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Capítulo 10.2

En cuanto se dio cuenta de que tenía tiempo libre, de que no había misiones, ni junta con la ONU, y que OL le dejó descansar por lo de el día anterior, no pudo evitar gritar y correr a la cocina.

-- ¡No mames, ahora sí voy a comer algo hecho por mí! --murmuró emocionada mientras tomaba la carne molida de su refrigerador.

También sacó dos papas, un puré de tomate, y comenzó a picar la papa para dejarla en cuadritos.

Además, estaba sola, no es que le encante, pero podrá degustar en una gran cantidad lo que ella misma prepare, no esas comidas rápidas que consumía; no, esa vez de verdad comería "bien".

Picaba rápidamente mientras en su mente sonaba una canción, daba leves pasitos alegres al ritmo de ello, sonriendo.

Cuando terminó, suspiró y miró hacia el lado izquierdo de la cocina, más específico en el bote de basura.
Lo último que tiró fue la envoltura de unas galletas.

Lo recordó, no como algo triste, en realidad como algo lindo que rellenaba su pecho y le hacía sentir la emoción melancólica.

Recuerda sus expresiones tan lindas mientras comían ese postre, le agradecían infinitamente, también el adulto le sonreía alegre.

No solo para devolverle el favor, sino por el bien de sus propias memorias, decidió que era hora de sacar aquella bolsa de masa del cajón en el que estaba.

Pero, obviamente, primero terminaría de cocinar lo que ya estaba haciendo.

Recargó su mejilla en su palma, mientras mantenía sus ojos cerrados, recién se levantaba -aunque fuera tarde-, eran de los pocos días en los que por alguja razón, ONU se apiadaba de todos y decidía darles un día de descanso.

Y, como él, nadie en esa casa estaba despierto.
Para él, dormirse tarde era máximo hasta la 1am, pero todos sus hermanos le ganaban en ese aspecto.

-- 5am, ¿cómo aguantan tanto? --Murmuró tallándose los ojos.

Su teléfono vibró, lo tomó mientras con la otra dirigía un vaso de agua a su boca.

Tenía un mensaje, algo nada normal, así que desbloqueó la pantalla, aún más extrañado de ver el contacto al que tenía guardado como México.

En la parte superior de notificaciones podía leer previamente el mensaje, y aunque solo era un "hola", llegó otro mensaje.

"La verdad no iba a estar agusto hasta devolverte el favor, entoncessss, ¿quieres venir a comer a mi casa?".

Arqueó una ceja, entendía que ella gustaba de él, pero le parecía raro.

Aún así, no tenía nada que hacer, tenía hambre, y precisamente ganas de cocinar no le sobraban.

Así que la propuesta sonaba tentadora.

"Sí, está bien, ¿a qué hora debo ir?"

Esperó, mirando a la pantalla, aburrido.

Al menos ya no era tan malo pasar tiempo con ella, no la consideraba cercana o algo, tal vez conocida o amiga -aunque fueran pareja-, pero ya no era algo como estar en un noviazgo con el enemigo.

"Pues si quieres ya wey ._.
La comida ya la tengo lista, na'más pienso hacer otra cosa, pero de mientras puedes comer eso" .

Se sobresaltó un poco.

-- Ella tiene más planeación en invitar a comer que yo --murmuró sonriendo de lado.

"Está bien, llego en unos momentos".

Suspiró, ya no iba a preocuparse por cocinar algo.
En cuanto a sus hermanos, ya luego les diría a donde fue.

Primero debía arreglarse un poco.

No entendía muy bien porqué lo había hecho, momentos anteriores tuvo sentido para devolverle lo que hizo días anteriores, pero ahora que lo pensaba, no tenía tanto sentido.

Pero tampoco podía cancelarle así como así, se supone que ella es la que está enamorada y esa decisión tan repentina sería sospechosa.

Alzó los hombros, no estaría tan mal, además de que le gustaría ver la reacción de el ruso al probar las galletas que se supone no come desde pequeño.

Sacó todos los ingredientes que necesitaba para hacer la mezcla, a los que miró nostálgicamente, y acercó una vasija profunda de plástico para revolverlos.

Primero se aseguró de poner a calentar el horno para que ya esté listo en cuanto le toque poner la masa dentro de este.

Justo antes de iniciar, cuando se estaba amarrando el mandil, escuchó una camioneta estacionarse.
Salió de la cocina incluso antes de que tocara la puerta, la abrió y justo vio como apenas había alzado la mano para golpear la puerta.

-- Aah, hola --saludó agachando un poco la cabeza.

-- Ay hola, pasa --se hizo a un lado, dejándolo pasar.

-- Gracias, eeh, y gracias por invitarme a comer, o a almorzar --caminó hasta la sala, siendo guiado.

-- Está bien, tú me invitaste primero así que creí que sería buena idea invitarte de vuelta.

Asintió con una lijera sonrisa.

-- Bueno, voy a servirte y le sigo con lo que estaba haciendo.

-- Está... ¿bien? --no lo desiluciona, pero le parece extraño, por momentos creyó que ambos comerían juntos.

No se queja, al menos no será incómodo tener que sacar un tema de conversación.

-- Ten, sé que no estás acostumbrado a comer con tortilla, pero te aguantas porque es lo que hay --soltó, apuntándolo amenazantemente con la cuchara de madera manchada con el caldo de la carne.

-- ¡Está bien, está bien! No tengo ningún problema con eso --respondió para calmara.

-- Bueno --dio la vuelta y volvió para seguir masando, o más bien para empezar.

Rusia por su parte seguía extrañado, pero no dijo nada.

Era verdad, sería la primera vez en realidad que no comía con pan, y por más estúpido que sonara, no sabía como debía comerlo (1*).

Siendo alguien "limpio", se dio cuenta de que en la forma en la que debía comer terminaría ensuciándose sí o sí.

Gruñó, mirando a los lados;-- ¿Tendrá servilletas?

México recordaba diferente las cosas, antes se le hacía pesado hacer aquel postre, y de hecho por eso, en todo ese tiempo no volvió a hacerlas.

Pero ahora se le hacía bastante fácil, incluso le gustaba.

-- Ni a mis hijos les hice y ahora vengo a hacérselas a un waton más grande que yo, que pedo --murmuró, dándose cuenta de que en serio hacia tanto que no las hacía.

Ya luego les haría a sus "querubines", por el momento tendría que dárselas a Rusia, más para ver su reacción.

-- Ahora que lo pienso... --miró al refrigerador.

-- ¡Rusia! ¿No quieres algo de beber?

El mencionado parpadeó, curioso.

-- ¡Sí, por favor!

-- ¡Pues ahí está la soda en el refri para que te sirvas!

Se levantó de donde estaba hasta llegar a la puerta.

-- ¿Puedo pasar?

-- Eh, sí, ¿por qué no podrías pasar?

-- Bueno, primero se debe tocar para avisar que vas a entrar, además de que probablemente alguien esta haciendo algo que nadie debería ver.

Guardó silencio.

-- ¿Qué clase de cosa estaría haciendo en una cocina que no quiera que nadie vea?

-- Bueno-

-- Olvídalo, creo que ambos sabemos eso por ciertos familiares.

-- Mhm.

-- Bueno, sí, puedes pasar.

-- Gracias --entró, la cocina era igual que la decoración de el resto de la sala.

De todas formas no le prestó tanta atención, caminó hacia donde vio había vasos, tomó uno y regresó al refrigerador.

-- Por cierto, ¿qué haces? --miró curioso.

-- ¿Como que qué hago?

"PUTA MADRE, ¡¿POR QUÉ LO DEJÉ PASAR?! ¡VERGA, VERGA, VERGA!"

-- Ah, ya --murmuró cuando Rusia apuntó la masa-- Pues... Pues, ¿que te importa? La soda está en el refri.

-- Ah, p-perdón, es que-

-- ¿Cuál perdón? Ya, a la verga, llégale a la sala y llévate la soda, no andes de fisgón.

-- Está bien, perdón --fue la último que dijo antes de que México cerrara la puerta y lo dejara ahí, abrazando a un envase de refresco y teniendo el vaso en la mano.

"Por algo pedí permiso para pasar..." pensó caminando de vuelta a la sala.

México suspiró, casi arruina la sorpresa...

-- Espera, ¿por qué no quise que se diera cuenta si de todas formas de las voy a dar?

Tomó la bandeja que estaba cubierta por papel de cera, dejó las partes que ya estaban en forma redonda, un total de ocho las que cabían.

Las metió en el horno y lo cerró, dejándolo andar por quince minutos.

De mientras, se puso a hacer más, una porque también quería comer ella, y otra porqué quería que Rusia le llevara a sus hermanos, le gustaría ver también sus reacciones pero al menos con una se conforma.

Sonrió al recordar a la pequeña Lituania, era quien expresaba más a emoción, a veces se quemaba por no esperar a que se enfriaran un poco, hacía un pequeño bailecito, y después la abrazaba.

Fueron lindos tiempos.

-- Estaría bien volver a recordarlos --murmuró recordando aquella carta tal vez empolvada y arrinconada en el último cajón de su mueble.

Al ver que esos quince minutos se fueron volando por estar inmersa en recuerdos, tomó el guante morado y sacó la bandeja con cuidado, al dejó sobre la mesa y admiró su trabajo por al menos dos minutos

-- Para no hacerlas desde 1972, quedaron bien --se alagó, apreciando el aroma-- Yo seré la primera en comerla.

-- ¡Ayy, está caliente! --escuchó proveniente de la cocina, seguido de algunos quejidos.

-- ¿Estás bien?

-- ¡Sí! Haha.

Hubo algunos minutos en los que Rusia se preguntó qué estaba pasando, pero después volvió a la pantalla de su teléfono, viendo como en tan solo esa pequeña distracción ya tenía cinco mensajes de Bielo.

México degustaba con pequeñas lagrimitas el sabor ni tan fuerte ni tan débil de la mantequilla en ese postre, la textura era suave pero tampoco se desmoronaba fácilmente.

-- Están perfectas --murmuró en un grito ahogado.

Miró a la puerta.

"Primero le daré dos, ya si sí quiere más me dice" tomó dos aún con el guante puesto y se encaminó a la salida.

-- Oye, Rusia --el europeo levantó la vista ante la llamada-- ¿Qué estabas haciendo antes de venir aquí?

-- Nada en realidad, acababa de levantarme --respondió con simpleza.

-- No mames, ni despertar bien te dejé --lo miró apenada.

-- Está bien, tampoco había comido, así que fue oportuno.

-- ¿Pues a qué hora te dormiste como para estar despierto hasta las doce de la tarde? Yo apenas llego a la 1am y ya estoy muerta.

-- Yo también, me dormí a la una.

-- ¿Y por eso te levantaste tan tarde?

-- ¿Eh?

-- No mames, tarde es dormirte a las cuatro o cinco de la madrugada, ¿la una que?

-- Me acabas de decir que también te desvelas hasta la una --recalcó, incrédulo.

-- O sea, yo no me duermo hasta esas horas, pero conozco gente que sí, y andan frescos como lechugas.

-- Si te refieres a algún latino, especifica cuál, porque honestamente todos se ven igual de cansados.

-- No es ningún país, es alguien equis... ¿Y cómo sabes que todos estamos igual? ¿Nos ves todo el tiempo?

-- ¡No! En realidad cualquier país nota cuando se quedan dormidos --rió.

