[01] Sacrificios
La vida, para muchos, está regida de diferentes maneras. Sin embargo, en cada jerarquía se busca una cosa en común: el equilibrio del poder que hace superiores a unos de otros.
En la vida, para lograr aquel equilibrio tan buscado y añorado se hicieron algunos cambios a lo que el mundo conocía como común, hubo riesgos por tomar y sacrificios por hacer, pero todo se hizo con un buen propósito.
"El fin justifica los medios"
Y quizás era verdad, aunque a esas alturas ya no había cabida para arrepentimientos.
¿Qué se necesita para lograr el equilibrio de una gran nación?
La respuesta es sencilla: primero se comienza con lo que hay en casa.
Todos sabían que debía haber un equilibrio entre las relaciones maritales para que sus integrantes alcancen el triunfo y éxito en cada cosa que se propusieran, necesitan amor y apoyo incondicional, comprensión y comunicación, probablemente no gustos afines, pero sí saber complementarse.
Entonces, "para el equilibrio y éxito se hacen sacrificios".
Las personas comenzaron a ser unidas conforme a su personalidad, los nacimientos fueron programados con exactitud y los descendientes fueron separados de sus familias en cuanto llegaban a la adolescencia con el fin de ser preparados para su labor como ciudadanos funcionales en el futuro.
Y de ese modo los signos zodiacales fueron tomando mayor relevancia, se convirtieron en la carta de presentación de cada individuo. Con base a su signo uno sabría su lugar en la sociedad, el trato al que era merecedor y el posible futuro que le deparaba.
Desde el nacimiento uno tenía marcado como tinta indeleble en la frente lo que valía. Por eso Jimin supo desde su juventud a lo que estaba destinado, trabajó duro para desarrollar todo su potencial en el ámbito legal al que había sido impuesto y aceptó con una sonrisa en el rostro el puesto que se le fue otorgado incluso antes de iniciar su carrera universitaria. Pero, aquello que simplemente no pudo digerir fue el signo con el que se le fue emparejado obligatoriamente.
—Cáncer —musitó la mujer en un tono bajo y amargo.
—¿Perdón?
—Ese es tu signo asignado. Cáncer —repitió con una mueca de fastidio y a él no le quedó más opción que asentir con la sonrisa más falsa que jamás hubiese mostrado.
—Gracias.
—Como sea. ¡Siguiente!
El sabor amargo en su paladar no se retiró en ningún momento del día a pesar de ser conocedor de lo que le dirían con anterioridad.
—Te digo que estoy seguro de que éste es el orden correcto, puedes buscarlo en cualquier libro de la biblioteca que hable sobre la jerarquía de la ciudad —aseguró Min Yoongi unos días atrás, compañero suyo en la gran mayoría de clases que tenía en su primer año universitario y amigo de pocos meses—. Aries está colocado con Géminis, Tauro con Virgo, Cáncer con Libra, Leo con Sagitario, Escorpio con Piscis y Capricornio con Acuario.
—Vaya, eso es genial. —Apenas atinó a decir, aunque era obvio que no lo era, y conocía muy bien a alguien que se quejaría hasta el cansancio por su signo adquirido, pero tampoco tenían más opciones.
—Lo sé, aunque realmente no conozco ningún Escorpio con el que me puedan unir.
—¿¡También escogen a tu pareja!? —cuestionó con asombro mal disimulado y el de cabello oscuro sonrió mientras negaba.
—Ellos escogen tu religión, profesión, puesto de trabajo y compañía para la cual laborarás, deciden el signo con el que debes unirte y de ser posible a tu pareja en caso de que no conozcas a alguien en quien podrías estar interesado.
—Eso es... —Se mantuvo en silencio un par de segundos buscando las palabras correctas, su mente viajando lejos e idealizando lo aterrador que se veía el futuro.
—¿Demasiado horrible y controlador? Sí, en realidad suena jodidamente horrible, pero alguien se tiene que sacrificar para vivir como lo hacemos, ¿no?
Y entonces él se preguntó a sus adentros, con el pánico a lo desconocido retorciéndole las entrañas, ¿era justo que ellos se sacrifiquen de ese modo?
