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Capítulo 72

≪❈DER GEGENWART Ⅱ. SCHÖN FÜR DICH❈≫

Observó con atención a los dos soldados que hablaban calmadamente en la misma banca. Charlotte miraba los gestos y movimientos que el mayor tenía sobre su cuerpo al hablar con el menor, Falco, sin percatarse que alguien más miraba la escena, insatisfecho.

—No creo que sea buena idea que hablen mucho ellos dos —expresó con molestia el señor Jaeger, siendo observado ahora por la doctora Smith—. Su familia fue víctima cuando uno de sus miembros fue atrapado como restaurador. Ellos sufrieron mucho, y solo hasta que el hijo mayor de los Grice pudo obtener el puesto como el próximo titán bestia, es que esa familia ahora puede vivir en paz. Si lo atrapan y lo encuentran como sospechoso, todo se irá al caño.

—Entonces debería ir y decirle —le sonrió la castaña como respuesta, recibiendo una mirada insegura del mayor—. No se preocupe, los análisis han mostrado que su estado ha mejorado mucho, no tiene de qué preocuparse. Después de todo, usted también rige como doctor en este hospital. Su ayuda ha sido muy gratificante para todos nosotros. No le hará mal charlar un poco con los demás pacientes. Debería intentarlo, señor Jaeger.

Con una sonrisa de alivio en el rostro, el mayor suavizó su semblante y caminó con paso lento hasta donde se encontraba el, ahora, solo soldado herido, mientras que Charlotte observaba por la ventana del edificio, esperando por que su apoyo no fuera mortificante.

Miró con atención el —hasta ahora— calmado diálogo entre ambos pacientes. Sin embargo, su preocupación incrementó al observar cómo el rostro del mayor comenzaba a desfigurarse en una cara de horror y arrepentimiento, corriendo hasta donde estaba él y tomándolo del brazo.

—¡Señorita Smith! ¡¿Cómo pudo perderlo de vista?! ¡Aún no está apto para hablar con los demás! —le reclamó uno de los doctores mientras era ayudado por ella y otra enfermera para calmar al paciente.

—¡No volverá a pasar! —respondió nerviosa la castaña mientras evitaba que el mayor dejara de enterrar sus dedos entre su rostro arrugado y lastimado debido a heridas pasadas.

—Observe al paciente que está sentado y averigüe lo que pueda sobre él. Presiento que hay algo sospechoso en él —le pidió una vez que pudo calmarse el doctor, Charlotte asintió como respuesta y se despidió del doctor, viendo cómo se llevaban al señor Jaeger a su habitación.

En silencio tomó asiento como la vez pasada, colocándose al extremo de la banca, pero arrastrando su trasero hasta quedar a una distancia considerable del enfermo.

Unió sus manos y jugó con ellas sin saber cómo empezar una conversación. Esbozó una sonrisa cuando recordó lo que había hablado con Falco desde las cuatro semanas tras haberlo conocido.

—Señor Krüger, ¿no es así? —preguntó con una sonrisa sombría la castaña, mirando el semblante que ponía el menor al darse cuenta que ella ya lo sabía—. No te enojes con Falco, es un buen chico que está dispuesto a ayudarte. Le prometí que te llevaría de regreso a casa una vez que la Declaración de los Tybur pasara. Y así va a ser, Eren. Sea lo que tengas decidido hacer ahora, o si quieres cambiar de opinión, yo siempre estaré para llevarte a casa.

Acercó su mano hasta el guante de béisbol que tenía en el asiento, mirando lo grande que era para ella poder ocuparlo.

»¿Te gustaría jugar un poco? —tomó la pelota que estaba en la mano del moreno, esperando por una respuesta que nunca llegó—. Me gustaría poder ayudarte a colocarte el guante, pero sabes lo que podría pasar si entramos en contacto. Además, mi mano es muy pequeña como para caber perfectamente en él y jugar. Yo tendría que lanzar y tú lo atrapas, ¿qué tal?

Sin recibir una réplica, el ojiesmeralda tomó la pelota de béisbol que Charlotte le había arrebatado, tomándola de nuevo y comenzando a lanzarla en el aire.

—Seguiré con el plan, y espero tu apoyo en esto.

Con la mirada estoica, Charlotte asintió.

—No por nada te seguí hasta aquí y he permitido las visitas secretas de Sabe contigo, Eren.

Con un poco de asombro en su mirada, el nombrado desvió la mirada de ella, fijándose en la pelota nuevamente mientras el rojo del cielo los consumía.

»La primera vez que pudimos hablar, les di unos dulces a Mikasa, Armin y a ti, ¿lo recuerdas? Y prometí que les traería más en cuanto volviéramos a vernos, ¿verdad? —con sigilo dejó un pequeño bolso en medio de ambos—. Nos vemos hasta entonces, Eren.

El castaño observó cómo la mayor se retiraba hasta la entrada del edificio donde cuidaba a los demás enfermos. Dirigió su mirada hasta la bolsa que dejó a su lado, mirando que en el interior se encontraban dulces, los cuales decidió tomar algunos para aligerar su hambre.

—Están ricos —dijo a la nada mientras veía al cielo, permitiendo que el viento jugara ligeramente con su largo cabello, mientras sentía el dulce deshacerse en su boca—.

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Los sonidos de profundos golpes y extraños silbidos fuera de casa asustaron a la pequeña aspirante a Guerrera al estar dormida. Preocupada por el exterior, decidió asomar su mirada por la ventana para ver de qué trataba aquello que había interrumpido su sueño. Apresurandose para salir pronto a la calle, vistió sus ropas casuales y bajó de las escaleras, despidiéndose de sus padres hasta salir a la calle, observando el divertido alboroto que se formaba entre las calle de Liberio. Entre los edificios podían verse papeles de colores y debajo de los coloridos quitasoles, personas vendiendo comida que jamás había visto en su vida, pero que desprendían un olor delicioso y e igual de llamativos que los colores que ahora adornaban a la ciudad, mientras que el ritmo de personas uniéndose de forma inconsciente formaban un gran sonido para los residentes de la zona, quienes también se veían antretenidos en las personas de gran estatura y máscaras divertidas cubriendo sus rostros.

—¡Gabi! —llamaron detrás de ella, encontrándose con Falco, Udo y Zofia sosteniendo algo sobre lo que parecía ser un cono de madera—, ¡por fin despertaste!

—¡¿Qué está pasando aquí?! —preguntó algo atareada debido al alto sonido de los instrumentos que tocaban alrededor y asqueandose un poco al ver el rostro sucio del rubio—.

—¡Es el festival, abrieron muchas tiendas para los extranjeros! —respondió Falco, y sin dejar que Gabi pudiera replicar algo, llevó su mano donde sostenía uno de esos conos hasta la boca de la castaña—. ¡Come! —le pidió, sintiendose feliz al ver lo bien que recibía la menor el cono de helado.

—¡Así que este es el Festival! —replicó sorprendida una vez que saboreó el helado.

—¡Vamos! —gritó Falco siendo seguido por los demás, pero siendo detenidos por los gritos de los Guerrreros—.

—¡Chicos! —les llamó Porco acercándose junto a Pieck y Reiner—. No se vayan corriendo así, como así. Hay mucha gente y puede ser peligroso —susurró lo último—.

—Déjalos que se diviertan un poco, Pocco. Después de todo, también es nuestro primer festival.

—¡Entonces vamos! —gritó esta vez Udo siendo seguido por los demás, dirigiéndose hasta otro puesto de comida.

Sin embargo, al haber gastado ya en comida, el presupuesto de los aspirantes a guerreros no alcanzaba, dirigiendo su mirada inocente hasta los tres mayores, quienes se giraron a ver al que más ganaba como oficial de Marley. Finalmente, pudieron deleitarse con lo que jamás habían probado, mientras que el rubio observaba cómo su billetera comenzaba a quedarse vacía. A pesar de eso, los rostros de felicidad de los niños que le recordaban a su infancia era incomparable, olvidando que su dinero comenzaba a acabarse.

—¡Ya no puedo más! —expresó Gabi dejándose caer al suelo dando una última mordida a su pizza acariciando su estómago lleno que comenzaba a dolerle—.

—¡Eso pasó porque fuiste muy codiciosa! —le reprendió ligeramente Reiner mientras comenzaba a arrastrarla, quedando atrás de todos los demás.

—Pero no me arrepiento. Sería genial que hubiera un festival todos los días.

—Sí.

—De algún modo, recientemente estas cosas están sucediendo por primera vez.

—Sí —volvió a contestar Reiner—.

—De alguna forma, siento que todas las cosas presentes van a cambiar —replicó la castaña, siendo observada por Reiner al ver su rostro iluminado lleno de emoción.

Dirigió de nuevo su vista al frente y contestó: —Sí.

Reiner presentía lo mismo, sin embargo, le aterraba la idea de que no fuera de la misma manera que Gabi lo pensaba, quedándose callado al recordar todos sus arrepentimientos, incluidos los de años anteriores.

Las voces familiares cerca de ellos le hicieron detener su paso al rubio, encontrándose con Falco hablando animadamente con una mujer, la cual podía jurar haber visto antes, sin recordarlo.

—¿Falco? —le llamó confundida Gabi al observar al menor beber algo extraño mientras la mujer de cabello corto le regalaba la bebida.

—¡Chicos, tienen que beber esto! —les llamó animado el menor mientras esperaba a que ellos se acercaran, percibiendo un aroma delicioso de aquellos pocillos de colores nítidos.

—¡Reiner-san! ¡Gabi!, ¡ella es Charlotte-san! Es doctora en el hospital de Liberio, ¡¿no es genial?!

—No es para tanto, Falco, pero muchas gracias —sonrió sinceramente la castaña, rascando su nuca con nerviosismo, pero dirigiendo su mirada a la menor que aún masajeaba su estómago—. ¿Pero qué tenemos aquí? Alguien como mucho hoy, ¿no es así? —sonrió divertida dirigiendo después una mirada pícara al rubio, quien desvió la mirada de ella, nervioso—. Espera un segundo —le pidió a la menor impidiendo que replicara algo como respuesta, entregándole un pequeño vaso con olor muy fresco—, esto te ayudará a calmar el dolor —continuó hablando mientras esperaba por que Gabi tomara el vaso, mirando a su primo esperando que se lo concediera y, bebiendo del vaso, finalmente.

—¡Está rico! —respondió emocionada mientras bebía el contenido poco a poco debido a lo caliente que este estaba—. ¿Qué es?

—Té de hierbabuena con lima —respondió la castaña feliz de que le haya gustado—.

—Muchas gracias, ¿cuánto es? —preguntó algo decaído el rubio al preocuparse por el precio.

—Lo invita la casa —respondió la mayor guiñando un ojo, colocando nervioso al soldado. Sin darle tiempo de decir algo, le entregó otro vaso al mayor, soltando una carcajada al ver que la menor también quería probar, pero la doctora lo impidió—. Este es para relajarse. Si no te quieres dormir durante la función, no deberías beberlo —le indicó a Gabi, quien hizo una mueca de disgusto—. Creo que usted necesita relajarse un poco, le vendrá muy bien este té.

Indeciso, tomó el pequeño vaso y bebió un poco, dejando que el líquido caliente recorriera su garganta, disfrutando del sabor de la bebida y preguntando por saber qué era.

»Passiflora —respondió la castaña—. Ese es de mis favoritos.

—Muchas gracias, señorita...

—Charlotte —contestó la mayor riendo levemente, provocando una sonrisa en el rubio.

—Vamos, chicos, la reunión será pronto, ¡apresúrense! —les llamó Porco junto a los demás alzando la mano para apurarlos.

—Muchas gracias, Charlotte —se despidió el rubio llamando a los dos niños, sin embargo, Falco pidió quedarse un rato más, no muy seguro, Reiner se fue junto a los demás.

—¿Krüger-san se quedó en el Hospital? —preguntó animado Falco, con un brillo en los ojos.

—Estoy aquí, Falco —se escuchó una tercera voz que sobresalto a Charlotte, quien bajó la mirada al observar el rostro de felicidad del menor.

—¡Krüger-san! ¿Cómo se encuentra?

—Estoy mejor Falco, gracias. Me han permitido salir con la compañía de Smith-san, ¿no es verdad?

—Sí... —respondió algo decaída la mayor, cosa que notó Falco.

—¿Está bien, Charlotte-san? —preguntó preocupado el menor acercándose un poco a la castaña, la cual tomó asiento en uno de las sillas del puesto.

—Sí, Falco, muchas gracias —alzó su mirada triste hasta el menor, acariciando su cabello rubio suavemente—. Deberías ir al auditorio junto a tus amigos. Podrás vernos después, ¿sí? —habló de manera atropellada la castaña al intentar alejar del lugar al menor, pero siendo detenida por la mano de Krüger en su hombro, haciéndola soltar un jadeo del susto—.

—El hombre que iba junto a ustedes era el oficial Reiner Braun, ¿verdad? —preguntó el menor sin despegar su mano del hombro de Charlotte.

—¡Sí! —respondió con una sonrisa Falco—, ¿lo conoce?

—Sí, somos viejos amigos de hace unos años, pero no he podido hablar con él. Me gustaría verlo aunque sea una última vez antes de regresar a casa junto ai familia.

—¡Puedo ir y hablarle para que se vean! Justo antes de la función del señor Tybur.

—Yo creo que deberías de ir a verlo después, o te perderás la función —intervino Charlotte, pero soltando un ligero quejido imperceptible cuando sintió la mano del castaño enterrarse en su hombro, mientras una energía familiar recorría su cuerpo. Sin ver a Krüger Charlotte se levantó de su lugar y tomó al rubio por la espalda, viendo a ambos chicos con una sonrisa—. Está bien, está bien. Espero verlos pronto aquí, ¿bueno? —se despidió con una sonrisa.

—Sí —prometió el rubio, un poco contrariado debido al repentino cambio de actitud de la mayor, pero igualmente emocionado. Soltandose ligeramente del agarre de la castaña, salió corriendo en dirección de donde sería la función de William Tybur, mientras los otros dos lo observaban correr lejos de ellos—. ¡Volveré pronto! —se despidió.

Una sonrisa se vió en el rostro de Charlotte que, con el paso del tiempo se iba borrando, dejando ver a una Charlotte seria, mientras que el menor se colocaba frente a ella, molesto.

—¿Por qué impediste que se fuera más pronto de lo necesitado? —le reclamó molesto el castaño mientras esperaba una respuesta, encontrándose con la mirada indiferente de "Charlotte".

—No volverá a pasar —sonrió falsamente la castaña, como las otras veces anteriores que sonrió de la misma manera.

—Me voy. Espero que todo pueda salir como lo planeamos. No me falle, Odelia-san —con aquello, Eren se fue del puesto, dejando sola a la castaña que miraba los trastes vacíos.

—Yo también necesito un poco de plasiflora —suspiró la castaña al observar lo poco que quedaba del ahora frío té—. Erwin, ¿tú qué habrías hecho en todo esto? ¿Era esto lo que querías finalmente? —preguntó, colocando su mano derecha en la zona donde estaba su corazón, sintiéndose frustrada por haber llegado hasta ese punto del plan y aún sentirse indecisa por apoyar a Eren, aunque sabía que ya no se podía hacer nada por detenerlo.

Sin embargo, el silencio del lugar lejos de tranquilizarla comenzó a inquietarla, preguntándose si pronto llegarían sus compañeros al llamado del moreno en las anteriores cartas.

Su pregunta fue respondida cuando notó ciertas sombras colarse entre la oscuridad de los edificios. Esperó por que alguien viniera por ella, sobresaltandose cuando alguien la tomó por detrás y se elevaron en el cielo, encontrándose con el rostro de Darío.

Tras un momento de pánico, Odelia ralentizó su respiración y observó con poca atención al de mayor estatura que la observaba furiosamente.

—No debiste irte. Nunca debiste irte de nuestro lado, ¿qué ganas con todo esto, Odelia? —preguntó dolido Darío al no encontrar la mirada de amabilidad de la castaña, y esperando en creer que ella estaba sufriendo al ser obligada por Eren en toda esta polémica.

—Una decisión solo es útil cuando te lleva a tomar una decisión más en el futuro. Hice mi elección por una vida mejor para toda la humanidad dentro de las murallas.

El camino continuó en silencio, con la mirada apagada de ambos dirigiéndose hasta donde se encontraban los demás soldados, los cuales esperaban por ellos dos mientras se regresaban a sus posiciones.

Un dolor se instaló en el pecho de Odelia al sentir varias miradas de desaprobación sobre ellas, pero la que más le dolía era la mirada gris y triste que le dedicaba Levi en la lejanía.

»¿Dónde está mi hermana? —preguntó ignorando la mirada de los demás—.

—Está en la cabina junto a Onyankopon y Hange —respondió Sasha acercándose a ella junto a Mikasa, quienes miraban con profunda tristeza a la mayor.

Buscó con la mirada a todos los demás miembros de la Legión, encontrándose solo con la mirada orgullosa de Floch y la de dolor de varios de ellos.

—Odelia-san, ¿por qué? —preguntó con decepción la azabache mientras esperaba un abrazo pidiéndole perdón a todos, sin embargo, la mirada inmutable que Odelia le dedicaba fue desviada hasta adentrarse en la nave en busca de su equipo de maniobras.

«¿Por qué todos se van?» se lamentaron ambos Ackerman mientras observaban a la castaña, la cual era la imagen viva del Eren que vieron por última vez hace varios meses.

Mientras tanto, debajo de donde estaba la tarima para la actuación de William Tybur, Falco Grice guiaba al Guerrero Reiner Braun hasta el sótano del edificio, encontrándose con la persona que menos esperaba ver en su país.

—Hey. Han pasado 4 años, Reiner.

🌸
¡Hey, hey, hey! ¿Cómo se encuentran el día de hoy? ¿Qué les pareció este capítulo? Me gustaría saber sus comentarios y espero que les haya gustado el capítulo. También, me gustaría agradecer a samyftp por su apoyo en la historia con sus votos en cada capítulo.

Espero que se encuentren bien y nos vemos pronto. Cuídense. 💗

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