Capítulo 17
ODELIA
Observé la carreta alejarse, Marie se despedía con la mano y lágrimas sobre sus ojos. Mi caso tampoco era diferente.
—¡Saluda a todos de mi parte! —me despedí hasta que ella dejó de verse entre la multitud.
Mi sonrisa se volvió a una mueca de enojo, fui directo al patio de entrenamiento para unirme con los demás. Shadis me había dado tiempo para despedirme de mi hermana, por lo que no dudé en tomarlo.
Entre los demás soldados me formé en mi posición. Shadis hablaba acerca de la próxima expedición más allá de las murallas, que sería por fortuna o no, para el siguiente año a finales de Enero y la estrategia que llevaríamos a cabo para aquel día.
Comenzamos los ejercicios de entrenamiento, decidí ponerme en un lugar apartado de los demás para no toparme con Erwin, estaba enojada con él. Hice mis flexiones más rápido al recordar cada palabra que provenía del cejotas. Todo iba bien, hasta que sentí un desgarre en mi pierna.
Maldije por lo bajo, no podía levantarme del dolor y al estar lejos, nadie notaba lo que me ocurría. Puse mis pies sobre la tierra y con el otro brazo me impulse hacia arriba, tambaleando un poco pero poniéndome de pie.
Dispuesta a dar el primer paso, levante una de mis piernas en el aire, pero apenas dejo el suelo, sentí que me caía por el dolor.
Unas manos me impidieron tocar el suelo, encontrándome con Erwin y Levi sosteniéndome simultáneamente, un ligero sonrojo se apoderó de mí al ver que todos prestaban atención a la escena. Shadis se acercó para ver la situación en la que me encontraba ahora.
—Smith, llévala a enfermería y que descanse hasta que se recupere. No podemos tener un soldado menos para la expedición.
Erwin asintió y con cuidado me colocó sobre su espalda, cerré los ojos porque me mareaba mucho, pero me topé con unos orbes azules grisáceos mirándonos mientras nos alejabamos.
—Veremos a Hange allá para que te ayude a recuperarte —habló Erwin girando levemente su mirada hacia mí, yo no dije nada.
Al llegar a la enfermería, el rubio me dejó cuidadosamente en la camilla de la habitación. Solté un gruñido cuando alzó la tela de mi pantalón para dejar a la vista la pierna herida.
Buscó un poco un trapo mojandolo con agua fría y colocando la tela sobre donde estaba el dolor, solté un alarido de dolor cuando hizo contacto con la tela. Erwin sonrió.
—¿De qué te ríes, cejas? —pregunté molesta sin dirigirle la mirada.
—Hubieras visto tu cara y también te habrías reído —respondió, pero yo no dije nada. El ambiente se sentía tenso, carraspeo antes de volver a hablar—. Marie ya se ha ido en la mañana, supongo que por eso no estabas desde el principio en la formación —guardé silencio—. ¿Hasta cuándo dejarás de estar enojada conmigo?
—Hasta que admitas por qué la hiciste irse —respondí dirigiendo mi vista a el, tratando de retarlo—. No me creo lo que me dijiste. Estoy segura que es algo más.
El rubio soltó un suspiro, en sus ojos pude ver algo de dolor, pero no entendía la razón de ello.
—Marie me gusta —declaró—. Pero habría sido difícil para mí tener una relación con ella, no quiero que se quede aquí para esperarme, y tampoco quiero que las decisiones que yo tome la lleven a una situación peligrosa afuera. Lo pensé durante su ausencia y Levi...
—¿Levi? —inquirí sorprendida por su mención, Erwin me miró serio—. ¿Levi qué?
—Levi... él estaba ahí cuando tomé la decisión. Pero él no influyó en nada —titubeó Erwin.
Abrí mi boca de sorpresa, estaba molesta ante su respuesta.
—Oh, querido. No me vengas con eso —moví mis manos tratando de calmarme—. No me creas tonta para creerme eso. Además, ¿cómo es que se han vuelto tan unidos ustedes? ¿Te amenazó o tú lo hiciste? Se hicieron muy amigos de pronto —crucé de brazos.
—No es lo que parece, Odelia. Siempre te adelantas a lo que realmente ocurre —colocó un vendaje sobre mi pierna para sostener el trapo, volvió a hablar cuando terminó y se sentó junto a mí—. Sabes, él ha pasado por mucho y decidió unirse a nosotros, nos ayudará mucho su habilidad para las próximas expediciones...
—¿Y también para tomar tus decisiones? —pregunté, molesta— Me alegro que se una a nosotros pero ¿eso significa que también va a interferir en lo que decidas?
Erwin se levantó, dio unas vueltas en la habitación y volvió a sentarse. Comenzó a hablar:
—Oda, te contaré lo que él me ha dicho —suspiró—. ¿Sabes? Aunque parece que aquí vivimos el infierno, tú has visto con tus propios ojos lo que vivió allá abajo, y ahora, al perder a sus amigos, él está solo. Lo único que quiero es que pueda superar su pasado, y también sirva a la liberación.
Me contó acerca de su vida antes de conocer a Farlan e Isabel, su vida siendo el hijo de una trabajadora de un burdel y cómo esperó a que su madre despertara un día cuando él tenía diez años, algo que nunca sucedió y poco después ser cuidado por un hombre del que nunca supo quién era y que finalmente lo abandonó.
Se me encogió el corazón al escuchar lo que había vivido, una vez más, me encontraba preocupada por él. Había perdido todo de nuevo en esa expedición.
»¿Lo entiendes ahora? Él ya no tiene nada, ni tiene razones para rebelarse contra nosotros. Esto es lo único que le queda —continuó hablando, colocó una mano sobre mi hombro—. Levi ya no tiene armas contra nosotros, así que deja de pensar que él hizo algo. Yo tomé mi decisión para proteger a Marie, ¿entendido?
Asentí levemente, asimilando lo que me decía Erwin.
—Pareciera que la vida subterránea es peor que aquí arriba, sin excepciones —pensé en voz alta.
—Cada uno tiene su lucha, ninguna es peor que la otra, al final todos terminamos luchando por nuestra libertad —concorde con Erwin, no podía haberlo dicho mejor.
—Está bien —musite derrotada.
—¡Buenos días, princesa! —saludó Hange entrando de golpe a la enfermería, haciendo que me sobresalte por el ruido—. ¿Qué tenemos por aquí?
Comenzó a inspeccionar mi herida, Erwin se quedó con nosotras diciendo lo que hizo mientras no estaba ella. Hange tenía mucho cuidado inspeccionando, por lo que obtuve poco dolor cuando terminó.
—Bien, lo que pasó no es nada grave. Tuviste un desgarre, pero mantén reposo unos días y quedarás como nueva —alzó su pulgar en forma de aprobación—. Erwin, ¿puedes ayudarla a que llegue a su habitación?
El asintió y rodeando mi brazo sobre sus hombros, salimos de ahí. Comenzamos a caminar en silencio, íbamos a mitad de camino cuando ya me estaba cansando.
—Rayos, Erwin ¿por qué no me vuelves a cargar? Estoy muy cansada para caminar.
—Eres muy pesada —le enterré mis uñas en su hombro, haciendo que se zarandeara un poco—. ¡Oye!
—Tú empezaste —me defendí, me separé de su agarre y estire mis brazos hacia él para que me cargara, soltó un suspiro y se arrodilló, di unos aplausos y lancé una carcajada lanzándome sobre él—. ¡Adelante, soldados! ¡Griten, soldados! ¡Peleen, soldados! —grité alzando uno de mis brazos al aire.
Entre risas comenzamos a avanzar hasta mi cuarto. Las risas cesaron durante el camino, pero sin ser un silencio incómodo.
—Ya que Turret murió, Levi pasará a ser de nuestro escuadrón —habló, dejándome boquiabierta de la impresión—. ¿Tú qué piensas acerca de eso?
—Si es lo mejor para él, no puedo interferir en el bienestar de los demás. Creo que eres el único que lo trata con decencia, Erwin. Si se va con otros, lo tratarán mal por ser del subterráneo —pensé en voz alta.
—Sabía que dirías eso. También lo pensé de la misma forma. Hablaré con Shadis para pasarlo a mi escuadrón, incluso, me atrevo a decir que su relación puede mejorar
Guardé silencio, sin saber qué decir ni por qué decía eso. Me bajó de su espalda al estar frente a mi puerta, con cuidado posé mis pies en el suelo y con lentitud me acerqué a la puerta para abrirla. Observé que todo estaba limpio, me alegré de no tener que limpiar por completo la habitación. Pero me preguntaba quién pudo haberlo hecho.
