Capítulo 69
Más o menos en la época cuando la nieve comienza a caer, el sonido del martillo gigante que estaba aplastando titanes en el Distrito Trost se desvanece. Cuando la nieve comenzó a derretirse, el ejército anunció que había terminado de limpiar los titanes que había dentro del muro. Para cuando las flores comenzaron a brotar y las mariposas a volar, ascensores fueron puestos y un camino se comenzó a construir. Y un año después del ataque para retomar el Distrito Trost, se le permitió a la gente regresar a Shiganshina.
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Aquel día, por primera vez en seis años una expedición a la parte más lejana del Muro María se realizó, aquella expedición en donde se asumiría el destino de la humanidad.
—Es como predijiste, Hange, muchos de los titanes estaban dentro del Muro María. Parece que fuimos capaces de eliminar a la mayoría en un solo año —declaró Levi, dirigiendo su mirada afilada hasta la cabellera recién corta de Odelia, quien iba poco atrás de Eren—.
—En ese caso, ¡procedamos hasta nuestro objetivo como lo habíamos planeado! —respondió Hange.
Una bengala se mostró hasta la zona donde se encontraba el trío del escuadrón de apoyo, dejando a Jean alerta.
—¡Un titán! —señaló el castaño claro hasta la zona, donde todos se desviaron para acercarse al objetivo.
—¿Qué? ¿No se puede mover? —se preguntó Connie al detenerse junto a Sasha y los demás a observar al gigante que se arrastraba por el suelo, como Rod Reiss lo hizo en su forma de titán.
—Con ese cuerpo, lo único que podía hacer era arrastrarse hacia los muros... —musito Sasha concordando con su mejor amigo—. Eso... debió haberle tomado mucho tiempo.
—Es un Eldiano como nosotros que fue enviado al "Paraíso" —explicó el castaño, dirigiendo su mirada hasta Armin—. Estamos cerca. Ya casi llegamos.
El sonido de los galopes de los caballos combinaba con el corazón de Armin golpeando con fuerza al saber que el motivo de sus sueños para seguir adelante se encontraba a solo pocos metros de él.
Un muro no tan grande como el de las Murallas cubría su mirada hacia el otro lado. Mientras que los soldados se acercaban cada vez más, Odelia preguntó:
—¿Este es el lugar donde ellos convierten aquí a los Eldianos en titanes? —dirigió su mirada hasta Eren, quien asintió con la cabeza como respuesta.
Rodearon aquella roca gigante, impidiendo que la luz del Sol les permitiera tener una vista clara de su nueva parte del mundo.
—Y más allá de ello está... —la frase de Eren no pudo ser completada cuando todos fijaron su vista en aquel hermoso lago gigante llamado "mar".
El sonido musical de las olas hacía que la vista fuera más bella, donde nadie podía despegar sus ojos de aquel profundo azul. Solo una persona...
Odelia sonrió amargamente mientras observaba aquel hermoso azul que le recordaba tanto a aquel que quería y ya no estaba. «Es injusto... tú mismo debiste saber que tenías el océano en tus ojos... Lo que significaba la libertad para mí, siempre lo ví en tus ojos... Y ahora esa libertad se ha ido para siempre de mí» el pecho de Odelia dolía mientras dejaba escapar una lágrima que fue imperceptible para casi todos, limpiandose con rapidez para no verse afectada.
El sonido del caballo de Odelia relinchando la hizo regresar a su trance, calmando a su emocionado equino y observando de reojo al rubio que tenía su rostro iluminado.
—¿Por qué no vas a verlo? —sonrió Odelia llamando la atención de Armin quien, nervioso, siguió el consejo de la castaña.
Todos le siguieron el paso al rubio, bajando de sus caballos y acercándose a la tierra arenosa desconocida. Mirándose entre sí, se preguntaban sí debían hacer lo que quisieran o si sería peligroso todo aquel nuevo mundo que comenzaba a rodearlos fuera de las murallas.
Odelia rodó los ojos molesta al ver que nadie hacía nada más que observar sus botas, decidiendo que ella sería la que les diera un empujón a los demás.
—Solo es arena. Es como la tierra café que es cubierta por el pasto fuera esta... y el agua del mar puede alcanzarla —les dijo a sus compañeros en busca de que tomaran la decisión de disfrutar aquel hermoso día.
La voz risueña de Armin imitando a Odelia a quitarse los zapatos y el equipo tridimensional lo hizo abandonar también sus calcetas, sintiendo los pequeños copos de arena adentrarse en medio de los dedos de sus pies. Una sonrisa iluminó su rostro cuando la marea subió quedando a solo metros de él.
Samuel y Artis habían empujado a Darío hacia el agua, cayendo con las manos deteniendo un golpe en su cara pero soltando un alarido.
—¡Está fría! —tembló ante el contacto con el agua cristalina y terminó por caer de cara, embarrando su rostro y uniforme de arena y provocando la risa en el trigueño mientras Artis sonreía.
Sasha y Connie se miraron entre sí para comenzar una carrera por ver quién se quitaba más rápido sus calzados, acercándose junto a Jean hasta donde llegaba el agua, comenzando a salpicarse entre ellos.
—¡Whoa! ¡Está salada! —exclamó conmocionado Jean mientras bebía entre sus manos del agua.
—¡Wow! ¡¿Todo esto es agua salada?! —separó su agarre de Joelle para alzar un poco de gotas sobre el aire, reflejando como pequeños cristales al aire—. ¡¿Qué?! ¡Hay algo allí! —comenzó a acercarse más a la profundidad del agua mirando el fondo.
—Hey Hange. Podría ser venenoso, no deberías tocarlo —le advirtió Levi, quien se encontraba en la lejanía de aquella agua limpia, en la cual solo miraba el reflejo de la chica que aún no se atrevía a ir hacia dentro, a la vez que veía distraídamente a Joelle alejando a Hange.
Entretanto, Armin miraba a la nada uno de los retratos que había visto en el libro de su abuelo... ¡Una concha de mar estaba frente a él! Con delicadeza la alzó del agua, sintiendo cómo sus ropas aún se empapaban tras haberla alzado.
Un sobresalto lo hizo girarse a la derecha, encontrándose con Mikasa asustada mientras sostenía sus calcetines. Una sonrisa nerviosa le mostró la azabache, mientras que el rubio sonreía feliz, con un ligero rubor sobre sus mejillas. Se dirigió hacia Eren, quien observaba al frente de todos el inmenso mar.
—¡Ves! Te lo dije, Eren, que había un lago gigante de agua salada. Uno tan grande que ningún comerciante podría llegar a agotarlo, ni siquiera en toda su vida. Lo que dije no era incorrecto, ¿verdad?
—Sí —respondió Eren con voz átona—, es realmente grande.
—Hey, Eren —llamó Armin de nuevo con su emocionada voz—, ¿qué te parece esto? Al otro lado del mundo...
—Está el océano —completó la frase Eren, llamando la atención de sus mejores amigos y de la castaña—, y al otro lado del océano se encuentra la libertad. Creímos en ello por tanto tiempo... Pero eso ya no es verdad. Lo que nos espera al otro lado es nuestro enemigo, justo como lo ví en las memorias de mi padre, ¿verdad? —con lentitud alzó su mano hasta el horizonte azul, dirigiendo su mirada brillante pero consumida por el dolor hasta donde dejaba de verse el color de su nuevo mundo—. Así que si matamos al enemigo, aquel que nos espera al otro lado, ¿finalmente... seremos libres?
Odelia alzó la mirada hasta encontrarse con la del castaño, quien giró de lado hasta extender su mano hacia ella, esperando por que la tomara. Indecisa y dolida por lo que Eren acababa de declarar, se acercó a él, sin importarle cuando entró con el frío contacto del agua.
Temía lo que podría pasar si tocaba directamente la mano del titán fundador, por lo que en un movimiento rápido alzó su mano hasta el hombro del castaño, bajando la mirada ambos ante el conocimiento de lo que tenían sobre lo que ocurriría más adelante. El castaño volvió a alzar su mano hasta entrar en contacto con la muñeca de Odelia, tomándola bastante fuerte, haciendo que la castaña se estremeciera del dolor y miedo.
—Odelia, no te rindas —podía escuchar claramente la voz de Eren, sintiendo en un parpadeo cómo su ambiente cambiaba y, a pesar de sentirse aún con el contacto de la arena, podía entender perfectamente que sus pies ya no estaban mojados con el agua del mar, además los colores cálidos que la rodeaban en aquella playa se habían esfumado, siendo cambiados con los colores fríos de la noche. Ya no encontraba junto a ella a todos los que amaba.
Asustada, alzó su mirada hasta encontrarse con un árbol extrañamente hermoso e irreal, observando cómo aquel árbol sin hojas parecía querer extenderse a través de sus ramas, y además, frente a aquel árbol se encontraban tres siluetas, las cuales reconocía perfectamente.
Intentando avanzar hacia ellos, sintió sus pies impedirle seguir un paso más, observando a sus pies, notó cadenas que la ataban al suelo, siendo imposible avanzar un poco más.
Sin embargo, todo eso no pudo afectarle tanto como encontrar estatuas de arena de gente que no reconocía... a excepción de dos estatuas de las cuales podía saber quiénes eran: en una de ellas, Odelia podía verse a sí misma en la última vez que estuvo junto a su querido amigo Erwin. Además notó la segunda estatua, sintiendo miedo de ver retratado a su padre tomando a Kyklo en aquella persecusión de años atrás de la cual pudo recordar, no obstante, el temor de Odelia incrementaba al ver la estatua de su padre verse bastante deteriorada como las demás estatuas...
Se preguntó por la razón por la que se veía así, observando cómo con cada segundo una grieta más aparecía en aquella escultura. Notó la similitud que había con la demás estatuas, las cuales parecían incluso estar con partes rotas y que parecían haber estado por tanto tiempo ahí.
Fue entonces que una terrible idea llegó a su cabeza.
«¿Es posible que solo estén rotas las que tienen a uno de sus miembros muertos?» la sola idea le hizo temblar de miedo al recordar a su moribundo padre, el cual en aquella estatua era la única que estaba deteriorada de él y Kyklo.
Se adentró tanto en ello, que no vió que una de aquellas tres siluetas se encontraba frente a ella con una sonrisa en su rostro y sus ojos destellando por la luz de aquel árbol.
—¡Oda, no te rindas! —con el abrazo de aquella persona que tanto amaba, regresó a su realidad, observando cómo todos observaban consternados el rostro perdido de Odelia en el mar.
Con aquello, corrió de regreso a su caballo ignorando el llamado de todos a excepción de Eren, quien miraba con tristeza a su compañera y amiga, dirigiendo de nuevo su mirada al mar.
Le daría más tiempo. Después de todo, ella no podía decidir en su propio futuro, el cual él ya tenía previsto desde días atrás. Mientras tanto, Odelia derramaba lágrimas apresurando a su caballo a llegar hasta Nedlay, donde toda su familia se encontraba ahí.
—Padre, esperame —pidió en voz alta sintiendo cómo su vista se nublaba hasta impedirle ver al frente, solo sintiendo cómo su caballo tropezaba provocando que ella cayera de él como años atrás, sintiendo su cabeza doler intensamente por el golpe.
Lloró y enterró sus dedos sobre el pasto, golpeando con fuerza y soltando toda su frustración ahora que estaba sola, pero el sonido del viento llamándola a mirar al frente la detuvo de llorar, viendo al frente una hermosa flor desconocida.
—¡Odelia! —la voz que reconocía perfectamente la hizo estremecer sobre el suelo esperando un regaño de él, pero solo recibiendo su ayuda para levantarla del suelo y dirigirse a su caballo, el cual no parecía estar en malas condiciones.
—Levi, yo...
—¿Te diriges hacia Nedlay? —preguntó ayudándola a subir sobre su caballo y tomando las riendas del equino de Odelia, la castaña afirmó con la cabeza debido al sollozo. El sonido de Levi subiendo frente a ella al caballo la hizo sorprenderse—. Sostén mi cintura con fuerza, no te sueltes. Trataré de llegar en dos días allá. Ahora mismo ya hemos terminado nuestra misión, cumple la tuya como hija y no temas, estaré para ayudarte.
Con aquello, el relincheo del caballo anunciando su cabalgata hizo a Odelia aferrarse al cuerpo nervioso del azabache, quien podía jurar que, si no fuera por los sollozos que ella soltaba mientras se desahogaba sobre su espalda, podría haber escuchado los fuertes latidos de su corazón golpear por ella.
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El azote de la puerta abriéndose sobresalto a todos los presentes que se encontraban junto al señor Baumeister en su habitación. Los pasos de Odelia subiendo las escaleras hizo reaccionar a Marie para abrirle la puerta y hablar con ella antes de entrar a ver a su padre.
—¿Cómo está papá? —preguntó Odelia agitada siendo seguida por Levi, quien conectó su mirada con la rubia, preocupados por la reacción que tendría Odelia sobre su padre.
—Es lo que te dije en la carta... Solo queda esperar hasta la primavera —respondió con la voz rasposa Marie—. Lo siento, Odelia, él...
Odelia no permitió a su hermana finalizar, tomándola por los hombros y dirigiendo su mirada decidida hasta ella, sabiendo lo que debía hacer por su padre.
—¿Aún están los Inocencio en casa?
—S-sí, ellos no han querido separarse de papá en todo este tiempo.
Con ello, Odelia caminó hacia la entrada de la habitación, encontrándose con sus padre sobre la cama, su madre cuidando y cambiando toallas para su esposo y los señores Inocencio buscando la forma en cómo calmar a la señora Baumeister.
—¡Odelia! ¡Ya era tiempo de que llegaras, niña ingrata! —reclamó su madre sin aún detenerse de girar en toda la habitación—. ¡Desde que te fuiste, tu padre ha estado solo agonizando tras tu partida, y tú decides aparecerte no después de meses de la carta que Marie te envió!
—Madre, ahora no hay tiempo para reclamos. Arreglen sus cosas. Iremos a un lugar que le prometí a mi padre.
—¡Mocosa insolente! ¡¿Sabes la hora que es?! ¡Es más de la media noche, no viajaremos a ningún lado solo por tu capricho! —comenzó a perseguir la señora Baumeister a Odelia por toda la habitación.
—¡Rose! —llamó harto el señor Baumeister a su esposa, asustándola por llamarla por su nombre—. Querida, por favor, hazle caso a Oda y permítanos viajar aunque sea solo una vez. La verdad, lo único que me enferma es estar dentro de esta maldita casa.
—¡Oh, señor Baumeister! Pero...
—Mamá —llamó esta vez Marie tomando de la mano a su progenitora—, por favor, solo esta vez.
Con un suspiro pesado, exclamó: —¡Jamás se compadecen de mí y mis pobres nervios! —con ello salió de la habitación para llamar a Nile y pedirle un carruaje.
—Nos alegra verla de nuevo, Odelia. Su padre nos ha hablado mucho de usted en estos días —saludó Carla a la castaña, quien sonrió como respuesta—.
—Me alegro de verlos bien —correspondió Odelia, despidiéndose de ellos cuando salieron de la habitación—.
