Capítulo 21
Hace más de cien años años un enemigo natural de los humanos apareció y amenazó de aniquilar toda la humanidad. De alguna forma, los humanos que sobrevivieron pudieron crear gigantescas paredes de tres capas. Y ahí, pudieron vivir en paz por cien años. Pero cinco años atrás... esa paz terminó. Nuevos, enormes gigantes destrozaron la entrada. Los titanes que han estado hambrientos por cien años una vez más dominaban a los humanos, la muralla exterior fue destruida y en solo 3 minutos, el 20% de la población desapareció. La vida humana se retiró hacia las dos murallas que aún están de pie. Pero... en ese mismo instante, despertó la humanidad.
Y cinco años después... sin miedo, frente a los titanes, la Legión de Reconocimiento abandonó la seguridad de las murallas. Con esperanza, talento y recursos, marcharon hacia su destino.
La Legión de Reconocimiento que tomó esta misión son realmente la colección de intelecto humano. Una parte del plan para asistir el porciento de supervivencias de la fuerza actual era rápidamente cada vez que atacan el territorio de los titanes pierden el 30% de sus fuerzas.
Esa es la diferencia entre el poder de los humanos y de los titanes.
—¡Oda, no te rindas! —una voz la llamaba, pero esta se oía lejana.
Abrió levemente los ojos, la luz la cegó por unos instantes y pudo divisar una silueta frente a un gigantesco lago. Aquella persona extendía su mano hacia ella y antes de poder tomarla, despertó.
Su respiración estaba agitada y una ligera capa de sudor mojaba su frente. Levantándose de golpe notó que estaba en su habitación del cuartel, un dolor de cabeza la hizo tomarse de ella y comenzar a masajear en el lugar del dolor.
Era el mismo sueño de hace meses.
—No de nuevo —dijo a sí misma.
Miró el calendario que estaba en su escritorio, en él se marcaba el día de la expedición, era hoy mismo.
Con pesadez se levantó de la cama y comenzó a cambiarse de ropa, arregló su cabello y salió de la habitación directo al comedor. Hange y su asistente se encontraban ahí, esperándola como era de costumbre. La gafuda saludó alzando su cabeza y con una sonrisa vivaz le señaló su lugar.
—¡¿No estás emocionada?! —empezó a jadear mientras un leve sonrojo se hacía presente en sus mejillas— ¡Por fin Erwin me ha permitido capturar a un titán de nuevo! ¡Lo voy a gozar como no lo imaginas!
—Sí, me imagino tu emoción —soltó una carcajada Odelia mientras comenzaba a comer—. Solo no te aloques demasiado, un día de estos vas a matar a Moblit del estrés.
Ambos rieron y continuaron comiendo, a los minutos se les unieron Mike y Nanaba para desayunar.
—¿Cómo se sienten, chicos? —preguntó Nanaba mientras mordía su pan.
Hange soltó un grito eufórico mientras volvía a ponerse roja de la emoción y comenzó a contarle sus ideas a sus compañeros de la Legión.
Habían pasado cinco años desde la caída del Muro María, habían sucedido tantas cosas tanto dentro y como fuera de la Legión; Hange había sido nombrada subcomandante y Mike también había sido nombrado capitán, al igual que Levi, quien, ahora tenía su propio escuadrón de operaciones especiales. Odelia no había cambiado, seguía siendo la misma chica, a excepción de que su carisma no era la misma con el paso del tiempo, continuaba en el escuadrón de Erwin y junto a Hange y Levi eran la mano derecha del comandante.
Por otro lado, la familia de Odelia había tenido varios cambios. Aún no tenían noticias de Wanda, cosa que deprimió a la menor de los Baumeister y a la señora de la casa, siendo las más deprimidas en ello pero la compañía del señor William en su casa le favorecía considerablemente, pero nadie en la familia perdían la esperanza de encontrar a la última descendiente de la familia Baumeister. Marie ya tenía dos hijos y vivía felizmente con Nile en el Muro Sina. Orlantha y Joelle se habían unido también a la milicia, la tercera hija Baumeister se unió a la Tropa de Guarnición hace dos años, ahora era una capitana; y la menor había quedado en el tercer puesto de su ciclo, sus esfuerzos la dejaron entrar a la Policía Militar el año pasado. Y su padre, al igual que ella, no había cambiado y llenaba su jardín con las flores que su hija Odelia le llevaba tras cada expedición.
