Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 4

KRISTAL

Con la cabeza levantada y muerta de miedo, miro con temor al chico peliblanco que está ante mí. Sosteniendo su espada con fuerza, veo su intención de hacer otro ataque, pero esta vez verticalmente.

—¡Que haya paz! —grito poniendo mis brazos ante mi cara con un intento de protegerme. Al estar nerviosa y asustada, hablo con demasiada rapidez sin dejar un segundo para respirar:—. Te juro que no era mi intención escuchar vuestra conversación, no tengo la culpa de que habléis tan alto. Además, por si no te has dado cuenta, yo estaba en el interior de la cueva, por lo que yo estaba ya estaba allí para cuando habéis llegado, ¿qué significa eso? Pues que vosotros sois quien habéis entrado a un lugar que ya estaba ocupado para hablar de cosas que no queríais que nadie más oyera. ¡Yo soy la verdadera víctima aquí! ¿Qué culpa tengo yo de tener orejas?

Me atrevo apartar un poco mis brazos para mirar al joven quien se ha mantenido quieto escuchando mis palabras, como si estuviera pensando si tengo o no la razón, y obviamente lo tengo; es algo que no me puede negar. Pero, cuando la esperanza comienza a florecer en mí, un movimiento suyo hace que todo se derrumbe.

Extiende su brazo derecho señalándome con la punta de su espada y el cuerpo un tanto de lado junto a la barbilla levantada ligeramente. Una imagen muy bonita para cualquier persona con ojos, pero para mí es lo peor que he visto en mi vida.

—¿Qué es lo que has escuchado? —pregunta sin cambiar su expresión. Parece un bloque de hielo.

Tengo la ligera sensación de que si le digo que no he oído nada, esa espada será lo último que veré en mi corta vida; sin embargo, tampoco estoy que le digo: "Ey, lo he escuchado todo perfectamente, pero tranquilo, confía en esta desconocida de que no se lo dirá a nadie". Básicamente estoy ante dos caminos que me guían a un mismo destino, la muerte.

Creo que ya no tengo nada que perder.

—¿Me creerías si te digo que sé guardar un secreto? Y, aunque no lo supiera, no tengo a nadie a quien contárselo.

Esa es la triste realidad, estoy más sola que la una. Adaliah se encuentra demasiado lejos como para contarle nada y el único amigo que he tenido tampoco sé cómo buscarle. Y, para colmo, antes de que pueda conocer a gente nueva, el chico me quiere muerta.

—Los muertos no hablan y son los mejores guardando secretos —responde dispuesto a cortarme, otra vez. En su rostro no veo rastro de expresión que no sea la de una persona que mata sin ni siquiera pestañear.

En el momento en que hace un movimiento con el fin de terminar conmigo, extiendo ambos brazos con la palma abierta y digo lo primero que se me pasa por la cabeza.

—¡La Mazmorra! —grito cerrando con fuerza los ojos.

Después de estar así durante unos dos segundos y al notar que sigo de una sola pieza, abro los ojos al mismo tiempo que bajo mis brazos atrayéndolos hacia el pecho. La espada del joven me apunta, pero a una distancia lo bastante segura como para saber que su intención de matarme ya no son tan fuertes. En su cara se forma una expresión entre la seriedad y la duda, frunciendo levemente el ceño.

Bien, ahora que he conseguido captar su atención, debo de pensar en algo para poder salir entera de ésto.

—Emm... —comienzo a hablar balbuceando sin saber muy bien qué decir.

Enfoco mi mirada en él y, no sé si es porque él se encuentra de pie y yo en el suelo, su figura me intimida demasiado.

—Como ya sabes, he oído vuestra pequeña conversación en la cueva, a la cual yo llegué antes sin saber que vendríais —recalco para dejar claro las cosas—. Bueno, sé cómo encontrar la Mazmorra —explico bajando cada vez más la voz.

No es una mentira lo que he dicho, de verdad que sé dónde encontrarla. Aunque en realidad sería un peligro que un tipo como él llegue allí, a saber qué es lo que querrá hacer. Por eso, si me cree y quiere que le guíe, a lo largo del camino sí o sí tengo que buscar alguna manera de huir.

—¿Cómo sé yo que no me mientes? —cuestiona sin apartar la espada.

Lo he conseguido, él ha caído y eso es un avance; hay esperanza.

Sonrío poniéndome de pie y con la ayuda de mi mano, trato de quitar un poco de tierra que hay en mi ropa. El albino no me quita el ojo de encima y observa cada movimiento que hago, estando en alerta por si tengo intención de escapar.

—Tengo una carta que te puede ayudar.

Si él no pertenece al Reino Mágico Celestial, es totalmente imposible que sepa algo sobre las cartas que llevo encima y mi identidad, por lo cual, no corro el peligro de que descubra que soy una princesa. Pero, solo por si acaso, voy a tratar de ocultar todo lo que pueda.

—Si guardas tu espada y prometes no matarme, te lo diré —propongo ya más segura de mí misma y con la cabeza en alto.

El albino de mecha negra se lo piensa durante unos segundos y al final cede guardando la espada en su funda. Cruza los brazos sobre su pecho y espera a que comience a hablar.

Inspiro profundamente intentando conectarme a la carta que necesito para no tener que sacar todas e ir buscando de una en una. En el momento en que lo siento, meto la mano en el bolsito que está en el lado derecho del cinturón y, sabiendo con exactitud cuál es, la saco.

Es una carta rectangular donde hay dibujado un camino entre los árboles con una luz que lo alumbra. En la otra cara tiene la misma imagen que las paredes del castillo de mi reino: dos chicas; orden y caos. Me acerco unos pasos hasta quedar delante de él y le miro levantando mi cabeza ya que es bastante más alto que yo.

Ahora que necesita de mí, no debo mostrarme asustada para que sepa que no soy tan fácil de controlar. Juegos mentales que me ha enseñado mi hermana. Si la persona siente que sabes lo que vales y no va a ser una tarea sencilla manejarte al ver la confianza que tienes, automáticamente escuchará mejor tus peticiones y lo que quieres a cambio.

"Aunque te estés cagando por dentro, no lo muestres". Sus palabras, no las mías.

Con el dedo índice y corazón, tengo sujeta la carta y se lo enseño delante de sus narices para que mire bien y que se entere de que no estoy mintiendo. Él hace un intento de cogerlo, pero rápidamente aparto la mano. En ese entonces, baja su mirada hacia mí y yo se lo devuelvo levantando las cejas y la barbilla. Al fijarme mejor, noto que sus ojos no es simplemente amarillo, sino que, en su iris, hay una serie de puntos negros que rodea su pupila.

Retrocedo un paso cruzando los brazos a mi espalda y comienzo a hablar:

—Esta carta está vinculada a mí, por lo que soy la única que puede usarlo.

—¿Eres maga de algunos de estos reinos cercanos? —pregunta con la cara neutra.

Dios, con mostrar un poco más de expresión no le va a deformar la cara. ¿O acaso esa es la razón por la que no muestra nada?

—Para eso tengo que ser de la realeza o nobleza, pero no; soy simplemente una aldeana con muchísima suerte que consiguió esta carta y también establecer un vínculo con ella —miento con una sonrisa de boca cerrada.

El chico asiente con la cabeza bajando la mirada hacia un lado. Su cara de pocos amigos y esos ojos que pueden llegar a matar, me hace saber que llevarme bien con él será muy difícil.

<<...Imposible, mejor dicho>>.

—Y, ¿cómo funciona esa carta? —cuestiona mirándome de nuevo haciendo que rápidamente muestre en mi cara una sonrisa forzada.

—Pues le digo a dónde quiero ir y ella me muestra la trayectoria desde el punto de partida en donde estamos situados —explico.

Esta carta es muy útil. Lo malo que tiene es que solo muestra lugares y no personas. Por ejemplo, no puedo pedirle que me muestre dónde se encuentra Adaliah, tengo que decir el lugar exacto para que me guíe. Otra desventaja sería que solo muestra el camino y no a las personas o animales que hay; un lugar puede estar repleta de gente y en mi mente me lo proyecte vacío.

Le veo ladear la cabeza sin creerse lo que le acabo de decir y eso me llega a molestar un poco. No se me da bien la magia porque desde pequeña no me he atrevido a practicar mucho, pero esta invocación es de los primeros que aprendí y puedo asegurar de que es la mejor que me sé. Solía usarla para mirar el mundo del exterior.

Suspiro y con la mano libre agarro la suya, pillándole por sorpresa ya que he notado cómo se ha tensado. Usando los dos dedos que tengo sujeta la carta, la lanzo al aire y cierro los ojos.

—Carta celestial del guía, muéstrame el camino que debo de tomar; Mazmorra de Caos.

En el momento en que pronuncio aquellas palabras, la carta se quedará flotando en el aire mientras que en mi mente —al igual que el del chico ya que tengo agarrada su mano— comienza a reproducir la trayectoria que hay que tomar hasta llegar al destino, pero, antes de llegar a mitad de camino, hago que la carta vuelva a mí y suelto su mano.

Sus ojos me observan interrogante por haber cortado el camino.

—No voy a mostrarte todo el trayecto de una, tengo que asegurarme de que voy a poder sobrevivir. ¿Qué dices? ¿Aceptas el trato?

El jovenzuelo se queda pensativo unos cuantos segundos para luego sacar de nuevo su espada, cosa que me alarma haciéndome retroceder con los ojos muy abiertos.

—Ey, ey, ey. Si me dejas con vida todo se puede hablar —pronuncio las palabras apresuradamente—, yo encantada de ayudarte a llegar.

No estoy encantada.

Con su espada en la mano, él lo tira hacia el suelo. Pero ésta, en vez de caer, se queda flotando en el aire a la altura de su tobillo.

Mi cuerpo se tensa más al ver que se acerca a mí a pasos grandes y extiende su mano para agarrar el cuello trasero de mi ropa, levantándome de donde estoy. Me deja de pie encima de la espada y seguidamente se sube él.

La espada asciende a gran velocidad asustándome y, como acto reflejo, me agacho agarrando la pierna del chico y soltando un chillido. A esa velocidad, en seguida llegamos arriba a la entrada de la cueva en donde pasé la noche. Mareada, bajo de esa arma cortante y volante, apoyándome en una roca gigante mientras trato de mantenerme de pie. El pelo se me cae en toda la cara, lo que me da a entender que lo tengo bastante destrozado.

Antes de poder recuperarme, el bloque de hielo en forma del mismísimo demonio me coge otra vez de la misma manera adentrándonos hacia la cueva. En ella, le espera otro chico, pero, al contrario que el amargado, éste es de tez pálida y vestimenta totalmente oscura. Al vernos entrar hace una reverencia, inclinándose, al albino que me tiene agarrado.

—Conde, ya estás de vuelta. —Posa sus ojos verdes en mí, mirándome de arriba a abajo—. Y con compañía, ¿ella es..?

Observo más detalladamente al nuevo sujeto. En su frente tiene tres cuernos muy pequeños de rinoceronte y lleva encima una capucha negra de su prenda que oculta un poco su cabellera azabache hasta la altura de sus orejas.

El conde éste de no sé dónde me tira a un lado haciéndome soltar un quejido de dolor y contesta:

—Nuestro mapa.

////////////////////////////////

Palabras: 2000

¡Hola, hola!

Doble actualización 7w7

Vemos que Kristal ha conseguido salir viva de ésta, y menos mal porque sino la historia terminaría aquí.

¿Qué pensáis ahora del sujeto al que se le llama conde? ¿Y del chico nuevo? Siento que traman algo.

¿Kristal conseguirá escapar, o no le quedará otra que llevarles hacia la Mazmorra de Caos?

Es más, ¿qué más cosas le espera a la princesa en esta escapada del castillo?

Bueno, bueno. La trama avanza y queda mucho por descubrir de este mundo fantástico que, por cierto, ojalá vivir allí xdd

Como que en el capítulo anterior hice hate de las protagonistas que más odio, en éste será de los masculinos >:3

—¿Qué tipos de protagonistas masculino odiáis?

También daré mi top 3:

1. Traumados desde la infancia.

Creo que ya os podéis hacer a la idea de lo que me refiero. Son los típicos que en la niñez les ocurren algo y no consiguen superarlo: me parece todo bien y normal. Lo que odio de ésto es que lo usen como justificación por haber hecho mal a la protagonista.

Dios, está bien que te cueste superar tu pasado oscuro, pero la niña que intenta ayudarte no tiene la culpa, por eso decídete: la dejas ir tranquilamente o la quieres y la tratas bien.

Siempre con la frase de "Te quiero, pero no te merezco". Wey, en el momento que has querido abandonarla por cosas de un pasado no superado, está más claro que el agua que no la mereces.

2. Los "no la quiero, no la amo", pero, al siguiente capítulo, soldado caído.

No me gusta ni en las protagonistas ni en los protagonistas. Están en el primer capítulo: "La odio, la odio, pero mi kokoro late fuerte cuando la veo". En el segundo capítulo: "La amo, la amo. Ella me ha enseñado a amar cuando nadie más antes lo ha conseguido".

3. Celosos al extremo.

Amo los celos, pero cuando no llegan a ser tóxicos. Tengo historias en el borrador en donde los protagonistas tienen celos, pero no llegan a prohibir nada a la chica que ama, simplemente los expresa de buena manera.

Eso de: "Con esa ropa estás enseñando mucho y me pondré celoso." está bien, solo lo está diciendo de buena manera; pero lo que odio es cuando prohíben que pongan esa ropa o hablar con otros chicos. WTF HUMAN!? El único hombre que tiene derecho de decirme qué poner y qué no es mi padre porque aún vivo bajo tu techo y sigo siendo su niña buena.

Qué bien se sienta desahogarse, creo que debería crear una historia para lanzar hates a este paso aHRE XDD.

Ésto es todo por hoy, ¡GRACIAS POR LEERME Y SOPORTARME!

¡Se os quiere!

¡Saluditos!

Dyiiana~

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro