Extra II.
"Somos familia, somos familia... tengo a todas mis hermanas conmigo..."
—Creo que puedo estar embarazada otra vez. —Le digo a María mientras ella guarda la ropa en nuestro clóset.
—Mi niña, pero es sería increíble.
—No digo que no María, pero han pasado menos de doce meses desde que tuve a los gemelos, ¿y si tengo gemelos de nuevo?
—¿Recemos para qué no...? —Pregunta con miedo.
—No me malinterpretes, amo a mis hijos, es solo que, aunque no he tenido malestares, no es fácil incubar bebés.
—Por supuesto que no lo es, porque si lo fuera, hasta los hombres podrían hacerlo.
Las dos reímos y luego bajamos a hacer la comida de esa tarde. Mis suegros iban a venir a pasar la tarde, con los niños y nosotros. Aunque creo que esto último no es cierto.
Estoy segura de que ellos definitivamente vienen solo por los niños.
Aún recuero la fiesta de nuestra boda y cómo todo se volvió toda una locura... por el parto de los bebés que se adelantó.
Contario a lo que crees, no hicimos una gran celebración hasta más adelante. Aunque nos casamos en octubre, nuestra gran fiesta fue hasta mitad de año. Cuando ya estaba bastante avanzada en el embarazo, y sí, fue solo para complacer a mi suegra y que ella pudiese presumir a todo el mundo sobre mí.
Tenía cercas de ocho meses y llevaba una gran barriga por delante.
Pero hice lo que hice porque mi suegra no dejaba de molestarme a cada minuto del día, desde que nos casamos en la parte trasera de nuestra casa y le avisamos con muy pocas horas de anticipación.
Deberían haberla visto, estaba más que loca por eso.
Pero eso no es lo peor.
El parto sí que lo fue.
♪♪♪
—Creo que los bebés no sé sienten tan cómodos con todo esto de la fiesta.
Alexei tenía las manos por debajo de mi barriga, sosteniéndola. Esto, de todo lo que ha hecho por mí, es por lo que estoy más agradecida.
Y los bebés no habían dejado de patear en toda la mañana, me daban codazos y se estiraban constantemente durante el día, desde que me despertaban a las siete de la mañana hasta que era hora de dormir, casi a las diez de la noche.
Por lo cual, yo solía llamarles "mi despertador".
Pero es mi culpa, porque mientras estuve embarazada de ellos dos, ese era el horario en que me despertaba para ir a la oficina, y la hora en la que me obligaba por fin a ir a la cama al terminar el día de trabajo.
Después de que el peligro paso, comencé a involucrarme poco a poco en más y más asuntos de los negocios de la familia.
Al principio, acompañe a mi esposo a fiestas, cocteles y reuniones de todo tipo.
Luego un o dos viajes.
Y de la nada, estaba asistiendo a galas importantes por la noche y por supuesto dando consejos a todo el mundo, así fue como poco a poco me transforme en la persona que todos buscaban para pedir consejos.
Primero amigos, luego colegas, y al final hasta mis suegros me pedía consejos sobre qué hacer. Y de la nada, mi esposo me hizo su asesora principal. Pensé que era una broma cuando me lo pidió. Hasta que un día, tuve una oficina a su lado en su trabajo.
Y como no le gusto que estuviéramos tanto tiempo alejados, mando expandir su oficina y la hizo para los dos.
—Y si tengo que hablar de algo muy privado, ¿a dónde iré?
—¿Privado? ¿Cómo qué?
—No sé, privado.
Él me observo fingiendo sorpresa.
Yo le respondí girando mis ojos.
—¿Tienes secretos para mí?
No, por supuesto que no.
—No, sabes que no. —Confesé con ternura.
—¿Entonces...?
Le miré confundida.
Pero él aflojo su cuerpo, se acercó a mí lentamente y dejo caer su barbilla en mi cuello. Hacía eso, cuando sabía que estaba derrotado en una conversación o pelea, y por tal muestra de afecto, me recordaba a un pequeño cachorro.
A un pequeño Golden Retriever, siempre quise uno de esos, y ahora mismo estoy segura de que si se lo digo, me lo tendrá para mañana mismo.
—Si quieres que me vaya de nuestra oficina para tener cualquier conversación, no me importará irme de la sala. Solo tienes que pedírmelo cariño.
—Pero no quiero tener que decirlo, puede sonar agresivo que tu esposa te diga que te vayas de tu propia oficina, cuando eres el dueño y señor de este lugar.
—Eso se soluciona fácil. Te hacemos dueña y señora de todo a ti y ya.
Y de nuevo, pensé que estaba jugando.
Y no, no lo estaba.
Los meses pasaron y los cambios aumentaron, pero no mi ansiedad. Esa nunca más volvió a aparecer en mi pecho desde que le tengo en mi vida.
Él solo tuvo que hablar con su madre sobre ello, y al parecer, tienen la misma manera de pensar porque ella dijo, que ya lo había considerado.
El bebé me dio una patada dónde su padre trataba de poner la mano, con esto regresé a la realidad.
—De verdad parecen molestos el día de hoy.
Así es, el día de hoy, los bebés estaban mucho más activos que todos los días anteriores de la semana. Se estiraban y me daban calambres cada que me movía, en un par hasta me costaba respirar.
Pero no fue hasta que estaba hablando con mi suegra en medio del jardín, que entendí porque, ella no dejaba de elogiar el trabajo que yo hacía en las empresas y en nuestras beneficencias, le decía a todo, el que quisiera escuchar que yo era la octava maravilla.
Mientras yo fingía que no me sentía incómoda con todo el momento.
—Ella sola restructuro nuestro servicio de comidas, implementando muchas mejores, como transporte para todos los empleados de manera gratuita, de ida y venida para sus oficinas...
La escuché hablar poco a poco... hasta que se perdió en la bruma y fue inevitable gritar porque entonces el dolor me gano la partida.
—¡Oh demonios...! —Grité a todo pulmón mientras un líquido aguoso se deslizaba por mi pierna derecha más que por la izquierda— ¿eso es...?
La amiga de mi suegra a mi derecha me tomó por el brazo y con eso me ayudo a plantar los pies bien seguros en el suelo.
—Si querida, estás en trabajo de parto.
Más tarde supe que los bebés estaban estirándose tanto porque estaban avisándome de su inminente salida. Y no sentí las contracciones antes por los golpes que me daban dentro de la barriga.
Si eso se puede señalar como un antecedente de cómo serían de mayores, elijo creer. Porque si lo fueron.
—Cariño, ¿qué sucede?
Mi cara se sentía caliente y tenía está gran presión debajo de mi cintura. Y comenzaba a agotarse todo el aire en el mundo, mis pulmones no se daban abasto para llenarse antes de que las olas de dolor llegaran.
—¿Tú que demonios crees que está pasando? ¡Acabo de romper aguas!
De inmediato tuve a toda persona que pude frente a mí preguntando miles de cosas, en lugar de largarse de mi existencia y llevarme a un maldito hospital.
De lejos, escuché como September de Earth, Wind & Fire sonaba en el lugar, se suponía que Alexei y yo la usaríamos para bailar. No para pujar y tener a mis hijos en medio del patio trasero de nuestra casa.
—¡Ya fue suficiente! —Le grité a todos, les di manotazos y me los quite de encima— ¡Todo el que no sea de la familia cercana fuera de la propiedad ahora mismo!
Parece que voy a tener que dar órdenes hasta en mi propio parto.
Nadie me desobedeció por suerte. Todos los invitados comenzaron a caminar de manera acelerada hacía las salidas, escoltados por los guardias de la familia.
Respiré hondo y di mi siguiente orden.
—Alexei ayúdame a llegar al auto —él me hizo caso de inmediato, me rodeo por detrás de la cintura y me pego a su cuerpo, de esa manera tuve todo el soporte que requería al camina—, suegra no sé quedé ahí parada, llamé al hospital para decirles que ya he roto aguas y que vamos en camino. ¡Y por el amor de Dios alguien llamé a mis hermanas para que nos vean ahí!
Los gemelos nacieron con solo cinco minutos de diferencia.
Primero Liv, luego Leo.
Y me desmayé nada más sacar al último de mi cuerpo.
Mi segundo embarazo también fue de gemelos, y el tercero. Por suerte para mí, paramos después de ese.
¡¡GRACIAS A DIOS!!
Pero adoptamos a otros dos más...
Pero eso solo me hizo más fuerte, darme cuenta de que no hay nada que no pueda lograr, después de un parto. Llevar a una familia es pan comido, pero más lo es, llevar una organización de mercenarios dedicados a mejorar este mundo.
Una persona a la vez, o mejor dicho...
Una familia a la vez.
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