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Capítulo 5

ODELIA

—¡Todos, atención! —Formamos filas entre todos mientras dirigíamos nuestra mirada al frente—. A partir de hoy, estos tres pelearán junto a nosotros. —Me divertían las poses que tenían aquellos tres, no les daba miedo nada, ni el mismísimo Shadis; aunque el único que mostraba respeto era el soldado Church, haciendo la misma pose de formación de nosotros pero de manera errónea—. ¡Ustedes! ¡Preséntense a todos!

En el ambiente se mostraba la tensión que había entre Levi y Erwin, su miradas neutras chocaban entre sí hasta que el de estatura menor rompió el contacto mirando hacia otro lugar hastiado.

—Soy Levi —habló—. 

Tuve que ahogar la carcajada que quería soltar porque todos en ese momento lo miraron sorprendidos mientras que Shadis lo miraba de mala manera.

—Levi... debemos enseñarte disciplina primero —habló Shadis mientras lo miraba de mala manera—. Siguiente.

La pelirroja dio un paso al frente con la cabeza en alto. De alguna manera me recordaba a mi hermana menor, Wanda.

—¡Isabel Magnolia! —Se presentó mientras su pulgar derecho apuntaba hacia ella saludando, bastante animada—. ¡Mucho gusto, cuento con ustedes!

El castaño claro llamó la atención al hacer su intento fallido del saludó militar.

—Farlan Church. Ese soy yo, un gusto.

No pude evitar soltar una pequeña risa que cubrí al instante con mi boca, al parecer nadie me escuchó. Mi suerte no duró mucho, el comandante me dio una mirada dura para luego dirigir su atención a otro.

—Flagon, estos tres estarán en tu escuadrón. Te harás cargo de ellos —sentenció el castaño oscuro.

Flagon, quien estaba a varios soldados de distancia de mí, miraba confundido al comandante.

—¿E-en mi escuadrón? —su voz se oía inconforme, estaba segura que el era uno de los que no quería que los tres se unieran, por lo que me contó Erwin antes.

—¿Alguna queja? —con aquel tono de voz, ni siquiera hubiera querido nacer para que el comandante me hablara así.

—N-no, pero pensé que irían con Erwin. —Le dedicó una mirada pesada al rubio que estaba a su lado, quien se mantenía estoico mirando al frente.

—Él está ocupado preparándose para la nueva expedición, por eso te encargo a los nuevos reclutas. ¿Entendido?

Tras la conversación que mantuvimos antes, Erwin se había presentado para discutir la postura que manteníamos de mantener a Levi y su equipo lo suficientemente alejados de Erwin si intentaran hacer algo contra él, por lo que el Comandante no se vió renuente a nuestra petición.

Respondió con su puño en el corazón, resignado:

—¡Sí! ¡Entendido! —en su postura se reflejaba su incomodidad, solo supe esbozar una sonrisa evitando reírme.

—¡Soldado Baumeister! ¡Al frente! —Iba a darlo, cuando el comandante me interrumpió—. La otra Baumeister. —Giré a donde estaba mi hermana y noté que ella había obedecido primero, por lo que se refería a mí, terminé dando mi golpe en el corazón mientras gritaba para contestar—. ¡Cien vueltas al castillo! ¡a ver si te sigues riendo cuando estés desmayada en el piso!

—¡Sí, señor! —fue lo único que supe decir en el momento tras recibir tal castigo.

—¡¿Vas a reírte desmayada?!

—¡N-no lo creo, señor! —no estaba respondiendo a eso, solo supe sonrojarme cuando todos estaban dirigiendo su mirada a mí.

—¡Doscientas vueltas más y empiezas ahora!

—¡Está bien, señor! —Rompí la formación comenzando a trotar mientras todos me seguían con la mirada en forma de burla, a excepción de Erwin y Marie.

Solo escuché el chasquido de lengua del pelinegro mientras pasaba por ahí para salir del lugar por lo que yo me giré a verlo con el ceño fruncido. Solté un chillido de enojo por mis tonterías cuando por fin estuve sola, ahora moriría corriendo.


