Capítulo 13
El señor William Dok y su hermano eran diferentes en varios sentidos a pesar de tener una semejante apariencia física. El mayor de los Dok no era inteligente y tampoco daba mucha apariencia para hablar, le enorgullecía enormemente pertenecer al Culto de las Murallas, el cual su nombre explica todo, era el fin de expresar su fervor hacia las paredes gigantes que los protegían. Sin saber del todo los secretos de ellas.
A diferencia de su hermano menor, no tuvo una vida fácil, fue educado tras la sombra de un padre avaro e inculto, por lo que fue tratando de llenar un vacío que con el paso del tiempo le ayudó a ganar una gran humildad en su carácter, la cual fue contrarrestada con una vanidad gracias a su poca inteligencia, a su vida retirada y a los sentimientos inherentes que su culto había sembrado en su ser.
Nile, por otro lado, fue inculcado en el manto de un padre arrepentido de los errores que cometió con su primogénito, volviéndolo un hombre un tanto testarudo al hacer de las suyas, sin embargo, trazando un carácter recto ante lo que era importante y verdadero para él, pero este era arruinado con su obstinación, pensando que siempre tiene la razón y cuando no era así, dejaba de lado los logros de los demás. A pesar de ello, se volvió rápidamente en un punto clave de la milicia donde servía, dando un ejemplo de ser incorruptible.
Puesto que ahora ambos pronto heredarían la casa de sus parientes por ser los hombres que podrían conseguirla, tras haberlo pensado, decidieron que uno de los dos se casaría con la mujer que era parte de la familia lejana Baumeister. El dilema era que ambos habían posado sus ojos en la mayor de la familia: Marie Baumeister.
La garantía de la primogénita para evitar aquel apurado compromiso era que, durante su primera noche, habló en privado con su madre, dándole la noticia de que era posible tener a la vista un compromiso con el capitán y hombre estrella de la Legión de Reconocimiento: Erwin Smith. A pesar de que la paga para los soldados de aquel órgano militar era menor que de la Policía por un número considerable, en esta ocasión prefería que su hija siguiera sus sentidos y tomara por esposo al hombre que amaba.
A la segunda mañana de la visita de las hijas mayores, William decidió aventurarse antes que su hermano por pedir la mano de la encantadora rubia, hablando temprano por la mañana con la señora Baumeister, charla que duró un cuarto de hora y que, para desilusión de ambos hermanos, la señora Baumeister hizo la advertencia de un posible compromiso por parte de la mayor.
William tendría que sustituir a Marie por Odelia, quien le seguía en edad y belleza y, animado por la señora Baumeister, hizo un cambio a sus planes, al igual que para la señora de la casa, quien, en un principio, detestaba pensar en el nombre de aquellos forasteros, y se llevaba la ilusión de tener a dos hijas futuramente casadas.
La misión de Orlantha junto con su hermana de salir a Karanesse seguía en pie. Todas las hermanas aceptaron a excepción de Joelle, quien misteriosamente comenzaba a mantener más silencio del normal, preocupando en silencio a las dos mayores. A petición del señor Baumeister por deshacerse de sus parientes y descansar en la biblioteca, los hermanos Dok hicieron su compañía a las damas, escoltados por un George Wickham atento a Odelia más que a su esposa, quien al interceptar a una distraída y sola Odelia, habló:
—Hace mucho que no hemos platicado, no tuve el tiempo de ponerme al día contigo, hermana.
—Así ha sido, a pesar de que las tropas estacionarias no tienen mucho trabajo por hacer, en cambio, no he tenido el tiempo por preguntarme cómo se encuentra —respondió indiferente Odelia—.
—A pesar de que nos conocemos de varios años, es bueno poder volver a iniciar, y volvernos buenos amigos, ¿no lo crees?
—Sí, sería lo mejor. Creo que por eso le agradas bastante a mi tío para ayudarte a casarte, ¿no lo crees?
—Sí —replicó ahora dudoso y molesto—. Debo ir con Wanda.
Con el orgullo por los suelos, decidió alejarse de la chica, dando por hecho que no obtendría nada con ella. Odelia se acercó con gran orgullo y optimismo a su hermana Marie, quien iba acompañada del señor Nile.
—¡Marie! —exclamó Odelia mientras se apegaba a ella en un abrazo—, deberíamos ir pronto a casa, seguro nos esperan allá.
—Me parece bien —respondió Marie con una sonrisa ladina que terminó cautivando al hermano menor de los Dok.
Durante el camino, continuaron hablando de cosas triviales en compañía de Nile, quien escuchaba con atención lo que decía la mayor de las Baumeister, algo que Odelia notó y que le hizo sospechar de las intenciones del pelinegro hacia su hermana permanecían intactas.
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—¿Te has dado cuenta que el señor Dok no ha dejado de mirarte en toda la noche? —inquirió divertida la castaña cuando estuvieron solas, dispuestas a dormir.
—El señor Nile es un hombre muy amable y atento.
—Y muy serio, aunque con lo que gana no hay mucho problema en eso.
—No digas eso. Nunca podría casarme por el dinero y lo sabes.
—Por supuesto que lo sé —replicó Odelia—. Y te admiro por eso. No quiero sonar a poner el peso sobre ti, pero en otras ocasiones pudiste haber cedido y nunca has bajado la guardia acerca de tus sentimientos.
—Algún día tú también acabarás enamorada de algún caballero, sin importar si es rico o pobre.
—Solo el amor más profundo me hará contraer matrimonio, es por eso que terminaré soltera. Y criando a tus bellos hijos hasta que alguno llore y te los devuelva en el momento —bromeó Odelia causando una risa nasal en ambas hermanas.
—Espero que sea como tú dices. Aunque advierto que he encontrado al señor William bastante interesado en ti.
—Ni con todos los halagos que pueda estudiar para enamorarme, logrará obtenerme como una aceptable alternativa. Prefiero casarme con un titán.
—Quizás haya algún titán apuesto que esté dispuesto a no comerte.
Transcurrieron la noche entre cotilleos tratando de no despertar a los demás. A la mañana siguiente, la familia Lucas se reuniría con ellos. Odelia era la más ansiosa en ver a su amiga, de quien no había podido tener noticias.
El día siguiente llegó para Oda, quien recibió con gran alegría a su amiga, platicando de todo lo que ocurrió cuando estuvo en la Legión, desde su entrada hasta el último día que estuvo ahí, también de sus invitados y cómo ambos se interesaron en su hermana, pero repentinamente el mayor de los Dok le prestaba atención a ella a tal punto de no querer separarse de su lado.
—¿Cuál es tu opinión, Charlotte? Me tiene fastidiada de seguirme todos los días —concluyó Odelia.
—Me temo que es bastante obvio el apego hacia ti, y si es por lo que parece ser, estás a punto de salvar a tu familia de quedarse sin casa...
—¡Oh, por favor! Realmente no deseo casarme con alguien que le tenga más amor a las piedras que a mí —replicó la castaña—. Además, sabes que prefiero ser soltera.
—Bueno, si no eres tú, creo que el señor Nile y Marie serían una buena pareja y salvación.
Ambas fijaron su mirada a los dos mencionados, quienes se encontraban hablando de cosas, quizás, triviales, regresaron su mirada entre ellas dos y Charlotte continuó:
»Creo que él está interesado en Marie, y ella no es muy indiferente. Por lo que si quiere tenerlo asegurado, debería hablar más con él.
—Pero ella solo es amable, además quiere a Erwin —replicó Odelia con sorpresa ante las palabras de su amiga.
—Sí, pero el futuro es incierto, por lo que debe estar atenta a las opciones que tenga y si uno no desea, tiene su segunda opción, ya podrán conocerse mejor después.
—Sabes que eso no tiene nada de sentido, tú no lo harías aunque fuera el último hombre en la tierra.
—Mi querida Oda, en este mundo debemos sobrevivir de cualquier manera, y si Nile puede ser su manera en que ustedes no queden completamente desamparadas, que Marie se decida de una vez. No la esperará toda la vida.
—Vuelves a contradecirte, Charlotte. El matrimonio es un lazo permanente, no un simple pasatiempo, si quiere estar con Erwin, que luche por ello.
—¿Y si él no la quiere? Es posible que sea solo amabilidad la del tal Erwin. Además, es demasiado peligroso que se casé con él, yo preferiría algo seguro, aunque no me guste. Prefiero no saber casi nada que pasarme doce meses analizando a mi pareja.
Ambas se vieron interrumpidas por William, quien deseaba sacar a bailar a Odelia y quien decidió cederle la pieza a su amiga, para que conociera más acerca del hombre pelinegro y desear que su Charlotte reconsiderara su postura.
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Los días para que las hermanas Baumeister regresaran al cuartel en Trost cada vez eran menos, faltaban al menos dos días para que regresaran y Marie habló sobre la proposición que le hizo Nile antes de que ella se fuera.
—¡¿Que te dijo qué?! —exclamó sorprendida por lo que le contó su hermana.
Ambas se encontraban preparando el desayuno, por lo que podían hablar a sus anchas. Marie respondió:
—Fue él quien contactó al doctor de Shiganshina llevándose a Wanda y a George para que se casaran lo antes posible. Dijo que todo eso lo hizo por mí y que, a pesar de que aún no me conocía, al haberle platicado mamá acerca de nosotras, no pudo evitar sentirse enamorado de mi manera de ser, y no por mi físico.
Odelia notó el nerviosismo de la rubia al hablar, se dio cuenta entonces acerca de lo que significaban esas palabras para ella. Dudaba ahora de si ella tenía la razón o Charlotte había adivinado todo.
—¿Y qué más dijo o hizo?
—Me propuso matrimonio —soltó en seco haciendo que Odelia hiciera un sonido de sorpresa—. Calma, Oda. Yo le he dicho que lo pensaré. Y me recalcó que lo que hizo fue por mí, pero que de todas maneras no me sintiera con la presión de no corresponder sus sentimientos.
—¿Y tú qué sientes por él?
—Oda, no sé si es tan repentino sentir lo mismo por el señor Nile que lo que siento por nuestro capitán.
—Pero Marie... casi no lo conoces, entiendo tu sentir por lo que hizo pero, creo que deberías pensarlo un poco.
—Lo he pensado Oda, y sé lo que haré y tengo claro mis sentimientos, si eso es lo que te preocupa. Que no sepa qué hacer y me precipite.
—No es eso, quiero que seas feliz sea con el hombre que te cases. Es por eso que me preocupo. Puedes casarte con el hombre que desees, siempre y cuando lo ames como me dijiste que amarías a alguien como para casarte.
Tras aquella plática, salieron al comedor para servir a todos y comenzar a comer. Odelia observó, al igual que su padre, el pronto apego que comenzaron a tener Nile y Marie, platicando mucho e intercambiando miradas cómplices. En cambio, William trataba de hacer lo mismo con Odelia durante toda aquella semana, sin tener éxito alguno. Sin embargo, al ser de poca inteligencia, pensó que ella era tímida y si esperaba una apurada y romántica propuesta puesto que su partida sería pronta, llamando así, la atención de todos en aquella habitación y pidiendo la aprobación de la señora Baumeister preguntó:
—¿Puedo esperar, señora, dado su interés por su bella hija Odelia, que se me conceda el honor de una entrevista privada con ella, en el transcurso de esta misma mañana?
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