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Capítulo 19

—¡Mi querida Charlotte! —gritó desamparado el pelinegro, tomó del cuello a la chica castaña, estaba fuera de sí, y cómo no, había perdido a su mujer y su descendiente en un mismo día—. ¡Tú la mataste! ¡No podías quedarte con la idea de que decidimos no casarnos y así te vengaste!

—William, basta —musito la castaña sin poder soltarse de su agarre, la dejaba sin aire.

—Para ahora, cerdo —tomó Levi los brazos del hombre desquiciado—. Ella hizo lo que pudo, trató de salvarla y también a otras vidas, no puedes culparla de algo que fue inevitable.

El hombre soltó de a poco a Odelia quien recobró el aire con grandes bocanadas. William se tiró de rodillas al suelo, las lágrimas caían sin detenerse.

—Éramos espíritus destinados a estar juntos... y ahora la Muralla que tanto venero me ha fallado quitándome lo que más amaba... ¡¿qué hice mal?!

—William, míreme —habló Odelia colocando una mano sobre el hombro de este—. La culpa han sido de los titanes. Tienes razón, pude haber hecho más si no me hubiera ido antes, habría preferido morir con ella o darle tiempo para llegar a los barcos —las lágrimas salieron de ella y William alzó su rostro para verla, arrepentido de sus palabras—. Soy una incompetente por no haberla salvado.

—No, querida Odelia. Perdóneme, no es verdad lo que dice. Me sentí abrumado por la noticia pero, como dijo el caballero, no fue ni será su culpa. Fue algo que nadie creería que iba a ocurrir. Pero no sé cómo podré continuar sin mi Charlotte.

—No se trata de olvidar, estoy seguro que ella habría querido que continuara su vida —habló ahora Levi, quien miraba inexpresivo la escena, deseando no interferir mucho en asuntos de su compañera.

—Tiene razón, señor —William se levantó y limpio sus lágrimas, cediendo su mano a la castaña para ayudarla a levantarse—. Será una noticia muy difícil para la familia. Tengo que irme, les agradezco su apoyo y espero, Odelia, pronto nos veamos.

—Gracias, William. Cuente conmigo para lo que necesite.

—Lo mismo digo —los dos se despidieron con un apretón de manos.

Odelia y Levi vieron cómo se alejaba aquel hombre triste, ella ya no reconocía al William Dok que conoció alguna vez. Eran los castigos que les daban los titanes sin saber la razón.

—¿Estás bien?—se acercó Levi para inspeccionar a la chica, se habían quedado marcados los dedos del hombre, haciendo sentir enojado en el fondo al ojiazul.

—Sí, gracias por ayudarme. No habría podido sola.

Levi solo asintió, colocando una mano sobre el hombro de la chica. Habían ido por la mañana al distrito Stohess a buscar a William y darle la dolorosa noticia, no tardaron mucho en encontrarlo, estaba en la iglesia del distrito junto con otras personas. A pesar de ser proveniente de un lugar de sencillez en la Muralla Rose y ascender su vida en la capilla de Stohess, Levi notó en aquel hombre un sentido de humildad, pero también como si escondiera algo dentro de sí, era difícil creer que con poco duelo soportó la noticia de su esposa difunta.

—Hay que volver a Trost, Erwin nos estará esperando —habló Levi subiendo al carruaje de donde venían. Odelia le siguió el paso.

El primer tramo del camino fue en silencio, ninguno sabía qué decir. Hasta que Odelia decidió romper el silencio:

—¿Has pensado en la propuesta de Erwin?

—No mucho, ¿y tú?

—Sí, lo he pensado bastante.

Volvieron a quedar en silencio. Odelia no había podido dormir bien al tener que tomar una decisión importante. Era un honor ser nombrada líder de escuadrón en tan poco tiempo, pero le preocupaba los estragos de tomar esa posición, las muertes con las que cargaría si tomaba una decisión equivocada. Deseaba poder ayudar a su familia con el dinero que ganaba, y ascender le daba una mejor paga, pero a cambio de mucho.

—Creo que ha confiado mucho y en tan poco tiempo en una rata del subterráneo —volvió a hablar el azabache.

—Tiene méritos para hacerlo —replicó Odelia, Levi esbozó una sonrisa ladina, entendió su mal chiste—. Aunque no creo que seas una —susurró la castaña, siendo inaudible para su acompañante.

—Decidí que lo haré. Tomaré el cargo si eso puede beneficiar a la eliminación de esas asquerosas cosas gigantes. Erwin confía en mí y algo me dice que es bueno seguir sus órdenes.

—¿De verdad? —preguntó la castaña, confundida por las palabras del azabache.

—Desde aquella expedición, Erwin vio algo que yo no pude ver, creo que por eso insistió en que me uniera a la milicia.

—Ya veo.

—¿Tú que has pensado acerca de su propuesta?

—Me pregunto si estoy calificada para hacerlo —respondió Odelia, mientras movía con nerviosismo sus dedos ante la pregunta.

—Si no pudieras hacerlo, no te habría elegido. Entiendo que eres muy cercana a Erwin, pero él también es muy responsable al tomar sus decisiones, no deberías subestimarlo.

Odelia dirigió su mirada a él, sorprendida por sus palabras. Sonrió a medias, le habían agradado las palabras del azabache a pesar de haberlo dicho con su tono de indiferencia tan común.

—Gracias, Levi —respondió con una ligera sonrisa y desviando su mirada hacia el suelo.

El resto del camino fue en silencio, no sabían de qué más hablar y tampoco sentían la necesidad de romper el silencio nuevamente.

Llegaron a Trost y tan pronto como salieron del carruaje, se dirigieron a la oficina de Erwin.

Tocaron a la puerta y seguido de una aprobación para pasar, se unieron junto a otros cadetes para lo que diría el Comandante Shadis y Erwin.

—No necesitamos entrar en detalles para saber lo que ha ocurrido en la zona del distrito Shiganshina y la invasión a la Muralla María. Eso ha hecho que las muertes superen a la epidemia que hubo hace algunos años, indudablemente. Y a pesar de que quisiéramos recuperar la Muralla María, será difícil, o imposible, poder hacerlo.

El murmullo se hizo presente en los soldados, era obvio que sería imposible poder recuperar la Muralla.

»Considerando las muertes que han habido y que aumentarán, hemos decidido no arriesgar vidas en la retoma de la Muralla, al menos por ahora, hasta que tengamos un plan conciso. Mientras tanto, ayudaremos en el abastecimiento para los refugiados en la Muralla Rose, donde serán hospedados.

Todos escucharon en silencio las palabras del hombre, sabían que no había esperanza alguna para los que no pudieron salir a tiempo de aquel lugar, y sería un gran problema tener que alimentar a todos los refugiados que llegaran.

—Cada escuadrón será asignado a un diferente distrito —habló ahora Erwin, tomando el mando de la situación—. Pronto se les dirá su misión y cuándo y dónde la llevarán a cabo. Eso es todo. Pueden retirarse.

Odelia notó en la voz y la mirada del rubio una semblanza de tristeza, desde la destrucción del muro y el aviso de la boda de los Dok y Baumeister, se notaba más decaído y serio. Pronto tendría que asumir la posición y responsabilidad de Shadis: llevar sobre su espalda la muerte de sus próximos compañeros. Cuando todos salieron, fue la última en quedarse de los demás.

»¿En qué puedo ayudarte, Odelia?

Ella se tomó de un brazo, dubitativa, en si hablarle o no.

—Yo me preguntaba cómo se encuentra, Capitán Smith.

—Estoy bien, un poco ocupado. Gracias.

—¿Hay algo en que pueda ayudarle?

—Por el momento nada. Gracias, soldado.

Ella salió de la oficina, derrotada. Sabía que no podría hablar con Erwin, pero decidió intentarlo, sin dar frutos de resultados. Se despidió con el puño en el pecho y una mirada de tristeza, le dolía ver a su amigo así y no poder hacer nada.

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Pasó meses sin poder comunicarse con su familia. Apenas había podido enviar la carta hacia Nedlay y no estaba segura si llegaría a su destino.

Ese día se levantó más temprano de lo usual y comenzó a checar el abastecimiento y los víveres para los refugiados, notando una anomalía: faltaba comida.

Dirigió sus apresurados pasos hasta la oficina de Erwin, esperaba que para ese entonces estuviera despierto. Tocó la puerta repetidas veces y al no obtener respuesta, decidió rendirse, iría más tarde.

—Odelia, ¿qué haces aquí? —se escuchó la voz del rubio detrás de ella.

Giró para ver al rubio y también se encontró con un Levi sorprendido. A pesar de eso, no le tomó importancia y comenzó a hablar:

—Capitán, he encontrado que la comida para los refugiados es menos de la que debería ser.

—¿Insinúas que alguien pudo robar la comida?

—Sí. O que ni siquiera la enviaron.

Los tres pasaron a la oficina, prendieron una vela puesto que aún no amanecía y seguía oscuro. Con el tema de los refugiados, no habían tenido tiempo para poder hablar bien, y tampoco había suficiente dinero que recaudara una expedición para recuperar la muralla perdida, por lo que era una injusticia que la comida que se conseguía con lo poco que quedaba, fuera robada.

—¿Tienes alguna idea de quién pudo ser?

—Dudo que haya sido alguien de aquí, son contados los soldados que, incluida, tenemos acceso a la comida. Tengo la sospecha que es de quien envía la comida. La comida que nos vende es cara, pero gana al no entregar la necesaria.

—Entiendo tu hipótesis. Le haré saber al Comandante de esto pero necesitaré tu informe antes de que salgas a la capital, gracias —ella estaba  dispuesta a irse, pero la voz del próximo comandante la hizo detenerse—. ¿Has pensado algo acerca de mi propuesta? Quedan dos meses antes de que me asciendan, debes darme una respuesta pronto.

Ella solo asintió antes de salir. Los dos hombres la vieron partir y volvieron a hablar. Esta vez fue Levi quien inició la conversación:

—Me ha dicho que no se siente capaz para un puesto mayor, ¿por qué decidiste ascendernos a un cargo tan pronto?

—Solo los que tienen mi plena confianza les pedí su ascenso.

—¿Y estás seguro de que ella hará un buen trabajo?

—Estoy seguro de que lo hará. Pero deseo que ella se dé cuenta de eso pronto. En cuanto a ti, Levi, ¿qué piensas de ella?

El azabache suspiró antes de contestar, recordaba los momentos en que estuvieron juntos y cómo decidía a desahogarse con él:

—Creo que hará un buen trabajo, pero no por ahora. No creo que sea su momento.

—¿Y tú qué has decidido?

—Tomaré el puesto. No tengo nada que perder.

—Me alegro por eso. Pero dime otra cosa, Levi, ¿por qué le dijiste a Odelia que nosotros te enviamos a cuidarla cuando ocurrió la destrucción de la Muralla?

Mientras tanto, la castaña se dirigió a su cuarto, partiría a la capital de Rose para entregar las provisiones. Colocándose la capa de la Legión, esperó un poco a que comenzara a amanecer para ver con plenitud el camino.

Encendió una vela para escribir las circunstancias a su superior, describiendo los resultados de la comida que había y la probabilidad que tenían de poder encontrar al culpable entre los soldados de la Legión.

Al terminar de escribir, se dio cuenta que ya estaba amaneciendo, por lo que partiría pronto. Caminó nuevamente hasta la oficina del rubio, tocó un par de veces y la profunda mirada del azabache fue lo primero que vio.

—Gracias —dijo ella antes de pasar, llevándose como respuesta un chasquido de lengua—. Capitán, aquí está el informe que me pediste, si no hay nada más que pueda hacer, iré a la capital dentro en cuanto me apruebes para ir.

—Está bien, lo apruebo. Levi te acompañará.

Los dos soldados expresaron un "¿Qué?" al mismo tiempo, se miraron sorprendidos y dirigieron su vista de nuevo al rubio.

—Como sea —chasqueó la lengua el azabache saliendo primero de la habitación. Erwin miraba divertido la escena y Odelia no entendía qué había pasado.

—Entonces, me retiro primero, capitán. Nos vemos después.

—Odelia —llamó de nuevo el rubio con ella—. Alguna vez te dije que me podías llamar Erwin, ¿qué ha pasado?

Ella lo miró apenada y sorprendida, a pesar de tener un semblante divertido, en sus ojos denotaban tristeza y cansancio.

—Solo lo podré llamar así cuando sea sincero con sus amigos, capitán. Con permiso.

Salió de la oficina dejando a un Erwin decaído, extrañaba la manera en que se hablaban, y ahora más que nunca necesitaba a una amiga para apoyarlo. Pero ella tenía razón, debía ser sincero con sus sentimientos y abrirse con ella, la última vez que intentó hablar con él tras varios intentos había sido demasiado seco con ella.

—Si supieras el esfuerzo que intento para ser sincero incluso conmigo mismo, querida Oda —habló cuando ella salió de la habitación.

—¡Levi! —llamó la castaña corriendo para caminar junto a él—. Te espero en la salida del cuartel, trae tu caballo contigo.

—Tch. Ya lo sé.

Odelia no entendía por qué el pelinegro se portaba molesto con ella, después lo aclararían, por ahora, debían enfocarse en su trabajo.

Llegaron a Rose en una hora, bajaron de sus caballos y los ataron al lado de otros caballos que parecían ser de la Policía Militar y de las Tropas de Guarnición. Cada uno tomó las cajas que estaban sobre la carreta que llevaban y comenzaron a distribuir la comida entre los soldados que la entregaban.

—Hasta que por fin llegan —habló un policía militar, Odelia hizo caso omiso a lo que decían, y con la mirada le pidió al azabache que hiciera lo mismo, ambos estaban por retirarse, pero una mano tomó de la muñeca a Odelia—. Oye, preciosura, ¿por qué te vas tan pronto? Qué te parece si después de esto nos vamos a divertir un rato, después de todo, tienes el tiempo libre al estar en la inútil Legión de Reconocimiento, ¿no es así?

Un Levi enojado estaba a punto de intervenir, pero se detuvo al observar cómo la castaña le aplicaba una llave a aquel hombre.

—Vuelves a tocarme y te aseguro que ya no tendrás puesto en la policía, cerdo. No vuelvas a hablarle a nadie más de esa forma porque aparte de quitarte el puesto, te quitaré las ganas de vivir, ¿me entendiste?

Apretó con fuerza su agarre haciendo que el soldado comenzara a gritar y afirmar que no lo haría de nuevo, lo soltó de a poco sin antes darle un golpe en la cara e irse junto a su compañero Levi.

—¿Odelia? —una voz femenina se hizo presente detrás de la pareja de soldados, la castaña sabía quién era y no dudó en acercarse a Marie—. ¡Me alegro de que estés aquí!

—¡¿Marie?! —se abalanzó en un abrazo sobre su hermana—. ¿Cómo has estado?

—Estoy muy bien, pero preocupada de que no te comunicaste con nosotros en todo este tiempo, estábamos asustados.

—Envié una carta, pero con todo este alboroto dudaba de que llegara. ¿Cómo están todos en casa?

—Odelia —llamó el azabache detrás de ella—. Iré a hablar con los soldados, no tardes.

Sin que ella pudiera decir algo, Levi se fue.

—Se tienen mucha confianza, ¿no? —inquirió con un tono travieso la rubia.

—Somos compañeros, nada más. Pero no nos desviemos del tema, ¿qué ha pasado con tu boda?

La rubia guardó silencio y levantó su mano izquierda, dejando ver un anillo en su dedo anular, la castaña sonrió emocionada.

—Nos casamos en Febrero, y ahora estamos a la espera de un Dok —dejó ver su vientre, que comenzaba a tomar forma de un embarazo. Había pasado tiempo desde que pudieron hablar a solas.

Odelia se agachó a la altura de su vientre, acercó su cabeza a ella y dejó caer lágrimas de felicidad. Recordaba lo que había pasado con Charlotte aquel día.

—No pude proteger a Charlotte —Marie acarició su cabello, tratando de consolarla—. Fue mi culpa que muriera.

—No es verdad eso —intervino Marie—. Hiciste lo que pudiste para salvarla, pero ya no recuerdes eso. Hay cosas más importantes en qué pensar, como Wanda —habló con tristeza.

—Aún no sabemos nada de ella, es extraño, todos los refugiados llegaron aquí, pero nadie sabe sobre ella. Seguiremos buscando, no te preocupes. La encontraremos.

Quedaron un rato en silencio y Odelia se sintió mal, creía que había arruinado el momento feliz, pero había tantas cosas en su mente que era la primera vez que se sentía feliz por completo  después de tanto tiempo.

—Estamos viviendo en Stohess, como Nile es policía militar, su trabajo es estar allí, vine para ayudar en lo que pudiera con los refugiados —la castaña miró con nostalgia a su hermana, cuando ella se fue, estaba enamorada del rubio, Marie lo notó—. Nile es un buen hombre, cuida bien de mí y es muy atento.

A pesar de la comodidad y un esposo maravilloso que tenía Marie, no era del todo feliz; aún quería a Erwin tiernamente. Nunca, hasta entonces, habia estado profundamente enamorada, y su cariño hacia Nile tenía todo el fuego de su primer amor, pero ella entendía que los primeros amores no solían ser los únicos, y esperaba que con el tiempo pudiera sentir el mismo amor hacia aquel que la amaba profundamente.

—Me alegro que tengas protección —se levantó de donde estaba para volverse a abrazar con su hermana—. Saluda a Nile por mi parte y dile que cuide bien de ti, cuando puedas, también saluda a la familia por mí, dudo en que pueda ir por ahora.

Se despidió de ella y en un amoroso abrazo se separaron. Sentía felicidad y tristeza, pensaba que ella pronto desarrollaría sentimientos verdaderos hacia su esposo, y que él la trataría con respeto y amor.

Se dirigió hacia su compañero, quien discutía con un soldado de la guarnición, a lo lejos pudo divisar al niño que siempre saludaba en Shiganshina y la niña que lo acompañaba, se sentía triste al pensar qué pudo haber vivido aquel día.

—¡El gobierno no debería gastar su dinero en ustedes y estos! —exclamó el soldado refiriéndose a la Legión de Reconocimiento y a los refugiados.

—Los cerdos como tú solo se preocupan por ustedes mismos, deberían conseguir su propia comida, si creen que es demasiado fácil —replicó el azabache tomándolo del cuello de su chaqueta.

—Levi, ¿qué ocurre? —preguntó la castaña colocándose al lado de su compañero.

—Este cerdo le iba a quitar su comida a estos mocosos —señaló con la mirada al trío de amigos, quienes miraban la escena sorprendidos.

—¡No importa! —comenzó a gritar el soldado de Guarnición—. Pronto habrá más comida cuando el gobierno decida disminuir la población.

¿Disminuir? ¿A qué se refería?

—Sueltalo, Levi. Hablaré con Rico más tarde —tomó su brazo y Levi con molestia lo soltó, dejándolo caer.

—Te salvaste de esta, cerdo asqueroso. No quiero verte por aquí o no me contendré.

El soldado tras lanzar algunos insultos se fue corriendo, Odelia se dirigió a los niños quienes estaban atónitos, el niño castaño pudo reconocer a Odelia, el pequeño sonrió entusiasmado.

—¿Están bien? ¿Les hizo algo ese tipo? —los niños negaron con la cabeza.

—Mikasa, ¿te acuerdas de ella? ¡Siempre nos saludaba cuando la Legión se iba! —habló emocionado el niño, la pelinegra solo asintió observando con detenimiento a la soldado.

—Soldado Baumeister, a su servicio —hizo la pose del saludo militar, haciendo que el niño rubio y su amigo esbozaran una sonrisa de emoción. La castaña sonrió enternecida y recordó que Hange siempre le regalaba dulces cada que iba a la enfermería, tomó los dulces que tenía y se los entregó al rubio—. Dividanlo equitativamente, no es mucho, pero si los vuelvo a ver les traeré más.

Se despidió con una mano y se giró para irse, pero una manos sobre su pierna la detuvieron.

—¡Espera! —llamó el niño de ojos esmeralda—. ¿Crees que algún día pueda convertirme en soldado como tú?

Ella sonrió y asintió con la cabeza.

—¿Cuáles son sus nombres?

—Eren Jaeger.

—Mikasa Ackerman.

—A-armin Arlert.

—Espero verlos pronto: Jaeger, Ackerman y Arlert.

Revolvió el cabello del castaño y con una mano sobre el pecho se volvió a despedir, para tomar rumbo de regreso al cuartel.

Me alegro de que estén bien; pensó la castaña mientras subía a su caballo.

—No deberías ser tan amable, no sabes si los volverás a ver —habló el pelinegro.

—Ellos son la generación siguiente, quizás la que nos lleve a la libertad —repuso Odelia—. Vamos, andando.

Levi miró de reojo a su compañera, analizando sus palabras. Comenzaron a galopar de regreso al cuartel.

🌸

Me gustaría dedicar este capítulo a HikaruOkhawa quien ha apoyado la historia y quien agradezco mucho el apoyo que da a esta historia —y que no se enoje por el inicio del capítulo—. Espero que les siga gustando y verles ser parte de esta historia. Espero que les haya gustado el capítulo y nos vemos pronto.
♡'・ᴗ・'♡

PD. : Se me olvidaba disculparme por entregar el capítulo tan pronto, pero el lunes voy a viajar —claro que con las debidas precauciones y en un lapso corto— no creo tener tiempo de poder actualizar el lunes a las horas debidas, pero para el viernes ya estaré en casa uwu. Cuídense, usen el cubrebocas, laven sus manos y eviten salir lo menos posible. Cuídense. ♡

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