Probablemente lo era, pero en cuanto vio a su mejor amigo llegar con las mejillas furiosamente rojas por el coraje y los ojos brillosos por las lágrimas retenidas supo que en realidad no lo merecían.
—Un Tauro, ¡me tocó un maldito Tauro! —gritó con paranoia y el mayor optó por apretar los labios sin atreverse a decir algo inicialmente—. ¿¡De dónde diablos creen que sacaré a un Tauro solo para que se case conmigo!? ¡Son unos estúpidos, manipuladores e ignorantes!
—Lo sé, te escuché desde la primera vez —Y no lo decía con fastidio, mucho menos con la idea de molestar aún más al menor. Su intención era apaciguar la furia ajena, aunque de eso no tuviera mucho conocimiento o experiencia.
—Odio mi carrera, con mucho esfuerzo sé hablar mi idioma como para que me obliguen a estudiar muchos de ellos. —Se quejó, y en ese momento Jimin supo que le esperaba una larga lista de maldiciones y berrinches ajenos—. No me gustan los Tauro, su manera de ser definitivamente no va conmigo. Detesto viajar y el puesto que me dieron me obliga a estar de viaje trescientos sesenta días al año. ¿¡En qué diablos están pensando!?
Suspirando, se puso de pie y a paso firme se acercó al contrario para detener su caminata exhaustiva por toda la habitación. Centró su par de ojos avellana en los oscuros de su mejor amigo y apretó con fuerza aquellos hombros en desarrollo antes de acariciar el largo de los brazos.
—Mírame —ordenó como pocas veces hacía y haciendo uso de toda la autoridad que su propio signo le otorgaba—. Justo ahora solo estamos tú y yo, no hay clases de idiomas a las cuales asistir, no hay ningún Tauro al que debas buscar y mucho menos viajes por realizar. Este es el presente, Jungkook, y mi presente eres tú.
Lo era, claro que sí. Ellos eran el mejor presente que podían desear y con suerte serían el mejor futuro.
Jungkook sonrió de a poco, destensando los músculos de su espalda y desapareciendo las arrugas en su frente.
—Tú también eres mi presente —concordó más sonriente que antes, apenas y dejando reaccionar al más bajo posterior al beso casto que le otorgó a sus labios abultados—. Ignora mis lloriqueos de niño pequeño, ¿qué haremos hoy para celebrar?
—¿Celebrar? ¿Piensas celebrar después de haberte quejado por casi dos horas? —cuestionó con incredulidad, siendo abrazado por la cintura de inmediato antes de escuchar roncas carcajadas.
—Por supuesto, que odie ser mayor de edad y todo lo que me han impuesto no me impide celebrar las malas noticias.
—Eres alucinante, Jeon Jungkook.
—Por supuesto, no eres el primero que me lo dice, nene.
Sí, él lo era, Jimin lo sabía de sobra. Habían compartido tantos años juntos, tantas experiencias y primeras veces. Se conocieron en el preescolar, el mismo día en que los profesores los dividían de acuerdo a su signo para impartirles clases de modales. Mientras él buscó desesperadamente un tema de conversación que sus escasos cuatro años le pudieran ceder, Jungkook procuró por todos los medios alejarse de su persona, manteniéndolo a raya con una mala mirada o incluso huyendo en cuanto veía la oportunidad.
No fue fácil, pero Jungkook nunca le había dado algo tan fácilmente. Sin embargo, los años y la insistencia hacen lo suyo, en el caso de Jeon no fue la excepción. Algunos juguetes y almuerzos compartidos fueron suficientes para ir derrumbando ladrillo por ladrillo aquel enorme muro que inconscientemente el niño de signo Virgo había formado.
Ahora, casi quince años después podían decir abiertamente que conocían todo del otro. Su relación —de lo que sea que tuvieran— tenía más química y comunicación que la de cualquier par de signos compatibles.
Entonces, ¿por qué ellos no podían intentar algo?
