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Capítulo 12

Habían pasado varios días desde aquella fatídica expedición. Odelia había salido a petición de su hermana para comer y visitar la enfermería; en todo ese tiempo no logró encontrar a Levi, aunque también tenía miedo de verlo debido a la escena que presenciaron juntos.

—Manténgase unos días en reposo y pronto mejorarás —recomendó la enfermera mientras revisaba las heridas casi curadas de la castaña, ella agradeció saliendo del lugar esperando por reencontrarse con su hermana.

—Buenos días, Odelia —saludó seriamente el rubio llamado la atención de la castaña, quien no se percató de su presencia—. ¿Cómo te has sentido?

Ella agachó la cabeza triste y eso le dolía a Erwin, le había prometido que trataría de hacerlos sobrevivir y rompió su promesa. A pesar de que no era ni sería su culpa, no podía evitar sentirse preocupado por su amiga que tampoco estaba decidida a culparlo.

—Erwin, ¿siempre tendrá que ser así? —sollozó la castaña dejando caer algunas lágrimas al suelo. El rubio posó una mano sobre el hombro de Odelia—. No pude hacer nada para evitar sus muertes, si hubiera hecho algo yo...

—No lo lamentes —interrumpió el rubio haciendo que Odelia levantara su cara para mirarlo, asombrada—. Si lo lamentas, no podrás tomar decisiones en el futuro y tendrás una muerte segura. Tu no tuviste ni tendrás la culpa de sus muertes. Pero, lo que puedes hacer ahora es continuar adelante, haz que sus muertes tengan sentido para cuando llegue el día en que la humanidad se libere de estas murallas que nos aprisionan.

A pesar de que sus palabras eran para consolarla, no podía evitar también sentir la necesidad de decirlo a sí mismo. Cada noche después de una expedición sentía su cuerpo pesado, como si las vidas perdidas en la batalla se acumularan en su espalda y la mirada de todos ellos estuviera puesta en él, observando qué error cometería de nuevo y quién se agregaría a su lista de muertes.

Instintivamente Odelia atrajo sus cuerpos en un fuerte abrazo. Erwin al principio se sintió confundido pero finalmente correspondió, también necesitaba consuelo. Se quedaron así unos instantes hasta que ambos se comenzaban a sentir mejor.

—Gracias, Erwin. —Sonrió la castaña limpiando el rastro de lágrimas. Su sonrisa se volvió más grande al ver que Erwin le regalaba una flor exótica que guardó en su chaqueta; lo más probable es que la haya encontrado en la expedición. Con tanta preocupación, Odelia se había olvidado de la promesa hacia su padre de llevarle una flor—. ¡La conseguiste! —Sus ojos brillaron entre las lágrimas, permaneciendo ahora la sensación de ligera y monótona felicidad y calma dentro de ambos.

Odelia recordaba el dibujo del libro de su padre; aquella flor se llamaba Aster, a pesar de que era sin color, era casi igual a la real, pues esta superaba en sobremanera al dibujo. Los colores rojos de los pétalos de la flor la hacían sentir una devoción hacia su amigo, tal como el significado según el libro que tenía su madre. Tomó la flor con delicadeza y volvió a abrazar al rubio separándose rápido de que nadie los viera y pensara otra cosa.

—La encontré en el prado al principio de la expedición. Creí que esto te animaría y al parecer, así fue —explicó feliz el rubio de su decisión acertada.

—De verdad, muchas gracias —respondió admirando la belleza de esa flor—. Se la daré a mi padre y algún día te devolveré el favor.

—Lo haces siendo mi amiga y manteniéndote con vida —replicó Erwin con una sonrisa ladina.

La última frase le recordó al instante a cierto azabache. No lo había visto en todo ese tiempo y le preocupaba lo que ocurrió cuando ella estuvo inconsciente.

—¿Cómo está Levi? 

El drástico cambio de conversación sorprendió al rubio, pero debía decirle la verdad antes de que se fuera Odelia, si ella lo deseaba y el también, podrían llevarse bien después de todo lo que vivieron.

—Hablaremos de esto en mi oficina, ¿te parece?

Odelia afirmó y se dirigieron en silencio a su destino, en el camino se encontraron con Marie, así hablarían todos de lo ocurrido.

—Fue duro encontrarte desmayada, creí que... —después de tanto tiempo, Marie se desahogó al estar en privado en la oficina del líder Smith—. Pero ahora estás bien y eso es lo que importa.

Ambas se abrazaron con delicadeza para que Odelia no se lastimara.

—En cuanto a Levi —interfirió el rubio—. Aceptó quedarse en la Legión, finalmente le di a saber el por qué Lobov quería matarme y lo que contenían los papeles. Estos tenían el poder para quitar el respaldo económico para las expediciones, ese dinero sería utilizado para los negocios con la Policía Militar y continuar teniendo tratos sucios. Pero al saber nosotros de esto, inmediatamente lo entregamos a Zackly, donde siempre tuvo que estar, papeles que acreditan el mal uso de los fondos. Es el fin de Lobov.

—Eso quiere decir, que se pudo haber evitado sus muertes... 

Los ojos de la castaña volvieron a humedecer al pensar en el hecho de que las muertes de Farlan e Isabel fueron en vano. Erwin soltó un suspiro tratando de encontrar la manera de responder a la castaña sin llegar a lastimarla.

—No puedo responder eso de manera negativa o afirmativa. Odelia, debes entender que todo tiene un precio, ellos sabían a lo que se arriesgaban al estar en el Cuerpo de Exploración y, sin embargo, decidieron seguir sus planes. Perdieron la vida, lo sé, pero muchos otros como Turret y su escuadrón completo también la perdieron.

Odelia agachó la cabeza, sabía que el capitán tenía razón, pero seguía doliendo con fuerza la verdad de sus palabras.

—Gracias, Erwin. —Se levantó del asiento donde estaba y se dirigió a la puerta. Quería meditar un poco en todo lo ocurrido antes de tratar de continuar su vida.

Quedaron hablando un poco más hasta que dispusieron ir a descansar. Aunque se sentía cansada, tenía miedo de ir a dormir y encontrarse con la misma escena donde vió por primera vez a alguien perder la vida. Decidió ir a descansar a la habitación de Marie, aún no quería entrar a su habitación y encontrarse con la cama vacía de su amiga.

Apenas cerró los ojos, Odelia comenzó a dormir, pero el recuerdo del aire soplando con gotas de por medio y cómo algunos rayos iluminaban la escena de una Isabel siendo comida y ella sin poder hacer nada para evitarlo, a la escena venía un fuerte relámpago y se presentaba en su mente la cabeza de la pelirroja con sus ojos inertes inyectados de sangre y terror.

Un fuerte rayo la hizo despertarse con el cuerpo sudando frío y su respiración agitada. Miró a su hermana quien dormía a su lado sin percatarse de que ella se despertó.

Dirigió sus pasos hacia el tejado, teniendo un poco de esperanza de encontrarse con Levi. Siempre lo hacían y en la última vez su relación no estaba tan mal en su pésima relación de compañeros, probablemente por el remordimiento que tenía él, pensaba Odelia.

A pesar de que lo iba a esperar, decidió colocarse donde siempre se sentaba a leer, con la luz de la noche haciendo su aparición, era cuestión de tiempo pasar desapercibida en su asiento. Por su mente divagaba el recuerdo de sus compañeros caídos en batalla.

—¿Qué haces aquí? —una ronca voz llamó la atención de la castaña, frente a ella se encontraba Levi, mirándola de una manera que no supo interpretar.

Se levantó de su asiento, nerviosa, buscando qué decir.

—Yo... no podía dormir —confesó en un hilo de voz, ¿debía decirle cómo se sentía?—. ¿Y tú?

—Tampoco puedo dormir.

Se mantuvieron un rato en silencio, sin saber qué decir.

»¿Sabías lo que planeaba Erwin?

Odelia lo observó sorprendida, negó con la cabeza y después bajó la mirada, incapaz de observarlo a los ojos.

—No del todo. Solo sabía que Lobov planeaba matarlo y buscaba unos papeles, pero no sabía que el Generalísimo Zackly ya los tenía en su poder —admitió mientras jugaba con los dedos de sus manos, tomó aire para agarrar valor y hablar con sinceridad—: Lamento lo de Isabel y Farlan, quise salvarlos pero no pude. Fue mi culpa.

—No fue tu culpa. Finalmente fue la mía por confiar en mi fuerza y mi orgullo. Ellos creyeron ciegamente en mí y los dejé a su suerte.

A pesar de que no podía verlo a la cara, Odelia sentía pesar en la voz del azabache y podía jurar que algunas gotas cayeron al suelo, producto del dolor del azabache.

—No lo fue. Finalmente, los titanes tienen la culpa de esto. Si no existieran, no tendríamos por qué arriesgar nuestras vidas. Lo único que podemos hacer ahora es continuar adelante, por ellos. Sin tener remordimientos por nuestras elecciones hasta que nuestro final llegue.

No obtuvo respuesta, tampoco esperaba una.

Caminó hacia la salida, la voz del azabache la detuvo y finalmente respondió:

—Nunca me arrepentiré de mi decisión —susurró apenas siento audible—. No deberíamos rendirnos ante nuestro destino.

Sus palabras mejoraron el estado de Odelia, se sentía en paz después de mucho tiempo. Dirigió una última mirada al chico que estaba detrás de ella, viendo que le dedicaba una mirada neutra y llena de paz. Con el cariño que alguna vez sintió por Isabel, tomó las manos frías de Levi en una muestra de apoyo.

—Cuenta conmigo, Levi.

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Había llegado el día en que los soldados que tenían familia podían ir a visitarla. Marie y Odelia subieron a la carreta impacientes por llegar a casa, sería un viaje muy largo.

Odelia se sentía un poco más tranquila, el tener la tregua con Levi la calmaba de que el mencionado no intentara algo malo y el apoyo de sus compañeros, en especial de Marie y Erwin la habían ayudado a no sentirse traumados con lo que vivieron.

—Hablaré con Erwin al regresar de nuestro viaje —confesó una sonrojada Marie a su querida hermana—. Tus palabras me han hecho creer que sea posible que también le agrade.

—Me alegro mucho porque estoy segura que más que agradarle, le gustas. Por ahora solo debemos preocuparnos de ir a casa, cuando regresemos, podrás decirle todo lo que quieras, yo te ayudaré.

Se tomaron de los brazos mientras regresaban a casa, estaban emocionadas y a la vez pensaban mucho en lo que les informaron en las cartas Joelle.

A lo lejos pudieron divisar su casa, Odelia sin pensarlo más, se lanzó desde la carreta que estaba en movimiento lastimándose el pie, a lo lejos su padre las esperaba para entrar a casa.

—¡Papá! —gritó emocionada la castaña lanzándose a los brazos de su padre.

—¿Cómo has estado, mi pequeña Oda? —Correspondió el abrazo de su hija, aun tomados se acercaron a la mayor de las hermanas Baumeister uniéndose al abrazo—. ¿Mis dos orgullos cómo han estado?

—Todo ha estado bien papá, pero necesitamos saber cómo han estado las cosas aquí —habló Marie mientras se separaba con sutileza del abrazo, Odelia hizo lo mismo.

—Ha sido un dolor de cabeza. Probablemente Jo les hizo saber lo que pasó cuando ustedes no estuvieron. Todo ha sido arreglado, solo que no sé cómo agradecerle a tu tío de ese bastardo de Wickham. Los Dok también están en casa todavía, deberían conocerlos y pueden opinar lo que deseen de ellos, son unos parientes muy singulares, en especial, William. —Rio el señor Baumeister amargamente.

Todos caminaron hacia la entrada de la casa, encontrándose con toda la familia y un hermoso aroma a comida. Las recibieron con un eufórico "sorpresa" mientras se acercaban a abrazar a las chicas recién llegadas.

—¡Mis queridas niñas! Han cambiado tanto en este tiempo que se ven irreconocibles. Marie, te ves tan hermosa como siempre, y tú, Odelia... ¿no hubieras preferido venir con tu falda? Me costó muchísimo poder coserlas con lo que quedaba de las faldas que Marie desechó, te quedaban demasiado angostas y tuve que hacerlas grandes —expuso la señora Baumeister, tratando de sonar feliz por sus hijas, más por Marie, tomándola de las mejillas y haciendo teñir sus mejillas.

—Mamá... —habló Marie incómoda.

—¡Oh! Querido señor Baumeister, ¿no se ve hermosa Marie?

A lo lejos se encontraban los hermanos Dok, un hombre alto y de ojos oscuros miraba a ambas hermanas, en especial a la mayor, al igual que el otro hermano Dok que a diferencia de su hermano, su estatura no era tan alta como su hermano, de mirada profunda, con aire grave y estático y modales ceremoniosos. Ambos poseían un color de cabello negro, pero el de menor estatura mostraba inicios de entradas en su cabello.