—Nos vemos en la comida, Erwin —me despedí agitando la mano y él hizo lo mismo.
Suspiré al estar por completo sola y con esfuerzo, me acerqué a mi cama para recostarme. Miré la madera de las literas, quedándome dormida.
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—¡Abran las puertas! —ordenó Shadis desde la compuerta del muro de Shiganshina, a lo lejos volví a ver al niño de ojos esmeralda, hice el saludo como la primera vez y el niño de al menos nueve o diez años imitó el saludo—. ¡Hoy avanzaremos un paso más! ¡Veamos el resultado de su entrenamiento! ¡Haganles conocer la fuerza de la humanidad! ¡Todos avancen!
El relincheo de los caballos se hizo presente entre todos los soldados, miré a mi alrededor, me sentí un poco triste al no ver a Marie a mi lado, pero me encontré con la mirada del pelinegro usando el lugar de mi hermana, frunci el ceño y suspire para empezar a galopar al compás de nuestros demás compañeros.
Unos meses pasaron desde la muerte de Isabel y Farlan, me dolía que no estuvieran, pero noté que Levi no se arrepentía de la decisión que había tomado, yo tampoco lo haría.
Porque, al otro lado de las murallas se encuentra nuestra libertad, tendremos que sacrificar lo necesario para al fin dejar esta jaula y, vivir como deberíamos merecerlo, libres de titanes.
El cielo despejado más allá de la muralla me hizo volver que recordar mi promesa de ayudar a la liberación, consagraré mi corazón cuando sea el momento, y lo decidiré sin arrepentimientos.
Comenzamos a cabalgar hacia la salida de la puerta, Levi estaba en nuestro escuadrón, por lo que no estaría solo en lo que pudiera ocurrir y nosotros tampoco, era una gran ventaja tenerlo de nuestro lado.
Era difícil tener que aceptar que la estrategia de Erwin fue rechazada, y cuando él tomara el puesto de Shadis, Erwin podría usar su estrategia. Sentía pena por él, era una buena opción, pero aquel día no había sido el mejor para demostrarlo, esta vez iríamos en dos filas y en línea recta, así abarcaríamos más terreno titán, a mi lado estaba Levi, para sorpresa mía.
—¡Titán de 4 metros a la vista desde flanco izquierdo! —gritó alguien desde la retaguardia, esperamos órdenes del comandante desde el frente.
—¡Que el escuadrón de Erwin se haga cargo! —ordenó el moreno, Levi y yo nos giramos a ver y asentimos al buscar a Erwin entre los soldados del frente, este alzó su espada y dirigió el arma hacia donde iríamos. Nosotros hicimos caso y dejamos los caballos en la formación para avanzar hacia el gigante en nuestros equipos tridimensionales.
—¡Baumeister a las rodillas, Mike a la mandíbula y Levi al cuello! —ordenó el rubio.
El titán comenzó a caminar hacia nosotros, era mi oportunidad de atacar primero. Anclé el gancho de mi equipo en el muslo del titán, me dispare hacia él y corté ambas rodillas girando sobre mi eje, había copiado el estilo de Levi y debía admitir que era muy bueno, pero me dieron mareos inmediatamente, quizás era mejor no usarlo tanto.
El titán cayó cerca de mí al dejar de andar, Mike cortó su mandíbula en un abrir y cerrar de ojos, dejando libre el punto débil para Levi, quien fue más rápido que Mike en atacar.
Erwin sonrió y ordenó que volviéramos a nuestras filas, entre los tres sonreímos y obedecimos la orden del rubio, volamos hacia los equinos y pude soltar un suspiro de alivio que no sabía que retenía, escuché una risa nasal por parte del azabache, lo miré confundida.
—No sabía que habías copiado mi técnica —soltó Levi, yo sonreí burlona.
—No es difícil de copiar como lo parece, solo dan bastantes mareos —repliqué.
Solo escuché un chasquido de lengua por su parte.
Pasamos una hora sin tener muchos titanes amenazando, pero todo comenzó a ir mal cuando un trueno nos avisó de una posible lluvia.
Oh no, no puede ser. No de nuevo; pensé mientras apretaba mi agarre en las riendas de mi caballo. Me gire a observar a Levi, quien miraba de una peor manera que yo la situación, sentí pesar al creer que le recordaba a aquel día. Como pude, lo llamé para que me viera.
—Tranquilo, estaremos bien —traté de calmarlo, él suspiró levemente y dirigió su vista al frente, hice lo mismo, tratando de convencerme también de mis palabras.
La lluvia comenzó a caer sobre nosotros, impidiendo una vista completa de la situación, pero no era tan densa como la de aquella vez, cubrimos nuestras cabezas con la capucha de nuestro uniforme verde, debíamos seguir al frente a toda costa. La tormenta no cedía y comencé a preocuparme, pronto nos adentrariamos en el bosque de árboles gigantes de la zona.
—¡Titán de 15 metros a la vista! —gritó uno de los soldados que venía frente a mí.
—¡Prepárense para la batalla! ¡Tenemos un objetivo! ¡Inmovilicenlo aunque sea la última cosa que hagan! —gritó Shadis.
—¡Distancia con el objetivo a 400 metros! —avisó Erwin.
Esta vez era diferente al anterior, este titán era muchos más grande y su cuerpo era mucho más ancho, probablemente su carne sería más dura de cortar.
Mi cabeza comenzó a doler repentinamente y con grandes punzadas, jamás había sentido algo parecido. Una imagen vino hacia mí, como si hubiera visto a un titán semejante a él, pero era de noche esa vez y un grito desgarrador de un hombre venía conmigo.
Manmon... fue lo que se me vino a la mente.
Coloque mi mano sobre mi frente tratando de que mi dolor se calmara. Parece ser que nadie se dio cuenta de lo que me sucedió.
—¡Dividanse en cinco grupos como lo hicimos en las maniobras! —ordenó Shadis, regresandome a la realidad, hicimos lo indicado quedando junto a Erwin—¡Haremos de señuelo!
—¡Distancia con el objetivo: 100 metros! —avisó Erwin nuevamente.
—¡A todos los escuadrones de ataque! ¡Adopten la táctica tridimensional! ¡Arremetan desde todas las direcciones a la vez!
Todos hicimos caso a lo pedido, pero uno de los soldados fue directo hacia el titán sobre su nuca.
—¡Prueba un poco del poder de la humanidad!
No pasó un segundo cuando aquel titán y yo conectamos miradas, aquel titán no era uno común. Tomó al soldado a pesar de que no lo veía y lo adentró a su boca, dejando caer de él solo su brazo, todos comenzamos a luchar, pero inesperadamente salieron más titanes del bosque. Nuevamente, los titanes nos daban una mala jugada.
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—¿Solo regresaron estos? Seguro que devoraron a los demás. Eso es lo que pasa cuando sales de las murallas. ¿El escuadrón de Erwin está intacto? ¡Él debería tomar el cargo de Shadis!
Solo se escuchaban quejas de la gente cuando regresamos, fue difícil poder ayudar a los demás. Mis piernas aún temblaban al recordar cómo algunos fueron devorados al intentar derrotar a un titán.
—¡Moses! ¡Moses! No veo a mi hijo, Moses —interceptó nuestro camino una señora de mediana edad, tomó suavemente la capa del comandante Shadis—. ¿Dónde está?
Al recordar al soldado que buscaban, apreté mi agarre a la correa del caballo, aquel chico...
—Es la madre de Moses —llamó Shadis a uno de los soldados del frente, que también fue herido—. Tráelo —le entregaron lo que pudimos rescatar de su hijo: su brazo, envuelto en un pedazo de tela ensangrentada—. Es lo único que pudimos recuperar.
Miré al suelo, escuchando de fondo los alaridos de dolor y pena de aquella madre.
—Pero mi hijo ayudó, ¿verdad? Aunque no hiciera nada directamente. ¡La muerte de mi hijo, ayudó a la humanidad a contraatacar, ¿no?!
—¡Por supuesto! —exclamó Shadis—. No... —alcé mi mirada, sorprendida—. Esta vez no. Mejor dicho, esta vez tampoco. ¡No conseguimos nada! Por culpa de mi incompetencia, lo único que hacemos es perder hombres ¡y ni siquiera sabemos qué son!
La voz entrecortada del comandante me hizo bajar la guardia, solloce en silencio la muerte de nuestros compañeros, y preguntándome cuándo me tocaría a mí.
Limpié mis lágrimas y alcé mi vista al frente, pero no pude contenerme a encontrarme con aquellos inocentes ojos esmeralda, mirando atónito la escena, dirigió mi vista hacia mí y pude notar cómo su confusión aumentó, quizás vio mi decepción.
Nos fuimos alejando, despegue mi vista de aquel niño y comencé a andar en mi caballo. Acaricie un poco la cabeza del equino, también había pasado por mucho.
Ya quería llegar a la Muralla Rose para que descansara mi equino, a lo lejos noté a Erwin y Levi hablando, el primero tenía manchada con sangre la capa de la Legión, me acerqué lentamente a ellos para cerciorarme de que ambos estuvieran bien.
—Hablamos luego —finalizó el rubio dejando que Levi se alejara cuando ambos me vieron.
—¡Quietos ahí ambos! —exclamé, haciendo que ambos se detuvieran sobre sus caballos, con una señal de mi mano les ordené que se acercaran a mí, inspeccione de vista a ambos, inspeccionando que no estuvieran heridos, cosa que si sucedió—. Ambos: cuando lleguen al cuartel irán a enfermería.
Levi chasqueó la lengua, mirándome molesto. Pero finalmente haría caso, sonreí victoriosa por dentro, dirigí mi mirada ahora al rubio, quien me miraba preocupado.
—¿Tú cómo estás? —se acercó un poco.
—Mejor que tú, por supuesto —respondí tomándolo del brazo molesta, sabía por qué se había lastimado y se lo guardaba, soltó un quejido de dolor por mi agarre—. Si sigues así vas a perder el brazo por tu imprudencia, ¿sabes?
—No podía dejarlos ahí, tenía que luchar.
—Lo sé, todos aquí nos esforzamos. Pero eres importante, tienes que vivir para ser el comandante —suspire soltándome de su brazo y quedando frente a él.
Erwin resopló, cansado. Asintió y finalmente continuó trotando sobre su caballo. Iba a seguirle el paso al rubio cuando una voz me llamó. Uno de los soldados me entregaba una carta por parte de Charlotte para ir a visitarla. Sonreí y me adelanté hasta topar con el comandante Shadis, quien se le veía un poco mejor.
—Soldado Baumeister, ¿en qué le puedo ayudar? —habló serio.
—Comandante, me preguntaba si podía quedarme un rato en el Muro, tengo un conocido que quiere verme y...
—Mañana puedes volver temprano —me interrumpió el comandante, haciéndome sonreír instantáneamente.
—¡Muchas gracias! —tras ellos, dirigí mi caballo de donde veníamos para acercarme hasta la casa de los Dok.
Charlotte se había casado a finales de año, había podido asistir pero solo un día, al siguiente regresaría al cuartel. A William le ofrecieron una casa en Shiganshina porque no tenían dónde vivir, puesto que vivía con su padre en el Muro Sina. Me parecía ilógico, pero qué le iba a hacer.
Bajé del caballo cuando quedé frente a la casa de Charlotte, toqué a la puerta un par de veces y fui recibida con abrazos cariñosos por parte de ella y una saludo cordial por parte de su esposo, quien poco después se fue para visitar a su padre en Sina.
—Oh, mi querida Oda, soy tan feliz. No puedo haber pedido más —decía feliz, mientras masajeaba su vientre.
—Mi querida señora Dok, ¿es lo que estoy pensando? —pregunté, emocionada por su respuesta afirmativa—. ¿Has pensado en un nombre?
—Connor si es niño, Odelia si es niña.
—Será un honor para mí cuidar de mi sobrino o sobrina —dije abrazándola y sirviendo un poco más de té.
—¿Qué tal va todo allá? ¿Se han calmado las cosas entre Erwin y Levi?
—Son inseparables —bromee con algo real, eran como dos hermanos muy diferentes.
—¿Y tú qué tal vas con Levi? ¿Has avanzado con él?
—No tengo nada que avanzar con él, solo somos compañeros de escuadrón, eso es todo.
—Me sorprende las incontables veces que te encuentras con él y terminan ayudándose. Recuerda, Oda, que del odio al amor hay un solo paso.
—Pero yo no siento odio por él, entonces no puedo dar el siguiente paso.
—¿Entonces qué es lo que sientes?
—Respeto y admiración, eso es todo. Sabes que no me fijaría en un hombre como él, aunque no tenemos conflictos, personas como él y como yo terminamos molestandonos.
—Pues ten cuidado, Oda, porque quizás estás malinterpretando tus sentimientos.
Solté una risa jocosa, comenzamos a hablar de otros temas hasta que se hizo de tarde, también quería ir a visitar a Wanda, de quien no había tenido noticias antes.
Cabalgaba en mi caballo hasta que un temblor me hizo caer de él, afortunadamente sin ningún golpe peligroso, solo el de mi trasero contra las piedras del suelo.
Alcé mi vista hacia el frente encontrándome con una pesadilla viva: un titán estaba asomando sobre la muralla. Los demás ciudadanos, al igual que yo, estábamos en shock, hasta que el sonido de la muralla siendo rota y una onda expansiva nos hizo salir de ese trance y comenzar a correr.
Miré a mi alrededor, fui corriendo hasta la casa de Charlotte hasta recordar que también tenía una hermana por la cuál ir a buscar. Me detuve que pensar qué hacer y finalmente decidí ir por mi amiga, Wanda era esposa de un militar de las tropas, la pondrían a salvo pronto.
Mi miedo incrementó al notar que la casa de mi amiga estaba aplastada junto con ella adentro. Me acerqué para tratar de llamarla pero vi a lo lejos había un titán de unos tres metros dirigiéndose a ella. Por fortuna, tenía mi equipo tridimensional y lo usé sin rechistar, acercándome al gigante para colocar los ganchos entre sus piernas e impulsarme hacia arriba con el gas que tenía, en el aire despegue los ganchos de metal volviéndolos a colocar ahora sobre su nuca, me impulse hacia el titán y en un corte quirúrgico sobre su nuca lo hice caer hacia adelante, provocando que los escombros tiraran más de Charlotte, quien estaba inconsciente.
—¡Charlotte! —grite acercándome a ella y tirando de sus brazos.
—Odelia... —habló con dificultad—. Déjame aquí y sálvate. Pierdes tu tiempo conmigo, mi estómago... creo que está perforado —continuó mientras un hilo de sangre salía de su boca, y las lágrimas recorrían sus sucias mejillas debido a los escombros—. Si salgo de esta no tendré muchas esperanzas, tienes que ir con Wanda y George. Dile a William que lo amo, Odelia...
Sus ojos poco a poco se cerraron, sus lágrimas dejaron de salir y yo me quedé sin poder asimilarlo. Me levanté de mi sitio y corrí hasta mi caballo, sin antes darle una última mirada a mi amiga.
Corrí hasta la entrada al muro María, donde se acomodaban los soldados para atacar con cañones, a lo lejos pude divisar cómo el niño de la mañana entraba al barco. Alcancé a ver a George en los cañones junto con otros soldados de la misma base. Dirigí mi caballo hacia él.
—¡George! —grité y él se acercó apresurado hasta mí—. ¡¿Dónde está Wanda?!
—¡Ha subido a uno de los barcos! ¡Haz mismo, pronto partirá el último barco! —corrí en dirección de donde venía, no me iba a ir sin antes darles un poco más de tiempo con los titanes—. ¡Odelia! ¡Sube al maldito barco ahora!
Ignoré los gritos de George y corrí donde hubiera necesidad de matar titanes. Pude cortar algunas nucas, pero fue tarde cuando me di cuenta de que la puerta del Muro María había sido atravesada por un titán diferente.
—Chicos... vengan pronto —susurre mientras cortaba la cabeza de un titán.
El sonido de mi gas acabandose me hizo dar cuenta que estaba muy lejos para llegar hasta donde se encontraba George. Despegue en uno de los tejados altos del distrito, siendo difícil que algún titán me alcanzara ahí, sin embargo, una mano gigante me interceptó a medio camino, haciéndome rodar por el suelo de ladrillos, un titan se acercaba directamente hacia mí.
Mi vista estaba algo nublada y un pitido molestaba a mi cabeza, sin dejarme pensar con claridad. Alcé la espada que no se había roto con la caída y solté un grito, dándome fuerzas para seguir luchando con lo poco que me quedaba.
—¡No voy a morir aquí, ¿me entendiste?! ¡Peleare!
La sangre del titán cayó por mi cara al caer, mi cuerpo se tensó al divisar aquella silueta.
Era Levi. Pero, ¿qué hacía aquí?
Caí de rodillas, sintiendo alivio de que estuviera aquí. Se acercó hacia mí teniéndome la mano para levantarme, la tomé por inercia y me levanté sacudiendo los escombros de mi ropa.
Observamos el lugar, estaba lleno de titanes y no se veía que fuera a parar.
—Tenemos que irnos de aquí —habló tomandome de la muñeca y acercándome a él, dejando un espacio considerable entre los dos—. Debemos avisar al comandante y a Erwin cuanto antes. ¿Tienes gas? —negué—. Yo aún tengo bastante como para avanzar, pero debemos hacerlo cuando estén inactivos, nos iremos en la noche.
—Debo buscar a...
—¿Escuchaste lo que dije? He dicho que no moveremos nuestros traseros de aquí hasta que sea de noche, si quieres ser comida de titanes, entonces, adelante.
Derrotada, me senté junto a él, pronto iba a anochecer, no habría tanto que esperar. Lo único en lo que podía pensar era en las personas que no pudieron salir, como Charlotte, y cómo le daría la noticia a su familia y a William.
—¿Cómo llegaste hasta aquí? —pregunté tratando de pensar en otra cosa.
—Shadis me ordenó que te vigilara, también Erwin me lo pidió.
—Ya veo —susurre, metí mi mano a una de mis bolsas, encontrándome con una barra de cereal, corté a la mitad la barra y le tendi una al pelinegro—. Acepta —ordené—. Te agradezco, Levi. Por favor, acepta esto.
—Gracias —susurró tomando el pedazo de pan.
—¿Te duele la cabeza? —noté durante la expedición que tuvo un golpe al chocar contra un árbol, tardó un poco en reaccionar pero afortunadamente ya habían matado al titán.
—No mucho —respondió tomándose de la cabeza.
—Me alegro.
—¿La tuya aún te duele? —preguntó, yo me gire confundida a verlo— Noté que durante la expedición te tomaste de la cabeza, incluso susurraste algo.
—Pensé que nadie lo vería.
—Tch. Eres demasiado expresiva. ¿Y bien?
—Fue un dolor momentáneo, pero fue realmente extraño, es como si en ese instante hubiera estado en otro lugar. Aún no lo entiendo. Pero, gracias por preocuparte, ya estoy bien —sonreí.
—Si tú lo dices —musito el azabache.
Volvimos a estar en silencio. Recordé lo que había pasado hace poco y no pude evitar llorar, hice lo posible por hacer en silencio pero creo que al final, Levi logró escucharme. Acercó un pañuelo para limpiarme, lo cual agradecí.
—Mi mejor amiga murió. Estaba encinta —declaré, estaba demasiado cansada para poder guardarlo—. Intenté salvarla pero ella estaba agonizando.
—Lo lamento.
—No pude hacer nada para salvarla —mantuvimos el silencio, pero no fue incómodo, incluso, fue para desahogarme—. Siento que lo que amo poco a poco se me irá de las manos, ¿hasta cuándo dejaré de sentirme así? No quiero que mi familia muera por mi ineptitud...
—No es eso —me interrumpió sin ser severo—. Tu familia no morirá si no te lamentas. Ella ha fallecido, y no te digo que no te sientas mal pero, no dejes que eso te haga pensar algo que no es. El día en que estés en una situación de peligro, no podrás hacer nada porque te quedaste con aquel pensamiento. Déjala ir, ella ha descansado de esta pesadilla.
Bajé mi cabeza, tenía razón. Cubrí mi rostro con mis manos y comencé a llorar en silencio, no quería llamar la atención de algún titán. Sentí una mano masajear mi hombro, era Levi, su mano era fría, pero me hacía sentir cálida su acción.
Calmé mi sollozo cuando me di cuenta que comenzaba a anochecer, era nuestra oportunidad para avanzar.
Nos levantamos de nuestros lugares mirando hacia abajo, Levi me entregó uno de sus tanques de gas para avanzar.
—Tengo mi caballo no muy lejos de aquí, si sigue vivo, podemos avanzar sin problemas.
Levi asintió y comenzamos a avanzar en la penumbra de la oscura noche.
Este sería un día difícil de olvidar.
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Me gustaría dedicar este capítulo a Alinder29 que ha apoyado desde el principio esta obra y agradezco mucho su apoyo que me ha dado en todo este tiempo.
Espero que les haya gustado este capítulo y nos vemos el próximo viernes ♡'・ᴗ・'♡
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