—Querida —llamó el señor Baumeister con voz débil, acudiendo Odelia al llamado de su padre de inmediato—, ¿dónde quieres llevarme? ¿Acaso ya quieres deshacerte en el camino de este pobre viejo?
Odelia esbozó una sonrisa de diversión y besó la frente de su padre. —Para nada, mi señor, solo deseo de que disfrutes de tu vista añorada —sonrió para tomar la mano de su padre y apretarla con cariño—.
—Por cierto, ¿quién era el caballero de rostro apático que se asomó a la puerta? No quisiera ser descortés por no haberlo saludado, aunque tampoco es que me naciera hacerlo. Se ve que es un hombre muy orgulloso, ¿o tú qué piensas, Oda? —preguntó con una mueca.
La castaña soltó una carcajada. —Padre, si supieras lo amable que ha sido al traerme hasta aquí. Tuve un accidente en el camino y...
—¿Cómo? ¿Qué te ha pasado? —preguntó preocupado—.
—Me resbale al subir al caballo —mintió—, pero estoy muy bien, en el camino nos detuvimos para descansar a los caballos y Levi me llevó una tienda de té para revisar mis heridas.
—¿Cómo debería agradecer entonces su afable atención? —preguntó con voz divertida el mayor.
—Ya veré yo como arreglarmelas para agradecerle —sonrió Odelia depositando un beso en la mano de su padre, asustandose cuando un ataque de tos lo hacía removerse en la cama, dolido y cansado de estar enfermo.
—Mi querida Odelia, lamento no haberte ayudado a poder alejar tu maldición de ti, eres la persona más buena que conozco, y no mereces tener este gran peso sobre tus hombros —derramó lágrimas que fueron limpiadas por las manos de Odelia.
—Jamás será una maldición pertenecer a esta familia, ni mucho menos me duele ser tu hija. Es un honor haber compartido vida con alguien tan maravilloso y fuerte como tú. Así que, no te preocupes por mí, sabes que soy fuerte y podré salir de esto.
El golpe de la puerta hizo que su conversación terminara, mostrando a Nile y Levi en el umbral de la puerta y haciendo que ambos Baumeister se limpiaran el rastro de lágrimas.
—Ya están listos los carruajes, partiremos en cuanto lo decidan.
—Lo haremos ahora —respondieron al mismo tiempo.
Con la ayuda de ambos hombres, partieron hacia Shiganshina y fuera de las murallas. Odelia había decidido que el su padre conocería el mar, y deseaba que se emocionara tanto como lo hizo Armin horas atrás.
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El sonido del mar reaparecía de nuevo en sus oídos. Ahora, compartiendo aquella maravilla con las personas que creía que eran quienes merecían contemplar la vista hacia lo que creía que era la libertad. No obstante, un pregunta surgió dentro de ella...
—¿Hasta dónde llega nuestra libertad? —preguntó por lo bajo mientras observaba desde su caballo que ayudaban a descender al señor Baumeister hacia el mar—.
Sus ojos azules nublados por la edad parecían rejuvenecer con aquella maravilla que había soñado por tanto tiempo. A su lado, sus mejores amigos contemplaban el azul gigante que había esperado por ellos.
Entonces, este era el momento.
Inclinó su rostro hacia Kyklo, quien observó descender las lágrimas del rubio combinarse con las aguas cristalinas que mojaban sus pies.
—Perdón por no haber hecho nada para salvarte. Si yo hubiera actuado al respecto y no haberme portado como un cobarde...
—No habrías podido formar tu familia —intervino Kyklo tomando con su mano izquierda la mano derecha de Cardin, alzando la palma hacia su rostro y trazando con su dedo índice derecho la cicatriz que aún marcaba a su amigo—. ¡Mira! Aún sigue ahí —sonrió el pelimarrón.