—Creo que se ve igual que siempre —respondió sabiendo las intenciones de su señora esposa.

—¡Tonterías! Mi Marie se ve más hermosa que antes, ¿no lo cree, señor Nile? Se dice con gran elocuencia que mi querida Marie es la belleza de la Legión.

—Así es, señora Baumeister —habló por fin el alto acercándose a ambas muchachas y estirando su mano primero a la mayor—. Nile Dok, encantado de conocerlas.

—Marie, mucho gusto. —Sonrió amable la rubia, acto que imitó el pelinegro.

—Odelia —respondió tajante pero cortés hacia el saludo del presente.

—Mi nombre es William Dok, miembro honorable del Culto a las Murallas, mucho gusto. —Se acercó el otro tipo cuando volvió a su lugar su hermano Nile—. ¿Usted qué piensa acerca de las murallas, señorita Marie?

—Creo que algún día podrían dejar de ser útiles, pero agradezco que existan y nos hayan protegido durante tanto tiempo —expresó con convicción la rubia mientras regresaba su atención hacia el más alto de los Dok.

—Es un hecho que las damas nobles se hacen notar por sus palabras. Me agrada eso de usted, querida Marie.

Sin decir otra palabra, regresó a su lugar, consternando a una ignorada Odelia que estiraba su mano para saludar y con un molesto Nile incómodo por el comportamiento de su hermano.

—¿Qué les parece si pasamos al comedor? —sugirió la señora Baumeister rompiendo la tensión del momento—. Allá nos esperan las niñas.

—Iré a guardar mis cosas primero —contestó apurada Marie, despidiéndose con una reverencia hacia los invitados.

Odelia hizo lo mismo y corrieron a sus habitaciones aguantando las risas mientras lanzaban sus valijas hacia sus camas.

—Qué encantador señor William, ¿no? —dijo sarcástica la castaña cuando estuvieron solas, soltando una ligera carcajada.

—No puedo creer que haya hecho eso.

—Ni yo, ya entiendo lo que papá decía.

—Será mejor que bajemos pronto o mamá se molestará.

Ambas chicas se apuraron a ir a comer con los demás. En los extremos se encontraban los señores Baumiester, de un lado, William Dok, Marie, Nile Dok y George Wickham y del otro lado desde enfrente de Wickham, Wanda, Orlantha, Odelia y Joelle. La comida de celebración transcurrió tranquila hasta que el señor Dok habló:

—Qué excelente comida tenemos, me pregunto quién de las hijas Baumeister pudo cocinar y darme el mérito de alabar su habilidad en la cocina.

—Ya que ahora soy la señora de la casa y no tenemos sirvientes, he aprendido a cocinar para mi querido señor Wickham —respondió orgullosa Wanda, dedicando una mirada coqueta al que era su esposo que únicamente se dedicaba a comer su plato y de vez en cuando observar de reojo a la segunda hija de los Baumeister.

—Me atrevo a decir, señora Wickham, que es placentero ver en una mujer los atributos necesarios para ser una buena esposa. En nuestro culto, además de poder dar gracias a la existencia de las murallas, ofrecemos un interesante discurso semanal de cómo ser un buen ser humano merecedor de pertenecer a las murallas, recientemente, se habló de las virtudes que debe tener una mujer como hija y esposa. Y espero y puedo afirmar que veo en usted que pueda desarrollar esas virtudes que no cualquiera puede obtener.

El silencio permaneció dentro de la sala mientras los ruidos de los cubiertos chocando con los platos resonaban en el lugar. Odelia dió un sorbo a su bebida antes de abrir sus labios y contestar a las observaciones del señor William:

—Juzga usted muy bien —dijo Odelia—, y es una suerte que tenga el talento de adular con tal delicadeza. ¿Puedo preguntarle si esos gratos cumplidos se le ocurren espontáneamente o son el resultado de un estudio previo?

—Normalmente me salen en el momento y, aunque a veces me entretengo en meditar y preparar esos pequeños y elegantes cumplidos que les gustan a las damas, para poder adaptarlos en las ocasiones que se me presenten, siempre procuro darles un tono lo menos estudiado posible.

—Entiendo, señor. Nadie sospecharía que sus modales son ensayados.

Las suposiciones del señor Baumeister se habían confirmado, aquel hombre, su pariente era tan absurdo como él creía, a diferencia de su hermano, Nile, quien no había abierto la boca más que para comer, mientras soltaba pequeñas miradas de enojo hacia el lado de su hermano, insatisfecho con el comportamiento de este.

—Entiendo, por lo visto, que están en la Legión de Reconocimiento —habló Nile tratando de amenizar la situación entre ambos familiares.

—Así es —respondió Marie con un curioso interés hacia la atención y aspecto serio del pelinegro—. Yo hace casi cuatro años que entré desde el entrenamiento e ingresé a la Legión de Reconocimiento y mi hermana apenas ingresó este año.

—Quizás conozcan a Erwin Smith, fuimos compañeros en el ciclo de entrenamiento, ahora es capitán. Fuimos buenos amigos durante nuestro ciclo de entrenamiento.

Ambas hermanas se miraron sorprendidas por las palabras de Nile, quien miraba expectante a la compañera que estaba a su lado.

—¿Usted por qué decidió ir a la policía militar? —inquirió Odelia.

—Siendo sincero, me interesaba tener protección fuera de las murallas, pero también es importante mantener la paz dentro de estas. Siempre ha existido la injusticia y yo no podré borrarla, pero mientras pueda, intentaré que no haya tantas bajo mi mando.

Las palabras determinadas asombraron a todos, en especial a Joelle, quien encontró en aquel joven un sentimiento positivo, uno que nunca había sentido pero que la hacía terminar interesarse del todo en aquel caballero.

—Me sorprende las habilidades que tiene en su habla. Son determinadas —expresó con franqueza Marie, dejando un ligero sonrojo en el pelinegro.

—Le agradezco, son las palabras que he tratado de seguir desde que entré a la Policía Militar.

La cena continuó en la felicidad de Wanda de ser la primera en casarse de todas sus hermanas, aludiendo a la idea de conseguirles marido por medio de sus contactos que hizo durante su estadía en Shiganshina y cómo fue que los habían encontrado en el distrito. La única que escuchaba con atención y regocijo era la señora Baumeister, quien celebraba de sobremanera.

—Después de la cena me gustaría recitar los sermones de Mitras que traje conmigo —habló William al final de la comida, dirigiendo su total atención a la mayor de las Baumeister—. ¿Ha leído usted los sermones de Mitras, señorita Marie?

Escuchaba el señor Baumeister al William Dok con intenso placer, conservando, no obstante, la más perfecta compostura, y de no ser por alguna mirada que le lanzaba de vez en cuando a Odelia, no necesitaba que nadie más fuera partícipe de su gozo.

Sin embargo, a la hora de la cena ya había tenido bastante, y señor Baumeister tuvo el placer de llevar a su huésped de nuevo al salón. Cuando la cena hubo terminado, lo invitó a que leyese algo en voz alta a los presentes. William accedió pero al no haber leído al menos tres páginas, Wanda bostezó e interrumpió la muchacha diciendo:

—¿Sabes, mamá, que el tío Phillips habla de viajar al distrito Sina? Y si lo hace, contratará a Wickham. Mañana iré a Karanese para enterarme de más y avisarle a Denny para que venga con nosotras.

Las dos hermanas mayores le rogaron que se callara, pero Collins, muy ofendido, dejó el libro y exclamó:

—Con frecuencia he observado lo poco que les interesa a las jóvenes los libros de temas serios. Confieso que me asombra, pues no puede haber nada tan ventajoso para ellas como la instrucción; pero no quiero seguir importunando a las jóvenes.

Se dirigió al señor Baumeister y le propuso una partida de backgammon acompañado de su hermano. El señor Baumeister aceptó el desafío y encontró que obraba muy sabio dejar que las muchachas se divirtieron con frivolidades. Las señoras de la casa se deshicieron en disculpas por la interrupción y que no volvería a pasar si quería continuar leyendo; pero William aseguró que no estaba enojado con su pariente Wanda y que nunca podría interpretar lo que había hecho como una ofensa y, sentándose en otra mesa con el señor Baumeister y Nile, William se dispuso a jugar. Mientras tanto, George solo se disponía a dormir en el sillón aparte de la sala.

🌸
¿Qué les parece el capítulo de hoy? Nos vemos el martes. ♡
Decidí subirlo un poco antes porque me ha estado fallando el Internet y cuando eso ocurre, incluso se va por horas y días, por las dudas. Nos vemos el martes de cualquier forma. Cuídense. ❤

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