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OVA IV - CALL YOUR NAME (31.5)

Espero que disfruten del OVA, en esta ocasión por si desean disfrutar más del capítulo, pueden reproducir la canción en el momento indicado: ➡🎶

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Su misión era tener que encontrar al titán fundador, había pasado años entrenando a manos de su padre y cambiar una infancia como la de cualquier niño normal para convertirse en una "guerrera", pero ahora mismo se preguntaba qué rayos estaba haciendo en esa situación.

Frente a ella se encontraban Hitch y la capitana Orlantha discutiendo con algunos residentes, ese día la habían obligado —por parte de Orlantha— a salir en su día de descanso. Y ahora se encontraban discutiendo porque un viejo verde le había lanzado piropos a la rubia y no se lo iban a permitir. Aunque bien ella podía haberse hecho cargo, no quería pasar por ser vista por los demás ciudadanos, pero parecía que a aquellas chicas no les importaba llamar la atención, mucho menos Orlantha, quien era la que tenía sometido al hombre contra el suelo.

—¡Vamos, viejo asqueroso! ¡Si tuviste las agallas para decirle asquerosidades a mi amiga, será mejor que también las tengas para disculparte!

¿Amiga? ¿De verdad la consideraba así? Ni siquiera a los chicos que eran sus cómplices los consideraba de esa manera, ¿por qué sería diferente con una demonio? Sin embargo, no pudo evitar que sus sentimientos se arremolinaran dentro de ella, jamás había tenido esa sensación.

—¡Mis hombres las harán pagar por esto! —balbuceo el hombre contra el suelo.

Orlantha soltó una carcajada sonora, llamando más la atención de las demás personas.

—¿De verdad crees que le harán caso a alguien con estos antecedentes? —alzó la hoja de identificación que tenía el hombre, por su nombre, podría ser llevado a las mazmorras por las incontables cosas que había hecho según los datos que había de él, donde se hallaban múltiples registros de casos parecidos a los de Annie, algunos mucho más avanzados— Pídele perdón y esta vez lo dejaré pasar.

—Una chica como tú no tiene valor, ¿a quién crees que le harán más caso? ¿A una mujer que quién sabe de qué burdel viene o a mí, un hombre rico y que sin problemas puede lavarse las manos?

—Tiene razón. A una chica como yo no le harían caso —poco a poco lo soltó dejándole alzarse, en cuanto recuperó las fuerzas el hombre, alzó su mano para golpearla, Annie estaba a punto de intervenir, pero la rápida reacción de la pelinegra la hizo sorprenderse, quien alzaba la mirada con furia y burla apretando su agarre a la muñeca del viejo—. Pero sí le harán caso a una capitana de la Policía. Quedas arrestado por hostigación y resistencia ante una autoridad.

Hitch dio unos saltitos en forma de celebración mientras que Annie se cruzaba de brazos impotente, ambas observaban cómo la pelinegra sacaba unas esposas de su bolsa. Hizo caminar al hombre hasta toparse con Marlo, quien esta vez estaba de servicio rondando por la ciudad.

—¡Marlo! ¡No creerás lo que hizo Orlantha! —se acercó Hitch entusiasmada al moreno, quien solo escuchaba las indicaciones que le daba la pelinegra, después se fijó en Hitch.

—¿Te hizo algo malo? —preguntó con aquel común tono de voz sereno, pero que también albergaba un atisbo de preocupación hacia la ojiámbar— ¿Estás bien?

—¡Por supuesto que lo estoy! —alejó las manos del chico quien trataba de observarla y cerciorarse de que estaba bien, sin darse cuenta que la castaña estaba sonrojada— Orlantha hizo todo —colocó sus manos sobre sus caderas orgullosa.

—Dejen de coquetear y ayúdame a llevarlo a juzgar, Marlo —pidió Orlantha divertida de la situación, ambos chicos se sonrojaron por sus palabras.

—¡No estamos coqueteando! —dijeron al mismo tiempo, los dos se miraron fijamente y volvieron a desviar la mirada, Hitch estaba más sonrojada que antes, haciendo reír a la pelinegra.

—¿Si o no se ve claramente que son unos tortolitos? —preguntó al hombre que estaba esposado, quien con enojo asintió— Es verdad, a ti te teníamos que encerrar. Marlo.