-- ¿Pues qué quiere ONU? Todavía de que nos pone a llenar documentos innecesarios solo para mantenernos ocupados quiere que estemos al cien en las juntas --cruzó los brazos-- ¡Las dos cosas no se pueden!

Tragó en seco;-- N-no son documentos innecesarios.

-- ¿Cómo vergas no? "Decreta la expropiación de un local para alimentos informal en el país de Austria", ¡ya, pues! ¡Que digan directamente que Austria puso un Burguer King en su capital y ya! --entrecerró los ojos-- Ni idea de porqué los latinos llenamos eso para empezar si el documento es de Austria.

-- P-pues por algo ONU les da esos documentos... --miró hacia otro lado, nervioso.

-- Sí, por algo a de ser --"para traernos de pendejos" gritaba en su interior.

Hacía días que quería desquitarse con algún otro país potencia que fuera el responsable de hacerles firmar eso -ya que a USA ya lo había pateado-, y reclamarle indirectamente a Rusia le liberó un poco.

-- Pero bueno, ¿quienes somos nosotros para juzgar? --soltó con una pequeña sonrisa.

Le extendió la mano con el guante, en el que seguían ambas galletas.

Él ladeó la cabeza.

-- Son pa' tí, me dices si quieres más --puso la mano en su cintura una vez Rusia tomó el postre.

-- Ah, sí, gracias --asintió, viendo como México lo dejaba solo.

Era extraño, pero era aún más extraño el olor tan familiar de ello.

-- A seguirle chingado --murmuró mientras se tronaba los dedos de las manos para seguir dándole forma a algunos pedazos de masa.

Necesitaba vaciar las galletas ya listas en un plato para volver a usar la bandeja, por lo que tomó las restantes cuatro y las colocó en un plástico plano.

Las volvió a poner en el horno y regresó con la masa para hacer otras ocho, y así tener dieciséis, le dejaría al menos diez para que se las lleve a algunos de sus hermanos, se quedaría seis, suena bien.

Se acercó para tomar una de las tres galletas, por lo que ahora solo quedaban dos.

-- Mmm, siento que deberían haber más, no recuerdo en qué momento me comí el resto --pensó, aunque luego chasqueó la lengua-- A parte de tragona, tengo mala memoria, nambre me va a llevar la chingada.

Volvió a terminarlas, además de ser la última masa que quedaba preparada, así que preparó la justa.

Cuando terminó, aún quedaban tres minutos de espera, así que se acercó a la mesa de la cocina, tomó asiento y estiró la mano para tomar una de las restantes.

-- Pérate --movió de nuevo la mano en el plato-- Verga, ¿cómo que ya no hay?

Lo miró perpleja, juraba que había dejado dos ahí.

-- Me salió mago el wey --murmuró sin saber con exactitud a quién se refería-- Wey que pedo, que fantasma más puto, ni le dejó a Rusia.

Tembló por un momento;-- ¿Y si fue uno de mis cárteles? --susurró-- Si Rusia lo ve, va a valer riata todo.

Se levantó mientras pensaba en cómo buscar al cártel que estuviera ahí, sin ser sospechosa, y sin tener que explicarle a Rusia porqué aún no había galletas, aunque le extrañaba que ya no le hubiese pedido.

-- A lo mejor no le gustaron tanto... --miró al horno, se había terminado el tiempo-- Ni modo, más para mí y sus hermanos.

Las sacó con el guante, repitió el procedimiento y volvió a meter las restantes al horno.

Se quedó unos momentos parada en el lugar donde había amasado, volteó y esta vez no cayó, ella jura que las galletas las puso en un orden, y ahí faltaba una.

-- Ya aplácateeeee putooooo, me vale verga quien seas --soltó recordando a los once cárteles que estaban en Estados Unidos-- ¡Déjate venir, cabrón!

Mantuvo su posición de pelea hacia la nada por al menos treinta segundos.
Le dio por voltear hacia el horno al saber que nada había pasado y solo había hecho el ridículo.

-- ¡A LA VERGA! --gritó sobresaltada dando un pequeño brinco hacia atrás-- ¡Dioooos! ¡Avisa que vas a entraaaar! ¿No me diste una explicación de porqué debías tocar la puerta primero?

Miró algo molesta por el susto a Rusia, ahí estaba, frente al horno, temía una mano en la barbilla y una expresión seria, mirando fijamente a la estufa.

-- ¿Rusia?

No respondía, parecía bastante ocupado... Mirando.

-- Sí, perdón por no decirte que había más, pero no sé que pedo pasó, o sea yo dejé unas galletas aquí y ya no estaban.
Bueno, o tal vez... ¿Te preguntas desde cuando sé hacer galletas? ¿O te enojaste porque no estaban tan ricas? No sé, no leo mentes, y pareces un poste ahí sin moverte y sin quitarte de ahí, ¡habla, puta madre!

Seguía sin responderle, solo el sonido de el horno terminando su ciclo la sacaron de ese papel de enojo.

Aunque, recordándolo bien, así se ponía él cuando las comía de pequeño.
Es decir, Lituania era la que más expresaba su emoción, Bielo le agradecía, al igual que Ucrania y Kaza, Rusia, aunque sí solía expresarse, las galletas lo ponían en una especie de trance en donde no decía nada.

-- Ah, tú las tomaste --dedujo-- Pudiste simplemente decir que agarrarías más...

"¿Cómo lidio con un rasca cielos que parece estar comportándose como niño? Debería darme ternura, pero ¿cómo voy a sentir ternura por alguien que está más grande que yo?"

Recordando, cree saber cómo debe tratarlo.

-- Rusia-, eh, ¿pequeño? ¿Q-qué te parece si tomas asiento y esperas un poco a que te sirva leche? --preguntó, sintiéndose completamente estúpida de tratarlo así.

-- Suena bien --soltó finalmente.

-- Okey, pero ahora necesito que te hagas a un lado para que pueda sacar las otras y le lleves a tus hermanos.

"No mamen siento que de verdad le estoy hablando un niño, si alguien me ve voy a quedar como pendeja".

Rusia solo se hizo a un lado, México algo incomodada tomó el guante y abrió la puerta de el horno.
Miró de reojo a quien estaba a su lado, se alarmó de ver que también tenía pequeñas lagrimitas como ella las tuvo al principio, no creyó verlo algún día así, pero tampoco hablaría de eso.

-- Puedes ir a sentarte --le recordó poniendo la bandeja en un lugar seguro, mientras sen enfriaba.

Con un vaso en la mano, abrió el refrigerador y tomó el cartón de leche, llenó el vaso hasta la mitad y fue a dejarlo frente a su pareja, que comía una galleta.

"Al parecer sí le gustaron, pero 'ta raro esto".

-- Por cierto, diez de las galletas son para tus hermanos, la verdad no sé cómo vayan a repartirselas, pero pues ahí ven...

Rusia solo asintió.

Ahora que lo piensa, no comió aunque cocinara principalmente para ella.

-- Aaaah, por eso me supo tan rica la galleta... --murmuró al recordar que hacía días que no probaba comida propia.

Dejó al ruso de lado y prendió la estufa para calentarse tortillas, se sirvió en un plato y comió sin acercarse a la mesa, si cuando llegó el ruso creyó que serían incómodo, ahora lo sería más.

Terminó la quinta y última tortilla, aún quedaban comida en su plato pero no tenía ganas de seguir comiendo, aun así está algo feliz de comer algo en casa.

Miró hacia atrás, habían pasado al menos diez minutos en silencio sin verlo.

-- ¿Eh? Se durmió...

Rusia tenía la cara en la mesa de ahí, sus brazos estaban rodeándola.
Cuando se acercó, podía escuchar su respiración era tranquila, y si fuera alguno de sus hermanos lo despertaría asustándolo, pero sólo es un conocido.

-- Pobre, le dio el mal del puerco --tomó el teléfono de Rusia, no quería despertarlo pero tampoco sería buena idea tenerlo ahí, más por lo incómodo que sería.

Por suerte, no tenía contraseña, así que lo desbloqueó y rápidamente fue a whatsapp.

Claro que tuvo la tentación de mirar sus contactos, pero no hizo falta al ver que solo eran siete chats: uno de onu, tres de sus hermanos, el de China, Alemania y el de ella.

"Hola ucra"

Por suerte, no tardó en responder.

"Hola, Rusia.
Primero que nada, dónde mierda estás?"

"Oh, no soy Rusia, soy México"

"México? Estás siendo sarcástico? O estás ebrio? O realmente eres México?"

"Realmente soy México, lo invité a comer
Te mandaba mensaje para pedirte que vinieras por él porque se quedó dormido y se me hace muy feo despertarlo"

"Хахаха, está bien, llego en unos momentos
Eh, podrías mandarme tu ubicación? O estás en la misma casa que la otra vez?"

"Estoy en mi casa, deja te mando la ubicación"

"Gracias, no tardo"

Le mandó dónde estaba como dijo, y apagó el teléfono, tendría que envolver las galletas en algo presentable.

Escuchó a un carro llegar, luego un portazo no tan fuerte, y al final el mismo carro yéndose.
Así que supo que había llegado.

Cuando la puerta fue golpeada, ella ya estaba frente a ella.

-- Holaaaa, ucra --saludó sonriente.

-- Hola, Méx --devolvió con el mismo gesto-- Entonces, ¿mi hermano de quedó dormido?

-- Sí, pero no sé porqué.
Me voltié para calentarme tortillas y cuando miré, él ya estaba dormido.

-- Aaaah, va a estar difícil cargarlo --soltó como queja-- La última vez lo cargamos entre Kaza y yo porque no se despertaba, y teníamos visita, así que lo llevamos del sillón a su cama.

-- Haha, puedo ayudarte si lo ocupas.

-- ¡Noo! Si a mí y a Kaza nos pesa imagina a tí, te rompes --soltó mientras pasaba con el permiso de la chica, sin saber que la medio enojó.

-- Creo que entre los dos no va a estar tan pesado.

-- Bueno, una ayudita no me viene mal --sonrió.

Ucrania tomó del brazo a Rusia, lo puso en su hombro e hizo fuerza para levantarlo.

-- Eh, ¿no crees que vas a despertarlo?

-- Tiene el sueño pesado --respondió mientras seguía.

Consiguió levantarlo, a lo que rápidamente México se puso del otro para que Rusia se apoyara en ella.
No estaba tan pesado como Ucrania decía, tal vez solo era por su altura, pero al menos no estaba tan pesado como esperaba.

"Después de todo, OL nos hizo correr mientras cargábamos a uno de nosotros y me tocó cargar a Chile... Jijo de si madre, estaba re pesado, aunque creo que ya bajó de peso o nos volvimos lo suficientemente 'fuertes' para cargarlo".

Cuando pudieron meterlo a aquella camioneta en la que llegó, Ucrania soltó un quejido.

-- No estuvo tan difícil ahora que lo pienso.

-- Sí, ¿verdad? --respondió dándole el teléfono de su hermano.

-- Bueno, eh, pues una disculpa por esto de que se haya quedado dormido, créeme que no es así, al menos no hasta donde sé.

-- No te preocupes, igual no fue una molestia o algo.

-- Adiós, México, cuídate --dijo antes de empezar a caminar al otro lado para subir de copiloto.

-- Ah, ¡espera! Se me olvidó algo --llamó y entró corriendo a la casa.

Ucrania se detuvo, se preguntaba qué era lo que hacía.
Aunque entendió más o menos lo que era al ver algo envuelto en papel aluminio.

