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Capítulo 71

≪❈DER GEGENWART Ⅰ. DER JUNGE IN DER WAND❈≫

La flota de los 'Aliados' había sido destruida, y la "Unión de los Países" firmó un Tratado de Paz con Marley. Después de cuatro años de lucha, la guerra había terminado con la victoria de Marley. Sin embargo, estaba increíblemente claro que la Era en la que el mundo podía ser dominado con solo el poder e los Titanes estaba llegando a su fin. Ya que, ahora que se enfrentaban a una nueva realidad donde hasta el titán acorazado podía llegar a ser increíblemente dañado, ¿qué pasaría por la cabeza de Falco y los demás? La advertencia era clara: los marleyanos debían poner sus manos en el poder del Titán Fundador lo más pronto posible.

El sonido del tren dejando de avanzar con rapidez indicaba el regreso a casa después de finalizar su batalla en el campo a kilómetros lejos de sus familias y amigos. A pesar de vivir en un gueto, los residentes de Liberio estaban felices de regresar a sus casas, aun si eso significaba ser considerados demonios a pesar de su gran esfuerzo en la guerra. Esa era la verdad sobre el lado oscuro de Marley.

—¡Hemos vuelto con vida a nuestro amado hogar! ¡Liberio! —gritaba emocionada la de cabellos cafés saliendo de un salto del vagón de tren que los traía de regreso a sus familias—. ¡ESTAMOS EN CASAA!

—¡Gabi, quieta! No grites tanto —le regaño molesto uno de los soldados, quien había bebido alcohol luego de haber celebrado su victoria durante la noche en el camino a casa—.

—¿Quién rayos le dió de beber al idiota de mi hermano? —se quejó Falco al observar cómo Porco ayudaba su hermano mayor a avanzar hacia el camino.

—Colt parecía querer un poco, así que... —sonrió de medio lado la pelinegra mientras avanzaba junto a los demás en sus muletas.

—Por el amor de dios... Dejar que el gran don de Pieck se malgaste por todo aquel tren de esa manera tan increíble...

—Creo que sí debimos habernos calmado anoche.

En el camino, los pensamientos de Falco sobre lo ocurrido en la noche lo hizo pensar en las razones por la que el oficial Reiner Braun le había apoyado de tomar el puesto como titán acorazado para que la prima del portador del acorazado no sufriera su "cruel destino".

Después de una discusión entre Gabi y Falco, las cosas se calmaron una vez que llegaron a la entrada de su hogar, Liberio, donde los familiares de varios soldados que pudieron sobrevivir los esperaban con los brazos abiertos. Algunos con lágrimas en los ojos gracias al alivio de verlos vivos una vez más. Una gran diferencia de vida entre otros lugares. Sin embargo, no era del todo indiferente la situación en que varios soldados marginados para Falco, quien observó una hilera de soldados heridos dirigirse hasta el hospital del Gueto.

—Señor Koslo —se acercó Falco hasta uno de los soldados levemente heridos que iba a la delantera de los demás—, ¿esos son los soldados heridos? —inquirió con preocupación—.

—¿Huh? Sal de mi camino, mocoso entrometido —reclamó molesto el mayor—. Esos son los eldianos que tuvieron trastornos TEPT⁴ por la guerra y no tienen a familiares a quienes estorbar. Van a ser tratados en el hospital de aquí.

—¡¿En este país también?! —preguntó sorprendido el menor—.

—Pues eso es lo que sucede si los tienes cavando trincheras al frente todo el tiempo. Ya sabes, las balas y las bombas vuelan por todos lados —sin previo aviso, el soldado se giró a los heridos—.¡Ba-bang! —gritó con fuerza, provocando que el primer soldado de la fila cayera, haciendo que los demás también cayeran y comenzaran a estresarse mientras dos soldados se reían—.

—Ya basta, Koslo, detente —le pidió uno de sus compañeros mientras trataba de aguantar la risa tras la burla contra los soldados heridos—.

—Pueden ir avanzando sin mí —llamó la atención el rubio a su familia, acercándose para ayudar a los heridos—. ¿Te encuentras bien? —preguntó a uno de ellos sin obtener respuesta—. Calmense, ¿de acuerdo? —dirigió su mirada detrás de él para encontrarse con un soldado vendado de un ojo y con una pierna faltante. Sin embargo, debido a su poca fuerza no podía ayudarlo a levantarse—. Maldición —musito al ver que todos se estaban yendo—. Oh. Sus cintas están al revés —observó con cuidado al moreno herido—. Está bien, se recuperará pronto porque ya no tiene que pelear más —le hablaba el menor al de cabellos largos.

De repente, escuchó unos pasos acercarse donde estaban todos ellos, observando los pies de una mujer colocarse frente a él.

Los ojos marrones de aquella mujer miraron con horror a los dos soldados, ayudando inmediatamente al rubio a levantar al soldado cojo. En silencio ayudaron a los demás mientras el pequeño dirigía su mirada sorprendida a la mujer mayor. Usaba una camisa gris de cuello por donde su corto cabello café caía sobre su largo suéter gris con el brazalete que diferenciaba a los eldianos de los marleyenses, mientras sus piernas se cubrían con una larga falda café usando unas botas de piel marrones; observó sorprendido que en uno de sus brazos sostenía su bata de doctor, por lo que aseguró en su mente que trabajaba en el hospital.

»Muchas gracias por su ayuda —por fin soltó nervioso el menor a la de cabellos cortos, quien le brindó una sonrisa como respuesta.

—No es nada. Eres un buen chico al preocuparte por ellos y ayudarlos —escuchó la dulce voz de la mayor, provocando un ligero sonrojo en él, quien asintió en réplica—. Ten un lindo día —se despidió la mayor, tomando por sorpresa al rubio al olvidar preguntarle su nombre.

Soltó un suspiro a la vez que relajada sus hombros. «Aún hay gente buena» pensó con una sonrisa en el rostro mientras giraba de nuevo su mirada hasta los enfermos, sintiendo su cuerpo estremecerse ante la mirada intensa del medio ciego hacia la chica que había desaparecido entre las personas, sintiendo un escalofrío ante la mirada del soldado herido.

—Señor, ¿se encuentra bien? —preguntó con preocupación el pequeño al notar que el moreno no salía de su trance.

Como respuesta solo asintió y con su mano libre despeino el cabello rubio de Falco, despidiéndose de él antes de que el menor regresando a su casa, sin darse cuenta de que alguien lo miraba en la lejanía.

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Liberio era considerado el internamiento para los eldianos residentes de Marley que, tras la retirada del rey 145º de Eldia, Karl Fritz, junto a cientos de eldianos escaparan hacia una isla retirada de la demás población, quedando como cautivos los descendientes del rey Fritz, siendo considerados los "demonios" debido al historial que tenía el pueblo de Eldia como potencia militar que trataba de conquistar y eliminar diferentes razas del mundo, especialmente el Reino de Marley el cual, tras la huida del rey de Eldia, consiguió poderes titánicos que con el paso de los años los hizo resurgir entre los demás reinos y gobiernos. Aún así, teniendo conflictos con diferentes reyes y gobernantes donde, hasta ahora, habían salido de una guerra, ganándose así nuevas adquisiciones tecnologías y también la oportunidad de hallanar la isla Paradis, el cual planeaban atacar pronto luego de la derrota que tuvieron sus guerreros durante cinco años fuera y la pérdida de 32 flotas a lo largo de estos cuatro años. Sin embargo, todo eso acabaría pronto.

La solución erradicaba en las diferentes creencias de cada soldado. Algunos creían que al tener el puesto como Guerrero dispuesto a sacrificar su vida a Marley, serían reconocidos como marleyenses honorables, salvando así a su familia y a todo Liberio. Otros, creían fervientemente en un camino mucho más arriesgado y caótico mientras que otros solo esperaban por que sus pecados fueran expiados con su sacrificio.

Todos y cada uno de ellos deseaban una libertad para su pueblo, viendo una posible salida tras ver a la vuelta de la esquina el evento más significante para el pueblo de Eldia: la familia Tybur daría un discurso a favor de los eldianos de Liberio, exigiendo la paz y un ataque a los "demonios de Paradis".

¿Cuál era la importancia de aquella familia para poder unir a todas las Naciones? La familia Tybur era conocida por ser una familia honorable del pueblo de Eldia, además de mantenerse neutrales en cuanto a actos políticos, ganándose la admirar de varios aristócratas. Por ello, era de gran importancia para los eldianos el que el cabeza de la familia, William Tybur, decidiera poner fin a años de segregación y parcialidad contra personas que, finalmente, eran inocentes.

Sin embargo, a pesar de lo que eso era lo que aparentaba esta reunión internacional, había una verdad mucho más oculta de todo esto, lo cual pronto sabrían todas las personas del mundo. Por lo que pronto se celebraría un gran festival en Liberio.

Los colores matices del cielo pintaban un cálido atardecer para la gente del gueto. Después de un gran día de entrenamiento, el joven candidato a Guerrero de la familia Grice corría animado hacia la mensajería, sin embargo, al ser tomado del brazo lo hizo detenerse al instante, encontrándose con los ojos marrones divertidos de días atrás.

—¿Muy ocupado, pequeño? —sonrió divertida la mayor soltando al rubio, quien negó sonriente como respuesta. La mirada marrón se dirigió hasta el brazo izquierdo del pequeño Guerrero, del cual su brazalete se distinguía del que ella traía puesto—. No me había dado cuenta de con quién estaba hablando, ¡discúlpame, por favor! —juntó sus dos manos en forma de disculpa mientras que Falco, sonrojado, negaba con la cabeza—.

—N-no se disculpe. No soy alguien importante como para que tenga que dirigirse de esa manera —«y aunque lo fuera» pensó nervioso mientras rascaba su nuca desviando la mirada de la más alta.

—Eres un chico muy amable. ¿Puedo saber tu nombre?

—Soy Falco Grice.

—Lindo nombre, Falco —despeino el cabello del menor, provocando una ligera carcajada en el menor seguido de una sonrisa nerviosa—. Y bien, Falco, ¿qué tal te fue en tu día de entrenamiento?

A pesar de los ánimos que le había dado el señor Krüger, Falco no pudo evitar suspirar pesadamente, ganándose la mirada curiosa de la mayor por saber lo que ocurría.

—La otra candidata a Guerrero es muy buena, puedo decir que es la persona ideal para poder hacer el trabajo como titán acorazado. Yo estoy muy lejos de poder seguirle el paso, aunque quisiera estar cerca de ella —soltó sonrojado, mirando apenado cuando la mayor rio.

—Ya veo... ¿Esa chica te gusta, Falco? —preguntó entre risas la pelimarron, soltando una carcajada más fuerte cuando observar las mejillas ya coloradas del menor intensificar sus colores rojos como del atardecer que los cubría—. No hay nada de qué avergonzarse. El amor nos hace tontos a todos, sin embargo, creo que tu caso es muy perspicaz y noble. Si tú logras obtener al acorazado, es posible que puedas alargar la vida de tu querida pero, ¿al menos ella te corresponde? —esa pregunta provocó una carcajada más en la mayor, llamando la atención de los que estaban alrededor—. ¡Je, je, je, je! ¡Incluso tus orejas están rojas! No me lo tomes a mal pero, si quieres mostrarle a esa chica lo que estás dispuesto a hacer, también tienes que ser claro respecto a tus sentimientos. No permitas que el tiempo oprima cada vez más tu corazón durante los trece años que estés usando el titán. La vida de por sí ya es corta, la tuya probable y lamentablemente se irá en un parpadeo. No dejes tus sentimientos a la deriva solo por servir a tu país. Sé que podrás lograrlo, Falco Grice. Serás un orgullo para tu país y si lo deseas, un feliz esposo, si eso deseas.

Los ojos olivo del menor se iluminaron a pesar de la poca luz que había, observando con gran emoción la palabras que le dedicaba la castaña desconocida.

La ojimarron dirigió su mirada hasta las manos del menor, observando el sobre que traía consigo, y dirigiendo ahora sus orbes hasta la dirección de donde venía el menor.

»¿Sueles visitar a los heridos de guerra? —preguntó cambiando su tono de voz y semblante, consternando al menor—. Porque no te había visto antes.

—S-sí. Quiero decir... solo por hoy —rascó su mejilla nervioso-.

—Ya veo, entonces es probable que podamos vernos. Deberías visitarme, Falco Grice.

—¿Usted trabaja aquí? —inquirió sorprendido.

—Sí, ayudo en la clínica. Un amigo mío es médico y yo le ayudo como psicóloga cuando no estoy ocupada.

—Comprendo —respondió sorprendido mientras admiraba a la mayor, observando el maletín que llevaba consigo y recordando el uniforme que traía el día que regresó de la guerra junto a sus amigos, cosa que notó la mayor.

—Aquí llevo mis apuntes y libretas para anotar todo lo que deseen decirme o cómo actúen. Y los otros son para comparar lo que están padeciendo y cómo ayudarlos —respondió la castaña alzando ligeramente el maletín. Un silencio confortable para ambos fue interrumpido de nuevo por la mayor—. Disculpa la indiscreción pero, ¿ese sobre es una carta?

—Y-yo... —escondió sus manos detrás de su espalda, encogiendose al sentir la palma de la mayor en uno de sus hombros, mirándolo calmadamente.

—No te preocupes, mis límites como psicóloga en el hospital no llegan a tan altas reglas como impedir o permitir la entrada de personas sanas en el hospital. Después de todo, aquí la mayoría sufre al estar encerrado, permanecer temporalmente en el hospital puede favorecer o no al que decida entrar.

Con su respiración entrecortada, el menor aferró su agarre en la correa de su mochila, impidiendo mantenerle la mirada a los fríos orbes café que lo miraban con intensidad.

»Perdón si te incomode —agitó sus manos de manera nerviosa mientras soltaba una risa nerviosa—. En realidad, me gustaría saber la razón para saber por qué esa persona ha fingido estar mentalmente enfermo y se ha pasado por soldado. Me gustaría realmente poder ayudarlo.

Al observar el rostro afligido de la castaña, el rubio miró detrás de él, fijando su mirada en el lugar donde estaba antes.

—En realidad sí fue a la guerra, aunque sólo sé que no ha querido regresar a casa porque no sabe lo que dirá su familia de él. Ha dicho que no quiere ser una carga para su familia ahora que se ha lastimado severamente durante la guerra.

—Entiendo... —guardó silencio mientras colocaba una mano sobre su mentón para pensar, sonriendo emocionada al poder reconocer de quién hablaba Falco—. ¿De casualidad es aquel que estaba cojo y parcialmente ciego? —nervioso, Falco afirmó repetidamente con la cabeza—. No te preocupes, no le diré a nadie. Ultimadamente, está lo suficientemente herido como para permitirse permanecer dentro del Hospital. Prometo no decir nada al respecto.

Con aquella promesa, el rubio suspiró de alivio y sonrió tranquilo mientras comenzaba a caminar hacia la mensajería.

—Tengo que irme antes de que sea noche —se despidió el menor caminando mientras escuchaba los pasos de la mayor alejarse también. Detuvo de golpe su paso y se giró corriendo hasta obtener el reencuentro de labmayor frente a él, observando detenidamente el bello atardecer a la vista de su mirada oscura—. ¿Podría decirle su nombre? —preguntó—.

—Puedes llamarme Charlotte Smith, Falco Grice —respondió la mayor despeinando una vez más el cabello del menor, entrando por fin hasta la puerta del Hospital.

—Charlotte Smith —anotó mentalmente el nombre de la mayor, sintiéndose feliz de haber conocido a dos geniales personas en un solo día, sin notar la mirada detrás de él esperando hasta que se fuera.

Dirigió sus dos manos hasta el frente de ella, con la espalda erguida caminó con calma hasta uno de los bancos del patio, sentándose junto a un enfermo que estaba al extremo de la banca.

—Es un buen chico. No deberías involucrarlo en esto —soltó una vez que cercioro que nadie estaba cerca para escuchar su conversación—.

—Él es una persona de la que nadie podrá sospechar, es el señuelo perfecto para pasar desapercibido.

Movió ansiosamente su pie en el pavimento del patio, sin saber de qué manera continuar hablando.

—¿De verdad harás esto? Tu debut en cobrará cientos de vidas, incluso la de niños y ancianos. Personas con familias que...

—A ellos tampoco les importó cuando nuestra isla fue masacrada hace nueve años. Ninguno de ellos mostró un poco de piedad cuando ellos nos han odiado por muchos años sin reales motivos.

—¿Y qué hay de los que apenas han nacido? Ellos no han hecho nada para merecer esta injusticia.

—Nosotros tampoco fuimos pecadores y tuvimos que pagar por el pasado. Nadie es inocente en esta guerra.

Un silencio incómodo se formó entre ambos castaños, mientras que el semblante de dolor de la mayor se fijaba en el suelo, incapaz de mirar a los ojos al menor.

—Eren, hay tiempo para retractarse.

—¿Cómo lograrás que me retracte de lo que ya he decidido?

—¿Sabes? Mi trabajo aquí es como psicóloga, quizás una hora de terapia sea lo suficiente como para al menos avanzar un poco y posponer este ataque hasta que puedas recuperarte completamente —soltó una sonrisa nerviosa, alzando su mirada inquieta hasta los orbes esmeralda estoicos que la miraban desde hace tiempo.

—Primero trabaja en ti, ya que al parecer no tienes la capacidad de reconocer quién eres, Smith.

Aquello cavó dolorosamente en el corazón de la castaña, levantándose de su lugar para irse entre el preludio de la noche.

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¡Holaaaa! ¿Cómo se encuentran el día de hoy? Espero que les haya gustado este capítulo y me gustaría saber lo que les pareció, ¿creen que Odelia apoye a Eran aún tras haberlo seguido hasta Marley? A decir verdad, no quise andare mucho con rodeos y mantener algo de misterio como en el manga y anime, ya que sabemos la identidad de Eren en Marley, sin embargo, ¿cuál creen que sea el papel de Odelia en este lugar? Me gustaría saber sus comentarios y antes de despedirme, me gustaría dedicarle este capítulo a Ame_Nami por su apoyo en la historia con sus votos ✨❤

Cuídense mucho u nos vemos en un próximo capítulo. ✨✨

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