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Capítulo 29

Desde que tenía memoria, su familia siempre la trataba mal a pesar de ser la que cuidaba de sus hermanos y abuelos, había aprendido que todo lo malo que pasaba era por su culpa, esta no era la excepción, por su culpa, su capitana estaba debatiéndose entre la vida y la muerte.

Abrió con pesadez los ojos, un fuerte mareo la obligó a mantenerse tirada sobre los arbustos, tratando de recuperarse. Fue entonces que recordó todo lo que había sucedido y su impertinencia por querer ayudar a sus compañeros, a dos en especial.

—¿Q-qué ha pasado? —se preguntó a sí misma levantándose poco a poco y buscar con la mirada teñida de rojo a su superior.

Fue entonces que la encontró ahí, tendida sobre un árbol con varias heridas en su rostro y sorprendentemente, una rama se había enterrado sobre encima de su codo manchando su ropa de sangre.

Cubrió su boca tratando de no gritar. Se acercó rápidamente hacia ella, era peligroso sacar aquella rama de su cuerpo, pero también podía infectarse si no se apresuraban.

»¡Capitana Odelia! ¡Despierte! —sacudió levemente la pelicobre tratando de despertar a la chica.

—Padre... iremos a ver las flores cuando no existan las murallas —deliraba la castaña, Artis colocó su mano sobre la frente de la chica, comenzaba a sudar.

—La sacaré de aquí, lo prometo —tomó el cuerpo de la chica para colocándolo sobre ella, pero el peso de la mayor la hizo tambalearse hasta caer, fue ahí que se dio cuenta que se había lastimado la pierna también.

Chasqueó la lengua molesta y tomó una vez más el cuerpo de la castaña, que se había quedado tendida en el suelo, pero el ruido de lo que parecía ser un grito volvió a desconcertarla, algo malo estaba pasando. El suelo comenzó a temblar, a lo lejos se avecinaba una horda de titanes hacia ellas.

Colocó los ganchos sobre uno de los árboles y tomando a su superior del pie fue que pudo subirla junto con ella. Sus ojos se abrieron de la sorpresa al ver cómo los titanes las ignoraban, debía saber lo que estaba ocurriendo, pero también debían salvarse.

El lugar dejó temblar cuando los titanes se alejaron, fue entonces que comenzó a recordar dónde se supone que se verían con el comandante Smith. Colocó sobre su hombro el cuerpo desmayado de la chica.

Su cuerpo se detuvo de golpe al ver la horrorosa escena: los titanes devoraban el cuerpo de la que parecía ser la titán hembra.

Pasó de lado y observó a lo lejos a la formación alejándose, de haber tenido alguna bengala la habría lanzado, pero tras la caída había perdido a su caballo. A lo lejos observó a sus tres compañeros, soltó una lágrima al observar el semblante que tenían, estaba segura de que la odiarían si regresaba con ellos viva. Pero debía hacer que Odelia viviera.

—¡Comandante! —llamó una voz que el rubio no supo reconocer ni localizar, observó a su alrededor confundido y se dirigió a Hange, ambos comenzaron a buscar con la mirada hasta encontrarse con Artis siguiendoles el paso, traía consigo a su querida amiga.

—¡Capitana, Artis! —sollozó Ondine al observar también a las dos chicas.

Connor y Samuel se dirigieron hacia ellas, ahora podía estar tranquila.

—Colóquela junto a los heridos —ordenó Erwin desde su caballo al soldado Jackson—. Soldado ¿cómo es que...?

—Fue mi culpa —susurró Artis sentándose en su caballo—. Comandante, si le parece bien, presentaré mi renuncia en cuanto lleguemos, creo que soy una carga para la Legión.

Ondine y Connor la observaron en silencio dolidos.

—Eso podrá hablarlo con su capitana. Pero por ahora, le pediré que ayudes al capitán Levi, ahora mismo está solo. Se ha ido por municiones, lo encontrarás ahí.

—Enseguida iré, señor. Cuiden de la capitana por favor —se despidió surcando entre los árboles.