Jimin en ocasiones se lo cuestionaba, así como las muchas otras cosas que se interroga a sí mismo antes de caer rendido sobre la almohada. Él sabe que ellos se aman, que su cariño va más allá de cualquier apego que un par de amigos pueden sentir.
Y entonces nace otra duda, ¿por qué Jungkook parece renuente a darle una etiqueta a lo que sea que ellos tienen?
Las etiquetas son necesarias, o quizás no, pero él cree que son un paso más en su relación, un escalón más que avanzarían triunfantes y en contra de todo lo establecido por la sociedad.
—Se lo pediré el lunes, después de que salgamos de la universidad —aseguró a Yoongi, con una sonrisa nerviosa y mordiéndose los labios hasta casi desangrarse.
El de cabellera oscura le miró con una sonrisa ladina cargada de sabiduría, asintiendo y disfrutando como las cosas fluían a su modo. Sin embargo, él tampoco tiene mucho tiempo, debe resolver todo lo que le han encargado y necesita apresurar las cosas.
—¿Estás seguro? —cuestionó a pesar de conocer la respuesta, saboreando el tono firme y deleitándose con aquella mirada segura.
—Por supuesto, lo amo lo suficiente como para pedírselo.
—¿Y qué me dices de él?
—¿Eh?
—¿Él también te ama?
Oh, benditas sean las dudas que quitan el sueño por las noches, aquellas que generan un vacío en el estómago simultáneo al nudo en la garganta. Park Jimin las conoce muy bien, sobre todo en los momentos de difícil decisión, cuando debe volverse responsable y actuar de acuerdo a lo idóneo por el bien de su futuro y estabilidad.
—Vamos, hombre, solo lo decía jugando, no es necesario que te lo cuestiones tanto —aludió con una sonrisa tierna que dejaba ver sus encías, codeando el cuerpo contrario con la intención de aligerar el ambiente y quitar aquella mueca amarga que él mismo había creado.
¿Por qué siempre hacía comentarios que podrían ser considerados fuera de lugar?
Min Yoongi no lo sabe —de hacerlo no metería tantas veces la nariz en donde no le llaman—, y quizás por eso siempre termina diciendo lo que piensa, siendo más honesto de lo que los demás están dispuestos a aceptar.
"Su franqueza raya en la imprudencia"
Sin embargo, el joven y temeroso Libra piensa que es una sabia pregunta.
¿Debería arriesgarse por un amor que muy probablemente es unilateral?
¿Debería salir de aquella zona de seguridad que él aseguraba tener pero la cual sabía le duraría muy poco?
La inseguridad que parecía golpearlo como un huracán desapareció en cuanto vio una cabellera castaña sobresalir del montón y unas botas oscuras golpeando el suelo con un ruido nada desapercibido.
Jungkook caminaba hacia él con una sonrisa brillante, con la nariz arrugada y los ojos entrecerrados con pequeñas arruguitas a los costados. Entonces salió a la luz aquello que de verdad valía la pena cuestionarse: ¿qué haría el día en que no volviera a ver esa sonrisa?
¿Cómo iba a vivir sin Jungkook en su día a día?
¿Qué sería de él sin aquella voz profunda y suave, sin los buenos días en su móvil y las llamadas nocturnas?
¿Qué iba a hacer cuando Jungkook compartiera su tiempo con alguien más y él no tuviera lugar en ningún momento?
No lo soportaría, simplemente pensarlo resultaba doloroso y sus ojos llorosos lo demostraban. Quiso corresponder a la sonrisa entusiasta que le proporcionaba Jeon y en su lugar solo pudo soltar un sollozo mientras se aferraba fuertemente a su torso, rogando por todos los medios que el tiempo se detuviera y que el nudo en su garganta desapareciera.
—¿Qué pasó? —cuestionó el más alto al Piscis que seguía ahí, inmóvil pero sonriente.
—No le hice nada, si eso es lo que piensas, Jeon —aseguró elevando las manos en señal de inocencia y el mencionado solo le dio una mirada severa antes de centrar sus ojos en las mejillas húmedas y orbes rojos de su mejor amigo.
—¿Qué pasa, Minnie? ¿Tuviste un mal día? ¿El profesor volvió a ensañarse contigo? ¿Se te cayó el almuerzo? —Sin importar cuántas preguntas hiciera, la respuesta siempre sería una negación.
—Bien, te lo dejo a tu cargo, cuídalo mucho —dijo Yoongi despidiéndose del menor, alejándose lentamente para darles privacidad—. Adiós, Jimin, nos vemos mañana —Y sin esperar respuesta se fue, silbando al viento con burla y guiñando un ojo al cielo—. Espero puedas verlo, yo ganaré en esta ocasión, hermano querido.
Jungkook no quería aceptarlo, pero en ocasiones deseaba golpear al amigo de su mayor, decirle que dejara de meterse en la vida de ellos y robarle el tiempo de su adorado Minnie con las excusas tontas de hacer trabajos grupales o ponerse de acuerdo para estudiar. Sin embargo, no pudo seguir asesinando con su mirada la espalda ajena, pronto Jimin se movió y escuchó de aquellos labios gruesos lo que creyó solo oír entre sueños.
—Te amo, te amo más que amigos, Jungkook. Lo siento, pero te amo —exteriorizó el más bajo, temblando al toparse con la mirada severa que mantenía Jeon y la mandíbula apretada.
—¿Qué?
—Yo... yo...
—No, Jimin, no lo repitas —pidió antes de halarse los cabellos y tomar su pequeña mano—. Volvamos a casa, se está haciendo tarde y tengo hambre.
Jimin creyó odiarlo, y quizás tenía razones para ello. Jungkook tomó su declaración como un comentario más, lo ignoró y ahora caminaba de su mano en silencio, ignorante de su batalla interna, de las dudas que le comían la cabeza y de las lágrimas que luchaba por retener.
Casi doscientos metros adelante se detuvieron, el menor lo tomó del rostro para limpiar las gotas saladas que descendían en silencio, acomodó el cabello desordenado y besó castamente los labios que estaba acostumbrado a probar.
—Lo siento, de verdad tengo hambre y sabes que no puedo pensar con el estómago vacío —dijo con una sonrisa, volviendo a tomar su mano antes de continuar con su camino.
Y ese era Jungkook, Jimin debía admitir que no era novedosa su reacción, así que posteriormente a sonreír se dejó llevar, sin importarle realmente el destino o lo que sucedería después. Tampoco es como si el futuro cercano fuese demasiado malo.
—Minnie, me gustaría que conocieras a alguien, bueno, en realidad son dos personas —mencionó con la comida a punto de inundar su boca.
—¿Dos personas?
—Sí, creo que ya has oído de ellos, son Hoseok y Taehyung, alumnos de último año.
—¿Quién no ha escuchado de ellos? Una de las parejas más funcionales para el Orden, apuesto a que serán mucho más conocidos en cuanto salgan de la universidad y comiencen a ejercer sus empleos.
—Bueno, eso es lo que todos han escuchado pero, ¿alguna vez has hablado con ellos realmente? —Había intriga y eso resulta contagioso.
—No, realmente no.
—¿Nunca te has cuestionado por qué todo el mundo asegura que ellos son perfectos si nadie los conoce?
—No. Supongo que lo dicen por lo que pueden ver.
—¡Exacto! —exclamó alegre antes de apretar una de sus mejillas rellenas—. Bebé, es que eres jodidamente inteligente.
—Sí, sí, no me halagues tanto, mejor dime a dónde quieres llegar con esto —dijo quitándose los dedos fríos y húmedos que embarran sus mofletes.
—Bueno, me gustaría que hables con ellos.
—¿Puedo saber para qué? —Su tono no era realmente tosco, pero era evidente su molestia. Nadie podría olvidar tan rápido que su declaración había sido ignorada olímpicamente.
—Tú me dijiste algo y créeme que lo aprecio tanto como lo valoro, pero para que tengas una respuesta necesito que hables antes con ellos —dijo recuperando la seriedad, volviendo a tomar la mano que estaba libre sobre la mesa.
Desobedecer no es una de las mayores virtudes de un Libra, por lo que rápidamente se encontró asintiendo a pesar de estar renuente en su interior. Lo ignoró los primeros días, aunque sabía que Jungkook no se lo dejaría pasar tan fácilmente. ¡Era Jungkook, por el amor de dios! Ni en su niñez se lo había dejado fácil. Por lo que una mañana se encontró a sí mismo caminando a una mesa de la cafetería donde dos chicos comían en medio de sonrisas y pláticas banales.
—Hola —saludó llamando la atención del par de mayores.
—Hola, ¿necesitas algo? —cuestionó con una sonrisa cuadrada y gesto gentil, y Jimin concordó que aquel tono azul que hacía brillar su cabello iba de acuerdo a su personalidad.
—Ustedes son Kim Taehyung y Jung Hoseok, ¿no es así? —respondió con otra pregunta, provocando un ceño fruncido en el último mencionado.
—Sí, somos nosotros —reiteró—. ¿Tú eres?
—Jimin, soy Park Jimin. Jungkook me pidió que viniera a hablar con ustedes —Y en cuanto esas palabras fueron dichas los mayores se hicieron a un lado y sonrieron en grande.
—Pero si eres el pequeño Jimin, por ahí hubieras empezado —dijo cediendo su lugar—. Mira, soy Jung Hoseok, Acuario.
—Yo Kim Taehyung, Virgo —Se presentaron de nuevo, obligando inconscientemente al menor a imitar su acción.
—Park Jimin, Libra.
—Ya veo, tú debes estar con un Cáncer, ¿no es así? —El cabello de Jung era ondulado y anaranjado, brillante y honesto como su signo.
—Sí, me asignaron un Cáncer hace unos días.
—Interesante... —murmuró el contrario mientras uno de sus dedos largos y delgados se instalaba en su barbilla—. Y Jungkook es Virgo, él debería estar con un Tauro.
—Así es —No había molestia en ningún timbre de su voz, pero estaba confundido, ¿por qué Jungkook le pidió hablar con un par de desconocidos solo para que le repitiera aquello que él ya sabía?
—... y por eso creemos que debes escuchar nuestra historia.
—¿Eh? —soltó con un signo de interrogación casi brillando sobre su cabeza, provocando risas contagiosas.
—Hoseok, míralo, es tan tierno que quiero comerlo —exclamó con las manos casi sobre sus mejillas y los dientes fuera de su lugar.
—Quieto ahí, fiera. Él no está aquí para que lo muerdas.
—Pero...
—Además, ¿no te cansas de morderme a mí todos los días?
—Pero es diferente.
—¿En qué es diferente?
—Tú eres mi novio, es tu obligación dejarte morder —El reclamo fue acompañado por un puchero de labios delgados, demasiado tentadores para el de cabello rizado quien de inmediato los besó. Y Jimin vio que se había convertido en aire, invisible para la pareja que se besaba casta y profundamente.
"El amor no te permite ver a nadie más; si hay respeto, comprensión, y amor habrá fidelidad, entonces tendremos muchos menos problemas. Es otra de las ganancias del ser emparejados conforme al Orden"
—Si gustan puedo venir más tarde —comentó con timidez, viendo a la pareja negar.
—No, no, discúlpanos, hablemos ahora —Y de nuevo estaban todos sentados adecuadamente, Taehyung tomando la palabra de inmediato—. Bien, Jungkook nos pidió que habláramos contigo, que te dijéramos lo mismo que le dijimos a él.
—En realidad, no sabemos qué le pareció tan sorprendente, pero bueno.
—¿Él vino a buscarlos antes?
—Sí, hace una semana, un día después que el Orden diera a los de su edad el signo que les correspondía.
—Él no me dijo nada —pensó en voz alta.
—No tendría porqué decirte, ustedes solo son mejores amigos ¿no? —El comentario de Taehyung no fue agrio, pero al igual que todos, necesitaba respuestas.
—Bueno, lo importante fue que vino y nos hizo algunas preguntas —interrumpió Hoseok—. Cosas que nos han preguntado bastante, ¿cómo nos conocimos?, ¿cuánto tiempo llevamos juntos?, ¿qué tanto nos amamos?
—Yo diría que son preguntas sin importancia. Y no quiero decir que sean irrelevantes para nosotros, sino que solo deberían ser importantes para nosotros.
—¡Exacto! Y cuando creímos que ya habíamos saciado su curiosidad nos preguntó algo que realmente nadie nos había preguntado antes.
—"¿Cómo hacen para que su relación funcione?" —citó Kim—. Hoseok y yo nos quedamos viendo un par de segundos sin saber qué decir, entonces él volvió a preguntar: "Ustedes son dos personas diferentes, con gustos distintos y carácter poco similar, ¿cómo pueden hacer funcionar su relación? ¿no tiene peleas o desacuerdos? ¿son tan perfectos como todos creen?"
Y Jimin lo entendió, porque conocía a Jungkook y su manera de pensar.
—Realmente nada es tan perfecto como el Orden nos ha hecho creer, el ser de dos signos compatibles ha sido de ayuda, pero definitivamente no nos proporcionó equilibrio ni perfección.
—Al principio Hoseok y yo nos unimos porque no queríamos a un par de desconocidos con nosotros, pero en nuestros primeros meses de relación todo fue en desastre, discutimos casi a diario, llorábamos bastante seguido y en algún momento pensamos en separarnos y pedir al Orden parejas que ellos escogieran.
—Pero al final no pudimos, él y yo realmente nos amamos, si discutimos era porque aún no aprendíamos a comunicarnos, si llorábamos era por el dolor que nos generaban nuestras peleas y si no nos separamos fue porque no veíamos nuestro futuro con nadie más.
—Y seguimos discutiendo casi a diario, incluso hoy en la mañana le aventé un libro porque no encontraba mis pantalones.
—Lo cual no es culpa mía porque como viste dejaste tus pantalones en el ropero del otro cuarto.
—Lo importante es que, al final, sin importar que tan fea o incoherente haya sido nuestra discusión, nos disculpamos, resolvemos el problema y somos honestos entre nosotros.
—Siempre decimos qué nos gusta y qué no, aprendemos a diario de nosotros mismos.
—Somos distintos en definitiva, pero eso no lo vemos como diferencias sino como complementos. Si él odia cocinar tanto como yo detesto limpiar entonces intercambiamos quehaceres, si él es bueno en algo en lo que yo no nos apoyamos mutuamente.
—Todo esto es algo que el Orden no nos enseña, que nuestras clases de modales y moral no nos proporcionan. Dar, dar y dar es una estupidez —exclamó Hoseok, rodando los ojos mientras su novio sonreía por su vocabulario—. Una relación es de dar y recibir, es un equilibrio que no todos tenemos y que no por ser de signos compatibles nos es garantizado adquirir.
—Podríamos ponerte de ejemplo a nuestros padres.
—Y que dios nos perdone por hablar mal de nuestros padres.
—Ellos son funcionales para el Orden, cualquiera los conoce y habla de su buena relación. Y es verdad, su moral, buenas obras y todo lo demás es cierto, pero ellos realmente no se aman, no sienten más que cariño por su cónyuge y no se han separado porque creen que está bien.
—"Para el equilibrio y éxito se hacen sacrificios"
—¿Entiendes lo que tratamos de decirte?
Sí, lo entendía, pero justo en ese momento no podía hablar, su cabeza estaba inundada de información y algoritmos indescriptibles.
¿Qué había querido decir Jungkook al pedirle que hablara con ellos? ¿En dónde estaba la importancia de esa información?
—Aun si ustedes fueran de signos diferentes, ¿se seguirán escogiendo? —cuestionó mientras se ponía de pie. Taehyung y Hoseok giraron a verse y sonrieron, no fueron necesarias las palabras para dar una respuesta, Jimin incluso podía sentirlo.
—Solo te diré una cosa, pequeño Libra —cedió Taehyung, sonriendo ladinamente—. "El propósito del Orden es unir a parejas que garanticen el equilibrio y éxito de la nación"
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