas con su propia familia, comenzando con aquella que "buscaba" libertad de la humanidad pero no la suya: Odelia Baumeister.

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—¿Estás seguro de que puedes hacer esto? —preguntó Djel quien tomaba con silencio la manija de aquella puerta. Se habían infiltrado en la base de la tropa de guarnición de Trost para "hacer hablar" a aquellos dos miembros del culto de las murallas, donde uno de ellos era un pariente lejano de los Baumeister.

—Por supuesto —respondió el pelinaranja asistiendo y recibiendo la aprobación de ambos soldados veteranos de la policía central para atacar aquel cuarto.

Tomaron de las manos a ambos hombres y colocándolos y amarrándolos sobre la silla, estaban dispuestos a torturar.

—¡Por favor no me hagan nada! ¡Les diré todo lo que sé! —pidió uno de los dos hombres con lágrimas en los ojos.

—¿Qué información tienes sobre la familia real? —preguntó Djel mientras acercaba peligrosamente un arma para las uñas.

—N-no sé nada sobre la familia real, pero hay otra familia que es igual de importante como la nobleza y también de peligrosa como los Ackerman.

Llamó la atención de todos los presentes, y esperando de mala forma porque hablará, continuó:

—La fa-familia Baumeister es alguien importante para la historia. Es todo lo que sé.

Los ojos cobres de Darío se abrieron en sorpresa al haber avanzado un paso más sobre la historia de aquella familia que lo destruyó, ganando más razones para poder eliminarlos.

—¿Crees que tu amigo quiera hablar? —preguntó Ralph mientras desataba el fuerte agarre que habían hecho en las muñecas del pelinegro.

—Lo dudo, él es demasiado devoto a esto. Solo quiero que me saquen de aquí —pidió el hombre.

—De verdad que es un cobarde —rió Ralph mientras su otro compañero le hacia segunda. Darío salió de la habitación llevándose a William Dok junto a Kenny.

—¿Quién es este? —preguntó con indiferencia el de sombrero— No voy a permitir que mi plan se arruine por estar metiendo a perros a mi casa.

—Este hombre dice saber sobre los Baumeister.

—¿Y eso a mí qué me importa? Yo necesito información sobre la corona, no de estas tonterías tuyas.

—Este viejo ha dicho que es igual de importante como la familia real o los Ackerman, ¿de verdad no quieres escucharlo?

Ganandose la atención del mayor, William comenzó a hablar acerca de lo que tenía de información sobre los Baumeister, sintiendo dentro de su ser que traicionada a la familia que le brindó la mano durante años.

El humo del cigarro nublo levemente la vista de los hombres que estaban viendo a lo lejos a los soldados que habían descubierto su plan.

—¿Estás seguro que ella es una Baumeister? —inquirió Darío al no reconocer a la pelirroja que salía del cuartel junto a otros dos soldados.

—Sí, pero su hermana y su padre son quienes más importan. Ellos son los únicos que pueden descifrar junto a Historia y Eren el secreto que residimos —tosio levemente el pelinegro debido al humo—. Si los reunimos con el señor Rod, podremos por fin rescatar al fundador. Si me lo permiten, yo personalmente hablaré con él... —el chasquido de lengua del otro lo interrumpió—. Todo sea por vengar a mi querida Charlotte —susurró siendo apenas audible aquellas palabras para los dos hombres.

—Oye cerdo, ¿no tuviste suficiente con delatar a tu superior y dejarlo ahí? Tú ya has hecho parte de tu trabajo, no te desvíes de lo que te toca y déjame lo demás a mí —acomodó su sombrero cubriendo su rostro dejando ver su sonrisa burlona—. Inocencio y yo nos encargaremos del trabajo sucio, tú encargate de llevar a la hija de regreso esos asquerosos de donde nunca debió irse. Después hablaremos con Reiss para solucionar esta porquería de una vez por todas.

—Sí, yo personalmente me encargaré de Odelia Baumeister —soltó el pelinaranja mirando con intensidad a la chica de hebras rojas retirándose rápidamente del lugar.

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—Oye mocoso, reacciona de una vez si no quieres que te saque de mi escuadrón. Insististe como un llorón por dejarte entrar y ahora holgazaneas, ¿crees que es una forma de agradecer que te dejé entrar a dejarte hacer estupideces? —escuchó la voz enojada de Kenny— Estamos a punto de llegar con el presidente Reeves y no quiero que muera con una mala impresión debido a mis estúpidos soldados.

—Lo siento —musito sin sentir lo que decía, fijando su visita al frente con cuidado de no caer entre los arbustos de ese bosque.

—Busca con Traute y los demás que no hayan testigos de esto. Ya después te dejaré hacer lo que quieras con la chica que quieres conseguir, ¿cómo dices que se llama?

—Odelia... Odelia Baumeister —respondió el pelinaranja rechinando sus dientes del enojo, sabía que se estaba aproximando a la chica que traicionó a su propia familia por razones egoístas.

Se alejó unos metros atrás para escuchar la conversación que Kenny tenía con aquel hombre a punto de morir, escuchando acerca de la verdad sobre su sobrino y lo orgulloso que se sentía del hombre más fuerte de la humanidad. Escuchaba con envidia lo que alguna vez deseó oír de la boca de su padre, quien ahora estaba desaparecido..

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Darío aún no podía creer que William se había sacrificado por ambos soldados, sin entender la razón de ello y tratando de descifrar lo que había en sus palabras.

«Odelia Baumeister es quien nos librará de las murallas, y quien romperá la maldición de los Baumeister» eran las palabras que re sonaban en su cabeza una y otra vez.

Sin importarle el último favor que William pidió antes de morir, apuntó su arma hacia la chica que aún se reponía de aquel momento.

Su pulso temblaba en si hacerlo o no. En otras circunstancias donde las palabras de aquel hombre no resonaran en su cabeza, habría jalado del gatillo sin dudarlo. Pero ahora no.

—¿Seguiremos con esto hasta que uno de los dos caiga? —la voz y la mirada fija que tenía Odelia sobre él lo hicieron reaccionar de su dedo posicionado sobre el gatillo, una ligera sonrisa lo hizo fruncir el ceño— Aunque es un poco injusto, porque yo no tengo un arma con cuál defenderme. Si tuvieras una de más, podríamos hacer un duelo, no lo crees?

—No creas que con eso me harás reaccionar y compadecerme de tí, no es mi problema que estés indefensa. Mi búsqueda termina con tu muerte, así que aunque tengas algo con qué defenderte, no tendrás escapatoria de mi pistola —dijo con voz ronca el pelinaranja.

—Si es así, ¿por qué no has jalado el gatillo? —la mirada decidida de la castaña comenzó a acercarse a él hasta quedar a medio metro de distancia, tomó sus manos y posicionó la pistola en su frente.

«Sus manos son muy cálidas» era lo único que podía pensar el pelinaranja sin poder hacer algo más.

»¿Por qué, Darío?

La chica tomó el arma y la lanzó al vacío, haciendo reaccionar a Darío, lanzándose sobre ella y dejándola debajo de él, amenazando con dejarla caer al precipicio.

—¡Solo eres una cobarde! ¡Dejaste morir a tus hermanas después del profundo dolor que tuvieron! ¡A Orlantha no fuiste a visitarla a su funeral! ¡¿Tan cobarde eres para no darle la cara a la que te ayudó en todo este tiempo?! Cuando ella se graduó de las tropas de cadetes, ¡me dijo que su meta era estar luchando junto a su hermana! Yo la hice desistir de esa idea suicida y la convencí de permanecer protegida en la policía militar. ¡¿Sabes lo que fue verla sufrir por no recibir una carta tuya para al menos saludar?! ¡Con una sonrisa, siempre te excusaba con que estabas ayudando a salvar a la humanidad! ¡Y el día en que ella murió, poco antes me declaró que después de sobrevivir al ataque de la titán hembra, se uniría a la Legión de Reconocimiento! ¡Ella no merecía morir, y tú solo te preocupaste por personas desconocidas que no son tú familia! ¡¿Crees que todo se arreglará si tú lo pides?! ¡Yo he estado luchando mucho más que tú por tener la libertad a que se me fue arrebatada desde mi nacimiento! ¡Sin poder tener el amor real de un padre, y perdiendo a cada momento las cosas que más me importan! ¡¿Qué tan fácil crees que es sobrellevar todo eso?! ¡Ahora todos están muertos debido a tus planes sin valor! —gritó mientras dejaba saltar algunas lágrimas de dolor.

—¿Planes sin valor? —preguntó la castaña tomando con fuerza ambas muñecas que la sostenían— ¿Quién fue el que después de tantos años de poder vengarse, se dejó influenciar los sentimientos que tenía hacia la que era su principal enemigo? Lo veía en tus ojos, te enamoraste de Orlantha Baumeister a pesar de que sabías que nunca podrías estar con ella. Y seguramente cuando murió, te prometiste vengarla, ¿no es así? —inquirió la castaña, dejando a Darío atónito, ella tenía razón.

»Bajo estas circunstancias, ambos sabemos mucho mejor que la ignorancia es lo último que entra aquí, pero el odio y el deseo de ignorancia es ¡lo que nos hará perder y seguiremos siendo devorados por los titanes! Si solo quedamos dentro de las murallas, nunca escaparemos de esta pesadilla. ¡Mira bien a tu alrededor! —señaló con su dedo al campo que estaba lleno de grietas y árboles quemándose alrededor—. Más adelante de todo esto, no importa cuán lejos vayas, no hay muros ahí. En ese amplio espacio creo que hay algo ahí, iluminando nuestra desesperación. Pero están aquellos que buscan evitar que nos aventuremos más allá de los muros. ¡Están consumidos por pensamientos egoístas de sus propias pérdidas y ganancias dentro de los muros donde es seguro! Es natural, durante los pasados cien años, rodeados por los muros, los ojos de la humanidad han sido nublados. No son capaces de ver el panorama que yace del otro lado. ¿Qué hay de ti, Darío? ¿Dejarás que tu vista siga nublada? —Odelia se levantaba con seguridad hacia su adversario, embriagada de la adrenalina del momento, colocándose frente al pelinaranja hasta hacerlo retroceder un poco—. ¿Me matarás y regresarás a la oscuridad y sin la aprobación de tu padre sobre ti? No renunciaremos a nuestra meta fuera de los muros. ¡Pelea con el Cuerpo de Reconocimiento, Darío! ¡La humanidad necesita tu fuerza!

La penumbra de la noche los cubría, sin embargo, la brisa de la noche hizo que su cuerpo se estremeciera con el discurso de aquella a quien prometió eliminar aquella que era su enemigo desconocido.

Recordó los momentos que estuvo junto a Orlantha, en todos los mejores momentos que vivió, ella estaba presente en su mente y corazón.

La castaña caminó en dirección hacia donde el gigante de Rod Reiss había avanzado, siendo seguida por los pasos del pelinaranja, quien dio un último vistazo hacia atrás, dejando junto al cuerpo de William, sus deseos de venganza, mirando hacia el frente con esperanza.

»Aunque quieras creerme o no, mis motivos para continuar adelante es poder hacer justicia a la muerte de mis hermanas y todos a los que he perdido: Orlantha, Wanda, Charlotte, Farlan e Isabel, Mike y Nanaba, el escuadrón de Levi, sin tantos que no podría terminar de enlistar a todos ellos, mi voluntad continúa por ellos, por la lucha que dejaron a medio camino y que nosotros terminaremos.

Los pasos de Odelia de detuvieron, Darío imitó su acto esperando una acción de Odelia, mirando con atención cuando la castaña se giró para verlo con una media sonrisa y una mirada decidida.

»Darío, ¿puedes confiar en mí y ayudarme junto a los demás a liberar a la humanidad?

El pedido de la castaña lo hizo sorprenderse, apretó sus puños nerviosamente y habló:

—Bien, te seguiré adonde sea. Confiaré en tu criterio, Odelia Baumeister.

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«Luchemos por la libertad que merecemos, y que las razones que ellos tuvieron para luchar hasta el final».

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Imagen de una referencia a Darío.

¿Qué les pareció la decisión que tomó Odelia? ¿Les recuerda al alguien? 👀 Además que la canción de fondo sería como una semejante a lo que Darío sentía por Orlantha, parecido al caso de Annie con la cuarta Baumeister.

Espero que les haya gustado esta parte, ya casi terminamos el arco de la insurrección y con eso se viene lo feo 😭

Espero que se encuentren bien y nos vemos pronto. Cuídense mucho. 💗

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