Capítulo 9
Aquellas palabras que le dedicó Odelia Baumeister le habían dejado pensado. ¿Por qué dijo eso sin meditar mientras pensaba en otra cosa completamente diferente a lo que tenía en su mente? Era inexplicablemente lo contrario a lo que pensaba y sentía, socavando remordimientos dentro de él por disculparse con la chica que solo cumplía con su trabajo.
En aquel momento se encontraba sumido en sus pensamientos, ignorando lo que su amigo Farlan le decía en aquella cena. A lo lejos divisó la figura de la joven Baumeister, quien cenaba gustosa con su hermana Marie, ambas animadas ante el hecho de que iban a comer.
Deseaba saber de qué hablaban y poder escuchar el ingenio de la chica castaña, pero no se atrevía a acercarse luego de tal escándalo que en un día recorrió a todo el cuartel, aunque estaba seguro de cómo llegó de rápido ese chisme, se iría pronto aquella noticia.
—¡Levi! —llamó el castaño claro mientras movía su mano de un lado a otro frente a la vista de su líder, sacándolo de sus pensamientos e impidiendo una vista perfecta a la chica que sonreía aunque no fuera a él. Farlan dirigió su vista hacia donde el azabache miraba, encontrándose con la soldado Baumeister en su vista.
Un atisbo de sensaciones ocultas recorrió el pecho del azabache, la cual le resultó bastante bonita e inesperada aquella sensación.
—Lo siento, ¿qué decías? —Salió por completo de su trance dando un sorbo a la cucharada de sopa que se había enfriado.
—Te decía que... olvídalo. Me importa más por qué estás tanto tiempo mirándola, ¿acaso quieres romper tu palabra de permitirme acercarme a ella? —bromeó el ojiceleste dirigiendo una mirada pícara a su amigo.
—Nada importante y que tenga que ver con la soldado Baumeister —replicó molesto mientras continuaba comiendo.
—¿Quién dijo que hablaba sobre ella?
Detuvo su mano de seguir comiendo, mirando ahora de reojo al castaño claro con claras ganas de mostrar lo molesto que estaba con sus entrevistas.
—¡Levi-aniki! —Entró al comedor la pelirroja mientras volvía de saludar a su compañera de habitación y a su hermana, dejando confundido al azabache—. ¿Qué pasa? —preguntó mientras se sentaba con sus amigos.
—¿Por qué la saludaste? —Señaló discretamente el pelinegro con la cabeza hacia las chicas que aún cenaban.
—Bueno, Odelia-san es mi compañera de cuarto y su hermana me cae bien, aparte de que nos dan clases, bobito —dijo lo último divertida mientras le daba un pequeño golpe en medio de sus cejas.
—Tch. Ya veo. —Continuó comiendo mientras miraba discretamente a la castaña a lo lejos.
—¿Por qué la pregunta, hermanito?
—Por nada, simplemente me sorprendió.
—Puedo platicar de ti con ella si quieres. —Se encogió de hombros mientras miraba la reacción de su amigo.
—No digas tonterías, debemos concentrarnos en la próxima expedición.
—Tienes razón. ¿Tú qué piensas, Farlan?
—Me parece que tiene razón. De cualquier manera, aún falta mucho para la eso, así que creo que podemos divertirnos un poco.
A pesar de que estaba con ellos dos, sus pensamientos se dirigían aún a la muchacha que se despedía de su hermana rubia para salir del lugar. Comió lo más rápido que pudo y se dirigió de nuevo a sus compañeros.
—Está bien, yo me retiro antes.
—¡Hey, pero si acabo de llegar! —replicó una molesta Isabel sin tener éxito alguno cuando el azabache ya se alejaba de ellos. La pelirroja estaba dispuesta a ir tras él pero una mano la detuvo.
—Deja que descanse un poco de tu voz —bromeó el ojiceleste mientras veía analizando lo que hacía su amigo mientras escuchaba reclamos por parte de la ojiverde.
—Le iba a platicar algo acerca de su familia —respondió molesta mientras se soltaba con brusquedad de su agarre y tomaba asiento de nuevo—. Pero ya que nadie quiere hacerme caso me lo guardaré para mí.
—Oh vamos, Isabel. —Rodeó su cuello con su brazo y con la otra revolvía el cabello color fuego de su amiga—. Desde ahora quiero ser tu hermanito para que me cuentes todo, ¿qué pasa?
—¡Primero suéltame, cabello de heno! —su apodo lo hizo soltarla mientras soltaba una sonora carcajada—. Bueno, pues se trata de su familia...
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Levi dirigió sus pasos hacia donde creía que podría encontrarla, y así fue. Odelia se encontraba siendo golpeada por la luz de la luna y... ¿por ella misma?
—Maldición —murmuraba mientras se daba pequeños golpes en la frente con la palma de su mano—. Tenías que ser, Wanda.
Trataba de entender lo que expresaba la chica que estaba lejos de él, pero le era difícil sin poder acercarse; algo que tampoco quería hacerlo por la —no buena— relación que tenían, pero no le gustaba que se lastimara de esa manera.
—Parece que vuelves a espiarme, mocosa —llamó la atención el azabache mientras se acercaba a una Odelia asustada.
—No tengo interés en discutir ahora, señor. Tengo asuntos más importantes en qué pensar que en frivolidades —dicho eso, estaba dispuesta a dejar aquella terraza hasta que la voz del azabache la detuvo.
—Espera —llamó Levi y ella inmediatamente se detuvo, girándose a verlo, cosa que puso nervioso al ojigris sintiendo sus mejillas repentinamente calentarse—. Bueno, yo solo venía a disculparme...
—¿Disculparse? —se sorprendió por aquellas palabras, que eran las que menos esperaba por su parte, sintiéndose un tanto culpable por su actitud—. Está usted disculpado, ahora, si me permite, volveré a mi habitación. Isabel debe estar esperándome.
—Puedo acompañarla.
—¡No! Bueno, es que necesito pensar algunas cosas y lo hago mejor sola. Además que no me gustaría incomodar puesto que no entablaría un tema de conversación aunque me gustara —replicó nerviosa y sorprendida, un leve sonrojo se hizo presente en sus mejillas pasando desapercibidas por el serio azabache.
—Claro, entiendo.
—Con permiso y que pase buenas noches, Levi —Odelia inclinó su cabeza como despedida y con el corazón acelerado y la mente hecha un desastre tomó la perilla de la puerta, saliendo a toda prisa de ahí. Y sin dejarlo decir algo más, desapareció en la oscuridad de la noche.
«¿Qué había sido eso?». Se preguntaron ambos mientras mantenían sus vistas inertes en los hechos acontecidos.
Levi prefirió quedarse en su lugar, admirando la brillante luz que brindaba la luna que le recordaba los ojos brillosos y esperanzados de aquella chica.
—Odelia Baumeister —se recordaba una y otra vez el nombre de la chica, con un temor de olvidar su nombre lo consumiéndolo.
Bebió de la botella que tenía en su mano. A lo lejos se escuchó que abrieron la puerta de donde estaba, en el fondo esperaba que fuera ella.
—¡Hermanito!—llamó desde la entrada la pelirroja mientras se acercaba al azabache junto a su otro amigo—, ¡tenemos un chismesote!
—¿Qué hiciste esta vez, Isabel? —bromeó el azabache colocando una mano sobre el cabello rojo de Isabel y revolviendolo.
—¡Yo no hice nada, de veras! —Soltó una risa mientras tomaba la mano del soldado y lo quitaba de su melena despeinada—. Es acerca de Odelia-San, ¡su familia es muy singular!
—¿Odelia? —consternado, decidió escuchar.
«Me pregunto qué pensarás de ella luego de esto», pensó el castaño claro, analizando los movimientos de su amigo que se fingía no mostrarse tan interesado acerca del tema de la castaña.
Entretanto, la animada pelirroja contaba como historia fascinante el suceso que inexplicablemente ponía en deshonra a la familia Baumeister, según entendió Isabel en las cartas y presumiendo su avance al aprender a leer. Levi escuchaba interesado pero sin mostrarlo, mientras bebía del contenido de su botella.
—¿Te imaginas lo que pasaría si el cuartel se enterara de esto? Si Erwin se enterara... —comentó Farlan esperando una reacción por parte de Levi.
—Déjense de tonterías —interrumpió el azabache la propuesta de su amigo, bastante molesto por la sugerencia—. Cuando recuperemos los papeles no volveremos a ver a esas dos. Así que ocupense de sus cosas y no se entrometan en la vida de los demás. Dentro de unos meses será la expedición y no podemos perder el rumbo de por qué venimos aquí, ¿entendieron?
Se levantó de su asiento dando la espalda a sus amigos, intrigado en las palabras de la primera carta donde se explicaba la probabilidad de contraer matrimonio por meros negocios familiares.
»Pareciera que la vida en la superficie es peor que allá abajo, más para las mujeres —pensó en voz alta el azabache escuchando solo él lo que dijo. Aunque luego meneó la cabeza borrando aquel pensamiento, estaba claro que ninguna de las dos partes la tenía fácil.
—¿Dijiste algo? No te escuché —preguntó el castaño claro rascándose la mejilla, confundido.
—No es nada —respondió Levi—. Iré a mi habitación. Los veo después.
Y tal como dijo, lo primero que hizo al llegar fue postrarse sobre su cama mirando al techo.
—Matrimonio...
Suspiró el azabache mientras pensaba en por qué era que tendría casarse aquella chica, pero lo que más le preocupaba era por qué seguía pensando en ello.
«Deja de pensar tonterías» pensó tratando de hacer caso a su mente. Pero dormir pocas horas lo hizo pensar de más mientras estaba despierto.
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—Esto es la "formación a larga distancia" —explicaba Erwin mientras los demás soldados observaban con atención y soltaban palabras admirando el plan—. La diferencia con la formación actual es que cada escuadrón se organizará en divisiones. El propósito principal es mejorar nuestra habilidad de exploración.
—¡Capitán! —llamó la castaña Odelia, interesada por el plan que ejercerían por primera vez—. ¿Cómo puede mejorar esto nuestra habilidad?
Erwin sonrió al saber que alguien se interesaba bastante en su plan a ejecutar y contestó:
—Con los soldados esparcidos equitativamente, hay un rango de visión confiable en todas direcciones —respondió el rubio—. Nuestra habilidad de exploración y campo de comunicación será alta aún mientras avanzamos.
—Entiendo —replicó un relajado Farlan admirando en secreto la estrategia del rubio—. Entonces la vanguardia sirve de ojos a toda la unidad.
Erwin asintió como respuesta.
—Compartiendo la localización de los titanes como una unidad, podemos evitar la posibilidad de un contacto directo tanto como sea posible. Soldado Baumeister —llamó al escenario a la soldado mayor de las dos que se encontraban, trayendo la rubia consigo un artefacto parecido a una pistola y mostrándole a los presentes—. Nuestro principal método de comunicación serán estas pistolas de bengalas. De acuerdo al humo, seremos capaces de comunicar la situación.
Todos formaron una sonido de asombro, a excepción de un estoico azabache quien miraba con repudio al rubio que hablaba.
»Habrán, claro, algunas excepciones —continuó el rubio señalando los puntos de los costados de la formación—. Creo que los que más la usarán serán los de la unidad de primera línea. Las unidades que vea a un titán disparará una bengala roja; las unidades en las proximidades que confirmen el color del humo encenderán una bengala roja enseguida y continuamente por turnos hasta que el mensaje llegue al centro.
—¡Impresionante! —se escuchó la voz de una emocionada y sonrojada soldado Zoë.
—Cuando la señal llegue al centro, la unidad comando disparará una bengala verde en la dirección que determine que la unidad debería proseguir —continuó orgulloso Erwin.
—Ya entiendo —replicó Farlan—. Es mucho más rápido que reportar corriendo en los caballos...
—Además, se usará una bengala negra en caso de emergencia. Pero siendo explicado esto, doy por concluida la reunión —finalizó sin muchos ánimos aquello, no deseaba explicar por si la situación llegaba a empeorar pero tuvo que hacerlo, ahora solo esperaba en que las cosas salieran bien.
Los murmullos llenaron el salón, sorprendidos ante la astucia de su capitán. Era la primera vez que se realizaría aquella fórmula que conllevaba evitar las muertes de los soldados.
Todos deseaban que así fuera.
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