Capítulo 70
≪❈ANALEPSIE Ⅰ. EXISTENZ❈≫
La lluvia había arruinado el primer día de primavera, enlodando el suelo del Cuartel General con la tierra y el agua, haciendo inútil las prácticas de los miembros del Cuerpo de Exploración con las lanzas relámpago. A su vez, en el otro extremo de las murallas, la familia Baumeister junto a sus amigos regresaban del entierro fúnebre del señor Baumeister.
Después del regalo que Odelia le entregó a su padre como muestra del gran trabajo y sacrificio durante muchos años. Lo que creía que sería el que podría ayudarlo a recuperar su salud, simplemente se convirtió en su despedida a la vida, comenzando a empeorar su salud y, hasta hace al menos dos días, fallecer en cama mientras todos dormían.
Odelia fue la primera en encontrar a su padre fallecido al entrar en su habitación para saludarlo y hablar con él, notando problemas en su padre al no despertar y alertando a todos una vez que se dió cuenta de que no respiraba.
Durante los demás días, no pudo dejar de pensar en la culpa que sentía de haber dado a luz la verdad de su vida y de su amigo Kyklo.
Las primeras dos noches fueron una oscuridad total para la familia Baumeister, donde la señora se encontraba un terriblemente en silencio y sin dirigirle una palabra a sus tres hijas y amigos.
—Por favor, mamá, debes comer algo. Hace dos días que no pruebas bocado —le pedía desesperada Marie al tratar de ser la más fuerte junto a Odelia, mientras que Joelle lloraba desamparada por la pérdida de un Baumeister más en la familia.
—En menos de un año... ¿por qué? —se tomaba de la cabeza la pelirroja sin poder creer lo que hacia y sin saber qué hacer o decir—.
—Vamos querida, deben ir a recortarse un poco. Han pasado por mucho en estos días —trataba de ayudar Carla Inocencio en todo el asunto, mientras que Xavi tomaba en brazos a Joelle para acompañarla a su habitación.
—Xavi-san... ¡¿por qué?! —lloraba sin poderlo evitar el mayor, solo abrazando con cariño a la menor.
—Lamento que tengas que soportar esto, pequeña —acariciaba con ternura el cabello rojo de la menor de los Baumeister que quedaban—. Si tan solo no pudiéramos despedirnos...
Gracias a la ayuda de los Inocencio en casa, el duelo pudo ser más fácil de sobrellevar, mientras que un conocido llegaba a la casa de Nedlay.
—Odelia, ¿puedes abrir la puerta? —pidió Marie mientras era ayudada por Nile para llevar a su madre a su habitación. Odelia asintió como respuesta.
Aspiró profundamente aire antes de abrir la puerta, sorprendiendose al encontrar frente a ella al comandante Pixis vestido de civil.
Odelia formó la pose militar cuando el mayor tomó su mano derecha con suavidad.
—Hoy solo somos personas en duelo. No hacen falta las formalidades, Odelia —abrumada, la castaña asintió bajando la cabeza y permitiéndose derramar lágrimas por primera vez en todos esos días cuando sintió el cariñoso abrazo de Pixis—. Lamento mucho su pérdida.
—Muchas gracias por venir —sorbio su nariz Odelia permitiendo pasar al mayor—. ¿Gusta alguna bebida? —el mayor negó.
—Creo que es el momento inoportuno hacerlo. Muchas gracias, Odelia. Sin embargo, hay algo que me gustaría pedirle —con la mirada confusa preguntó por ello—. Me gustaría tener una audiencia con la señora de la casa, urgentemente.
Sin entender, caminó hasta donde se encontraban Marie y Nile, preguntando por su madre.
—Finalmente ha podido dormirse, ¿qué es lo que ocurre? —preguntó Marie al notar la mirada inquieta de la castaña.
—El Comandante Dot Pixis está aquí —respondió Odelia apresurandose a bajar junto a los dos Dok.
—¿Te dijo para qué quería ver a madre? —Odelia negó—.
—Solo ha dicho que necesita verla con urgencia.
Ambas guardaron silencio una vez que se encontraron en la sala junto al mayor. Odelia fijó su mirada en un sobre que el mayor tenía en su mano y que movía a modo de no aburrirse. Una vez que el comandante notó la presencia de los tres, Nile fue quien habló:
—Comandante Pixis —saludó como era usual entre los soldados y el de bigote asintió como saludo, tras unos segundos de permanente con la mano en el pecho, Nile continuó—: lamentamos informarle que la señora Baumeister está descansando después de bastante tiempo de estar en vela. Si nos permite, nosotros seremos quien pueda ayudarlo en lo que desee contarle a la señora Baumeister —finalizó el pelinegro dirigiendo su mirada a su esposa.
—Me parece bien —contestó por fin Pixis luego de pensarlo por mucho tiempo—. Me gustaría entonces, tener una audiencia privada con la señorita Odelia Baumeister, si no es molestia.
Odelia que estaba en medio de los Dok, sintió hacerse pequeña al notar cómo los dos observaban de reojo a su hermana, consiguiendo que diera un paso adelante para la biblioteca de su padre fallecido.
Sintió nostalgia al entrar ahí después de no haberlo querido hacer para respetar la memoria de su padre. Desde pequeña, siempre había amado el olor a libros, flores y té al entrar en la habitación, encontrándose con su padre que le dedicaba siempre una sonrisa al entrar. Suspiró profundamente intentando calmarse para no llorar nuevamente, concentrando su atención en el hombre que ahora se paseaba entre los estantes y el pequeño escritorio.
De las cosas que quedaban en el escritorio, Pixis tomó una vela que encendió gracias a su propio encendedor, confundiendo a Odelia con aquella acción.
—Señor, no entiendo la razón por la que haya encendido esa vela, aún es de mañana y la luz entra perfectamente en la habitación.
Sin responder a Odelia, el mayor acercó su mano libre hasta la parte inferior del escritorio, deslizando su mano sobre la madera hasta detenerse, encontrando una pequeña llave que mostró a Odelia, sorprendiendose. Dio unos pasos hasta la alfombra que se encontraba en la biblioteca, alzó su pie y arrastrando la tela del suelo dejó a simple vista una entrada.
Odelia aún sin poder creerlo, observó cómo el mayor abría con esa llave la puerta de acceso a un sótano que no sabía que existía aquella puerta. Comenzando a temer de que fuera algo semejante a lo que encontró en la casa de los Jaeger meses atrás.
Los pensamientos de Odelia inundaron su mente con preocupaciones acerca de lo que podía haber escondido su padre durante tantos años.
—¿Viene, señorita Odelia? —le llamó Pixis entrando en el lugar. Insegura, la castaña le siguió el paso.
Podía notar que era un pasillo un tanto largo en lo que solo paredes era lo que acompañaba el silencio de ambos soldados. La inquietud recorrían el cuerpo de Odelia al sentir que aquel camino no terminaba nunca. ¿Y si era un túnel hacia la salida de las murallas? Con cada paso que daba, se acercaba más a la verdad de su propia casa.
La luz de la vela débilmente alumbraba el camino oscuro, hasta que las supuestas siluetas de muebles la hizo comprender que llegaban a su desconocido destino.
Con la mirada, pidió el permiso de Pixis para recorrer el lugar, encontrándose solo con libros que cubrían las paredes del lugar y, en medio del pequeño cuarto, un escritorio de tamaño suficiente para permitir recorrer el lugar.
—No entiendo... ¿Usted sabe qué es este lugar? —preguntó Odelia al observar la cara inmutada del mayor—.
—¿Alguna vez se ha preguntado de dónde conozco a su padre? —hizo una pausa el mayor girandose para quedar frente a Odelia.
La castaña trató de hacer memoria sin tener éxito alguno en poder responder.