Tras la comida y una plática amena, Odelia se dirigió hacia la oficina de su comandante y mejor amigo Erwin, por el tiempo que se conocían, sabía que estaría preocupado por la expedición del día.
Antes de llegar se encontró con el azabache, Levi, quien había sido denominado por la gente como el "hombre más fuerte de la humanidad", sin saber la razón de su fuerza y por qué quería acabar con los titanes.
—Buenos días —saludó él colocándose lentamente a su lado, ambos sabían que se dirigían a la misma dirección, por lo que no fue tan incómodo para ninguno.
La castaña asintió saludando, no tenían la relación más estrecha, pero se mantenían un mutuo respeto.
Odelia golpeó la puerta y tras ello una voz conocida les permitió pasar. Levi tuvo la cortesía de abrir la puerta y dejar pasar primero a la muchacha, quien agradeció con una palabra.
—Me alegro que estén aquí, iba a buscarlos si no venían —saludó el rubio mientras esperaba que tomaran asiento los otros dos—. Como saben, la expedición de hoy durará varios días, esto con el fin de poder encontrar un titán que podamos usar como experimento por petición de Hange.
—Podríamos solo enfocarnos en eliminar a esos retrasados y asquerosos gigantes —se quejó el azabache chasqueando su lengua.
—Sí, sería lo más fácil —repuso Erwin—. Pero así no obtendríamos ninguna información sobre los titanes, hemos avanzado en varias trampas gracias a la ayuda de Hange y Odelia al planear los trazos para las maquinarias, por eso es que tenemos más garantías para conocerlos. El gobierno está sobre nosotros, debemos darles información.
Levi solo chasqueó la lengua, era muy arriesgado tratar de capturar a un titán vivo.
—Levi, tu equipo se encargará de...
—Ya sé lo que van a hacer, me lo has repetido toda la mañana —interrumpió Levi mirando con disgusto la ligera capa de polvo que cubría al escritorio del rubio.
—Si es así, puedes retirarte —tras aquellas palabras, el azabache no lo dudó y cerró la puerta tras de sí, Erwin volvió a hablar dirigiéndose a la castaña—. A veces es muy difícil de tratar.
—Si no me dices, no me doy cuenta —bromeó Odelia, ambos soltaron una risa—. ¿Ya has desayunado? Te traeré té si lo necesitas.
—Gracias, ya he desayunado.
—¿Y cómo te sientes?
—Estoy muy preocupado —masajeo Erwin su sien mientras hablaba—. Como dije antes, esta expedición decidirá los ingresos del gobierno a la Legión, dicen que no pueden gastar más en cosas innecesarias. Si no conseguimos algún titán, nos despedimos de la Legión.
—Ya verás que pescaremos algo, no te preocupes —habló Odelia tratando de tranquilizar a su amigo, él sonrió.
—Gracias de nuevo, Oda. Pero tengo que pedirte un favor —la castaña lo miró atenta a lo que diría el rubio—: Necesito que estés atenta a lo que haga el escuadrón de Levi y también de él —ella lo observó sorprendida, antes de que pudiera decir algo, habló—. Levi no quiere arriesgar a su equipo y eso está bien, pero a veces puede exagerar, lo que nos podría impedir la captura de un titán, trata de mantenerlo al margen a él y su escuadrón y que tampoco arriesguen sus vidas.
Ella lo miró por unos instantes, pero finalmente aceptó, Erwin sonrió aliviado y continuaron hablando de la expedición.
A pesar de que pasaron cinco años, Levi y Odelia no habían sido unidos, debido a sus diferentes trabajos no podían encontrarse, las únicas veces que se veían era cada vez que Erwin los llamaba, el azabache tenía un lazo más estrecho con Erwin y Hange, a pesar de decir que la detestaba, solo le desagradaba su mala costumbre de no bañarse seguido.
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Se dirigieron desde Trost para la salida a su expedición, el silencio reinaba a los soldados en la espera de las órdenes de su comandante. Odelia se encontraba a la derecha del rubio, esperando órdenes de salida. A cada paso que daban desde sus caballos, la gente comenzaba a aglomerarse y susurrar entre ellos, especialmente acerca del capitán Levi. Los gritos de apoyo comenzaron a llegar por parte de los ciudadanos que aún esperaban resultados de ellos, era incluso algo ilógico, pues tras cada expedición, siempre los insultaban y juzgaban de la peor manera tras cada regreso fallido de la Legión.
—¡Oye, mira! —señaló un cadete entre la multitud—. ¡Es el soldado humano más fuerte, el Capitán Levi! ¡Tiene una fuerza de combate equivalente a una brigada entera!
—Que mocosos más ruidosos —se quejó Levi.
—Si los ojos llenos de envidia de esos niños supieran que monstruo inocente eres, probablemente les romperías el corazón —comentó Hange divertida.
El azabache buscó con la mirada a la compañera de escuadrón del rubio, Odelia miraba al frente con seguridad de lo que hacía, había cambiado mucho en estos años, era diferente a la mocosa que vomitó antes de su expedición, según le contó Isabel en el primer día de la expedición. Ahora se encontraba alentando a los nuevos soldados que le encargaban.
—¡Ojalá pudiera ver a un par de titanes excéntricos! ¡No me imagino que me deparará allá afuera! —la voz cantarina de Hange lo sacó de sus pensamientos.
—Yo veo a un excéntrico por aquí —comentó Levi.
—¿En serio? ¡Dónde!
—Justo aquí —tomó Levi a Hange de la cabeza acercando sus cabezas.
—¡Abran las compuertas! —indicó Erwin—. ¡Hoy avanzaremos un paso más! ¡Comienza la expedición quincuagésima sexta más allá de las murallas ¡Haganles conocer la fuerza de la humanidad! ¡Todos avancen!
Los caballos relinchearon comenzando a galopar, el sonido de los golpes contra el suelo era lo único que se escuchaba entre los soldados hasta salir de la muralla de los protegían. Ahora se encontraban en sus tierras perdidas del Muro María, donde los titanes les robaron vidas y esperanzas, pero nuevamente, corrían por el esfuerzo de recuperar sus tierras.
»¡Formen la vanguardia de larga distancia! —ordenó con dura voz a todos los soldados—. ¡Eviten matar a algún titán, pero si es necesario, arriesguen sus vidas en su captura!
Las palabras del rubio descolocaron a Odelia, sorprendida de la orden de su comandante; si embargo, continuó su galope a la misma velocidad que su superior.
Cada expedición se sentía nerviosa, sin embargo, se recordaba una y otra vez que no permitiría que los titanes volvieran a amenazar la humanidad como hace cinco años ni que le arrebataran a sus amigos y familias, como lo vivió desde hace seis años.
Los sonidos de los caballos se fueron dispersando, estaban tomando posiciones.
—¿Crees que lo podamos conseguir? —preguntó Odelia a sí misma, pero no contaba que el rubio la escuchara, por lo que contestó:
—Tenemos que hacerlo, no hay otra opción.
Mantuvieron silencio hasta que el rubio le ordenó ir con Levi, quien estaba a la derecha del flanco, a la izquierda estaba Hange tratando de llamar la atención si algún titán iba hacia ella y su escuadrón. Odelia apresuró el paso hasta donde estaba el escuadrón de Levi, quien la observó sorprendido por su "visita".
—¿Qué haces aquí? —preguntó algo molesto el azabache. Odelia reaccionó igual.
—Erwin me dijo que viniera a cerciorarme de que están bien.
—Lo estamos, puedes irte.
—Ni lo sueñes.
Ambos continuaron su camino en silencio y notablemente molestos. Pasaron al menos dos horas así hasta que no hubo ningún indicio de un titán por la zona. Angustiada, Odelia decidió regresar a su puesto, donde encontró a Mike, ellos estaban hablando pero Odelia no puso atención en su conversación, una bengala roja apareció detrás de ellos, alertando de la cercanía de un titán. Erwin dio la orden a Odelia para que diera la señal de la dirección que tomarían, llegando a lo que parecía ser un pequeño pueblo en la muralla María donde comenzaron a atacar a los titanes que los rodeaban.
Uno de los titanes tomó por sorpresa a uno de los soldados y a pesar sus esfuerzos por librarse y sin tener éxito, siendo alcanzado por la boca de aquel titán.
Para cuando se dieron cuenta los demás ya era demasiado tarde, Levi fue quien más se acercó al soldado para sacarlo de aquella tortura, impulsando sus vuelos por los aires hasta la nuca del titán en un corte quirúrgico y lleno de ira e impotencia, aquel chico apenas y podía hablar cuando lo colocaron sobre el suelo para poder descansar de su dolor.
Tras acabar con otros titanes alrededor, Levi se acercó a Petra quien trataba de detener el sangrado al soldado herido, pero era imposible salvarlo.
—Capitán... —llamó el soldado para que se acercara Levi a él—. ¿Fui yo servicial... a la humanidad por lo menos? ¿O moriré... jamás siendo útil para nada?
Con las fuerzas que le quedaban alzó su mano ensangrentada, buscando la calidez de su superior, quien la tomó de inmediato.
—Has hecho más que suficiente —declaró Levi sosteniendo con seguridad su mano, si eran sus últimos momentos, debía saber que fue útil para la humanidad—. Incluso de aquí en adelante le prestaré mis fuerzas a tu voluntad. Te lo prometo, yo voy... ¡a erradicar a los titanes!
La fuerza de su agarre se desvaneció, Levi tomaba la mano de un hombre que escuchó lo que necesitaba justo antes de irse.
—Capitán, lo hemos perdido... —soltó Petra, Levi soltó un jadeo de sorpresa y su rostro de dolor y convicción volvió a cambiar a la misma cara fría que todos conocían.
—¿Estuvo escuchando todo hasta el final?
—S-si, creo que lo escuchó —respondió Petra—. Porque... parece estar durmiendo sin ninguna preocupación.
Levi suspiró y se levantó del suelo, continuó con esa tenacidad que lo reconocía entre los demás, buscó con la mirada a Odelia, hacía rato que no la veía, ella venía junto a Erwin, agitados.
—¡Retirada! —ordenó Erwin tomando las riendas de su caballo de vuelta a la Muralla, les tomaría tiempo regresar a la muralla, y a la velocidad que los titanes tenían, les tomaría bastante alcanzarlos— ¡Levi, nos retiramos!
—Aún estoy muy lejos de mis límites —chasqueó la lengua Levi—. ¿Estás tratando de hacer de la muerte de mi subordinado una muerte sin sentido? Espero que tengas razones para eso.
—Los titanes están detrás del pueblo, comenzaron hacia el norte —expuso Odelia, los dos soldados del escuadrón de operaciones especiales quedaron perturbados.
—Cinco años atrás, algo igual a esto sucedió —recordó Erwin—. La muralla... posiblemente ya está derrumbada.
—Tenemos que regresar rápido o será como hace cinco años —agregó Mike regresando a su puesto de formación.
—Maldición. No de nuevo —susurró Odelia siguiéndole el paso a Erwin, debían regresar rápido a las murallas para evitar una catástrofe.
Nuevamente, los titanes les recordaban que no conocían nada sobre ellos, y en cualquier momento, ellos podían exterminar a la humanidad.
Las palabras que solía soñar trataban de hacer sentido a lo que estaba viendo, necesitaba evitar rendirse, era el momento de luchar y ella no se daría por vencida. Recordando las palabras de ensueño:
No te rindas, Oda; recordó lo que alguna vez escuchó inconsciente. Era hora de ponerlo en práctica.
»Los titanes se enfrentarán a la furia de los humanos, no nos rendiremos. Daremos lucha hasta la muerte. No permitiremos que la ignorancia y el miedo los asesine. ¡Consagraré mi corazón!
🌸
Espero que les haya gustado el capitulo y nos vemos pronto uwu
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