Capítulo 90
≪❈DER GEGENWART XV. VERRÄTER❈≫
Las miradas de ellos cuatro conectaban, con la oscuridad de la noche. El silencio pasaba a segundo plano con el ligero ruido de la fogata consumiendo cada pedazo de fuego con el paso del tiempo. A esa hora, todos habían intentado ir a dormir, a excepción de los cuatro dirigentes exiliados de la Legión de Reconocimiento, donde solo esperaban por una respuesta y solución.
Los labios de Odelia temblaban ante decir la verdad, pero cerró los ojos intentando tranquilizarse, al saber que había llegado el momento para ser sincera con aquellas personas que la habían apoyado desde siempre.
—Si hablo de esto, ¿me prometen que no lo hablarán más con nadie? —Todos se vieron entre sí y le respondieron con la mirada prometerlo, ella solo inclinó la cabeza hacia el suelo—. Siento náuseas en pensar el número de víctimas que causará esta situación, empero, es la única forma en que esta guerra de pie a una conclusión, aunque sea por un tiempo. Yo... como una Baumeister, no tuve opción al tener que aceptar la decisión de Eren de llevar a cabo este genocidio. —Todos bajaron la mirada al escuchar aquellas palabras, pero realzaron sus vistas al escucharla hablar de nuevo—: Sería así, si Eren estuviera en contra de nosotros.
—Se supone que lo está. Se había pensado que era proteger a sus amigos pero, ¿no habría sido más fácil confiar en nosotros y buscar una solución a este conflicto? Ahora parece lo contrario —preguntó en defensa Joelle.
Odelia negó la cabeza en respuesta. —No es como si no lo hubiéramos intentado. Buscamos las maneras de detener esto, pero simplemente no hay una opción más factible que esta.
—¿Y qué tenemos que hacer ahora? —inquirió Levi—.
—Lo único que queda es... evitar que Eren acabe en lo posible con toda la humanidad, y detenerlo una vez que la amenaza ya haya sido exterminada, si es que lo detenemos a tiempo.
—¿Y cómo es que haremos eso?
Odelia levantó sus orbes cansados y tristes hasta Hange, respondiendo con su mirada aquella pregunta.
—Parece que esto ya estaba escrito en piedra para que ocurriera: la única manera de detener a Eren es que él muera junto con el poder de los titanes. Todo desaparecerá con la muerte del titán primigenio. No hay ninguna otra manera de que esto pueda cambiar —contestó finalmente, permaneciendo en silencio juntos a los demás.
Todos permanecieron en silencio tratando de procesar la información que habían recibido.
—¡¿Por qué no dijiste eso antes?! —gritó en un susurro Hange, tratando de no llamar la atención de los demás.
—Porque nadie habría aceptado ese destino. Ustedes no aceptarían que nosotros...
—¿Nosotros? —interrumpió Levi preocupado por la respuesta de la castaña, quien desvió la mirada del azabache—. ¿Por qué nosotros? ¿Qué carajos estás hablando? ¡Explica esto!
—¡En primera déjame hablar! —alzó la voz ligeramente Odelia seguido de un ataque de tos por su esfuerzo—. Déjame explicar... —Buscó con desesperación los orbes azules grisáceos de quien estaba frente a ella. Sus miradas demostraban cuánto se habían extrañado, aunque ninguno de los dos lo dijera con palabras—. Ustedes no aceptarían que nosotros provocaramos esto —mintió Odelia, desviando la mirada de Levi que no lo pasó desapercibido.
—Lo que yo aún no entiendo, es la razón por la que tú decidiste apoyarlo o... a menos que hayas sido obligada por Eren a escapar —planteó Joelle con la esperanza de que esa fuera la respuesta que su hermanae daría.
—Sí, algo así... A decir verdad, aun no lo comprendo del todo.
—Yo tampoco —agregó Joelle—. Si creaste tu... "lazo" con alguien tiempo atrás, ¿por qué tienes que seguir las órdenes de Eren?
—Porque, después de todo, nuestro ancestro es quien inició todo esto sirviendo a Ymir, la fundadora, por lo que cada portador del titán primigenio tiene la prioridad —explicó brevemente Odelia—. Entonces, el objetivo que Eren tenga en mente siempre y cuando sea el portador del titán primigenio, yo tendré que obedecerlas.
—¿Qué hay de mí? ¿Por qué no pasó eso conmigo? —cuestionó algo alterada Joelle al sentirse impotente por la situación de su hermana.
Odelia bajó la mirada molesta consigo misma al no tener la respuesta para ello, cosa que entendieron ambas chicas y que las hizo rendirse de seguir hablando.
—Mañana continuaremos con esto. Debemos descansar hasta llegar al puerto. —Hange y Joelle se levantaron del suelo y se despidieron de ambos heridos, quedando solo Odelia y Levi.
—¿Lazo? ¿Ordenes de Eren? ¿Ancestro? Quisiera una explicación sobre esto —reclamó Levi—.
—¿No tienes sueño? Deberíamos dormir ya —desvió la conversación Odelia, aunque sabía finalmente que ello sería en vano.
—Ya he dormido bastante estos días. Creo que merezco que me respondas.
—¿Y por qué tendría que hacerlo? —permaneció a la defensiva la castaña, cerrando sus ojos mostrando su molestia.
Levi fijó su mirada hacia el frente. Sus orbes observaban hacia la nada y lo único que tenía en mente era la indiferencia que Odelia le mostraba a cada instante. Aunque, por tra parte, algo en su interior le gritaba que no era así, al menos no está vez.
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—Para ser sincero, Hange, Mike, Nanaba y mi escuadrón fueron un gran pilar cuando tuve que adaptarme a una nueva vida que jamás creí que tendría la oportunidad de conocer. Pero Erwin y tú fueron quienes me salvaron de aquel día en que creí haberlo perdido todo con las muertes de Isabel y Farlan hace diez años. Ustedes me despertaron de aquella pesadilla de la que creía jamás despertaría y, cuando perdí a mis compañeros y camaradas a través de los años, ustedes aún se mostraban firmes. Cuando Erwin murió aquel día, no me sentí tan triste como creí que lo estaría y por supuesto que lo estuve, incluso aún tengo pesadillas sobre él pero, porque aún estabas tú y Hange a mi lado cuando creí que había quedado de nuevo atrapado en un callejón sin salida fue que pude seguir adelante. Sin embargo, cuando comenzaste a alejarte de todos nosotros, y comencé realmente a sentir miedo por si te ibas tú también. Yo... no me lo perdonaría; no me perdonaría no poder cuidarte, no después de haber despertado mi fuerza para protegerte. —Ambos volvieron a aferrarse a sus miradas como si no hubiera otro lugar para protegerse. Lentamente acercó su mano lastimada y vendada hasta las ásperas manos de la castaña que tembló ante aquel contacto—. Ojalá no te alejes de todos nosotros y no pueda alcanzarte. Tengo miedo de perderte y no poder estar junto a ti de nuevo. Y ya no sé qué hacer al respecto para que no te vayas de nuevo. Y-yo... de alguna manera, puedo sentir que la esencia de Erwin está dentro de ti; a veces me pregunto si él puede verme a través de tus ojos. Y temo que no pueda observarte nunca más y me olvide algún día de aquella sonrisa que me mantiene cuerdo...
Algunas lágrimas se derramaron y cayeron sobre la delgada tela que los separaba del frío pasto. Las capas que los protegían de pronto se sintieron frías y solitarias, mientras ambos aún se observaban en un instinto de que no volvieran a verse.
—Aquel día... —pausó al hablar Odelia, intensificando su mirada con los orbes grises de Levi, quien esperaba expectante a sus palabras—. Aquel día qué llegamos al mar... ¿también te recordó a Erwin aquel azul que invadió nuestros corazones?
Sus corazones latían con tal fuerza que creían que se saldría de sus pechos. Levi cerró los ojos por unos instantes recordando aquel día. A pesar de que estaba junto a todos, se sentía realmente solo, pero con solo haber visto aquel lago que se extendía sin parecer tener un fin, pudo recordar la mirada azul y brillante que tantos años lo había dirigido. Esbozó una ligera sonrisa y en respuesta movió la cabeza.
—Sí, yo también lo recordé. —Fruncio el ceño y su boca al sentir la mano de Odelia recargarse sobre una de sus mejillas. Tragó en seco al observar el rostro definido y algo lastimado de la castaña obaervarlo con ternura, pero aquella mirada cambió drásticamente a una de tristeza.
—Lamento tanto haberte lastimado tanto. En realidad, si no hubieras seguido intentando seguir a mi lado, no habría sabido qué hacer cuando Erwin se marchó de nuestro lado.
Las caricias lentas y repetitivas que marcaba sobre su mejilla lo hicieron sentir realmente calmado y por un momento olvidó dónde se encontraba, pero viajó a aquel día en que se habían visto por última vez, donde él se había declarado y ella lo rechazó hirientemente.
—Perdón por haberte visitado aquel día y decirte cosas que eran innecesarias. Debiste haber sufrido al estar ahí mientras todos estaban preocupados —dijo sintiéndose algo culpable, mientras observaba el rostro de Odelia tornarse ligeramente rojo—. Aunque no me arrepiento de haber sido honesto en algo que guardé por mucho tiempo.
—Te creo... —murmuró la castaña, contagiandose de la sonrisa del hombre que tenía al frente, sintiendo su mano compartir su calor a la de él, que permanecía fría desde que lo conocía—. Yo lamento haberte insultado con decirte que eres un esclavo y... todas esas estupideces. La única verdad de eso es que yo soy una persona que no es libre. —Pestañeo repetidamente para tratar de aclarar sus ideas—. Cuando dije eso te mentí para que te alejaras de mí... Yo...
—Eres tan idiota —interrumpió para atraer la hasta él y abrazarla—. En ese caso, no me volveré a alejar de ti nunca más, si tú me lo permites —susurró sobre su oído, sintiendo a Odelia acurrucarse sobre su pecho y el temblar de sus manos sobre sus hombros—. Odelia —la llamó al no tener una contestación—, ¿p-puedes sentirlo? ¿Puedes escuchar a mi corazón latiendo por ti, pidiendo que no te alejes más y que yo pueda estar siempre a tú lado?
Los dedos de Odelia se aferraron sobre la piel desnuda del azabache, estremeciéndose en aquella sensación desconocida y que jamás creyó llegar a tener y necesitar.
—Lamento haber escondido la verdad de ti. Quiero decirte la verdad, pero me temo que lo único que hará será alejarnos más —declaró Odelia, volviendo su rostro hasta los ojos de Levi que ahora la observaban confundido y triste.
—¿Pero por qué? ¿Por qué no puedo estar a tu lado? —preguntó dolido—.
—Porque yo no soy quien merece todo tu amor y apoyo. —Recargó su rostro sobre el hueco de su cuello, comenzando a derramar algunas lágrimas en el proceso—. Siempre me has ayudado tanto, pero ahora no puedes salvarme. Incluso aunque yo lo quisiera. Nadie puede ayudarme de esto. Y lo merezco, por haber aceptado tener que incitar a Historia a tener su bebé y no impedirle a Eren que detuviera el retumbar, sino apoyarlo, porque esa era la única forma de que todos vivieran. Que tú vivieras —expuso Odelia por fin, balbuceando por el llanto y la falta del aire debido a sus lágrimas y el dolor de sus heridas que aún no sanaban.
—No... Por favor, no me dejes otra vez. —Lloró Levi también con ella—. Por favor, explícame por qué dices eso. Tú no... tú no puedes dejarme.
—Los Baumeister pertenecemos a una línea de sangre que se encarga de servir tanto a portador del titán primigenio si la oportunidad lo amerita, al igual que también ofrecer su vida a alguien del pueblo de Ymir. En general, todo aquel Baumeister está destinado a tener alguien a quién servir, incluso si este llega a morir, pues ese es su objetivo al seguir viviendo y, cuando este lo cumple y ya ha dejado una descendencia, solo le queda vivir hasta que su existencia se consuma, ya que su objetivo de vivir se ha ido. Hace cuatro años, mi ser como Baumeister prometió a Erwin Smith poder realizar lo que él quisiera hacer tras su lucha por seguir viviendo para cumplir su sueño que no pudo concretar en vida. A pesar de ello, aquel que era mi objetivo ha pasado a segundo plano tras Eren como titán fundador pidiendo mis servicios como Baumeister. Por lo tanto, lo único que me queda es esperar lo que ocurrirá finalmente.
Ninguno dijo una palabra al respecto. Sus interiores dolían lo suficiente como para poder expresar una palabra de su garganta que estaba llena de nudos. Solo les quedó permanecer firmes ante su agarre y esperar a que el amanecer llegara para separarlos.
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—Levántate. —Una suave sacudida provocó que el sueño de Gabi se alejara al observar el sereno rostro de Jean sonreírle a medias. Aquello apaciguó las preocupaciones de la menor— Es hora de irnos —dijo Jean, sentándose a un costado de los dos hermanos Gruce y la soldado Braun durmiendo juntos y despertando tras los llamados del bicolor y la pelicobre.
—¿Nos ayudará? —fue lo único que vino a su mente decir.
—Sí, lo haré —respondió decidido Jean, alejándose de ellos y después tomando del cuello de la camisa a Reiner, quien no reaccionaba por completo debido al cansancio—. ¿Y bien? ¡¿Hasta cuándo vas a dormir, Reiner?! ¡Todas tus heridas ya deberían estar sanadas!
En realidad, ellos cuatro eran los últimos en despertar de todos los demás, quienes ya se alistaban para continuar el camino hasta el puerto de Paradis, donde quedaban las afiliaciones del clan Azumabito en la isla y su barco de aire, que era lo único que los podría guiar hasta Eren. Sin embargo, el informe que señaló el titán carreta acerca de la zona es que la llegada de la Facción Jaeger había ocurrido antes que la de ellos, provocando diferentes sentimientos encontrados entre los presentes.
—Eso significa que... ¡Samuel está aquí! Entonces... ¿tendré que enfrentarme con él?—Artis pasó su mirada preocupada hasta el castaño claro que venía dejándola apoyarse sobre él—. No... Si nuestro objetivo es hablar con Eren, es posible que Samuel pueda cambiar de opinión y unirse a nosotros, ¿no es así? —Se tomó de la cabeza, frustrada.
Jean crujía los dedos al no saber qué decir al respecto. No podía mentirle, pero tampoco quería lastimar sus sentimientos y aquella esperanza que aún tenía. «Eso significa... ¿Con Eren será lo mismo?» no pudo evitar preguntarse y sufrir en silencio por ello.
Lo único que les quedaba ahora era averiguar sobre la situación de Kiyomi Azumabito y los demás miembros del clan y que eran los que tenían la mente y capacidad para hacer volar aquella nave. Prácticamente, la vida de miles de personas quedaban en sus manos, y las decisiones que tomaran los antiguos miembros de la Legión de Reconocimiento sería la influencia para seguir adelante y lograr su cometido. El tiempo que le quedaba a la humanidad era corta, y solo los obstáculos se alargaban.
Aquella batalla que no sólo se trataba de unir fuerzas con el enemigo, sino combatir contra aquellos con los que trabajaron años atrás para detener al enemigo que jamás creyeron que tendrían. En ese caso, tener que observar de nuevo el poder de los titanes que trataron de aniqilarlos, y esta ve, trabajarían de su lado para detener a Eren.
Su única opción de plan era detener a los que planeaban asesinar a los ingenieros de Azumabito y detener a los soldados que permanecían en sus puestos para la orden de explotar la nave aérea y montar en esta dependiendo del tiempo que tardaran en activarla. Todo esto antes de que el retumbar llegara hasta ellos. El problema era la incapacidad para unir sus fuerzas y continuar todo ese plan, lo cual provocaba las muertes de soldados que lucharon contra ellos, y que eran de su misma tierra natal, para poder salvar al mundo que les había dado la espalda. ¿Realmente valdría la pena esa lucha? Aunque, una pregunta que se arrastraba los inundaba con inseguridad: ¿Quién dio el primer golpe?
—¡¿Dónde está Eren Jaeger?! —preguntó alterado el general Magath, cubriendo con una mano la boca de Yelena, con su pie apretó el hombro de la rubia y con su otra mano terminó por dislocarla, ahogando con su mano los gritos de dolor de la rubia—. ¡Seguiré rompiendo cada articulación de tu brazo hasta que hables! —Gritos y torturas que solo alentaban su llegada hasta Eren para detenerlo. Hange, Onyankopon y Joelle se encargaron de apaciguar su furia y desesperación, que fue lo único que se encargó de suavizar el corazón del general, quien observaba a la pequeña castaña como una de sus hijos espiar entre las rocas. Afligido y arrepentido, caminó hasta los soldados de la Legión para disculparse—: Mikasa, Armin, Connie, Jean, Artis, Darío, quiero disculparme por mi comportamiento anoche, estábamos equivocados.
Algo sorprendidos, todos ellos aceptaron sus disculpas y, tras una apresurada charla, los dos bandos estuvieron de acuerdo. Connie y Armin hablarían con Floch e intentar convencerlo de dejar navegar el bote volador, los demás esperarían a una señal del gatillo del enemigo en caso de que no los hayan convencido.
—Armin, Connie —los llamó Artis pidiendo que se acercaran. Nerviosa, ella los Tomo por lo hombros y apretó ligeramente su agarre—. Por favor, si pueden, traigan a Samuel de vuelta. Aún si no puede ser así, les agradezco que me hayan escuchado.
—Haremos lo que esté en nuestras manos, Artis, aunque no puedo prometerte nada —respondió Armin, alejando su cuerpo de la mano de la pelicobre. Connie hizo lo mismo no antes sin dedicarle una última mirada—. Después de todo, no queremos que más compañeros nuestros mueran.
Minutos de eterna espera finalizaron cuando se escuchó una bala hacer estruendo dentro de los edificios de los Azumabito. El plan con el que contaban había fallado.
—Artis, es hora. —Mikasa se alejó sobre su equipo tridimensional para llegar hasta las ventajas donde se encontrarían los Azumabito junto a Floch. Ambas entraron por la ventanas del lugar, rompiéndose en el proceso y lastimando a los soldados de la Facción Jaeger en el proceso—. ¡Señorita Kiyomi! —gritó Mikasa a la mayor para que todos salieran del lugar.
A pesar de la rapidez con la que Artis reconoció el próximo movimiento del pelirrojo, no pudo detenerlo de salir del edificio.
—¡Ataque enemigo! —avistó a todos los miembros del lugar—. ¡Mikasa, Armin, Connie y Artis han traicionado a Eldia! ¡Mátenlos!
—¡Mikasa! —llamó Artis a la azabache, quien se encontraba más cerca de la salida de la habitación que ella, quien solo pudo salir por la ventana e impulsarse con la explosión del lugar para colgarse del cuerpo de un soldado y comenzar a atacar a los demás que empezaban a acercarse hasta ella.
Con la misma rapidez que pudo ejercer segundos atrás, regresó con las balas persiguiendola hasta entrar de nuevo entre las ventanas, atacando a los demás soldados junto a Mikasa y proteger a los ingenieros.
—¡El sótano es el límite! ¡Nos matarán con el tiempo!
—Está bien. Si estamos a salvo, ellos pueden correr como quieran.
Por fuera del edificio, los portadores del titán acorazado y hembra se elevaban entre los cielos para transformarse en aquellos gigantes que los había salvado de muchas.
—No puedes quitar la violencia de la gente, ¿verdad, capitán?
—Así como tampoco puede quitarse la obsesión enfermiza y la vergüenza de algunas personas, ¿verdad, Yelena? —Se interpuso entre el azabache y la rubia Yelena, quien se vió obligada a no responder por las malas miradas de la castaña y el Gric mayor del lugar.
En aquel momento, tres disparos consecutivos se escucharon en el lugar, loas probable es que fuera en el muelle. Odelia trató de levantarse de su lugar, pero aún estaba bastante débil para intentar moverse ágilmente. Levi la sostuvo de mantenerse en su lugar.
—Maldición, es difícil saber si estarán bien desde aquí.
—Ellos estarán bien, yo lo sé —trató de tranquilizarla Levi, colocando su mano sobre su hombro, acto que fue bienvenido en la castaña.
Con cada segundo que pasaba, los gigantes de 14 y 15 metros se acercaban cada vez más hasta la orilla del muelle, lo cual fue la clave para que todos subieran sobre el titán carguero y avanzaran hasta los demás lo más pronto posible.
—Ah, vaya. Realmente están tratando de llegar a los barcos —comentó Onyankopon bastante alterado.
—A este paso, ellos no resistirán mucho —observó Odelia comenzando a preocuparse.
—Yo tengo que luchar con el poder de la mandíbula —se dijo a sí mismo Falco, pero fue detenido por Colt y Pieck con un rotundo "no".
—No es fácil usar un titán la primera vez —explicó Pieck en su forma de cuadrúpedo.
—Pero si ellos siguen así...
—Yo me haré cargo de eso. Yo voy a luchar luego de dejarlos en el barco —lo rechazó una vezas la pelinegra, pero no fue suficiente para el rubio, quien optó por bajar del lomo del gigante y correr entre los edificios.
—¡Falco! —llamaron Colt y Gabi al rubio, pero ninguno pudo regresar por él por impedimento de la castaña, quien los tomó de sus camisas y tiró de ellos hacia atrás.
—Pieck irá tras de él. Por ahora no seamos un obstáculo para los demás y hagamos lo que nos diga Pieck —intentó hablar con ellos, lo cual tuvo efecto al verlos redimirse y sostenerse de la titán.
—Todos sujetense bien. —Pieck corrió hasta el muelle y saltó, entrando al agua y esquivando las balas que lanzaban en su contra. Fueron instantes duros y que parecían eternos, pero todos llegaron a salvo de los fuegos que lanzaban—. General Magath —llamó la pelinegra una vez que pudo encontrar al susodicho—, Falco está tratando de convertirse en titán. No pudimos detenerlo de intentarlo —explicó, causando la preocupación en el mayor.
No pudo seguir hablando cuando todos observaron con temor a los titanes dejar de moverse. En ese momento, Pieck se alejó de todos y tomó carrera hasta donde se encontraban más soldados. Aunque también se preocuparon por la explosión que ocurrió en la lejanía, donde el tren que llevaba a los soldados impidió seguirse moviendo debido a las llamas.
—¡Gabi, Colt, les encargo esto! —Abandonó su sitio del barco el general en busca de Falco, quien ya debía haberse convertido en titán.
Tanto Levi como Odelia permanecieron atentos a lo que pudiera pasar alrededor, como aquella silueta en el cielo que amenazaba con disparar su lanza relámpago sobre el barco, dejando incapaces de reaccionar a los dos veteranos.
—¡Gabi, dispara! —gritaron al unísono ambos soldados, mientras el estruendo del disparo resonó en el lugar, y con ello arrastró q un hombre hasta el fondo del mar.
Los ataques comenzaron a detenerse, y solo quedaba la amenaza de Falco inconsciente dentro de su titán, el cual fue vencido instantes después gracias al apoyo de Magath y Finger con el menor, regresando todos hasta el barco, casi listos para zarpar.
—¿Qué hay del general Magath? —preguntó Joelle mientras subían las escaleras cargando a Pieck.
—Él ha dicho que se encargará de esto —respondió Onyankopon, subiendo junto a los demás.
A pocos metros de subir, Darío trataba de alejar a Artis del cuerpo de Samuel, quien finalmente había dado fin a sus sueños en aquella vida de pesadilla.
—¿Por qué no pude hablar con él? Maldición. ¡Alguien más ha muerto! —Apegó hasta ella el cuerpo rígido del trigueño.
Darío buscó con la mirada la ayuda de Jean, quien corrió para cargar entre ellos dos a la pelicobre y alejarla de aquel lugar.
—No será en vano. Por todos los nuestros que lucharon soñando, Artis —trató de hacerla entrar en razón, pero ella no daba señales de poder recapacitar en ese instante.
—Samuel... Quizás en otra vida —murmuró a sí misma, dejándose llevar por ambos chicos hasta la flota del barco.
El barco avanzó con rapidez del muelle. Un miembro más de aquella unión se alejaba para dar tiempo a los demás, sin que nadie contara con al insoerada ayuda de un conocido años atrás, y del que probablemente, nunca volverían a tener noticias.
La explosión de una bomba con los alaridos de dolor de todos los que presenciaron la ayuda del general Magath, los hizo detenerse a mirar el horizonte, y entender que el retumbar había avanzado lo suficiente como para haber llegado a Marley y romper las ilusiones de varias personas del lugar. La razón por la que habían luchado podía ya no existir más.
Aquellos dolores que solo presionaban más el corazón de Odelia, quien recordó todo lo ocurrido tiempo atrás antes de que Eren tomara una decisión que no lo hiciera arrepentirse.
«Eren, ¿podremos alcanzarte?»
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Holaaaa. ¿Cómo se encuentran hoy? Perdón ponla hora xD pero sentía que debía subirlo sí o sí. ¿Les gustó el capítulo? Como que resumía bastante jaja pero la verdad es que me daba un poco de presión tener que dibujar toda la acción, y pues ocurrieron varias cosas que espero que se hayan entendido. Por cierto, ¿les gustó la canción con la escena del bosque? Prácticamente casi lloraba mientras los escribía TwT, espero que les haya gustado mucho.
Ya el siguiente capítulo se viene lo feo :c y pues voy a esforzarme por traer un capítulo digno de un gran personaje en toda la serie. Espero que les guste.
No tengo mucho que decir, espero que descansen bien y nos vemos pronto. Cuídense ❤✨.
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