Había pasado casi media hora, creo que llevaba al menos cuarenta vueltas cuando la voz de Erwin me llamó.

—Oda, necesito que vengas. —Comenzó a trotar a mi lado mientras yo corría, o casi caminaba también. Estaba demasiado cansada que incluso Erwin me ganaba caminando.

—N-no puedo —jadeaba cansada. Sentía mi garganta quemarse y como si la sangre subiera en ella hasta llegar a mi lengua—. Me faltan... doscientas sesenta vueltas...

Detuvo mi andar con su mano sobre mi hombro mientras que en su otra mano estaba una cantimplora llena de agua, mire con un brillo especial la botella.

—Hablaré con Shadis, puedes descansar.

Caí de rodillas al suelo exhausta mientras él me acercaba el contenido de agua a mí.

—¡Eres un sol! —exclamé con lágrimas en los ojos mientras tomaba un gran sorbo de agua sin importarme que el contenido se derramara por mi barbilla.

Erwin soltó una risa mientras seguía a mi lado esperando que me recuperara y comenzaba a comentarme lo que ocurría mientras nos dirigíamos a su oficina.

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—¡¿Cómo?! —exclamé sorprendida mientras miraba incrédula a Erwin—. ¡¿Cómo es que no le pudieron dar otra habitación?¡ ¡Fui yo quien la capturó aquel día! ¡Va a querer asesinarme!

Erwin masajeaba las esquinas de sus cejas mientras trataba de calmarme, me había dado a conocer que compartiría habitación junto con Isabel, la chica a la que había pateado y que mi superior había avergonzado a su aniki.

—Quise hablarlo pero no me permitieron una para ella sola. Además que eres la única que usa el cuarto sin nadie más porque ya no hay tantas soldados.

En eso tenía razón, a pesar de que fuimos un número de reclutas considerable, los hombres ganaban en cantidad, yo por golpe de suerte me quedé sola porque las habitaciones estaban llenas y no había necesidad de usar más, yo era alguien que sobraba —de manera irónica—.

—Entiendo —finalicé derrotada. No podía pelear a Erwin algo que estaba fuera de sus manos—. Bueno, al menos no estaré en el mismo escuadrón de aquellos tres. —Trataba de animar a mí misma mientras servía una taza de té al rubio.

—Sí, hablando de eso... —Me dirigió una mirada de preocupación, a lo que solté un suspiro de cansancio, no era posible que también estuviera con ellos. Miré de nuevo al rubio que bufó divertido mostrando ligeramente su hilera de dientes—. Era broma, quería ver cómo reaccionabas. Pero no, sí estarás en mi escuadrón, de eso no te preocupes.

Coloqué mis manos en mi cintura mostrando un poco de molestia pero luego solté una pequeña carcajada, a veces era fácil poder engañarme. Continuamos la mañana tratando de perfeccionar detalles para la pronta expedición además que Erwin saldría, poco después me retiré a mi habitación, tendría que llevarme bien con ella, después de todo, entre todos nos protegeremos de la siguiente expedición, ¿no?

Entré con sigilo asomando primero la cabeza por la puerta, noté que seguía vacía por lo que entré por completo a la habitación. Cerré la puerta tras de mí y solté un suspiro, fue ahí que recordé que aún no leía la carta que habían mandado antes.

Me acerqué rápidamente a mi cajón buscando entre mis cosas hasta al fin hallarla y comencé a leer entre líneas:

"Querida Oda:

Todos en casa estamos bien. La señora Lucas junto a su hija te mandan saludos cordiales para que sobrevivas a todas las misiones. La señora Gardiner me ha dicho que es más fácil poder conseguir marido ahí dentro, más te vale que así sea y que pronto tú y Marie regresen a casa emparejadas.

Nosotros estamos bien si eso deseas saber. Orlantha y Wanda han comprado muchos sombreros y listones para tu regreso y me gustaría hacerte petición de que regreses pronto para que puedas pasar un tiempo en familia con nosotros, no sabemos en cuánto tiempo llegue esta carta pero espero que sea pronto. Todos en casa las amamos y aunque no podamos viajar a ver tu primera expedición con lo tacaño que es tu padre, esperamos que tengas un viaje bueno y que pronto nos traigas algún recuerdo de tus expediciones.

Jo siempre se la pasa hablando de cosas que tú podrías ver en tus expediciones y los libros que te llevaste y que finalmente hablan acerca de la vegetación y esas cosas.

Tu padre desde tu partida se ha vuelto más huraño y grosero con todas sus niñas. No desea saber nada más que no sean noticias tuyas, por lo que te pido que contestes pronto. No puede tener más compasión de mis pobres nervios y un mensaje tuyo lo callará por completo.

Te escribo una sola hoja porque cobran por el número de estas para una carta, tú y Marie pueden compartir las cartas que les mandamos.

Con amor,

SEÑORA BAUMEISTER ".

Justo terminando de leer escuché un portazo. Giré a ver y me di cuenta que era ella, Isabel. Al verme su cara encendió enojo.

—¡¿Tú qué haces aquí?! —preguntó enojada.

«Respira diez veces, Oda» me dije a mí misma mientras guardaba la carta y me acercaba a ella a saludarla.

—Primero me gustaría presentarme. No nos conocimos en las mejores circunstancias y creo que sería bueno que empezáramos de nuevo. Mi nombre es Odelia Baumeister o puedes llamarme Oda, compartiremos de ahora en adelante habitación. Espero que nos llevemos bien.

Extendí mi mano en forma de saludo, su mirada se fue apaciguando pero no aceptó mi mano, por lo que la bajé poco a poco.

—De haber sabido que compartiría habitación contigo hubiera preferido quedarme con Levi-aniki. —«Espera, ¿qué? ¿Cuántos años se llevan de diferencia?» mi rostro había formado una mueca al escucharla—. Somos hermanos, tonta. —Rodó los ojos obvia mientras yo seguía analizando la situación, él no se había presentado con su apellido y eran muy diferentes.

—Ya veo, lo siento —fue lo único que pude decir, pero la situación seguía tensa—. Bueno, aquí hay siete camas para que elijas. Una es mía pero no hay problema en las demás porque estaremos solas. —Me senté sobre mi colchón mientras ella elegía cuál usar—. Tienes ojos muy bonitos —pude admitir. 

Mi padre me enseñó que ver las virtudes de otros, incluso las físicas porque podían hacernos tener mejor sentido de agrado por los demás.

—No hacía falta que lo dijeras. —Miró hacia otro lado molesta mientras un pequeño sonrojo se hacía presente en sus mejillas—. Gracias —musitó, yo solo pude corresponder con una ligera sonrisa.

Después de un rato eligió estar en la que estaba encima mío, yo estaba abajo a la derecha. Colocó lo poco que tenía sobre su cama y comenzó a acomodar las sábanas y colchas.

—¿Nerviosa por la expedición? —pregunté mientras leía un libro, no quería que hubiera mala relación entre nosotras pero no escuché respuesta por su parte.

Un poco desesperada decidí subir las escaleras de la litera para verla, estaba dormida. Esbocé una pequeña sonrisa acompañado de un suspiro conmovida, era como ver a mis hermanas pequeñas en ella. Con los movimientos que podía hacer, alcé lo más posible la sábana para que se cubriera bien, de seguro estaba exhausta de todo lo que había vivido en pocos días, y qué decir de lo que haya tenido que vivir abajo con los demás.

Esperé hasta que fuera la hora de la cena para despertarla; por mientras, escribía mi respuesta a mis familiares deseando que se encontraran bien y que no buscaría una pareja por ahora. No pensaba hablarles de mi objetivo de casar a Erwin con mi hermana mayor; ella tendría que hacerlo si así lo deseaba, finalmente, si ellos dos se querían debían luchar por ello. Aunque me causaba gracia pensar en la reacción de mi madre si le contaba sobre esto.

Sonaron la campana para la cena, la pelirroja se despertó asustada y con un hilo de baba colgando de su boca. Sonreí y me levanté de mi asiento para dirigirme a ella.

—Tranquila, es la campana para ir a cenar, ¿quieres ir? —pregunté mientras ella bajaba las escaleras para quedar frente a mí.

—Está bien... —respondió algo cohibida y con una sonrisa proveniente de mí, nos dirigimos al comedor.

Caminamos en silencio, no la obligaría a entablar conversación si no lo quería ella. No fue incómodo para mí pero al verla de reojo me di cuenta que para la pelirroja sí. Me alejé un poco para darle su espacio personal y cuando llegamos estaban los dos amigos de la Isabel.

»¡Aniki! —saludó emocionada al azabache mientras se dirigía a los dos jóvenes. Sabía que era su momento de que estuvieran solos por lo que decidí no unirme a ellos, aunque dudo que quisieran eso y yo tampoco tenía ganas de estar con ellos, mucho menos con la mirada tan profunda que el más bajo me dirigía, incluso podía admitir con enojo que el nervio se instaló dentro de mí al intentar mantenerle la mirada.

Busqué con la mirada a mi hermana pero caí en cuenta de que probablemente estaría con el rubio. Solté una pequeña risa y rápidamente comí para luego dirigirme a la azotea del lugar junto con el libro que estaba leyendo. Sin embargo, no pude evitar contemplar por un buen rato la luna para después regresar a la página que estaba leyendo. Escuché un ruido de alguien entrando, me quedé en mi lugar pues nadie podría ver que estaba ahí.

Asomé un poco curiosa para ver quién era, no era ni más ni menos que aquel azabache, su vista estaba dirigida a aquel gran faro de luz blanca, quise acercarme pero él notó mi presencia primero, dando una posición de ataque contra mí.

—¿Estabas espiando, mocosa? —Sentí algo extraño revolverse en mi ser al escuchar su voz por lo que no pude contestar—. Contesta, ¿el cejotas te mandó aquí para espiarme?

No pude evitar fruncir mi ceño al escuchar aquella expresión para su superior.

—Oye enano, ten más respeto a tus superiores. Recuerda que nosotros te sacamos de esa peste en la que vivías. —Me crucé de brazos mientras me acercaba para quedar a una distancia de al menos un metro.

Chasqueó la lengua mientras se preparaba para contestar:

—No tengo nada que agradecerles a escorias como tú. —Pasó a mi lado mientras chocamos brazos. Ese hombre trataba de hacerme enojar—. Dile a Erwin que si no quiere que no mate a uno de sus subordinados que no me estén espiando.

—Ni quién quiera espiar a un enano gruñón —hablé bajo pero lo suficiente para que me escuchara. Detuvo su paso y se giró hacia mí con el rostro arrugado del enojo, había dado en su punto.

—Repite eso de nuevo.

Ahora yo choqué su brazo con mi codo antes de cruzar el umbral de la puerta.

—Ya escuchaste, ¿o eres tan enano que no alcanzas a escuchar lo de arriba? Puedes ponerte de puntas para pelear o para escucharme. Haz lo que quieras, la verdad es que no me interesa pelear.

No supe si me haya dicho algo pero salí de aquel lugar victoriosa y una sonrisa de mi parte salió a la luz.

Iba a medio camino hacia mi cuarto hasta que recordé algo: olvidé mi libro en la azotea. Di un golpe en mi frente, ¿ahora cómo tendría las agallas para volverlo a encarar? Con grandes zancadas dirigí mis pasos de nuevo esperando no encontrarlo ahí. Suspiré al cerciorarme que no era así; me acerqué a donde estaba antes leyendo y me di cuenta que el libro ya no estaba.

—Odelia, si serás tonta —me dije cerrando tras de mí la puerta de madera regresando resignada a mi habitación.

Me tumbé en mi cama algo somnolienta, miré a mi alrededor buscando en qué emplear mi tiempo, aún era temprano para dormir.

Escuché la manija de la puerta abrirse y un rojo cabello sobresalió entrando a la habitación seguida de aquellos bonitos orbes verdes que tenía. Me sobresalté un poco al pensar que ella podía saber lo que pasó entre su amigo enano y yo.

—Buenas noches —saludó completamente seria mientras subía a su cama.

—Buenas noches —correspondí el saludo con un leve asentimiento de cabeza. Volví a tratar de conciliar el sueño hasta que dirigí mi mirada a la chica que ahora estaba de cabeza mirándome fijamente colgando de cabeza—. ¿Pasa algo? —titubeé nerviosa de que quisiera pelear.

—No, solo que se me hace raro que hayas estado en el mismo cuarto que yo y no estuvieras enojada por eso, ¿el cejotas te obligó a hacerlo? —finalizó cuando estaba por completo sobre su cama.

—Uno, no es cejotas, es el capitán Erwin Smith. Y dos, no me obligó a nada; solo trataba de ser amable. No quiero empezar mal con ustedes tres —susurré lo último sin saber si ella lo habría escuchado o no.

Ella soltó un quejido y volvió a acostarse en su cama, resople y dirigí mi vista la madera de la litera que me cubría.

—Nadie ha sido así de amable desde que llegamos —dijo levemente. Curiosa, me levanté de mi postura y asomé un poco la cabeza para poder verla. Se veía un semblante apagado, no era la misma chica que en la mañana, giró su cabeza para notar mi presencia y volvió a observar detenidamente sus manos que jugaban con la tela de las sábanas—. Lo que quiero decir es... ¿gracias?

—No hay de qué. —Me sentí un poco emocionada al escucharla ser sincera. Me reincorporé en mi cama descansando mi cabeza sobre las palmas de mis manos—. Es bueno poder cambiar por completo de aires. ¿Cómo te sientes? Ya sabes... ahora que estás en la superficie.

—Creo que todo tiene sus pros y contras, mientras esté con Levi-aniki y Farlan todo será genial —me alegré de poder escucharla un poco más animada, haciendo que también me contagiara ese ánimo—. Oye, ¿puedo preguntarte algo más?

—Mjm.

—¿Por qué estás siendo amable?

Me tomó por sorpresa su pregunta, realmente no supe qué contestarle puesto que ni yo sabía realmente bien mi forma de actuar. Comencé a mover mis dedos con nerviosismo.

—En realidad no lo sé. Creo que me recuerdas a mis hermanas menores. —Solté un suspiro acompañado de mis palabras—. Son las dos menores y más carismáticas de la familia.

No escuché respuesta de su parte. Me levanté de mi cama y me dirigí al baño, quería un momento a solas porque no lo tendría en bastante tiempo.

—Por cierto. —Dirigí mi cabeza hacia la pelirroja, su cara era bastante seria a como la conocía, ¿qué podría estar pensando ahora?—. Aniki me dijo que te lo diera. —Sacó de su chaqueta el libro que antes perdí—. Y me mandó a decir que para la siguiente vez que te viera espiándolo lo ibas a lamentar. Aunque no entiendo por qué dijo eso.

Me acerqué a ella para tomar el libro, extendió su mano y tras tomar el escrito, su semblante animado volvió a su pequeño rostro, contagiandome su carisma, ¿debía decirle lo ocurrido?

—Me lo encontré en el techo hace rato y pensó que lo estaba siguiendo —declaré sosteniendo su mirada jade. Sabía que si quería llevarme bien con ella, debía ser sincera y tener una buena comunicación—. Pero nos hemos cruzado malas palabras y le dije que era un enano gruñón.

Por un momento pensé que me daría una patada pero en vez de ello soltó una ligera carcajada, se levantó de su colchón dejando los pies columpiados en el aire. ¿De verdad una persona podía ser así de inocente en este horrible mundo? No puedo imaginarme cuánto habrá pasado allá abajo.

—Levi-aniki suele ser muy intimidante pero es un buen tipo. —Continuó mirando al suelo, quizás verificando la distancia entre el suelo y ella—. Farlan y él me ayudaron cuando me buscaban algunos cerdos por haber querido cruzar la escalera número once. ¡Solo quería ayudar al pajarito a volar de vuelta a su hogar! ¡¿De verdad era malo querer cruzar solo por ello?! —Sus mejillas se hincharon haciendo un puchero colocándose de un color como el de su cabello mientras extendía los brazos molesta para volver a cruzarlos sobre su pecho.

Solté una carcajada al ver su estado y ella me miró confundida.

—Tienes razón, no había ninguna necesidad de llegar a castigarte por hacer algo humanitario —hablé dejando el libro sobre mi cama mientras tomaba asiento en la litera que estaba frente a ella.

—En fin, la cosa es que cuando los encontré no nos hemos separado nunca y jamás lo haremos. Nuestro sueño es quedarnos aquí arriba, ¡me emociona poder ver el cielo despejado! ¿¡Lo has visto alguna vez?!

Negué con la cabeza mientras me acomodaba en la cama para contestar:

—Al igual que ustedes, será mi primera exploración fuera de las murallas, también estoy emocionada. —Sonreí pensando también en cómo sería todo allá afuera—. Mi padre me había enseñado a través de libros que extrañamente le permitieron quedarse, y me explicaba acerca de un gran lago salado llamado mar y arenas blancas como la leche. En lo personal, me gustan mucho las flores, por lo que mi sueño es poder conocer todas las que rodean el mundo.

Ella me miró con un brillo en los ojos por cada cosa que describía mientras yo gustosa le mostraba lo que contenía mi libro. Finalmente, nos habíamos acomodado sobre mi cama para ver ambas el libro.

—¿Por qué solo están estas cosas? —Señaló las letras, me pregunto si no sabía leer.

—Bueno, esas son letras que formulan las palabras —respondí señalando las palabras con las que describí lo que había más allá de las murallas—. Si no es indiscreción, tú... ¿no sabes leer?

Ella negó con la cabeza un poco sonrojada y giró su cabeza hacia otro lado, probablemente molesta.

—No le veo nada bueno a eso, prefiero los dibujos. ¡Dudo que sirva de algo aprender a leer! ¿De qué me servirá leer si no me ayuda a matar a los titanes!

Cruzó sus piernas recargando sus codos sobre sus rodillas y colocando su mentón sobre los puños de sus manos, instintivamente posé mi mano sobre su cabeza y acaricie un poco su melena roja, ella me miró un poco confundida y volvió su vista al libro.

—Recuerda que la literatura es siempre una expedición a la verdad. La lectura nos regala mucha compañía, libertad para ser de otra manera y ser más. Recuerda que aunque estemos encerrados en estas murallas y no podamos viajar más allá de lo que queramos, los libros son nuestra liberación a lo que no podemos tener ahora; libertad absoluta. Y estoy segura que pronto la tendremos.

Isabel dirigió su mirada hacia mí y con una sonrisa asintió dirigiendo su mirada de nuevo al libro.

—Entonces, ¿podrías enseñarme a leer?

Solté una gran sonrisa emocionada y afirmé con mi cabeza varias veces para volverla a mirar.

—Con mucho gusto. Aún falta para la siguiente expedición, pero verás que será como en los libros e incluso mucho mejor.

Y así fue como nos quedamos desveladas mientras le enseñaba un poco de lo que recordaba a cómo mi padre me había enseñado a leer. Nos quedamos en mi cama y ella se quedó dormida primero, acaricie su cabeza enternecida por lo mucho que podía dormir.

»Crece bien, pequeña.

🌸
Siempre trato de subir los capítulos a las 12:12 xd
Espero que les haya gustado este capítulo, nos vemos el viernes, cuídense. ♡

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