A lo lejos escuchó el rugido del titán de Eren, suspiró pensando en alguna razón para que se hubiera transformado y le asustaban las opciones que albergaban su mente.

Volvió a usar su equipo tridimensional acercándose al lugar, estaba aún lejos de él, tendría que apurarse para seguirle el paso a él y sus compañeros del otro escuadrón.

Observó algo colgante a lo lejos, se preguntaba qué podía ser hasta notar que... era Gunther Schultz quien colgaba de ahí con el cuello cortado. Aquello había sido causado por alguien, sin embargo, ¿por quién? ¿Era posible que hubiera algún enemigo entre ellos? Imposible.

Siguió andando, tratando de mantener la calma, pero con el panorama que se avecinaba sería imposible. Eld Gin, solo se encontraba la parte superior de su cuerpo.

Auruo Brossard, aquel chico de gran compromiso hacia sus compañeros y amigos y quien se había vuelto alguien importante en su vida, yacía frente a ella inerte, sin expresión alguna más que dolor de sus últimos momentos. Y Petra Ral, aquella chica de ojos vivaces mostraba el vacío en ellos.

Se acercó con pesadez hasta el cuerpo del rubio, cayó al suelo con lágrimas en los ojos, habían muerto por su culpa. De no haber desobedecido las órdenes de Odelia, nada de eso habría pasado. Si no era así, hubiera deseado morir junto a ellos luchando, ahora todos se habían ido, se encontraba sola nuevamente.

Cerró con delicadeza los ojos de aquel chico, aquellos ojos grandes y vivaces que escondía tras querer imitar a su superior, dejaron de mirar a la nada tras su toque.

A lo lejos llegó el capitán Levi, quien también observó la escena con dolor e impotencia, ¿hasta cuándo dejaría de perder a las personas que le importaban?

Colocó una mano sobre la espalda de la chica, se sobresaltó al sentir la presencia de alguien detrás ella y ahora la veía llorar. Limpió sus lágrimas antes de levantarse y continuar. Vengaría la muerte de sus amigos.

Ambos alzaron vuelo sobre los árboles, colocándose, no sin antes dirigir Levi una última mirada a cada miembro de su escuadrón, era su despedida. Habían hecho mucho en todo este tiempo y ahora se despedían en una dolorosa reunión sin palabras.

El silencio era lúgubre entre ellos, el sonido del gas impulsandolos a seguir y el aire golpeando entre las hojas de los árboles hacían compañía en el dolor que albergaba sus corazones.

A lo lejos encontraron la figura de una soldado, Levi la reconocía bien y sabía por qué estaba ahí. Detuvo a la chica que estaba a su lado cuando la vio a punto de atacarla.

—Ella es la protectora de Eren, está con nosotros. Mira más adelante y abajo —ordenó Levi.

Entre su mirada borrosa divisó la gigante silueta de la titán hembra, se alejaba de ellos, bajó su mirada como lo había ordenado el ojigris encontrándose con el cuerpo fundido de Eren.

—¿Qué hacemos ahora? —preguntó Artis siguiéndole el paso a su superior.

No le contestó al ir a tomar la pelinegra de la cintura, deteniéndola de perseguir a la titán.

—Retírate por el momento —ordenó el azabache a la otra chica que no conocía—. La seguiremos manteniendo nuestra distancia. Al parecer está bastante exhausta, su velocidad se ha reducido considerablemente —señaló Levi—. La nuca del titán de Eren fue mordida completamente. ¿Está muerto?

—Eren está vivo, señor —respondió con la mirada asesina sobre el mayor para luego dirigirse de nuevo hacia adelante—. El blanco parece poseer cierta inteligencia, y su objetivo fue secuestrar a Eren. Si lo hubiera querido asesinar, pudo haberlo simplemente aplastado. En cambio, el objetivo intencionalmente lo almacena en su boca y está tratando de escapar con él.

—Entonces estuvo tratando de devorar a Eren después de todo —concluyó el azabache—. En ese caso, él se encuentra en su estómago en este instante, lo que significa que está muerto.

—Él está vivo —espetó molesta la azabache.

—Eso espero...

—En primer lugar, si hubieras realizado bien tu tarea de proteger correctamente a Eren, esto no hubiera sucedido.

Artis no sabía qué decir, esta era una pelea entre ambos soldados, ella sobraba.

—Capitán, si le parece bien, ayudaré a recuperar los cuerpos de los demás soldados, dido que necesite de mi ayuda aquí y tampoco creo poder apoyar en mucho.

Levi solo asintió, dejó de seguirles el paso a ellos y regresó de donde venia.

Aterrizó junto al cuerpo de Petra, sollozó en silencio mientras susurraba en voz baja repetidamente un "lo siento" para sus compañeros caídos. En silencio prometió que ayudaría a que sus muertes dieran significado.

Miró por última vez el rostro de Auruo antes de llamar por apoyo para llevarlos de regreso a las murallas. Debían apresurarse.

No podía evitar sentirse culpable de lo que sucedió, ahora entendía la preocupación continua de Odelia hacia ellos, era como una hermana mayor y madre, se arrepentía profundamente a cómo las cosas habían llegado.

Aún recordaba aquella noche, después del primer entrenamiento junto a los soldados del escuadrón de operaciones especiales. Había encontrado un dibujo que su hermano menor había hecho sobre ella y sus demás hermanos, con sólo recordarlos se había puesto a llorar desconsoladamente. Cuando notó la presencia de alguien frente a ella ya era demasiado tarde para ocultar sus sentimientos, en vez de recibir una risa o algo por el estilo, sintió cómo su cabello se despeinaba, frente a ella se encontraba un Auruo adolorido, pero tratando de consolarla. Aquel acto que jamás le habían mostrado, fue suficiente para ella para comenzar a sentir cariño por aquel orgullo soldado, en el fondo sabía que él no era lo que aparentaba y hubiera deseado descubrirlo, pero las circunstancias parecían jamás ceder ante ella.

Continuó su camino, llorando en silencio la ausencia eterna de aquellos chicos que jamás olvidaría.

Pronto encontró la ayuda y dirigió a los demás soldados hasta donde estaba ella, pondrían sobre las carretas los cuerpos de los soldados asesinados y lo que pudo recuperarse de algunos.

—¡Artis! —a ella se acercaron Connor, Ondine y Samuel para abrazarla, la habían perdido de vista nuevamente y temían lo peor, pero ahora podían estar tranquilos.

—Chicos... lamento que todo se haya arruinado por mi culpa —confesó Artis abrazando sus codos.

—¿Artis, de qué hablas? Nada de esto fue culpa tuya —habló Ondine tratando de consolarla—. Todo esto fue por culpa de esa gigante, tú no...

—¡Y-yo decidí enfrentarme a la titán hembra cuando la capitana había dicho que no!

—Artis... —llamó Samuel—. Nosotros estamos aquí para proteger a Eren, ¿no? Este era nuestro propósito, no te sientas mal de haber hecho tu trabajo.

—Deberíamos ir a descansar, pero antes, ¿tienes alguna herida? —preguntó Connor inspeccionando a la chica—. ¿Eh? ¿Estás bien?

Artis había comenzado a llorar de nuevo, le aliviaba la compasión que sus compañeros le tenían a ella. Auruo no sería el único que apoyarla, y ahora lo comprendía.

—Sí, estoy bien —sonrió levemente entre sus lágrimas, algo que sorprendió a sus demás compañeros, jamás la habían visto llorar o sonreír.

—Bien, vamos a casa —la tomó Ondine de la mano para llevarla—. Puedes ir en mi caballo.

A lo lejos observaron cómo algunos soldados discutían con el comandante y con Levi.

Del otro lado se encontraban los cuerpos de los fallecidos, se separó de los chicos comenzando a avanzar hacia allá, buscando el cuerpo del rubio oscuro. Lo reconocía bien aunque era difícil verlo, reconocía aquella mano que la apoyó repetidas veces, era la misma donde se mordió para mostrar sus disculpas hacia Eren. La tomó una última vez, estaba fría, no era aquella mano cálida y alentadora, no podía reconocerla.

—Artis, es hora de irnos —llamó Connor, colocando una mano sobre su hombro.

—Connor... no puedo evitar sentir la culpa, sus muertes seguirán en mí hasta que muera.

—Sabes... no creo que él haya querido que siguieras así, da sentido a su muerte viviendo, consigamos la libertad por la que ellos luchaban. Él habría querido eso.

Alzó su cabeza para verlo, tenía razón, él habría querido continuar luchando, entonces ella también lo haría.

—Esto no se quedará así. Lo prometo —susurró antes de depositar un casto beso en la marca de aquella mano.

Lentamente se levantó de su lugar y comenzó a andar junto a sus compañeros. Era hora de regresar a casa.

Subieron a los caballos y comenzaron a andar una vez que todos los heridos y los cuerpos estuvieron dentro de las carretas.

El camino fue silencioso, habían sido derrotados, una vez más, les confirmaban el poco conocimiento que tenían acerca de los titanes y de la crueldad de la humanidad.

—¡Titanes! —gritó un soldado alertando del peligro.

Todos miraron hacia atrás, preocupados de lo que podía ocurrir. A unos metros de ellos estaban aquellos soldados que ahora uno de ellos cargaba con un cuerpo en su espalda. Una bengala roja fue lanzada para avisar el avistamientos de los dos titanes.

—¡Sigan a máxima velocidad! —ordenó Erwin desde el frente de la formación.

—No veo cerca un árbol o edificio —observó Levi, a su lado izquierdo—. Pelear desde aquí sería difícil.

—Lo más conveniente es correr hacia los muros —sugirió el rubio.

Desde la retaguardia, Artis tenía una visión perfecta de lo que ocurría: uno de los titanes había tomado al soldado y el cuerpo que habían tratado de recuperar nuevamente se estaba perdiendo. Dieter, uno de los soldados, corrió en ayuda de su compañero que se encontraba en manos del titán.

Artis deseaba ir en su ayuda, Ondine se dio cuenta de ello y la detuvo, seria difícil poder pelear y si lo hacían, era probable que perderían.

Desde la lejanía también comenzaban a acercarse más titanes, si no hacían algo rápido habrían más muertes. La pelicobre retomó su vista hacia el soldado que peleaba, su amigo había sido comido y ahora él era la siguiente presa, de no haber sido por la ayuda de la soldado que hace rato había conocido junto al capitán Levi, habría tenido el mismo destino que su compañero.

—¡Esto es malo! ¡Nos están alcanzando! —gritaron desde las carretas que traían los cadáveres, Artis fijó su atención en ellos— ¡Me lanzaré hacia atrás! ¡Mientras llamo su atención...!

—Ni lo intenten —intervino el capitán Levi—. En vez de eso, tiren los cuerpos. O nos alcanzarán.

La respiración de Artis se entrecortó al escuchar esa orden, debía impedirlo. Nuevamente, Ondine le impidió salirse de su lugar.

—No hay nada que podamos hacer —habló Ondine.

—¡Podemos pelear! ¡Si nos apresuramos podremos ganar tiempo! —gritó Artis inestable.

—Artis, confía en mí —pidió la morena fijando su vista sobre ella y girarse nuevamente a ver hacia el frente.

Artis jadeó sin saber qué decirle, decidió confiar en ella, sin embargo, las lágrimas volvieron a brotar al retomar su atención en la conversación de aquellos tres.

—¿Haremos eso? ¡¿En verdad haremos eso?! —preguntó uno de los soldados mientras sostenía los cuerpos.

—¡¿Qué otra opción tenemos?!

Bajaron la compuerta de la carreta, donde comenzaron a rodar los cuerpos de los soldados, entre ellos el escuadrón de Levi.

La pelicobre observo una última vez el cuerpo de Auruo y sus compañeros, escuchó el golpe seco que provocaban al caer al suelo a los pies del titán, reprimió sus gritos y volvió a llorar, jamás volvería a verlos.

Pegó su frente a la espalda de su compañera, sus lágrimas comenzaron mojar la capa que la cubría, Ondine sabía lo que sentía por todos sus compañeros, a ella también le dolía despedirse de sus compañeros. Apretó su agarre a las riendas de su caballo, conteniendo las lágrimas.

Hicieron algunas paradas, pro finalmente llegaron hasta el distrito Karanesse, la luz del atardecer era la única sensación cálida que tenían de aquella fallida expedición.

En cuanto entraron a la muralla, los murmullos de la gente que esperaba el regreso de la Legión no se hizo esperar. Algunos eran familiares de los soldados, algunos regresaban con vida, otros no.

—¡Capitán Levi! —llamó una voz masculina frente al nombrado, colocándose a su lado— Mi hija está en su escuadrón. Soy el padre de Petra. Tengo que decirle algo antes de que mi hija me vea. Verá, me envió una carta. Dice que sus habilidades fueron reconocidas y trabaja para usted y que tenía la intención de darle toda su lealtad. Bueno, supongo que está muy feliz, teniendo en cuenta cómo me siento yo —soltó una risa nerviosa antes de continuar hablando—. Pero verá, como su padre... creo que es muy pronto para que se case. Sigue siendo muy joven y tiene una vida por delante...

Artis bajó del caballo de Ondine, escuchando que su compañera la llamaba para que regresara junto a ella. Caminó hasta donde estaban ambos hombres, sentía la necesidad de informarle lo que había ocurrido. Cortó el escudo de su chaqueta ante de llegar junto a señor.

—Señor Ral —llamó Artis tomando lugar a su lado, el padre de la soldado la miró con sorpresa y atención, esperando a que hablara, la pelicobre tomó la mano del señor y colocó el escudo, sabía que Levi le había dado aquel escudo al soldado Dieter—. Solo pudimos recuperar esto de su hija, lo siento mucho. Ayudó a la humanidad a seguir su camino.

No sé escucho nada por parte del señor, detuvo su paso y Artis también, dirigió una última mirada al capitán Levi, ella se encargaría.

El hombre cayó de rodillas al suelo, apretando sobre su pecho el escudo entregado, las lágrimas mojaban los zapatos de Artis, quien se encontraba frente a él, se agachó a la misma altura del hombre, envolviendolo en un abrazo, ambos sollozaban las pérdidas.

—No me sirve de nada que haya ayudado a la humanidad, ¿a mí quién me ayudará? —sollozó el padre de Petra.

Estuvieron así por un rato, hasta que ambos se levantaron para que la pelicobre siguiera su camino.

—Señor, le prometo que la muerte de su hija no será en vano —colocó su puño derecho sobre su pecho, comenzó a caminar de vuelta a los soldados, seria difícil el camino de regreso a casa lleno de reproches e insultos por parte de los ciudadanos. Pronto tendría que lidiar con los demás familiares de aquel grupo élite.

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Tocaron a su puerta, de ella entró Ondine con un plato de comida, no tenía apetito para hacerlo.

—Te traje comida —señaló la morena a su compañera, quien asintió como respuesta de agradecimiento.

—¿Cómo está la capitana Baumeister? —preguntó Artis abrazando sus piernas.

—Ahora solo estará durmiendo, el comandante y los capitanes la están cuidando.

—¿Y los chicos?

—Quisieron venir a visitarte, pero estaban muy cansados, mañana vendrán.

—Ondine, ¿por qué hacen esto? Siempre he sido muy hostil con ustedes.

—Somos un equipo, ¿no? Estamos para apoyarnos, y sabemos que tú también harías lo mismo por nosotros si estuviéramos mal. Todos te apreciamos y nos duele verte así.

—Gracias... —susurró Artis comenzado a comer, era lo mejor que había probado en mucho tiempo, la amabilidad y cariño que le daban sus compañeros se demostraba en la comida.

—Si necesitas algo más, háblanos. Con gusto te ayudaremos.

Artis afirmó con la cabeza antes de que su compañera se fuera, terminó de comer y se dirigió hacia la habitación donde aguardaba su capitana.

Tocó la puerta esperando una respuesta para pasar, pero una voz se coló detrás de ella.

Al entrar al lugar observó la impecable habitación, en una cama se encontraba postrada la capitana Baumeister.

—¿Buscas algo, soldado? —se escuchó la voz de Levi, ella se giró a verlo.

—Sí. Venía a ver a la capitana. Y si no es mucha molestia, me gustaría hablar con usted.

—Habla —ordenó el azabache tomando asiento al lado de la cabecera de la castaña, no despegaba su vista de ella.

—Yo... quiero disculparme. Estoy consciente de que mis decisiones no han sido las correctas durante la expedición. Si hubiera hecho caso a las órdenes de la capitana Baumeister, pude haber protegido a su escuadrón y la capitana no estaría herida. Yo lo lamento.

No sé escuchó respuesta de parte de él, se levantó de su asiento y observó por la ventana, había rastros de polvo en los vidrios.

—Yo tomé la decisión de dejarlos ir, no me arrepiento ni me lamento de mi decisión, comprendo tu dolor, sin embargo, recuerda lo que has dicho al señor Ral: darías sentido a sus muertes. ¿Esta es la manera? Límpiate la cara y continúa luchando como lo has hecho.

Agachó la cabeza, hacía poco estaba pensando en rendirse, y aquel aque había perdido a sus compañeros y amigos le decía que no se rindiera.

—Yo pensaba en renunciar al Cuerpo, pensaba que estarían mejor sin mí.

—Soldado Bernhart, de pie —ordenó el azabache, le señaló con la cabeza que se uniera a ella donde estaba, frente a ellos se encontraban los nuevos soldados, entre ellos Connor, Ondine y Samuel—. Puedes dejarlo si quieres, pero ya no darías tu batalla que prometiste a tus compañeros, lucha por quienes se han ido, y por los que aún están con nosotros. He perdido a muchos compañeros en batalla, pero sigo aquí para poder hacer que sus muertes no sean en vano, Artis Bernhart, ¿tú qué harás con las muertes de tus compañeros?

Suspiró pesadamente, sabía que el capitán tenía razón, había hecho una promesa en aquel bosque quien fue testigo de sus lágrimas de venganza y también lo había prometido a la familia Ral. Debía hacerlo por los que creyeron en la libertad alguna vez.

—Capitán, gracias —se dirigió hasta la puerta a punto de salir—. Prometo ayudarle, esto no se quedará así.

—Respecto a la capitana Baumeister, ella decidió salvarte por una razón, dale las
razones para que lo haya hecho. Es todo.

Quedaron un rato en silencio, hasta que el sonido de quejas por parte de la castaña llenó la habitación y llamó la atención de ambos soldados.

—¿Qué ha pasado aquí? —se sentó sobre la cama tomándose la cabeza—. ¿Cómo es que hemos regresado?

Levi se adelantó a Artis en atender a la capitana, observó con atención las acciones del azabache, quien cuidaba de sobremanera a Odelia hasta el punto de correr a Artis de la habitación.

Miró por la ventana los cuidados que tenía con ella, su semblante denotaba tranquilidad a pesar de lo que había pasado hace unas horas, era posible que solo ella le diera la calma.

—Bien, capitán Levi. Lo ayudaré. Lo prometo.

Futuros, sueños, promesas, amigos, vidas ordinarias, esperanza, confianza... todos destrozados. Pero aún albergaba el nuevo objetivo de su vida: dar sentido a sus amigos caídos.

🌸
Espero que les haya gustado este capítulo y este me gustaría darlo en dedicatoria a M0R31RA quien ha apoyado mucho la historia y a quien agradezco mucho también uwu espero que les guste y con esto termina el maratón, espero que lo disfruten y nos vemos pronto. Cuídense 💗

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