Capítulo 7
KAISAAC
<<¡Bien! Ya he vendido todas las lechugas de hoy>>.
Con alegría, camino por las calles repletas de gente mientras que en mi mente se está debatiendo si volver a casa ahora o más tarde. Miro lo que hay en los diferentes puestos: comida, macetas, espejos... etc. Me detengo en el de los cristales que reflejan para verme.
Una piel totalmente blanca con un pelo castaño corto es lo que veo con mis cuatro ojos amarillos. Paso la mano por mi cabellera para después dejarlo en mi barbilla con pelitos. Aunque la descripción suene raro, soy realmente hermoso.
Sigo mi trayecto recto y un grupo de tres personas captan mi atención ya que no tienen pinta de ser de por aquí —por la ropa que tienen—, sobretodo el chico de piel bronceada y pelo blanco que lleva una espada. Les veo levantarse y la chica de pelo lila totalmente alborotado y con un par de astas de ciervo que parecen ramas de árboles —no muy altos, solo un poquito—; sale corriendo en dirección a la esquina en donde estoy, entrando al baño.
Encojo los hombros restando importancia y dispuesto a irme, pero, entonces, veo a la chica en la ventana del aseo. Salta hacia abajo quedando a cuatro patas para después, con la palma de la mano, quitar el polvo de su vestido que llega hasta la mitad del muslo; un lado con manga larga y la otra de tirantes.
<<Sospechoso>>.
La situación me parece divertida y me acerco hacia ella. Ésta, al girarse, choca contra mi pecho y levanta la cabeza. Le miro un poco raro por sus acciones recibiendo una sonrisa de boca cerrada de su parte.
—Illa, sabes que para salir del baño también se utiliza la puerta, ¿verdad? —le pregunto cruzando los brazos al pecho.
Ella me mira con sus ojos morado oscuro y retrocede un paso.
—Perdón, pero tengo que irme ya —se disculpa con ganas de salir pitando de aquí.
—¿Se puede saber por qué?
La chica se lo piensa y me mira de arriba a abajo, como si quisiera saber si se puede confiar en mí. Finalmente, opta por decirme:
—Me llevas a un lugar seguro y te lo cuento —propone levantando la barbilla.
¡Qué bonica! En serio, si no fuera por su largo pelo destrozado y esas malas pintas, con solo caminar por esta misma calle, conseguiría muchísimos pretendientes.
La propuesta que me ha hecho es aceptable, lo único malo es que si no tengo cuidado me podría meter en un buen lío. Sin embargo, ¡es solo mirarla, ay! Tan pequeñita, bonita e indefensa; creo que vale la pena arriesgarse.
Le cojo de la muñeca y la llevo a un camino del bosque. Con lo grande que es, dudo mucho que nos puedan encontrar. Al llegar, la suelto y espero la explicación que me debe.
—Habla, illa.
La chiquilla apoya su espalda a un árbol y recupera el aliento de haber corrido hasta aquí.
—¿Bromeas? ¿Ya t'has cansao? Pareces una princesita que ha vivio de lujo en el castillo —comento mirándola—. Anda, cuéntame por qué huyes de ellos.
Ya que la he ayudado, tengo el derecho de saber de qué la estaba salvando.
—Es que... —comienza a narrar—, me querían para buscar un lugar que yo les puedo guiar, pero es demasiado peligroso que ellos lleguen a ese lugar. Pero si no les ayudo a llegar hasta ese lugar me querrán matar. Por eso, no me queda otra que llevarles hasta ese lugar.
<<¿...Qué ha dicho?>>
La explicación de esta chiquilla me ha dejao completamente abollao. ¡No he entendido casi de na'! Dejémoslo en que esos dos chicos la estaban obligando para guiarles a un lugar.
Pero, ¿cuál es ese lugar?
—Pero, ¿cuál es ese lugar? —pregunto ya que es lo que más he oído de esa explicación.
Ella baja la cabeza mirando el suelo para pensar si decírmelo o no. Me encamino hasta quedarme frente a la pelo lila, a la espera de que me diga algo. Después de unos dos segundos por allí, levanta la mirada hacia mí. Miro fijamente sus ojos morados preparado para oír lo que me vaya a revelar.
—No te lo puedo decir.
¿En serio? ¿Ésto va en serio?
—Illa, ¿me lo estás diciendo en serio?
En respuesta, asiente con la cabeza dos veces causando en mí un largo suspiro de rendición. Si no me lo quiere contar, tampoco voy a obligarla, por eso mismo, mejor dejo de insistir; no vaya a ser que se agobie.
—Y bueno, me llamo Kaisaac —me presento dando un golpe en mi pecho. La niña me sonríe al ver que ya no sigo con esas preguntas y se pone recta, separándose del árbol.
—Me llamo Kristal, encantada.
—Vale, pequeña Kristal, ¿dónde están tus padres, tu familia? —pregunto por pura curiosidad, no vaya a ser que la hayan secuestrado.
—No están aquí, se encuentran muy lejos y no puedo volver...
A mí no me engaña, no la han secuestrado sino que ella ha escapado de casa. ¿Por qué sino no podría volver? La miro de pies a cabeza, aun estando totalmente sucia, la ropa que utiliza es de los costosos. Burguesía tal vez o quizás me esté equivocando por completo.
—¿No tienes a nadie aquí? —Niega—. ¿Ni familiar ni amigo? —Suspiro al ver que la respuesta es negativa de nuevo—. Bueno, te puedes quedar conmigo de momento. A mis padres no les importarán tener un miembro más en la familia temporalmente.
Cierto que de verdad no les importarán, más bien se alegrarían. Somos tres hermanos, dos mayores y yo el pequeño; cada quién ya sabemos cómo cuidarnos solos, sin hacer que se preocupen. No vendrá mal llevar a esta niña que, al parecer, sabe muy poco. Eso les entretendrán enseñándola y todo eso.
—Pero... sería peligroso —comenta mirándome preocupada—. No quiero meterte en problemas. Ese chico que antes iba conmigo, el del pelo blanco y lleva una espada, es muy fuerte y agresivo obviando la parte de amargado. Si se entera de que me has ayudado, te matará seguro.
Su expresión es puro arrepentimiento. De verdad le sabe muy mal el haberme metido en ésto; o eso creo yo. Esta niña me parece demasiado bonica y bondadosa; el hecho de que la casualidad ha hecho que nos conociéramos, voy a intentar ayudarla. Además, ¿qué tan peligroso puede ser ese chico de pelo abuelo?
—Illa, si te vienes conmigo, te nombro oficialmente mi hermanita. Serías mi primera hermana pequeña. Y, créeme, sé protegerme, ese no podrá conmigo.
La pelo lila abre la boca dispuesta a hablar. Se ve que no le convence mucho y se preocupa por mí, ¡es que es un cielo esta niña!
—¿Qué te hace pensar que yo seré la pequeña? No aparentas muy mayor tampoco.
Hago lo que puedo para seguir manteniendo la sonrisa en mi cara. Creo que eso no era la clave de todo, pero veo que es lo que más le importó.
—Tengo veintiuno. —Veo cómo hace un mohín parecido a un puchero y aparta la cabeza a un lado.
—Diecisiete.
Suelto una risa y apoyo mi codo en su cabeza recibiendo una queja de su parte.
—Bien, hermanita. No te tienes que preocupar por tu hermano mayor que es un mago elemental de plantas y sabe cómo defenderse —hablo con el fin de tranquilizarla.
Extrañada, me mira arqueando una ceja. Sé a qué es lo que va a preguntar, es normal porque se trata de una norma que todos saben. Solo los pertenecedores a la nobleza y la realeza tienen poderes porque ellos son los únicos a quien les ofrece tal oportunidad de vincularse a una arma.
Puedo ver perfectamente la duda en su cara, preguntándose si seré yo alguien de la nobleza o algo así, pero en el fondo ya ha deducido que no por mi forma de hablar y cómo soy: nada refinado y sin nada caro encima.
—No, no soy de la nobleza ni tampoco de la realeza. Soy simplemente un campesino —resuelvo sus cuestiones—. Me he encontrado este collar por allí y se vinculó a mí. —Extiendo lo nombrado.
El collar es simple, se trata de una cuerda con una piedra verde en forma de rombo. Lo encontré en el río hace un par de meses cuando fui a coger agua, y, de tanto llevarla, un día de repente brilló haciendo que haya un vínculo entre nosotros.
—Y, ¿sabes cómo usarlo? —pregunta señalándola.
Con la mano izquierda agarro el colgante del collar y extiendo la derecha segundos después. Filos de luces verdes se reúnen en la palma hasta que aparece un libro. En todo el proceso, la chiquilla no se sorprende en ningún momento, más bien parece que sabía perfectamente todo ésto.
—Ésto es un manual de cómo usarlo —explico ignorando el hecho de que parece que ella entienda más que yo.
Aprieto haciendo un puño la mano en el que flota el libro, y ésta desaparece dejando un rastro de humo verde que va disipándose hasta desaparecer por completo.
—¿Por qué tengo la sensación de que ya sabías todo ésto? —cuestiono arqueando una ceja. Ella me mira durante unos segundos para después apartar la cabeza y encoger los hombros.
—¿Cómo voy a saber yo la razón por la que tienes esa sensación? —me contesta con otra pregunta y añade:—. Piensas demasiado, ¿nos vamos ya o nos quedamos hasta que el día termine?
Suelto un suspiro negando la cabeza y rodeo su hombro con mi brazo. Sé que oculta algo, me da curiosidad y mucha, la verdad. Pero tampoco voy a obligarla para que me lo cuente.
—Venga, te llevaré a mi casa —hablo comenzando a caminar—. Aldea de Plantas.
🌕🌕🌕
—¿Necesitas un peine o algo? —pregunto sentado en mi burro que carga un carrito donde se encuentra la pequeñaja.
El carrito éste lo usé antes para llevar la lechuga a venderlo. Lo había dejado apartado en un lugar de no mucha gente y así evitar que me lo roben.
—Tengo uno en mi equipaje —responde ella sacándolo.
Estamos de camino a la Aldea de Plantas, ahora mismo nos encontramos en un campo abierto con el sol de la tarde ya comenzando a bajar; si no nos apresuramos un poco, no vamos a llegar antes de que caiga la noche.
—Pero es que tengo el pelo demasiado enredado, no sé cómo peinarlo bien —añade acompañado de un suspiro.
Ésto me llega a sorprender. Que no tenga buena resistencia quizás sea porque no ha tenido que hacer trabajos que implique aquello; sin embargo, el no saberse peinar el pelo que le acompañó durante diecisiete años, eso ya es muy raro.
—¿No sabes peinarte?
La chiquilla echa algunos mechones de pelo, que tiene tapando su cara, y sus dos trenzas hacia atrás.
—No es que no sepa peinarme, solo que no sé cómo hacerlo de buena manera —se justifica.
Bueno, sigue sin convencerme mucho. Las chicas de pueblo —plebeyas—, si no saben arreglar bien el pelo, suelen llevarlo más corto; no como ella, que lo tiene hasta la cintura o más bajo. ¿Cómo tendrá el pelo todos los días? ¿Sus padres se lo arreglan siempre? Extraño porque a la edad que tiene ya debe de estar pensando en la boda o ya casada, eso del pelo es lo mínimo que debe de saber. Y, a todo ésto, no sé de dónde viene.
—Por cierto, ¿de dónde vienes?
—Del Reino Mágico Celestial —contesta con una sonrisa.
Ya sospechaba yo de que sería extranjera, pero bueno, resulta ser del reino vecino.
Giro un poco la cabeza para mirarla. Aún intenta peinar un nudo que tiene en los mechones de alante usando un peine de madera, y tengo la ligera sensación de que, a éste paso, se le va a quedar enganchado.
Suspiro volviendo a mirar enfrente y hablo:
—Déjalo, illa. Tengo dos hermanas mayores, cuando lleguemos les pido que hagan algo con tu pelo.
Veo que deja de forcejear su pelo con el cepillo, alejándolo de su larga cabellera, y lo deja en el costado de su cinturón. Por el rabillo del ojo, puedo observar cómo sopla su flequillo ladeando la cabeza.
—Por cierto —añado llamando su atención haciendo que me mire—, mi familia no saben que soy un mago elemental de plantas, no les conté temiendo que podrían meterles en un lío.
Es muy clara la razón por la que cuento ésto, no quiero que ellos se enteren de lo que me harían la nobleza si se dan cuenta de que falta una arma y vienen a buscarlo, encontrándose conmigo, un campesino que se vinculó él.
Kristal parece entender a lo que me refiero y asiente la cabeza.
—La verdad es que es un peligro —habla ella sin mirarme—. Si la nobleza y realeza se enteran, tendrán que matarte para romper el vínculo entre tú y el collar.
Al oír aquello, dejo de conducir para mirarla con seriedad con un nudo en la garganta. Ella se da cuenta de que he parado y alza la cabeza chocando así con mis cuatro ojos.
—¿Pasa algo? —pregunta extrañada ante mi reacción.
—¿Lo que dices es verdad?
No pensé en ningún momento que recoger el collar causaría algo tan grave. El solo imaginarme a ellos querer matarme y mi familia de por medio, me causa terror. Creí que no más me cogerían para intentar quitar el vínculo de alguna manera o, simplemente, llevárselo.
La chica de pelo morado ante mí asiente la cabeza con preocupación.
—¿No lo sabías? Esa es la única manera de romper el vínculo que hay entre un dueño y su arma—explica ella.
El corazón me da un vuelco y siento al pesado en el pecho al mismo tiempo que me parece que está vacío. Ésto comienza a asustarme mucho. Conociendo a mi familia, seguro que harán lo posible por protegerme sin importar el qué. No quiero morir ni mucho menos ponerles en peligro.
—Pero, si lo has encontrado hace un par de meses y aún no hay movidas, seguramente no se han percatado de su pérdida —habla de nuevo tratando de bajarme la preocupación—. Además, todas las armas sin vincular se encuentran en el castillo real y allí hay demasiados como para ir contando de una en una para ver si falta alguno.
Con oír aquello, aunque me llegue a calmar un poco, sigue sin quitar todo el temor que siento. ¿Qué pasa si se dan cuenta? Acabaré muerto y arrastraré a mi familia también.
—Un momento —hablo al darme cuenta de algo—, ¿cómo es que sabes tanto de ésto? ¿Quién eres en realidad?
Abre la boca para después cerrarla de nuevo, sin saber qué contestar. En ese momento, una espada de acero se clava en el suelo justo al lado de mi carro. Los dos nos sobresaltamos. El arma es muy simple, lo único peculiar es que tiene una estrella de ocho puntas dentro de un círculo situado en el centro de la empuñadura.
Miro hacia Kristal y puedo ver miedo claro en sus ojos morados abiertos de par en par, quedándose completamente tensa observando el símbolo.
—¡Kaisaac, corre! —grita de repente y yo, automáticamente, obedezco arreando mi burro.
Entre los árboles consigo ver a unos varios hombres vestidos de negro con la cara tapada y montados a caballo. A toda velocidad, corren hacia nosotros.
/////////////////////////////////
PALABRAS: 2520
¡Hola, hola!
Aquí traigo el nuevo capítulo porque ya estamos a viernes de nuevo. Y, por cierto, el domingo es el cumpleaños de una cosita preciosa que la felicitaré cuando llegue el momento UwU.
Un nuevo personaje, Kaisaac, ¿qué os parece? ¿Podemos fiarnos de él? ¿Cómo influenciará en la trama?
Kristal nunca descansa, consigue huir del conde pero ahora se ve metida en otro lío. Es un imán para los problemas.
¿Quiénes serán esos hombres que les persiguen? ¿Conseguirán salvarse de ésta? ¿Alguien vendrá a salvarles?
¡Espero que os haya gustado el capítulo! Quería publicar dos, pero no he podido :'(((
¡PREGUNTA!
—Si pudierais sacar a un personaje de un libro o anime, ¿cuál sería?
Uff, elegir es para niños, yo me quedo con todos JAJAJAJAJ. No, en serio, no puedo elegir xd. ¿Levi? ¿L? ¿Karma? ¿El 4 de Tobias? ¿Muchos más? No pUEDO.
Bueno, eso ha sido todo por hoy :333
¡Se os quiere!
¡Saluditos!
Dyiiana⁓
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro