Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Tres.

Ayami y Kagami caminaban juntos buscando a Tetsuya con la mirada, pero éste no se veía por ninguna parte.

Ayami agarraba la parte trasera de la sudadera de Kagami, como si temiera perderse entre tanta gente que pasaba por las calles. Aún se sentía pequeña, y esa poca fuerza que sus piernas en ese momento experimentaban no le ayudaba en lo más mínimo.

 —¡Ah, mira! —Chilló Ayami de repente, como si todo el miedo que sentía antes hubiera desaparecido de la nada por su repentino descubrimiento— ¡Baloncesto callejero! 

Kagami giró para ver hacia dónde apuntaba Ayami, y detrás de los chicos jugando, pudo observar a Tetsuya. Sin embargo, no estaba solo: Kise Ryouta le hacía compañía.

—¿Esos no son...? —murmuró el pelirrojo achinando sus ojos, como si con eso pudiera ver mejor.

—¡Ki-chan y Tetsu-chan! —completó Ayami, soltando la sudadera de Kagami y ahora tomándolo de la muñeca y corriendo hacia los chicos con él a la rastra.

Cuando estuvieron lo suficientemente cerca para escuchar la conversación entre los miembros de la generación de Milagros, Ryouta estaba hablando:

—Aunque puedo decir una cosa —comenzó el rubio—. Si piensas tan bien de Kagami por su actitud hacia el baloncesto, algún día ustedes dos se separarán. Kagami alcanzará el nivel de la Generación Milagrosa, y cuando alcance ese nivel, crecerá alejándose de su equipo. Ahora sólo es un retador inmaduro.

Kagami, enojado, se soltó del agarre de Ayami y caminó hasta Tetsuya, y lo empujó.

—Tarado, ¿por qué te fuiste así? ¿Sabes cómo se puso la entrenadora?

Ayami corrió hacia ellos, temiendo quedarse sola de nuevo. Ryouta al ver a Ayami y Kagami juntos frunció el ceño.

—¿Estaban escuchando?

—No hicimos tal cosa —defendió Kagami, ahora dirigiéndose al rubio— ¿Y tú por qué andas secuestrando a Kuroko?

—¿Qué? ¿De qué hablas? Sólo estábamos hablando un poco, ¿qué tiene de malo eso?

Ayami estaba tan centrada en la pequeña disputa verbal de Kagami y Ryouta que no se dio cuenta cuando Tetsuya desapareció de nuevo, pero esta vez para ir a enfrentar a unos matones que estaban molestando a otros chicos, sólo se dio cuenta cuando la cosa se puso fea. Bufó, odiaba con todo su ser a los chicos que eran prepotentes y buscaban pelea por todo, aunque una vez se enamoró de uno así.

¿No sigues enamorada de él?

Ignorando a esa vocecita burlona, se encaminó hacia Tetsuya y entró a la cancha, dónde unos chicos vestidos con el uniforme de su escuela habían estado jugando tranquilamente, antes que llegaran los matones. Uno de ellos sujetaba a Tetsuya por el cuello, pero el peliceleste no mostraba miedo alguno, seguía con su rostro inexpresivo.

Ella, al ver tal amenaza, se tragó sus dudas de "¿Y si él está armado o es más fuerte que yo?". Debía ayudar a Tetsuya, incluso si con eso debía arriesgarse a mostrar sus pantis.

—Suelta a mi amigo —ordenó Ayami dando una patada en el estómago a los matones.

La pelinaranja apretó su mandíbula para que ésta no le temblara y no demostrara el miedo que crecía en su estómago.

El tipo soltó a Tetsuya bruscamente y retrocedió agarrándose la zona golpeada. Ayami, por su parte, tomó a Tetsuya del brazo, quién le miraba atónito, y lo obligó a retroceder.

—Ayami-san, deténgase, la violencia es mala —pidió Tetsuya formalmente tragándose su asombro.

—¿Es una broma, no? —Preguntó Ayami frunciendo el ceño y apretando aún más la mandíbula— Estos tipos son repulsivos.

Más que enojarse con los matones, se comenzaba a enojar con su amigo por ser siempre tan tranquilo.

—¿Qué es lo que dices, mocosa? —exigió saber el pateado.

—Hey, relax, arreglemos esto con baloncesto —agregó su amigo, sonriendo con sorna.

—¿Te parece que nos unamos? —preguntó Kagami llegando detrás  junto con Ryouta  y poniendo una mano sobre la cabeza del peliceleste.

—Con un 4 vs 5 está bien —agregó Ryouta pasando uno de sus brazos por los hombros de Ayami.

—Paso. Estoy con falda. Será un 3 vs 5 pero no le veo problema tratándose de ustedes.

Kagami sonrió más que confiado.

—Tienes razón.

Comenzó el partido, Kagami tomó la pelota y eso significó inmediatamente la derrota del equipo de los matones.


Ya había pasado un rato desde la paliza que les proporcionaron a los matones en básquetbol, y ahora Kagami regañaba sin cesar a Tetsuya y a Ayami.

—¿Qué creen que hacían? ¡Kuroko, tú fuiste solo sin avisarle a nadie, y Ayami, no puedes ir por la vida dándole patadas a chicos que son mucho más altos que tú!

—Pero yo sólo quería defender a Tetsu-chan —se defendió la pelinaranja.

—¡No importa! ¡¿Tú, Kuroko, crees que hubieras podido defenderte a ti y a Ayami si se armaba una pelea?!

—No, probablemente nos hubieran dado una golpiza —respondió con toda la sinceridad y tranquilidad del mundo, cosa que irritó aún más a Kagami—. Lo hice porque pensé que esos tipos eran horribles.

—¡Idiota! ¡Deberías considerar las consecuencias primero! —siguió regañando el pelirrojo.

—Bueno, supongo que yo me voy —dijo Ryouta, sonriendo y agarrando su bolso.

—¡Voy contigo! —Chilló Ayami de inmediato— No quiero ver cómo la entrenadora golpea  Tetsu-chan.

—¡Adiós, Kurokocchi, Kagamicchi! —gritó Ryuta agitando su mano en el aire.

—¡¿Kagamicchi?! —se escandalizó.

—Kise-kun agrega el «cchi» al nombre de las personas que reconoce —explicó Tetsuya al ver la confusión del pelirrojo.

—¡No quiero nada de eso! —se quejó Kagami.

Ryouta y Ayami se alejaron ignorando los gritos de Kagami. La pareja caminaba en un silencio cómodo, hasta que él decidió romper el hielo.

—¿Dónde vamos?

—A tu casa, la mía queda más lejos. Hoy comí cerca de 4 kilos de carne y no ando con muchos ánimos de caminar.

Ryouta rió y una sonrisa tierna se formó en sus labios —Sigues teniendo el mismo apetito de siempre, Ayamicchi. ¿No recuerdas que cuando te conocí eras rellenita?

—¡No me lo recuerdes! —Gritó Ayami, apenada—. Sólo gracias al baloncesto logré bajar de peso —suspiró—. Además, sólo comí la carne porque Tetsu-chan se había rendido.

Pero Ryouta no respondió y siguió caminando, metido en sus pensamientos y recuerdos, cuando conoció a Ayami ella no parecía una chica muy agradable, en lo absoluto. Era callada y mordaz.

Cuando llegaron al piso de Ryouta, lo primero que hizo el rubio fue dejar a Ayami viendo la TV como si fuera una niña pequeña y él fue a cambiarse de ropa.

—¿Quieres algo de comer? —preguntó Ryouta acercándose a Ayami.

Ella giró a verlo y quedó boquiabierta, Ryouta tenía la remera a medio poner, mostrando el abdomen del chico. La pelinaranja sacudió su cabeza rápidamente, sonrojándose. Ryouta terminó de ponerse la remera.

—N-No. Gracias. ¿Tus hermanas?

—La mayor trabajando, la otra estudiando.

—¡¿Me puedo poner tu ropa?! —dijo de repente la chica y con los ojos bien abiertos, llenos de emoción.

—¿Mi... ropa?

—¡Sí!

—¿B-Bueno? —accedió, dudoso.

Ayami, como un rayo, se desplazó a la habitación de Ryouta. Olía a perfume de marca, suave pero a la vez masculino. Estaba todo bien arreglado y el contraste de la decoración gris/blanco no podía ser más perfecta. Tal y como lo esperaba de un chico como él.  Ryouta llegó detrás de Ayami y abrió su armario.

—¡Wow! ¡Tienes más ropa y pares de zapatos que yo! —chilló emocionada, y comenzó a buscar entre las remeras y suéteres de Ryouta algo que le gustara.

—Soy una celebridad —obvió Ryouta, enalteciéndose. 


Después de ver toda la ropa de Ryouta, Ayami había pedido usar el baño de éste para bañarse, sin mucha vergüenza, pues sentía que entre ella y Ryouta había confianza a pesar del pasado.

Salió de la ducha y secó su cuerpo con una toalla que el rubio le había prestado. Había elegido una remera negra musculosa y como le quedaba parecido a un vestido, debajo se pondría simplemente el mismo short negro que ocupaba para ponerse debajo de la falda cuando iba al instituto.

Miró el estante del baño, que estaba lleno de productos de limpieza facial, maquillaje y cremas.


—¡Chicos! —gritó una voz seria y respetable.

La Generación de Milagros dejó de hacer sus actividades y pusieron atención a Akashi, que detrás de él tenía a una chica de estatura pequeña, cabello naranja al igual que sus ojos. La chica se aferraba al cuerpo de Akashi, como si se estuviera escondiendo.

—¿Quién es ella, Akashin? —preguntó un chico alto y de cabello morado apuntando la espalda de Akashi, dónde se escondía la pelinaranja.

—Es Orenjibaku Ayami —presentó Akashi—, pero ella prefiere que todos la llamen por su primer nombre: Ayami.

—¿Qué hay, Ayami-chan? —llegó una chica de cabello rosado y grandes pechos a saludar a Ayami— ¡Soy Momoi Satsuki, pero llámame como desees!