El frío de la habitación recorría las extremidades de Odelia, sintiendo repentinamente un temblor en todo su cuerpo, sin entender si era por lo lúgubre que era la habitación o por el suspenso que creaba el señor Dot al no apresurarse a hablar.
Tomándose de la cabeza, comenzó a declarar sobre su encuentro con su fallecido padre:
»Darius y yo aún trabajamos como soldados de categoría baja cuando le fue encomendado "entrevistar" a ciertos jóvenes que se les acusaba de asesinato y rebelión al Gobierno. Como el viejo era un loco desde joven, me comentó de su deseo de implementar sus experimentos para hacer hablar a las personas y de paso divertirse, fue aceptada en sus superiores, sin embargo, Darius siempre fue un hombre de revolución, por lo que, aún si él quería hacer sus fechorías, dentro de él aún había un hombre correcto. Por lo tanto, desistió de obedecer los mandatos de los mayores y dejó libre a su padre con la condición de firmar su renuncia a su libertad de expresión. Yo en ese entonces no sabía nada sobre eso, solo hasta hace poco que me contó Zackly.
El cuerpo de la castaña permitió calmarse. Y con una sonrisa se dirigió al mayor.
—Muchas gracias por su declaración, me alegra saber que lo que dijeron Kyklo-san y Carla-san junto a Darío y su padre era verdad.
Pixis alzó una ceja, sorprendido. —Me sorprende la calma con la que toma esta noticia. Pensé por un instante que aquello sería muy sensible para usted —se sinceró el mayor—.
—No estoy muy sorprendida, aunque es tranquilizante saber que mi padre siempre fue una buena persona, incluso si eso le dificultó adolecer durante el resto de su vida. Sin embargo, espero que su expiación haya llegado con sus hijas para poder ser un poco feliz.
El brillo del fuego de la vela se vió reflejada en los orbes cansados y viejos del comandante, preguntándose cuánto tiempo había pasado desde que Odelia había cambiado.
—Vaya, es una gran sorpresa.
—¿De qué habla, señor? —inquirió curiosa Odelia al ver el semblante algo tenso del mayor que emitía una carcajada—.
—Es solo que aposté sobre usted. Jamás me imaginé un cambio tan radical en usted. Me ha hecho perder...
Tras segundos de mirarlo sin saber que responder, la castaña soltó una risa nasal, dirigiendo su mirada hacia el mayor que la observaba con angustia.
—Supongo que en este tiempo me he convertido en una ávida jugadora. Señor Pixis, no se decepcione de mí —soltó con un tono burlón la castaña, mientras el mayor no se movía de su lugar, pensando en algo que Odelia no podía entender—. Cambiando de tema —llamó la atención del mayor—, tengo la duda de si esto era lo que quería hablar junto a mi madre.
Pixis con su mano libre enrollo su bigote con sus dedos, mientras cerraba los ojos para exhalar sus palabras: —Por supuesto que no, el motivo de mi presente aquí era para hablar sobre las pertenencias del señor Baumeister para sus descendientes —de su saco dejó entrever un sobre que extendió a Odelia, quien lo tomó de inmediato para leerlo y abrirlo.
Entrecerro su mirada leyendo a detalle cada palabra que había en esa carta, abriendo su mirada de sorpresa al terminar de leer.
—Comandante Pixis, por favor, dígame que lo que acabó de leer es verdad.
Con una sonrisa escondida, el mayor asintió en respuesta. Odelia cubrió su boca sin poder creer lo que estaba viendo.
Aquella nota era para permitir que las propiedades que estaban a nombre de Cardin Baumeister pasaran a su esposa e hijas, permitiéndole tener un sustento a ellas incluso cuando era casi imposible traspasar sus bienes a las mujeres de la familia. Únicamente Nile se quedaría con la casa donde siempre vivieron, pero sabía que no sería desalmado como para arrebatarles la casa.
Sin embargo, incógnitas aún quedaban en todo ello.
»¿Cómo pudo usted tener esto? ¿Desde hace cuánto tiempo que tiene este documento? ¿Por qué...? —preguntó Odelia esperando por esclarecer sus dudas—.
—La única condición que me dió el señor Baumeister fue en no responder a ninguna duda que tuviera —se encaminó con paso firme hasta la castaña, tomándola del hombro para guiarla de regreso a la superficie—. Lo único que podría responder para que no se decepcione de mí fue que, la última vez que hablé con su padre, me dijo que todo lo había hecho para que su jardín se cosechara con las flores que usted le traía —dirigió su mirada al escritorio lleno de flores secas que se esparcían en la habitación, y en donde la última flor que Odelia le entregó a su padre era la que más destacaba de las demás—. Un padre hará todo por su hija. Debería de ser así.
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Una vez más, Odelia no podía conciliar el sueño en aquella frívola y oscura habitación. Con cada minuto que pasaba, se removía en la cama en la que antes Erwin Smith había pasado en soledad. Mirando al techo, recordó todas las escenas que pasaron juntos dentro y fuera de la Legión, aunque eran pocos los que había cuando salían del cuartel, y donde gastaban horas de charla en la oficina que ahora no se distinguía de la calidez que solo su mejor amigo podrá darle.
Se preguntaba en lo que Erwin habría hecho de haber seguido junto a ella. Pensaba en la declaración que le había dado Eren días atrás, aquella conversación llena de imágenes de pesadilla que regresaban a su mente y de las cuales la castaña no podía escapar. Soltó un suspiro y se levantó de su cama para preparse una taza de té para poder dormir.
Caminó en silencio hasta la cocina de la habitación, colocando a calentar en un pocillo pequeño el agua suficiente para una taza de té. Mientras tanto, pensaba en que al menos estaba tranquila en cuestión a lo que ocurría en su familia.
Enseguida de que Pixis se había retirado, Odelia habló con Nile y Marie sobre la carta que declaraba todo lo que las mujeres de la casa podía tener gracias a su padre. La señora Baumeister casi se desmayaba sobre su cama tras saber la gran noticia que le había dado su esposo fallecido, lo cual pudo ayudarla a sobrellevar el estrés que estaba pasando tras creer que quedaría en la calle. Al menos, ahora podía estar tranquila con su familia resguardada.
Mientras escuchaba el sonido del agua hervir, pudo observar en el reflejo del agua las memorias futuras que Eren le mostró. Se preguntó si después de todo, su madre no viviría lo suficiente como para tener que presenciar aquella pesadilla llegar a destruir su casa.
Sin llevarlo a meditar, tomó con su mano desnuda el mango del pocillo de metal, soltando un grito ahogado de dolor al entrar su mano en contacto con el metal caliente, dejando que todo el contenido se derramara sobre el suelo.
Desesperada, se tomó de la cabeza y se arrodilló frente al gran desastre que se creó en cuestión de segundos. Derramó lágrimas de enojo e impotencia al recordar las palabras de Pixis. Su padre había puesto una parte de su herencia en ella para poder hacer algo al respecto del hermoso jardín que con su ayuda, había logrado obtener con el paso de los años.
Le enfermaba la idea de saber que pronto todo eso desaparecería.
El golpe de la puerta de su habitación no le impidió salir de su trance, ignorando el sonido de los pasos llegando hasta donde ella estaba, encontrándose con la voz de Darío.
—¿Cuándo te decidirás a hacer algo para cambiar lo que me has dicho? —le preguntó con tristeza el pelinaranja al tener una idea de lo que estaba pensando la castaña—.
—Darío... —musito con debilidad la castaña mientras era ayudada a caminar hasta su cama—, ¿alguna vez has tenido la sensación de que, a pesar de que crees que puedes cambiar las cosas, simplemente no puedes porque te das cuenta de que solo eres un eslabón en una historia en la cual no mereces siquiera ser partícipe? Como si tu mera existencia fuera el producto de un error —frustrada, alzó su mano hasta tomarse de la frente—. Porque yo sí.
Darío miró con pena a Odelia. No entendía la razón por la que ella había decidido no contarle por completo lo que estaba sucediendo, guardando todo su dolor para ella misma. Donde él sabía perfectamente y le preocupaba el hecho de que Odelia no pudiera hablar.
—Solo necesitas descansar —trató de ayudarle el de ojos ámbar—. El cansancio debe estar matándote.
—No tienes idea de los temores que estoy pasando ahora —susurró Odelia.
Por un instante, el hecho de reconocer que estaba de vuelta en la Legión le hacía recordar que ahora debía enfocarse en sus responsabilidades que tenía dentro del Cuerpo.
»Darío, dime, ¿qué ha pasado en la Legión durante mi ausencia? —preguntó preocupada la castaña, frunciendo el ceño cuando notó al nombrado desviar la mirada, nervioso—. Darío...
Crujía los dientes sin saber si decirle la verdad a su compañera, quien no dejaba de verle fijamente. Con sus manos temblorosas y enterrando sus uñas sobre si carne, por fin habló:
—Es probable que... Pronto las fuerzas de Marley vengan a tratar de conquistar Paradis.
Con lentitud, Odelia acercó sus manos hasta los hombros del pelinaranja, tomándolo con fuerza.
—¿Cómo... cómo saben eso? —preguntó con los ojos bien abiertos Odelia, provocando miedo en Darío al pensar que se le saldrían de sus cuencas.
—Hange y Armin lo han anticipado así, piensan que con la retirada poco victoriosa de Marley, es posible que soldados vengan a tratar de conquistar el puerto.
—No tiene sentido que lo hagan si no están con los titanes respaldando sus espaldas —mantuvieron silencio durante un buen rato, hasta que Odelia volvió a preguntar—. ¿Cuándo creen que sea su partida?
—Puede que no tarden en hacer su llegada. Es cuestión de esperar y mantenerse alertas ante cualquier movimiento. Han estado practicando con el titán de Eren y Armin en la costa —suspiró el pelinaranja.
—¿Dónde están todos?
—Han estado cerciorándose del puerto. Últimamente han ido más a la parte más externa de fuera de las murallas.
Sin dejarlo decir nada más, Odelia se levantó de su lugar y comenzó a vestirse con su equipo tridimensional, escuchando de fondo los ruegos de Darío por quedarse dentro de su lugar.
»No creo que estés bien emocionalmente para esto, Odelia.
—Quien no esté dispuesto a sacrificarse, no vale la pena ser salvado en este mundo —respondió la castaña mientras terminaba de ajustar todo lo necesario de su equipo.
Dirigió su mirada estoica a un preocupado Darío.
»¿Vienes?
Después de haberse cerciorado que nadie estaba en el Cuartel, Odelia trotó hasta los establos para tomar a su equino y así poder alcanzar a sus demás compañeros. En la lejanía escuchó los pasos apresurados de Darío correr hacia su caballo. En silencio, ambos dirigieron sus miradas y asintieron como símbolo de apoyo, montando sus caballos y dirigiéndose hasta la zona recién descubierta fuera de las Murallas. No tardaron mucho para llegar hasta donde se encontraba el mar. Odelia bajó la mirada al sentir los ojos grisáceos sobre ella, obligándose a desviar la mirada, incómoda, mientras que el otro capitán bajaba la mirada también, decepcionado y dolido.
En el horizonte oscuro del mar, pudieron divisar la silueta de un objeto acercándose a ellos. Marley atacaba nuevamente.
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Buenaaaas ¿cómo se encuentran el día de hoy? ¿Qué les ha parecido este primer capítulo? ¿Qué creen que contengan esos libros? Lo veremos muy pronto y muchas gracias por la espera. Espero que se encuentren bien y nos vemos pronto. Cuídense 💗
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