Consternado, esbozó una sonrisa. —Y siempre lo estará —separó su agarre de la mano de Kyklo y cerró su puño dirigiéndolo con suavidad hasta su pecho, Kyklo siguió su ejemplo y, con la mano en sus corazones, regresaron su vista hacia el mar.
—Gracias por haberme salvado hace años. De no haber sido por creerme un idiota, no habría podido regresar junto a Carla... y poder formar una familia. No importa lo que pienses de ti, siempre estaré agradecido por todo el apoyo que me diste, incluso si no estuvimos juntos este tiempo. Tú... me ayudaste a obtener la libertad que tanto deseaba.
Aquellas palabras fueron las necesarias para que Cardin Baumeister pudiera sentirse en paz por sí mismo después de cuarenta años de tortura silenciosa.
Odelia aferraba sus uñas a sus puños, evitando mostrar alguna lágrima, ya había derramado muchas en ese día.
Con los colores del amanecer reflejándose en el mar, los cuatro sobrevivientes del evento de hace más de cuarenta años podía ser su reencuentro y, aún así, también una hermosa despedida.
Los restantes miembros de la familia Baumeister miraban con emoción aquel cuadro que sabían que era irrepetible, al saber de lo duro que sería para Kyklo un vez que llegara la primavera. Porque todos sabían que los milagros no duraban para siempre.
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Desde hace seis años, las pesadillas eran parte de su vida, reclamando una y otra vez lo débil que fue en aquella primera expedición.
—¡Aniki, sálvame! ¡Tengo mucho miedo! —la inmóvil cabeza de Isabel cobraba vida, mientras que los sollozos de miedo era solo lo que Levi podía escuchar entre la tormentosa lluvia de sangre que lo rodeaba.
Sin saber qué hacer, trató de dar un paso hacia adelante, siendo inútil su esfuerzo cuando lo único que hizo fue resbalar con el lodo de la tierra de aquel día, para después observar a su alrededor y notar un lugar distinto. Ya no estaba la cabeza de su querida Isabel reclamando, se encontraba solo, como siempre tuvo que vivir. Sin embargo, un olor putrefacto se encontraba en sus narices, donde el olor a sangre era mucho más fuerte que en las expediciones donde muchos de sus compañeros morían sin que él pudiera hacer algo al respecto.
Trató de enterrar sus dedos sobre la tierra, para encontrarse con una textura diferente. Y cuando pudo darse cuenta de que era una mano, soltó un gran grito de horror.
—¿Por qué...? ¿Por qué no me salvaste? ¡Soldado más fuerte de la humanidad! —escuchó la voz de Erwin resonar en su cabeza nuevamente, a la vez que cientos de manos de compañeros caídos luchaban por tomarlo, reclamando por su debilidad la muerte de ellos.
—¡Yo traté de salvarlos! ¡Nunca fue mi intención que murieran! —se cubrió con sus manos llenas de sangre su rostro, esperando porque todo desapareciera pronto.
Las manos de sus compañeros lo obligaron a verlos de nuevo, encontrándose con los ojos azules de Erwin mirándolo con odio.
—Debiste darme la inyección a mí. Ahora, todos los que amas morirán y no podrás hacer nada para detenerlo. Odelia morirá por tu debilidad y tú no podrás hacer nada al respecto.
En la lejanía podia observar el cuerpo de la chica que amaba dejándose desangrar observando horrorizado cientos de marcas en su cuerpo que ahora se encontraba frágil. Asustado, trató de correr en su dirección, siendo detenido por las demás manos para no salvarla.
—¡¡Odelia!! —despertó con su mano estirada y un grito ahogado.
Estaba cubierto por una capa de sudor, su respiración estaba agitada y sentía el corazón latirle con fuerza. Algunas lágrimas salieron de su cara, sintiéndose aliviado de ser una pesadilla.
Dirigió su mirada hasta la ventana, observando que aún era de noche y probablemente nadie estaría despierto.
Se levantó de su silla y caminó sin rumbo alguno hasta que sus pies se detuvieron nuevamente, preguntandose con lágrimas en los ojos por qué le pasaba eso a él. Sin darse cuenta, estaba en la azotea.
«Nuestra azotea» recordó cómo Odelia había nombrado su lugar para estar juntos cuando ella estaba ebria. Soltó una risa nasal y caminó hasta el barandal del lugar.
—Veo que sigues con eso de espiarme, ¿no es verdad? —escuchó una voz detrás de él que reconocía bastante bien.
Levi se giró para observarla y preguntarse la razón por la que siempre se encontraban, aunque nunca refutaria en ello.
—Más bien parece que eres tú la que nunca deja de seguirme. ¿Crees que tengo tiempo para cuidar a mocosas? —colocó una mano sobre su cadera en torno de burla.
—De nosotros dos, tú eres el que parece un niño a simple vista. ¿Qué dirán de mí cuando te vean a mi lado y piensen que soy tu hermana mayor o algo? Pensarán que soy mala por no cuidarte.
Mantuvieron el silencio por un rato y después se soltaron en carcajadas. Levi sonrió aún dirigiendo su mirada al suelo. Esta era la oportunidad que necesitaba para hablar con ella.
—Me alegra que podamos ser los mismos de antes —apretó sus puños y alzó su mirada gris hasta ella—. Necesito hablar sobre algo que me viene carcomiendo desde hace mucho tiempo. Sé que no nos llevamos muy bien en un principio, y también que tras la muerte de aquellos a los que consideraba mi familia fue un gran dolor para mí. Sin embargo, la ayuda de Erwin, Hange y Mike junto a ti fue un gran apoyo para esto —bajó la mirada al recordar a su compañeros caídos—. Y sé que hago mal al decir que, a pesar de que hemos perdido a muchos compañeros por buscar la libertad, una de la cosas que también me han mantenido fuerte es permanecer a tu lado para protegerte. No sólo es mi sentido Ackerman recayendo sobre mí para protegerte. Son... s-sentimientos los que me han hecho reconocer lo que siento. Y me alivia saber que no soy un simple escalón más para seguir en tu vida y que tú puedas encontrar la libertad. Ha-hace poco la hemos encontrado junto a tu familia, y es por eso que quiero preguntarte acerca de...
—¿Levi? ¿Qué haces aquí? —escuchó una voz tras de sí. Parpadeo varias veces antes de dirigirse a ella.
—¿Acaso lo soñe todo? —se preguntó Levi preocupado. Se giró para observar a una Odelia visiblemente molesta y cruzada de brazos esperando una explicación—. L-lo siento —respondió acercándose a ella y volvió a hablar mientras la observaba: llevaba una bata café muy larga y debajo un vestido para dormir blanco. Tragó y nervioso desvió su vista—, n-no podía dormir —observó de reojo cómo Odelia bajaba la cabeza también.
—Yo tampoco —respondió con voz suave la castaña. Levi sintió su cuerpo estemecerse cuando observó a Odelia bajar su mirada para subirla de nuevo de manera nerviosa.
—Odelia... sé que no debo entrometerme si tú no lo deseas pero... E-estoy muy preocupado por ti. Estos días has estado alejada de todos y tu carisma se ha esfumado —como lo vivió en su sueño, apretó los puños y cerró sus ojos con fuerza—. S-si hay algo en lo que necesites desahogarme, prometo que estaré para ti. D-después de todo, yo...
—Como tú lo has dicho, te estás entrometiendo en algo que no es para nada de tu incumbencia. Si es por la ayuda que me diste el día en que llevé a mi padre al mar, te prometo que te pagaré la ayuda —Levi negó repetidas veces que no era por ello—.
—Es que yo... S-siento que te estoy perdiendo —soltó Levi.
Abrió sus ojos para esperar una reacción, solo encontrándose con la mirada apagada de Odelia.
—¿Alguna vez fui de tu propiedad?
—N-no me refería a eso.
—¿Entonces a qué, Levi Ackerman? —el azabache bajó la mirada y se mantuvo en silencio, Odelia pasó de largo hasta él—. No me molestes —fue lo único que dijo.
En aquel momento, el pecho de Levi dolió como nunca lo había hecho antes. Sus manos temblaban y derramó una lágrima antes de erguirse y salir del lugar.
—Perdóname, no volverá a pasar.
Con el sonido de la puerta cerrándose, Odelia se giró abruptamente para darse cuenta de que estaba sola. Giró de nuevo y dirigió su mirada cristalizada hacia la Luna que estaba a media vista, comenzando a ser ocultada por una oscura nube que impedía ver a la Luna y que también cubría las lágrimas que Odelia derramaba en silencio.
Un fuerte dolor llegó a su cabeza con cientos de imágenes desconocidas pasando en menos de un segundo sobre su cabeza.
Con aquel insulto hacia Levi, sabía que permanentemente se había separado de las personas que amaba.
Aferró sus uñas al metal del barandal, dirigiendo su mirada llena de enojo y con un grito ahogado alzó su voz al cielo.
—¡¿Están contentos con esto, Eren, Erwin?! —se tomó de la cabeza con su respiración agitada—. T-todos se irán pronto... ¿estás contento, Eren? ¿Qué rayos significó lo de "eliminar a nuestros enemigos"?
—Hubo un cambio de planes —una voz detrás de ella la hizo sobresaltarse, encontrándose con Eren detrás de ella—. Lo siento, no quería asustarla. Solo quería hacerle saber que nada de lo que planeamos seguirá. Yo estoy seguro de lo que hago, no se entrometa y siga mis órdenes. Así, todos los que usted ama podrán salvarse...
—¿De qué hablas, Eren?
—Permítame mostrarselo —respondió el azabache mientras extendía su mano hacia Odelia quien, con lentitud, se acercó hacia la vista de sus terribles destinos.
—¿P-por qué...? ¡¿POR QUÉ?! —preguntó Odelia sin querer creerlo.
—Porque somos... Los hijos del Demonio.
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¡Hola! En primera, me gustaría agradecerle a yuidelia_arendell por su apoyo a la historia, aparte que me sugirió una vez leer el OVA de Erwin con Ocean Eyes de fondo y pues me lloré esa vez jajaja pero al pensarlo un poco (y como ya tenía escrito el capítulo), pues me pareció que vendría bien con el momento en que la Legión conociera el océano y pues... Ahí está el resultado, espero que les haya agradado y de verdad le agradezco mucho a yuidelia por su apoyo a la historia c':
Ahora, ¿qué les pareció el último capítulo? ¿Si creen que se separaron Oda y Levi? 😭 me gustaría saber lo que piensan y pues aaaaaaa súper emocionada también de que ya vamos a entrar en la temporada 4, al menos del anime, pero eso también significa que ya casi acabamoooos. Espero que me acompañen en esta recta final y muchísimas gracias a todos los que han llegado hasta aquí. También me preguntaba lo que opinan de si desean que suba los capítulos cada semana o quieren que los suelte de a poco cada capítulo, aunque eso significaría la garantía de que pueda que me tarde subiendo nuevos capítulos (hasta ahora ya escribí el capítulo 75) porque luego como que me bloqueo jajaja y a veces también como que me cuesta unir mis ideas con la historia, aunque en sí ya tengo todo planeado, solo que necesito integrar en varias escenas tanto a Odelia y los demás OCS con los personajes originales de la historia de Hajime, por lo que me gustaría saber su opinión e incluso si quieren darme alguna recomendación, será muy bien recibida uwu.
Ahora si me despido y nos vemos el domingo con el final del arco. Perdón por tanto texto jaja y cuídense mucho, lxs tqm. Gracias por todo 💗✨
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