—Sí —caminó hacia ambos y tomó al hombre para hacerlo caminar—. Nos vemos luego.

—Annie, ¿te encuentras bien? —ambas chicas se acercaron a ella— Descuida, ese idiota no volverá a salir por un buen rato. Te lo prometo.

—¿Por qué haces esto? —preguntó Annie abrazandose en busca de comfort.

—Eso hacen las amigas y las personas normales, ¿no?

Buscó la mirada oscura de Orlantha, sorprendiendose de lo diferente que le habían hablado sus conocidos acerca de los residentes de las murallas.

Continuaron su camino hasta que la noche llegó, Hitch y Annie compartían habitación, pero por primera vez Annie rompió la regla del toque de queda para visitar el cuarto de la pelinegra, no entendía aquel sentimiento de verla después de haber estado horas juntas.

Tocó a la puerta y recibió un "pase", frente a ella ahora se encontraba una seria Orlantha llenando papeles del trabajo.

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Entonces era posible que cambiara de carácter tan rápido. Me pregunto si es como yo; pensó Annie mientras tomaba asiento frente a ella. Orlantha la miró sorprendida, no la esperaba a ella.

—Yo... Quiero agradecer —susurró Annie, molesta por su nerviosismo y sonrojo. Orlantha sonrió comprensiva, dejó los papeles a un lado y continuó observandola.

—No es nada, estoy segura que tú harías lo mismo por mí, ¿no? —la rubia asintió instintivamente— Entonces no hay nada que agradecer, algún día puedes pagarme el favor.

—Pero no lo entiendo, Hitch nisiquiera reaccionó como tú, es normal encontrar eso a diario...

—Siendo sincera, no me agradabas la primera vez que te ví —se sinceró la pelinegra, sorprendiendo a su acompañante—. Pero, aunque quizás me tomes por tonta, siento que nos parecemos mucho. Me atrevo a decir que al igual que yo, escondes algo que te hace sufrir. Es por eso que sentí la necesidad de protegerte, como un perro a su amo —sonrió amargamente, como si recordará algo con lo que dijo—, no me malentiendas, también eres mi amiga, ¿no?

—¿Está bien si pregunto a qué te refieres sobre ti? —preguntó asustada y confundida la rubia, aunque su rostro reflejaba confianza manteniendo su mirada estoica.

—Creo que no sabría cómo explicarlo, es algo que he sentido desde pequeña, siempre fui diferente a mis hermanas, por lo que mi vida en casa fue un sufrimiento por temor a expresarme, cuando entré en la Policía Militar, pude liberarme de esos temores, aunque todavía siento la necesidad de esconderlo, quizás si lo llego a decir me tomen por loca. ¿Y tú? Entiendo que no me quieras decirlo, lo que he dicho no es mucho.

—Creo que puedo comprender —dijo Annie mientras desviaba su vista hacia los papeles que tenía en su escritorio, era mucho trabajo—. En mi vida me he sentido distanciada de los demás, hay veces en que solo deseo regresar a casa con mi padre. He hecho muchas cosas que me torturan en las noches, yo aquí no tengo nada qué hacer, nunca quise ser una guerrera —apegó su rostro a la madera del escritorio para que no la vieran llorar.

Aún lloraba por la muere de Marco y las incontables muertes que cargaba sobre su espalda tras el suceso de la caída de las Murallas y sin contar todo lo que hizo durante otras guerras en batalla. Sabía a lo que venía tras la próxima expedición y tener que cargar con más vidas con el fin de regresar a casa, pero era difícil cumplirlo.

Alzó su rostro sorprendida al sentir la mano de Orlantha acariciar su cabeza, de ella también corrían lágrimas que mojaban los papeles que tenía.

—No entiendo lo que dijiste. Pero entonces, después de todo, no eres diferente a mí. Es un alivio. ¡Ya sé! Ven conmigo.

Se levantó de su lugar y tomó de la mano a la rubia, quien titubeó en seguirla, pero al saber que ella no se daría por vencida, decidió seguirla.

Caminaron hasta el tejado del edificio, a esas horas de la noche no habría nadie, solo estaban ellas y la luz de la Luna cuidandolas, Orlantha tomó de ambas manos a la rubia y habló:

»Hagamos un voto: Yo, Orlantha Baumeister, prometo solemnemente serle fiel a mi amiga del alma Annie Leonhart, hasta el final de mis días y mientras el sol y la luna luzcan en el cielo. Ahora haz lo mismo.

—Y-yo, Annie Leonhart, prometo solemnemente serle fiel a mi amiga del alma Orlantha Baumeister, hasta el final de mis días y mientras el sol y la luna luzcan en el cielo. Listo.

Amas sonrieron, finalmente tenían a alguien para poder hablar y ser ellas mismas, algo que nisiquiera el poder del odio y la guerra podría quitarles.

—Annie, incluso si el mundo se pone en tu contra, yo siempre estaré para ti.

O eso creían.

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La muerte llenaba a todo el distrito Stohess, la titán hembra había aparecido y a su paso dejaba un rastro de muerte a los ciudadanos del lugar.

Observó desde la altura que le permitía su cuerpo titánico a los cientos de ciudadanos que eran aplastados por los escombros. Y por otra parte, los soldados se acercaban a ella para atacarla, entre ellos Orlantha. Jamás le contó su identidad, y tampoco creía que ella lo supiera.

No quería atacar a la chica que la había ayudado junto a los otros tres soldados de la Policía, pero también quería volver a casa.

Sé que me comprenderás, Orlantha; pidió perdón desde su corazón a aquella chica que le brindó paz en medio de su mar de arrepentimientos y tragedias que almacenaba.

Lanzó los escombros de piedras sin dirigirse a ella, solo a los demás soldados, sin embargo, no recordó el profundo corazón amable que tenía Orlantha, siendo ella la que recibió aquel golpe mortal al apartar a uno de sus compañeros y quedar ella expuesta al peligro.

El impacto ocurrió a una velocidad lenta, ambas hicieron un contacto visual antes de que la piedra gigante destruyera el pequeño cuerpo de la pelinegra.

—¡Annie! —Orlantha soltó sus últimos alientos con el nombre de la chica que se había vuelto importante para ella, se había convertido en su mejor amiga, y se arrepentía de no haber podido despedirse de ella y buscarla, pero no sabía que su asesina había sido la persona que más amaba.

Otro rayo amarillo inundó el lugar, Eren había hecho su aparición y esta vez acabaría con ella, Annie tampoco tenía muchas fuerzas para pelear, no después de haberla asesinado. Pero ¿ella habría querido eso? Se preguntaba qué habría hecho Orlantha si le hubiera contado acerca de su identidad y su propósito de infiltrarse entre la gente de las murallas. Posiblemente la habría odiado y ella lo habría aceptado, ella misma lo hacía, pero aquella sincera sonrisa le hacía crear otras opciones, una en donde la comprendía y le ayudaba a poder expiar sus pecados ayudándola a encontrar una forma de amenizar toda esta situación que llevaba años desarrollándose. Pero ahora mismo, Orlantha Baumeister estaba muerta.

Tras una cansada lucha contra aquel furioso titán, finalmente usó su última opción: endurecerse con aquella habilidad que tenía.

Incluso si el mundo se vuelve en tu contra, recuerda que estaremos contigo. Imaginó a ambos seres especiales en su vida despedirse de ella.

Su carne titánica fue rasgada por la afilada dentadura del Titán de Eren, quien se sorprendió al encontrar a aquella traidora llorar antes de endurecerse.

Quizás nunca volvería a casa, pero de algo estaba segura: no volvería a ver a Orlantha Baumeister.

Había roto su promesa de serle fiel, había quebrantado su pacto de amistad. Pero ahora le quedaba la esperanza de que su padre la esperara para volver a casa, era lo único que le quedaba en su vida. Le hubiera gustado presentarle a su padre a su querida amiga, Orlantha Baumeister, aquel fiel nombre que nunca olvidaría...

Porque solo le quedaba llamarla por su nombre.

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Espero que les haya gustado este OVA, ¿ustedes qué piensan sobre la amistad de ambas chicas? ¿De verdad creen que haya sido real por parte de Annie? 👉👈 me gustaría saber lo que opinan y perdón por ser esta mi segunda soldado caído... espero que estén bien y nos vemos pronto.
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