Ayami abrió sus ojos, nunca había visto a una chica tan desarrollada a tan poca edad, ni tampoco tan guapa. Ayami no tenía nada en especial, su peso no era el "correcto", estaba un poco pasada, algunas espinillas en su cara y su cabello desordenado y corto hasta los hombros, ya que era una molestia peinarlo cada mañana cuando lo tenía largo, por lo que en ese tiempo optaba por tenerlo corto.

Ryouta observaba a lo lejos, se notaba que Ayami no era de las chicas que se preocuparan mucho de su aspecto, no le puso mucha atención y pasó de ella.

Aomine, curioso y preguntándose a sí mismo por qué Akashi llegaba con una chica a las prácticas, se acercó.

—Soy Aomine Daiki, lo mismo que Satsuki, dime como se te antoje —sonrió, amigable.

—Yo soy Midorima Shintaro, y dime Midorima-san.

Ayami rió sin querer —Eres más serio que los demás, ¿no?

Ayami habló con voz suave y tierna, Midorima miró para otro lado y recordó lo que había leído ese día en el horóscopo «Fíjate en los que parezcan menos indicados, te llevarás sorpresas».

—Kuroko Tetsuya —habló la voz de un chico que anteriormente no se había hecho notar.

—¡Qué susto! —se agitó Ayami retrocediendo de un salto— ¡Perdón, no te había visto!

—No te sientas mal, nadie me nota.

—¡Yo si te noto, Tetsu-kun! —Se quejó Momoi— ¡Somos novios, recuérdalo!

—Momoi-san, no somos novios, tú ni siquiera me gus-

—¡Qué cruel, Tetsu-kun!

—Soy Murasakibara Atsushi y me gustan los pockys —se presentó el chico alto de cabello morado.

—A mí también me gustan, ahora ya sé qué regalarte en tu cumpleaños —sonrió Ayami—. Oh, ¿y él es...? —preguntó apuntando a Ryouta, que practicaba solo en la cancha.

—Kise Ryouta —respondió Akashi al ver que Ryouta no tenía intención de responder.

—¿Es sordo o simplemente es un idiota? —preguntó Ayami con la confianza creciendo dentro de ella en menos de un segundo, y en un tono bastante alto que se escuchó por todo el gimnasio.

Dejó de estar detrás de Akashi, para ponerse a su lado.

Ryouta se detuvo inmediatamente y sostuvo el balón con ambas manos.

—¿Eres desagradable de nacimiento o practicas? —respondió ahora Ryouta.

Aomine tuvo ganas de reír, se estaba armando pelea. Akashi no se quiso entrometer, quería ver cómo salía Ayami de una pelea verbal con Ryouta.

—De nacimiento —dijo ahora Ayami, con toda la sinceridad del mundo.

—Tsk, no estoy interesado en chicas como tú —bufó Ryouta volviendo a jugar e hizo una clavada.

—Ni yo en chicos como tú, pero ese no es el tema. Si tan bueno te crees, ¿por qué no jugamos un partido de 5 minutos? —preguntó Ayami, escondiendo una sonrisa.

Cómo acababa de salir de la clase de educación física, y no se había cambiado porque era su última clase del día, tendría toda la comodidad del mundo para jugar con su pantalón de buzo.

—Acepto, pero después no andes lloriqueando, no me contendré ni siquiera con una chica como tú.

—De acuerdo, pero hagamos una apuesta, para que sea más divertido, ¿no crees?

—Acepto.

—De acuerdo, Kise, si yo gano, tú estarás sin remera todo lo que resta del día y me darás la pieza de ropa.

—Y si yo gano, darás una vuelta a la escuela en ropa interior.

Ryouta sabía que aquello era ridículo.

—De acuerdo.

Pero de todas formas ella aceptó.

El partido comenzó, todos estaban preocupados, Ayami le había desagradado a Ryouta, y este jugaría con todas sus fuerzas para ganarle a la pelinaranja. Akashi estaba algo más tranquilo que los demás, él mismo había visto jugar a Ayami, es más, él le había enseñado a jugar y no tenía mucho que envidiar a la Generación de Milagros. Momoi tiró el balón al aire y Ryouta, obviamente, como era más alto lo tomó, pero rápidamente se vio sin él, pues Ayami se lo había arrebatado y encestado en tan sólo unos segundos.

—Vamos, ¿no dijiste que no te ibas a contener? —se burló Ayami.

El marcador había terminado 15-10 en 9 minutos, a favor de Ayami. Para finalmente terminar 30-26, siendo Ayami la ganadora.

—Me caes bien, Kise Ryouta —murmuró la pelinaranja, recibiendo la remera del aludido en sus manos.


—¿Estás lista, Ayamicchi? —preguntó Ryouta, tocando la puerta del baño.

—¿Qué? ¡Ah! ¡S-Sí, solamente me había quedado pensando, Ki-chan!

—¡Ayamicchi! —gritó Ryouta.

—¿Qué quieres, Ki-chan?

—Me caes bien. 



no me gusta este capítulo pero qué se le va a hacer

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro