[02] Promesas
—Hermano —saludó el de cabello oscuro mientras se adentraba en la habitación.
—Hermano querido, es una dicha verte —correspondió el mayor, poniéndose de pie para estrecharlo en un cálido abrazo—. ¿Acabas de llegar?
Yoongi asintió, sentándose frente al escritorio de madera labrada.
—Sí, justo acabo de hacerlo. —Su mirada barrió la habitación con detenimiento antes de centrar sus ojos plomo en los más claros de su hermano—. ¿Dónde está SeokJin?
—Es mi asistente, lo envié a hacer unos deberes del Orden, debe solicitar informes y aclarar ciertos puntos con las clases de los signos nuevos —respondió sin titubear, huyendo de la profunda mirada contraria.
—Es curioso que cada que te pregunte por él me aclares que solo es tu asistente —puntualizó con sorna—. Sí, tan jodidamente curioso.
Y ahí estaba aquella sonrisa socarrona que Namjoon detestaba tanto, odiaba que Yoongi sonriera de esa manera cada que tenía la absoluta razón. Y en ese momento claro que la tenía.
—No sé de qué hablas —dijo indiferente, frunciendo los labios sin darse cuenta de ello.
—Bueno, realmente no vine a hablar de SeokJin —recordó—. ¿Has visto mi nuevo proyecto? —cuestionó con entusiasmo—. Ellos son tan... tan...
—¿Ilusos? —murmuró Namjoon desde su lugar y el de cabello oscuro rodó los ojos con fastidio.
—Claro que no, hombre. Ellos son maravillosos, una pareja hermosa, fieles, inteligentes, capaces...
—Diferentes, no olvides eso.
—Namjoon, por favor.
—Es la verdad, aunque no quieras verlo —dejó en claro—. Te concedo que son buenos candidatos, prudentes en lo posible y con sentimientos fuertes.
—Eso tú mismo lo dijiste.
—Pero no pueden estar juntos.
—Piri ni pidin istir jintis —remedó con cansancio—. ¿Pero en qué mundo vives, Namjoon?
—Por lo que puedo ver, en uno muy diferente al tuyo, hermano. —Y de nuevo estaba el habitual ceño fruncido y labios en línea recta, un gesto que Yoongi detestaba desde que lo vio por primera vez.
Ellos detestaban muchas cosas sin ser conscientes de ello, eran tan similares y diferentes al mismo tiempo.
—Tienes miedo —le echó en cara, viendo como el rostro del mayor se desfiguraba por la furia—. Tienes tanto miedo a cambiar las cosas que quieres que nadie más cambie.
—No te metas conmigo, Yoongi —sentenció con firmeza, apretando los puños ocultos bajo su escritorio—. No olvides tu lugar. De los dos, el superior soy yo.
—Puedes mentirle a quien tú quieras, pero nunca a quien se encarga de ver los sentimientos humanos para unirlos. Nuestros padres manipularon a los hombres para que cambiaran todo su sistema y pudiera haber "paz", pero no olvides que al final del camino ellos siempre han tenido la oportunidad de elegir con quién y cuándo estar. ¿Por qué no quieres darte a ti mismo la oportunidad de elegir con quien estar?
Yoongi era inteligente, hábil con las palabras y algo manipulador, pero Namjoon nunca se había quedado atrás con sus dones, siendo el hijo capaz que tanto se habían esforzado sus padres en forjar.
—Tienes razón, no obligamos a nadie, nuestro trabajo es convencerlos de qué es lo mejor.
—¿Aun cuando eso no lo sea?
—¿Me crees capaz de hacerles daño?
—No, pero sí eres capaz de hacerlos infelices.
—Siempre que vienes tenemos la misma discusión y no pienso perder más tiempo en un capricho tuyo, los humanos son imprudentes, torpes e ilusos, nunca saben lo que quieren y quizás nunca lo sepan, es mejor cuando somos nosotros quienes tomamos el rumbo de sus acciones —exclamó con firmeza, girando para perderse en la vista que le ofrecía el enorme ventanal detrás suyo—. Si no hay nada más de lo que podamos hablar te pediré que te retires.
—Cuando termine con esto espero seas lo suficientemente valiente como para cumplir con nuestra apuesta.
—Yo no aposté nada —recordó.
—Tienes razón, no apostaste, prometiste cumplir tu palabra —dijo saliendo de la habitación—. Recuerda Namjoon, nosotros no rompemos nuestras promesas. —Y de nuevo se fue, él tenía la virtud de dejar a los demás con las palabras en la boca y la sabiduría en el aire.
La puerta se abrió despacio y Namjoon se acarició la frente en un intento de relajarse.
—Te dije que te fueras, Yoon. —Su tono profundo y ronco congeló al chico frente a la entrada.
—El joven Yoongi se ha ido —dijo con voz suave y el contrario se giró despacio, tratando de no caer rendido a aquello que sus ojos tenían la dicha de apreciar—. Lo encontré a la salida.
—Bien, SeokJin. —Atinó a decir, viendo la sonrisa que esos labios gruesos le otorgaban con gentileza, sintiendo el sabor amargo que le dejaba el amor imposible.
Benditas sean las promesas hechas sin pensar, bendita la moral que no nos deja fallar y benditos aquellos que callan lo que su corazón grita. SeokJin lo sabe bien, tiene esperanza en eso, la esperanza es lo único que le queda.
Y en medio del silencio abrumador solo puede pensar en lo dicho por Min Yoongi a la salida: "te prometo que él también te escogerá, sin importar tu signo ni lo que digan los demás, sin importar los estigmas de lo que ahora hemos establecido como sociedad. Si para mí no hubo un final feliz lucharé para que tú lo obtengas. No dudes de mi palabra, recuerda que nosotros no rompemos nuestras promesas".
Min Yoongi tiene más secretos y sabiduría que el mundo entero —o él se jacta de eso—, quizás por ser descendiente de seres muy cercanos a los celestiales, o puede que por sus experiencias poco agradables, en realidad, ni él mismo lo sabe. Pero tiene un propósito, una promesa que hizo a alguien que ya no está y debe cumplirla. Uno nunca sabe, quizás más tarde reciba su recompensa.
Mientras tanto, Park Jimin está asustado. Tiene miedo de todo, incluso del propio Jungkook. Pasó toda la noche pensando en lo ocurrido, en lo dicho por sus mayores y en lo que posiblemente el castaño trató de decirle.
No teme al compromiso, pues fue él mismo quien lo pidió en un principio, pero algo dentro de él se mueve como una tormenta, agita su corazón casi al punto de doler. Y le gusta, esa sensación de temor también lo hace sentir vivo.
—¿Te estás escondiendo de mí? —La voz de Jungkook lo tomó por sorpresa, casi haciéndolo saltar en su sitio.
—¿No? —respondió con un tono evidente de duda.
—¿No? Yo estoy casi seguro que sí —aseguró el más alto, evitando invadir el espacio personal del mayor para que no fuera más difícil de sobrellevar.
—Lo siento, no quería que se viera así —susurró, provocando un suspiro ajeno.
—Entonces sí me estás evitando, ¿no?
—¿Eso está mal?
—No, solo que hubiese preferido que me lo dijeras, así no estaría preocupado y buscándote por todos lados —dijo con el ceño fruncido, sentándose en una banca cercana.
Jimin imitó su acción, se sentó a su lado lo más cerca posible y tomó su mano para enlazar sus dedos. La diferencia de tamaño siempre había sido algo que le fascinaba, ver sus dedos pequeños siendo envueltos por los largos de Jungkook lo hacía sentir seguro.
—Lo siento, quizás necesitaba algo de tiempo, no estaba seguro de lo que querías decirme con eso, mi mente aún juega conmigo.
—¿Aún tienes dudas? —cuestionó y aunque Jimin no respondió, su mirada asustada fue suficiente respuesta. Entonces se acercó a su rostro, sus alientos chocando conforme la distancia se perdía y sus ojos rogando por no ser rechazado.
A pesar de no ver renuencia de parte del mayor, Jungkook prefirió no abusar de su confianza, esperó una seña, por más mínima que fuera para poder continuar. Jimin cerró los ojos y abrió suavemente sus labios en una invitación silenciosa que el joven Virgo no dudó en aprovechar.
Y se besaron, por supuesto que lo hicieron. Y se sintió mucho mejor que antes, lo sintieron especial y único. No, el mundo a su alrededor no se detuvo, el bullicio de sus compañeros universitarios siguió su curso así como el ruido de las aves y los autos a la distancia, pero eso no evitó que todo se sintiera como un sueño.
Ellos se besaban como nunca antes, con delicadeza y amor, con la sensación de pertenencia que sabían no encontrarían con nadie más, que no querían buscar en nadie más. Y eso los hizo sonreír, Jungkook sonreía con euforia mientras Jimin lloraba por la catarsis. Pero estaba bien, en ese momento todo era válido, todo era sensaciones y emociones. Y estaban bien.
Yoongi tuvo la dicha de verlo a lo lejos. Sonrió con nostalgia y se tragó los amargos recuerdos. No debía sufrir más, su presente no podía basarse en el pasado y mucho menos debía derrochar su futuro. "A Jin Woo no le hubiese gustado" se dice a diario, convenciéndose de hacer lo correcto.
—Hablaremos con el Orden, lucharé y mataré si es necesario, pero estaremos juntos —dijo Jungkook con seguridad, limpiando las lágrimas que resbalaban por las mejillas ajenas—. Te prometo que no nos separarán.
Benditas promesas que el mundo no aprende a dejar atrás. Palabras que para algunos tienen alto valor y peso.
—Debes estar loco —exclamó Jimin con una sonrisa ligera, sonrisa que desapareció lentamente al ver el ceño fruncido del menor—. Sí, estás loco.
—¿Por qué?
—¿¡Cómo se te ocurre que hablemos con el Orden!? ¿Acaso quieres que nos maten?
¿Temor? ¿Vergüenza?
Jungkook no sabía qué era lo que frenaba a su amado, pero podía ser peligroso para su amor, para su futuro y lo que les deparaba el destino.
—Vamos, puedes convencerlo, él confía en ti, su signo no le permitirá llevarte la contraria por mucho tiempo, cederá en algún momento —susurró Min, más para sí mismo que para la pareja a más de diez metros de distancia.
—Yoongi, detén esto ahora mismo—ordenó Namjoon telepáticamente, conocedor de lo que su hermano menor planeaba.
—Yo no estoy haciendo absolutamente nada, además, tú mismo has dicho que no podemos influir en las acciones humanas —respondió al cielo, sonriendo con malicia.
—Si ellos llegan a mí, lo que suceda posteriormente será tu responsabilidad —sentenció, desapareciendo inmediatamente. El de cabello oscuro solo rodó los ojos volviendo su vista a la pareja.
—Jimin, mírame —pidió Jungkook, sonriendo con suavidad al ver la negativa y el ceño fruncido del más bajo—. Vamos bebé, mírame.
—Jungkook, algo así no se dice a la ligera.
—Lo sé, y nunca he dicho algo sin considerarlo antes —aseguró, tomando las pequeñas manos y besando los dorsos—. Eres mi presente, ¿recuerdas?
—Recuerdo.
—¿No te gustaría ser también mi futuro? ¿No te gustaría compartir conmigo más primeras veces? Vernos todos los días al despertar. Porque yo no me imagino un futuro donde tú no seas lo primero que veo por la mañana y lo último que veo antes de dormir.
Sonaba sincero, Jungkook siempre sonaba demasiado sincero para el débil corazón de Libra, siempre era demasiado para su poca resistencia y fortaleza.
—Ellos no nos dejarán estar juntos.
—Seremos la excepción, estoy seguro —dijo abrazando el delicado cuerpo contrario. Jimin correspondió el abrazo y se aferró con mayor fuerza a su torso, confiando como siempre lo hacía, dejando todo en las manos de su dios como lo hace cualquier ser humano.
—Lo estás haciendo genial —alabó el de cabello oscuro, desapareciendo también del lugar.
Todos ellos son como una pieza de ajedrez, haciendo movimientos que creen correctos y eficaces. Y Jimin no olvidó lo dicho por Kim Taehyung días atrás: "El propósito del Orden es unir a parejas que garanticen el equilibrio y éxito de la nación". Esas palabras de aliento son las únicas que le dan fortaleza y esperanza, son las únicas que le dieron valor el día que se presentaron con Jungkook frente al Orden, mientras avanzaban al último eslabón de esa cadena de mando.
—¿Están seguros de esto? —preguntó una mujer delgada, de cabello castaño lacio y gestos delicados. Ellos asintieron, aunque en realidad no estaban seguros ni de su nombre en ese momento—. Bien, entonces permítanme dirigirlos con los líderes del Orden.
Un nuevo asentimiento y siguieron a la mujer por los extensos pasillos que caracterizaban a ese lugar. Las paredes de color ostión con decoraciones marrones le daban un toque delicado y frío, pero no perdía su elegancia.
A Jungkook le pareció algo estúpido que en el gafete de la chica, aparte de su nombre, estuviese su signo, como si éste hiciera la diferencia en algún trato hacia ella.
—SeokJin, estos jóvenes están aquí para ver a los líderes del Orden —explicó la mujer al joven junto a la puerta.
Kim SeokJin asomó su cabeza sobre el computador donde trabajaba y los observó con detenimiento. Detalló las manos entrelazadas y los ojos tan decididos como asustados.
—Claro, déjalos a mi cargo, a partir de aquí yo los guío —respondió con una sonrisa, y para Jimin y Jungkook fue una de las sonrisas más lindas que hubiesen visto antes.
SeokJin era hermoso en definitiva, poseía un aura cautivadora y una mirada firme.
La chica que hasta ese momento los acompañaba se despidió con suavidad antes de marcharse justo por donde habían llegado.
—Ustedes son Jimin y Jungkook, ¿no? —La pregunta tomó a ambos jóvenes por sorpresa y Jungkook abrazó a Jimin contra su cuerpo como una acción instintiva.
—Sí, somos nosotros —confirmó con el ceño fruncido y la mirada filosa—. ¿Cómo sabe nuestros nombres?
—Todos los hombres son importantes para el Orden, para ellos el mundo entero son sus hermanos y su deber es cuidarlos y ver por su bienestar. —Quizás estaba diciendo de más, pero le era imposible evitar ayudar a los hermanos, su amor podía más que su propia razón—. Solo no los juzguen, ellos de verdad piensan en ustedes.
No hubieron más palabras, las enormes puertas fueron abiertas y ellos pudieron ver al líder principal del Orden sentado detrás de su escritorio, con su traje impoluto, las manos entrelazadas y una mirada severa, justo como si estuviera esperando por ellos.
—Joven Namjoon, traje a estos jóvenes hasta aquí porque desean hablar con usted.
—Basta de formalidades, SeokJin, eres incluso mayor que yo —pidió el moreno, dejando ver una sonrisa de labios apretados que desconcertó a todos—. Entonces ustedes son Jimin y Jungkook, vaya, son justo como mi hermano los describió.
—¿Su hermano? —susurró Jimin, pero no fueron necesarias las explicaciones, pronto apareció Min Yoongi atravesando la puerta de entrada y sonriendo a todos los presentes.
—SeokJin, querido, ¿qué tal tu día? —cuestionó con delicadeza y cariño, dando más relevancia a su ya de por sí extravagante entrada.
—Todo bien, joven Yoongi —respondió con el mismo tono y Namjoon solo observó en silencio, sabedor de que su hermano lo hacía con toda la intención de molestar.
—Muy bien, eso es excelente. —Asintió para sí mismo y luego centró su mirada en la pareja, Jungkook aún mantenía la guardia en alto, desconfiado y con la mandíbula apretada mientras Jimin observaba todo maravillado, tratando de comprender lo que sucedía.
—Eres uno de los hijos del Orden —mencionó lo obvio y Yoongi sonrió mientras caminaba junto a su hermano para tomar asiento.
—Así es, pero vamos, tomen asiento y hablemos de lo que de verdad importa —dijo señalando los puestos frente a ellos. Jimin y Jungkook se acercaron y Namjoon hizo un gesto con su cabeza a SeokJin, pidiéndole silenciosamente que saliera de la habitación—. No, SeokJin, esta vez tú te quedas con nosotros —ordenó sin ver a nadie.
—Es mi asistente, si quieres darle órdenes a alguien consíguete el tuyo —dejó en claro el moreno, puntualizando sus derechos sobre el chico que observa todo en silencio y con un gesto apenado.
Jungkook desconfiaba, pero Jimin conocía Yoongi desde meses atrás, sabía lo hábil e inteligente que era, y supo desde ese instante que todas sus acciones tenían otra intención, con suerte, todo sería a su favor.
—Jin es casi parte de la familia, además, en el pasado tú y yo solíamos compartirlo todo, no le veo el problema. —Girando en dirección al mencionado, le sonrió con calidez y recorrió uno de los sillones para que estuviera sentado junto a ellos—. Por favor, cariño, toma asiento. Nuestros invitados tienen mucho que decirnos, ¿no es así?
—Sí, así es —respondió Jungkook, mucho más inseguro que antes pero tratando de mantener la calma.
Y lo hicieron, por supuesto que hablaron de lo mucho que se aman, de lo eficaces que serían si les permitían estar juntos, de lo mucho que les costó el llegar hasta donde están y lo infelices que serían si les prohibieran unirse. Namjoon escuchó en silencio, observó con detenimiento y analizó todo lo dicho; lo mismo hizo Yoongi, solo que él estaba más al pendiente del gesto imperturbable de su hermano y la cara avergonzada de SeokJin.
—¿Eso es todo lo que tienen que decir? —cuestionó algunas horas después, recibiendo ceños fruncidos y asentimientos escuetos—. Bien, SeokJin, por favor trae un poco de agua para estos jóvenes.
—Por supuesto —accedió de inmediato, poniéndose de pie y saliendo de la habitación.
—Hermano, ¿eso es todo lo que dirás? —interrogó Yoongi, con una sonrisa inquieta y voz temerosa.
—¿Qué esperabas que dijera exactamente? —cuestionó con una ceja en alto, mientras, SeokJin ingresaba nuevamente con unas botellas de agua—. ¿Querías que dijera: Oh, es genial que se sientan así, que nos den la opción de ser funcionales en el mundo? ¿Es eso?
—Namjoon, por favor —pidió en voz baja.
—Dime, Yoongi. ¿Qué es exactamente lo que querías?
—Quiero que propongas algo, lo que sea —respondió en defensa, con una mirada filosa al sentirse ofendido—. Quiero que el grandioso Namjoon nos dé una opción, quiero escuchar las opciones que les das a los mortales.
—No hay opciones para esto, Yoongi, simplemente no está permitido.
—¿De verdad es todo lo que eres capaz de decir?
Nadie más quería hablar, de repente todo parecía una pelea familiar de la que no deseaban ser parte. Y aunque Jimin y Jungkook necesitaban una respuesta clara —mínimo para saber si tendrían que huir a algún lado—, tampoco deseaban involucrarse en algo en lo que incluso el propio SeokJin parecía sumamente incómodo y avergonzado.
—¡No sé qué rayos quieres que diga!
—¡Lo que le dirías a cualquier persona!
—¿¡Eso es lo que quieres!?
—¡Sí!
El moreno se giró rápidamente en dirección al mayor y lo señaló a la par de la pareja.
—Llévalos a las celdas, serán juzgados y ejecutados conforme a sus acciones.
Todo se detuvo y SeokJin abrió grande los ojos por el asombro al mismo tiempo en que se le iba la voz. Jungkook y Jimin, muy por el contrario, se pusieron de pie de inmediato al sentirse en peligro.
—¿¡Qué!? —El primero en hablar fue el castaño, nuevamente a la defensiva y mirando acusatoriamente a Yoongi como si él fuese el responsable de todo lo ocurrido.
Min Yoongi sonrió con sorna y aplaudió despacio, su manera de ser tan característica como siempre.
—Excelente, hermano. Por lo menos en esta ocasión la pareja será ejecutada —dijo antes de reír sin gracia, generando mayor desconcierto en el moreno y pánico en el resto—. Me recuerda a cierta pareja que decidieron ir en contra de los ideales del Orden. ¿Lo recuerdas, hermano?
Claro que lo recordaba, fue como un balde de agua fría para su sistema. Aún podía sentir la culpa anudando sus entrañas.
—SeokJin, sácalos de aquí.
—No muevas ni un músculo Jin —ordenó apenas mirándolo—. ¿El grandioso Namjoon no puede admitir frente a otros que asesinó a un humano?
—No pongas las cosas a tu modo, Yoongi.
—Llamaste a Jin Woo mientras yo no estaba y lo obligaste a cargar con toda la responsabilidad de nuestra relación.
—¡Así no fueron las cosas!
—¿No? —Volvió a reír, rodeando a todos y colocándose detrás de la única pareja en el lugar. Con sus manos empujó a Jimin y Jungkook de vuelta a sus asientos y continuó hasta tomar a SeokJin de los hombros—. Solo me fui unos días y cuando volví Jin Woo realmente había sido ejecutado. ¿Qué fue eso entonces? ¿Imaginaciones mías? ¿Injusticias de la vida?
—Yoongi, yo ni siquiera podía dar órdenes abiertamente cuando eso sucedió. ¡No puedes culparme por eso!
—¿¡Entonces a quién debo culpar!? ¡Ahora estás tomando las mismas decisiones!
—Siempre buscas culpables donde no los hay. ¿Crees que yo le haría daño a un ser humano? ¡Maldición, Yoongi! Estoy enamorado de un humano, amo a alguien que no va conforme mi signo y lucho todos los días para que no le suceda nada malo, para no arriesgar su vida. ¡No es de mí de quien debes cuidarte!
No, definitivamente nadie entendía qué ocurría, pero la verdad era dicha y nadie deseaba interrumpir.
—Yoongi, creo que sí debería sacar a estos chicos de aquí —mencionó un apenado SeokJin, sin saber qué más hacer para salir de toda esa situación. Ambos hermanos giraron a verlo y con todo el valor que tenía volvió a hablar—. Todos aquí somos adultos, y como los adultos que somos debemos ser maduros y resolver las cosas con la privacidad adecuada, demasiado escándalo han hecho ya y ninguna solución a quienes vinieron buscando palabras de aliento en vez de ver una pelea familiar.
—Namjoon, por favor, tú sabes bien lo que hemos padecido —suplicó Yoongi, mirándolo tan profundamente y dejando al desnudo sus emociones y sentimientos—. Míralos y dime que quieres para ellos el mismo final que para nosotros, que no te importa que en el futuro no puedan estar con la persona que aman o que nos enteremos que prefirieron terminar con su vida antes de sufrir una separación.
Yoongi, que tan sabio y manipulador resultaba, justo en ese momento luchaba por convencer a la persona que más trabajo le costaba. Todas sus cartas habían sido lanzadas, había movido las piezas a su disposición tal y como tenía planeado, ahora todo era una moneda al aire, solo quedaba confiar y esperar a que todo saliera bien.
Namjoon vio a todos con inseguridad, de repente todas sus murallas se rompían, se desmoronaban cual arena frente al mar. Tenía a su hermano suplicando frente a él, al hombre que amaba mirándolo con curiosidad y anticipación mientras la pareja lo miraba con la guardia en alto y los ojos asustados.
—¿Por qué me pones a mí en esta situación? —cuestionó con un suspiro de rendición.
—¿Quién es el superior del Orden hoy en día? Da gracias que lo de Jin Woo lo haya superado y dejado en el pasado —recordó.
—Yoongi, yo nunca dañaría a un hombre, lo que sucedió con Jin Woo incluso yo lo desconozco —aseguró con la voz cargada de culpa y los ojos brillantes.
—Ayúdame con esto y daremos por terminado el tema.
—¿Qué se supone que haga? ¿Programo una audiencia con nuestros padres e intercedo por ellos? —exclamó con sarcasmo.
—No, esa tampoco es la idea —dijo mientras se acercaba para abrazarlo por la espalda—. Hermano querido, eres el líder del Orden, no hay nada que tú no puedas hacer. Solo debes permitirles estar juntos, fingir que no pasa nada cuando estemos frente a nuestros padres.
—Suena bastante sencillo cuando lo dices así. —Volviendo a suspirar centró su mirada en la pareja—. Park Jimin y Jeon Jungkook, ¿no es así?
—Así es —respondió Jungkook.
—¿Quién lo diría? Un Libra y un Virgo luchando por unirse —comentó entre suaves risas incrédulas.
—¿Por qué suena tan increíble? Somos dos personas al fin y al cabo.
—Porque sus signos son difíciles de hace encajar, pero no es algo de lo que me fijaré justo ahora —dijo con un suspiro—. Solo se me ocurre una manera de manejar esto y tú te harás cargo de todo. —Señaló a Yoongi.
—Será un placer, hermano querido.
Bufando, Namjoon aceptó.
—Ustedes dos, ¿están seguros de que esto es lo que quieren?
¿Por qué todos les preguntaban lo mismo?
Todo lo que habían hecho, ¿no era ya suficiente prueba de lo mucho que se amaban?
Todo lo que habían pasado y sufrido, lo mucho que se habían culpado y negado, ¿acaso eso no era suficiente?
—Dices amar a un humano pero no puedes aceptarlo tal y como es —dijo Jungkook, palabras sabias que todos pensaban pero nadie se atrevía a decir—. ¿Cómo puedes hablar de amor? ¿No resulta contradictorio incluso para lo que el Orden nos ha enseñado? ¿Dónde queda el amor, respeto, fidelidad y comprensión? Fueron ustedes quienes dijeron que no era necesario tener gustos afines, pero sí saber complementarnos.
Y era verdad, por muy irónico e hipócrita que fuese, el Orden se contradecía en miles de cosas, incapaces de aceptar el cambio y sus errores.
—No te pedí un sermón, me bastaba con un "sí" —Namjoon rodó los ojos antes de contar a todos lo que tenía planeado, los cambios que harían y lo mucho que debían jurar no decir a nadie más lo ocurrido ese día.
Luego todos se marcharon, de nuevo estaba Namjoon y su soledad, él y sus culpas, cargos de conciencia y angustia. Yoongi parecía haberlo perdonado pero sabía que en el fondo nunca lo haría. Y él debía cargar con todo de nuevo.
—¿Por qué no les dijiste la verdad?
—¿A qué te refieres? —preguntó de vuelta y SeokJin se puso de pie para sentarse sobre el escritorio de madera.
—A la verdad. —Su tono de obviedad siendo más sarcástico de lo normal—. Jin Woo no está muerto, tus padres lo ocultaron en algún lugar que aún desconocemos como un castigo nuestro; Yoongi en realidad no es un hijo del Orden, tú le diste tus dones para que él pudiera quedarse y eliminaste sus recuerdos para cargar con una culpa que no te corresponde; y...
—¿Y? —La invitación a continuar estaba ahí, latente y amarga como la verdad misma.
—Y ellos no son la primer pareja que modificas a tu antojo, Kim Taehyung y Jung Hoseok tienen el mismo estilo de vida que le estás otorgando a Park y Jeon —respondió cruzando las piernas.
—Hay cosas que no se pueden cambiar, SeokJin.
—Y otras que no deseamos cambiar.
—¿Crees que hay algo que no deseo cambiar? —cuestionó con una ceja en alto y el mayor se subió a su regazo con delicadeza, bufando con algo de frustración y molestia.
—¿Por qué nosotros no podemos cambiar? Somos los verdaderos hijos del Orden y no podemos amarnos con libertad. —Había indignación en cada tono de voz y eso fue suficiente para causar más risa en el moreno.
—Escucha, mariposa...
—Soy un hombre, Namjoon.
—Como te decía, mi hermosa mariposa —SeokJin rodó los ojos—. Tú y yo no podemos cambiar, llamaríamos demasiado la atención y tendría que dejar mi lugar a cargo de alguien más, mis padres sospecharían y todo se caería como piezas de dominó mal formadas.
—Injusticias.
—Yo le llamo estrategias.
—Todo esto es una basura.
—Es nuestra basura.
Y lo era. El mundo del Orden era más confuso que ningún otro. Ellos eran un enigma sin resolver. Y los humanos, oh, los benditos humanos. Solo eran como piezas de ajedrez moviéndose con la esperanza de no equivocarse.
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