Capítulo 92
≪❈DER GEGENWART XVII. WIRKLICHKEIT❈≫
El dolor cada vez se volvía más fuerte dentro del cuerpo de la castaña. Perder a una hermana más frente a ella solo le hacía recordar lo incapaz que fue al jugarse proteger a todos los que amaba. Quería creer en un pequeño fondo de su corazón que aún cabía la posibilidad de que ellas hayan sobrevivido. Aún así, jamás permitiría que su ayuda y vidas fueran en vano
—Te veo luego, Hange —fueron las palabras que Levi le dedicó una última vez a la que fue su mejor amiga durante todos esos años. Aquel con quien permitió abrirse una vez más y, también aquella persona que terminó por sacrificarse. «¿Alguna vez podré finalizar esto?» se preguntó Levi, aguantando lo posible las lágrimas por todos sus seres amados perdidos.
El avión despegó y, con ello, el dolor de perder aquella quien dirigió hasta ahora la posibilidad de detener a Eren, y detener definitivamente la hecatombe. Odelia permaneció en su lugar, observando el dolor que compartía con Levi tras aquellas dos muertes.
Sin embargo, un destello en su mente la hizo percatarse de su regreso a aquel lugar que le hizo comprender muchas cosas, notando cómo el pequeño Bau se acomedía a acercarse a ella y sanar de a poco las heridas que sentía. «La verdad debe prevalecer. Tu sueño debes seguirlo hasta el fin de este mundo» escuchó la voz de Eren como si fuera un lugar lejano donde se encontrara. «Debes... decirle... la verdad a ellos...» la voz triste de Eren desapareció por completo, al igual que su estadía en aquel lugar.
Su cuerpo aún permanecía marcado por las heridas del pasado, pero su cuerpo se sentía libre de dolores y bastante ligero, que incluso se asustó al sentirse de esa manera, pues aún no comprendía la razón de haber sido ayudada a no sufrir físicamente.
A pocos metros de ella observó el único equipo tridimensional que quedaba. Se levantó de su lugar decidida a usarlo, pero la mano rápida de Levi sobre la suya la detuvo de avanzar.
—Estás en mal estado —dijo claramente preocupado el azabache.
Las lágrimas y el dolor permanecieron impregnados entre los tripulantes del bote aéreo. Aunque varios habían estado cansados de llorar y lo único que podían hacer era continuar adelante, el dolor de aquella última vista de Hange y Joelle les hacía recordar una pérdida. Un sacrificio más. El lugar permanecía en silencio a excepción de las asas ruidosas y el motor del bote resonando debajo de ellos. Además, la preocupación de la dada de baja de Annie, Gabi, Falco y Colt en el lugar solo los hizo perder más aliados, al igual que la información que tenía Yelena por parte de sus reuniones secretas con Eren tiempo atrás.
Odelia con suavidad se soltó de aquel agarre, dedicándole una sonrisa durante ese instante.
—Si tú puedes pelear, yo también lo haré. —Continuó su paso hacia el equipo, comenzando a acomodarse los cinturones bajo la vista de todos.
De alguna manera, aquella acción fue la que ayudó un poco a los soldados a calmar su dolor, recobrando su concentración en la misión que tenían ahora, aunque no fuera la más alentadora.
Odelia, por otra parte, colocaba su EDM3 en silencio, recordando aquel aviso que le dió Eren. Pudo comprenderlo, aquel apoyo se trataba de tener las fuerzas para decirlo, al igual que trabajar en lo que ya estaba decidido en el pasado.
De la cabina llegó Armin, reuniéndose junto a los demás para crear una estrategia y llegar hasta Eren para hablar
—Ustedes tienen una buena imagen de cómo es la forma de Eren, ¿verdad? —preguntó Armin mientras dibujaba un rápido boceto sobre la extraña forma del titán primigenio—. Bueno, no es muy detallado, pero mi punto es que se ve como un insecto con muchos huesos.
—Si lo piensas bien, el cuerpo debería estar en frente de la columna —comentó Pieck—.
—Podríamos usar el equipo de maniobras, pero dudo que sirva —expresó Levi afligido—. En otras palabras, no sabemos dónde está Eren, ¿verdad?
—Incluso si no sabemos dónde está, aún podemos destruirlo, ¿verdad? Justo cómo tu hiciste en el puerto de Marley sin dejar rastro. —Observó de reojo el rostro del rubio, quien se removió en su lugar—.
—¡Exacto! Esa es la mejor opción —respondió decidido el rubio—. Pero primero hablaré con Eren. Pero, cuando ya no haya opción, lo usaré como último recurso —aludió a su poder titánico, observando de reojo el rostro de Mikasa descomponerse, pero decidiendo por optar la opción de Armin.
—Sé que no hay mejor forma de resolver esto pero, ¿Eren no activó el retumbar a través de Zeke? Si podemos matar a Zeke primero, ¿el retumbar se detendrá? —Buscó con la mirada la expresión de Odelia, notando su cuerpo tensado mientras se colocaba por último su equipo.
Todos los demás observaban sorprendidos la deducción del azabache, optando por aquella opción de inmediato.
—Sí, tal vez sea así —respondió Armin por todos.
—No tenemos confirmación, pero Hange lo sospechaba...
—Pero no sabemos dónde está Zeke —recordó Pieck dirigiéndose al hombre a su lado.
—Solo tenemos que encontrar el lugar entre todos esos huesos donde ese escondería su bestia —reiteró Levi, ejerciendo presión en su mano para susurra palabras a sí mismo—. Juro que mataré a Zeke Jaeger con todo mi poder.
—Capitán —llamó la atención de todos Jean—, por supuesto que tuve que matar a muchos camaradas para que este barco volador despegara. Por eso... no quiero que sea una masacre sin sentido. —Los ojos de Connie se dirigieron hasta el rostro dolido de Artis, recordando aquella cara que reconocía y permaneció perforada sobre el suelo—. Haré todo lo que esté a mi alcance para detener la hecatombe —dijo decidido el bicolor.
—Jean... —Reiner lo observó sorprendido.
Connie cerró los ojos, frustrado y dolido por lo que había sucedido. Inclinó su torso al suelo, incapaz de mirar a los ojos a la pelicobre.
—Yo maté a Samuel y a Daz, masacré a mis camaradas. —Suspiró pesadamente al sentir la mirada dolida de Artis sobre él—. Fui llamado "traidor" con la premisa de que era para salvar al mundo. Artis, perdóname por no haber regresado a Samuel. —Su mirada regresó hasta los ojos serenos de la pelicobre—. Reiner —se dirigió esta vez al rubio—. Tú, Berthold, Annie... les debió doler —finalmente aceptó el peligris.
—Ya no... Nuestros pecados ya no pueden ser espiados —algunas lágrimas escaparon de Connie tras escuchar aquellas palabras, siendo consolador con las manos animadoras de Reiner y Artis sobre su espalda—. Así que, al menos debemos lograrlo.
—Claro. —Tomó aquellas dos manos como respuesta—. No podemos redimirnos, pero... al menos podemos intentarlo.
—Sí. Nosotros somos iguales, Reiner —corrigió Jean sus propias palabras tiempo atrás—. No tengo derecho a condenarte porque también he matado para salvar a otros.
—Sí... —musito el rubio. Y, tras meditarlo un poco, pudo recordar en algo más allá de la persona que se asemejaba a él, la última vez que vió aquella última vez que hablaro—. Aquella noche del ataque a Liberio Eren me dijo lo mismo. —Las miradas de los presentes recayeron en él, escuchando asentamientos cada palabra que salía de su boca—. Creo que comprendo qué desea. Tal vez quiere que lo detengamos, ¿no lo creen?
—Por fin se han dado cuenta —habló después de todo el rato Odelia, dirigiendo su visita hasta el rubio—. Reiner, ¿cierto? Puedes comprenderlo porque eres como él.
—Odelia, ¿qué insinúas? —preguntó Mikasa—.
—Eren... —Bajó la cabeza al recordar su rostro, preguntándose cómo podría estar—. Él puede influenciar a todos los eldianos y controlar a los titanes y, aún así, ustedes pueden usar sus titanes sin problemas. En realidad, si no quisiera detener esto, desde un principio del retumbar Eren habria hecho algo al respecto contra ustedes, justo porque sabía que no quedarían de brazos cruzados —respondió mientras se acercaba hasta los demás, tomando asiento en el suelo junto a Armin, mientras observaba al rubio.
—¿Quieres decir que Eren pudo habernos apartado? —preguntó para reafirmar Pieck, recibiendo un respuesta afirmativa de la castaña.
—Sí. Les permitió ser libres...
—Es como si nos estuviera probando. —Odelia afirmó la conjetura de Darío cuando la interrumpió.
—¿Por qué? En ese caso, tenemos la oportunidad de detener la hecatombe —dijo afligida y preocupada Mikasa.
—Incluso él debe estar sufriendo por esto. Después de todo, un genocidio global nones algo que pueda afrontarse como si nada. Al menos, yo no podría...
—Reiner tiene razón. Entonces, la única forma de que esto desaparezca es con la muerte del titán primigenio. Aquel que lo comenzó todo. Eren... jamás desearía que un poder así pueda caer en manos de una persona más. Y más que nada, quiere que ustedes...
—¿Eh? —el rostro de la azabache permanecía sin creer lo que escuchaba. «¿Debo acabar con Eren entonces? ¡No! Debe haber una manera más...»
Aquel instante repentino e impredecible volvió a ellos en menos de un parpadeo, observando ese árbol imponente y poderoso frente a todos ellos. A pesar de no observarlo, la presencia de aquel que fue su amigo se sentía en ese lugar, lejano y cerca a la vez de todos ellos que amó. Todos se encontraban sorprendidos a excepción de Odelia, quien solo esperaba por una respuesta.
—¡No puede ser! Esto es... —murmuraron entre ellos.
—¿Estuvo escuchando todo este tiempo? —preguntó Levi a Odelia, quien contestó con la mirada al azabache.
—¡Eren, escucha! ¡Ya fue suficiente! ¡Seguramente...! ¡Seguramente nadie podrá amenazar la isla Paradis durante los próximos siglos! ¡Ya sembraste suficiente terror y destrucción! ¡Con esto por fin podemos sellar un pactó de neutralidad! ¡No es necesario que nadie más muera! ¡La isla ya está a salvo! ¡Nosotros somos los culpables! ¡Nosotros te orillamos a esto, Eren! —gritó repetidamente Armin hacia la nada, esperando una respuesta de su amigo.
—Eren... ¡Eren! ¡Puedes hacer lo que quieras con nosotros! ¡Pero... por favor, ya no provoques más muertes por nuestra culpa! —rogó Jean al igual que los demás.
—¡Sí, eso es! ¡Eren!, ¡yo te odié por la muerte de Sasha, pero tú también debiste sufrir por eso, ¡verdad?! ¡Y aún así, nunca consideré tu perspectiva —gritó arrepentido Connie, derramando lágrimas por cada palabra que salía de su boca.
—Eren... —Todos observaron a la azabache susurrar el nombre de quien buscaba y no podía encontrar de nuevo aquellos ojos que eran su hogar—, yo... quiero ayudarte a cargar con tus pecados. Yo... he cometido las mismas faltas que tú. Así que, por favor, no continúes ignorandonos. Por favor... Te lo suplico... Regresa... —pidió con lágrimas en los ojos Mikasa.
—Ya escuchaste, Eren. Si no te detienes, tendré que ir a patearte el trasero —amenazó Levi—. Hey... ¡Di algo, maldita sea!
—Eren... —suspiró preocupada Odelia mirando hacia aquel árbol.
La zona se vió envuelta en la sensación de ser observados como respuesta a aquel pedido de sus amigos de regresar. Las miradas de todos se perdían entre aquel infinito cielo lleno de estrellas, donde aquel chico que buscaba la libertad por fin respondería por ello.
—¡Eren! —gritó Armin girandose ciento ochenta grados de su lugar.
«El retumbar no se detendrá, no apostaré el futuro de la familia Paradis. Seguiré adelante» la voz decidida de Eren resonó en todo el lugar, alertando a todos de su presencia cercana.
—¡¿Qu...?! — Armin no pudo continuar hablando cuando Levi señaló hasta el centro de aquel lejano árbol.
—Allá —indicó el azabache a los demás chicos desesperados de tanto buscar hablar con Eren.
En la lejanía se encontraba la silueta de aquel niño de sueños y esperanzas rotas. Su mirada sombría que no señalaba alguna emoción en él. En realidad, todos sabían que esa era la reacción de Eren hacia todo.
—¡EREN! —Mikasa fue la primera en avanzar hacia el castaño, seguida de Armin, Connie y Jean tratando de alcanzar una última oportunidad para cambiar las cosas.
—¿No irás a alcanzarlo? —preguntó Levi hasta la castaña que no dejó de observar impotente hacia donde él se encontraba.
Con las manos hechas puño, negó ante aquella pregunta mientras los demás solo observaban.
—No servirá de nada tratar de alcanzarlo. Lo sé porque me lo ha demostrado todo este tiempo. Yo... solo soy una mediadora y espectadora en todo esto. No tengo ningún poder sobre él para hacerlo cambiar de opinión —respondió dolida, recordando aquella mirada de admiración años atrás. Aquella inocencia se había ido para siempre de él.
Los gritos de aquellos chicos resonaban sin tanta fuerza como la de Eren mientras la arena se alzaba entre sus rápidos pasos. Confianza, sueños, recuerdos... aquellas bases para intentar detenerlo, sin saber que esas eran las mismas razones para hacerlo actuar de esa manera.
«Para poder obtener mi libertad, yo robé la del mundo. Pero, no tomaré la suya. Todos ustedes son libres —los pasos que habían avanzado fueron en vano cuando reaparecieron en el mismo lugar que cuando llegaron, permaneciendo quietos debido a la sorpresa de, ahora, observar frente a todos ellos dos niños más a los costados de Eren—. Libres para proteger la libertad del mundo, y yo soy libre para seguir adelante. Si ninguno se detiene, entonces chocaremos. Solo nos queda una opción... Pelear».
—No puede... —las palabras salían débilmente de Armin, aún sin poder comprender del todo lo que sucedía—. Entonces... ¿por qué? ¿Por qué nos trajiste aquí?
«Para decirles que no hay nada de qué hablar. La única manera de detenerme es acabando con mi vida. Son libres de intentarlo»
La reaparición en aquel lugar ruidoso que les dictaba la razón de su misión reapareció y tanto como Onyankopon como Artis y Darío observaron preocupados aquel inesperado regreso de los soldados, quienes se recuperaban de aquel lugar.
Ellos ya no estaban en la posibilidad de intentar negociar con Eren porque él ya había decidido el cercano destino que les esperaba. Todos ellos se lamentaban sobre sus lugares, preparándose para afrontar el final de 2,000 años de guerra y esclavitud.
—Parece que es tal como pensaba... —declaró dolido Reiner al escuchar la sentencia de Eren.
—¿No importa qué hagamos, todo será inútil? —preguntó frustrado Jean cubriéndose el rostro.
—Parece que no podemos negociar. —Suspiró Levi preparándose mentalmente para lo que debiera hacer, aunque quisiera que no fuera la opción idónea—. Entonces, ¿qué hacemos, Comandante? —buscó una solución por parte de Armin, quien aún pensaba en las palabras de quien fue su amigo.
—La respuesta es clara, Levi —la voz de Odelia llamó la atención de todos, haciéndolos alzar su cabeza hacia la lejana capa de humo que poco a poco se hacía más cercana a ellos—. Si quieren salvar a la humanidad, deben detener primero el Retumbar, ya conocen los términos para hacerlo. —Dirigió su vista seria hasta la de Mikasa—. Sin embargo, lo primero por lo que debemos empezar es por detener a Zeke, si tenemos que empezar por algo. —Esta vez observó a Levi, quien se mostraba de acuerdo—. Tienen tiempo hasta que deban afrontar la realidad de todo esto. Para realizar lo que nuestras consciencias nos dice que está bien, debemos sacrificar aquello que nosotros amamos. Piénsenlo desde ahora, y tomen una decisión de la que no puedan arrepentirse después. Nuestro camino diverge ahora, una vez más. Esto debe terminar aquí, deben decidir de una vez ahora. Entonces, ¿qué decisión tomarán?
🌸
¡Holaaaa! ¿Cómo se encuentran el día de hoy? Espero que estén bien.
Lamento mucho haberme desaparecido una semana, la verdad es que ahora sí me agarraron muchas cosas en estas dos semanas que no pude escribir a tiempo, pero ya está uwu y espero que les haya gustado.
¿Qué les pareció el capítulo? Odelia andaba basada xD pero es lo justo y necesario en lo que cabe de lo que sabe de Eren pero bueno... Les tengo una pregunta, ¿creen que algo pueda cambiar al menos aquí? Me gustaría saber sus respuestas al respecto y, además, a este punto de la historia, ¿qué creen que vaya a pasar con Odelia? Espero saber sus ideas (。ノω\。).
Sin más qué decir, me alegro de regresar y espero pronto subir nuevo capítulo como es normal. Cuídense y nos vemos pronto, 💗
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