-- Ten, ahí se laa reparten entre los presentes, y a Rusia no le den porque ya comió bastante --rió y se despidió con la mano-- Ahora sí, adiós.

-- Igualmente, lindo día --y subió, para ir a casa y que Rusia les diera todo tipo de explicaciones en cuento llegaran.

México quería un día como el que tuvo con los hermanos de el ruso, pero había sido uno más tranquilo, y podría decir aburrido, pero fue extraño ver ese lado de Rusia.

-- Bielo, ya llegué de comprar ropa --soltó al aire Lituania al entrar, cerrando la puerta.

Se detuvo de golpe al ver a todos con un comportamiento extraño.
Para empezar, Rusia estaba dormido en el sofá, Ucrania abrazaba una almohada, Kazajistán estaba arriba de la mesa mirando al techo, Bielorrusia estaba en el suelo mientras sonreía y mantenía pequeñas lágrimas a los bordea de sus ojos, Estonia y Letonia parecían murmurase cosas estando sentadas en el suelo, y ahora que lo notaba, Amber estaba en el pecho de Rusia, pero no lo estaba ahorcando o algo, más bien parecía estar dormida cómodamente sobre él.

-- ¿Qué pasó aquí? --preguntó.

-- Las galletas... --murmuró Kaza.

-- ¿Eh?

-- Son las mejores galletas --esta vez habló Ucrania, sin dejar la almohada.

-- No entiendo.

-- La envoltura --susurró Bielorrusia.

Miró a la barra de que dejaba ver la cocina, había un pedazo de papel aluminio obviamente abierto con dos galletas y una mitad.

Se acercó a tomar la mitad, ya que se creía que ya las había visto.

Lo primero que pensó fue que aquellas galletas contuvieran contenido ilegal -marihuana-, y por ello le dio desconfianza.

Aún así, se aventuró a dar una pequeña mordida, y en cuanto se desmoronó en su boca fue cuando recordó.

-- ¡DIOS MÍO, SON ESTAS, SON ESTAS! --comenzó a dar algunos saltos-- ¡SON ESTAS LAS QUE LLEVO BUSCANDO! ¡SON TAN DELICIOSAS!

Se acabó rápidamente la mitad, y no siguió, primero tuvo que preguntarle uno a uno dónde las habían comprado, solo Ucrania fue el que le dijo que no las compró sino que se las dieron, pero sin especificar porque olvidó esa parte.

-- ¡ESTÁN RIQUÍSIMAS! --gritó una vez más tomando una galleta y dando un gran mordisco.

🎶Don't think that you can walk all over me
Honey I'm a cold bitch, cold bitch
Touch me, I scream🎶

Aycomo amo esa canción

Aclaraciones:

1*- Conocí a una peruana que fue a un restaurante mexicano y no sabía cómo se comía un taco, epiquísimo.

Ayhola gente

¿Cómo han estado?
Yo bien uwu

Alchile no sé escribir cosas bonitas así que aquí tienen este intento de algo tierno

-cry-

Bueno también quiero saludar a yacallatealaverga
(Que agresividad ;--;)

Que hizo un dibujito de OL tierno uwu
Muchas graciaaaas

También a FannyMartinez297 por hacer un dibujo de OL por San Valentín jaja

Y por último pero no menos importante, la señorita
C0nfi_M00n

Aycomo las amo -llora-

En términos de antojar, ya antojaron.jpg

Pero buenoo

Dudas
aquí----->

Weas random
aquí----->

Yo me voy, y me disculpo por tardar con el cap, pero la imaginación no llegaba TwT

Ay verga casi lo olvidaba

No sé cómo, pero hicieron que Organización Latinoamericana llegara al top 1

En la etiqueta de "latinoamericana"

AY COMO LOS AMO, SON MI TODO TwT<3

(Ya no está en primer lugar, pero se mantuvo como por una semana QwQ)

Ahora sí

Tengan un lindo día, tanto como OL y como ustedes u.u

Chau~

4190 palabras.

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