"He estado construyendo una casa...

Lo llené con todas las cosas que podría vivir sin...

Y ahora veo que eres a ti a lo que necesitaba todo el tiempo..."

Terminando el maquillaje llegan mis hermanas. Llamó nuevamente dentro de mi habitación a Dimitry cuando está trayendo el conjunto que mi esposo ha decido que use está noche.

—Dile que es precioso, gracias.

Cuando veíamos cientos de catálogos, encontré un reportaje en uno de ellos. Dam trajo el catálogo de vestidos cómo broma, dijo que lo vio en una tienda al hacer la compra el día anterior y lo llevó conmigo por si quería ver opciones.

Creo que fue la decisión correcta ahora que lo veo sobre la cama.

Dimitry me ve, ya casi estoy lista y me sonríe con todos los dientes.

—Se ve hermosa, señorita.

Sonrió porque esta es probablemente la última vez que podrá llamarme de esta manera.

—Gracias, tengo algo para que se lo des a él, ¿podrías? —El asiente y camino a un cajón cercano, a lado nuestra cama hay un mueble, saco una caja— este es mi algo viejo, quiero que lo use él por mí. Espero que le quedé, lo llevé a limpiar esperando dárselo la noche antes, pero no pude comprobar si le quedaría.

—Creo que le quedará perfecto.

Él también me pasa una caja de terciopelo azul.

—Me imagino que dentro esta mi algo azul y mi algo nuevo.

Él asiente nuevamente.

—La espero en la puerta de salida al jardín cuándo esté lista, si me lo permite tendré el honor de entregarla esta noche.

Eso me hace llorar un poco, me lanzo precipitadamente hacía él y grito por María.

—Espero que los dos, lo hagan, los quiero a mi lado. En representación de mis padres. —Los meto a los dos en un gran abrazo, ellos no protestan, cuando termino agrego algo más— prometo ya no gritarles.

—No, señora, grité y pataleé, hágase escuchar cómo la señora de la casa que ha sido desde que llegó.

¿Quién pensaría que estaríamos en este momento dos años atrás?

Tanto que sucedió...

—Gracias por todo, siento que debo decirlo. No sé por qué.

—Creo que es porque se siente cómo un final de algo. —Dice María, tan sabía cómo siempre.

—Creo también que es porque, está por comenzar una de las etapas más grandes de la vida de un ser humano, estar con alguien más, bajo cualquier termino genera compromiso y con ello, miedo a lo desconocido. —Dice Dimitry, mientras masajea levemente mi espalda baja con una mano.

María por su parte, hace lo mismo con su mano, y aunque no quieren, se encuentran a la mitad del camino, haciendo lo mismo por mí.

Veo el brillo en sus ojos, al verse.

Sé lo que veo ahí para mí y lo que no.

La última vez que lo vi, fue con mis padres.

—Ustedes dos, deben salir ya.

Los dos se miran entre ellos y sonríen.

♪♫♪

Me da miedo, por supuesto.

Estoy aterrada, por supuesto.

Pero lo haré de todos modos.

Si alguien me hubiera dicho hace mucho que esta es mi vida ahora. Estallaría en risas y le daría un puñetazo.

Cómo he dicho siempre, la vida tiene que acomodar todo de alguna manera. Sí. Habrá pesar, incomodidad y por supuesto miedo. Todo cambio genera una reacción, y es bien sabido que todos los seres humanos sentimos ese miedo, se llama instinto de supervivencia.

Esa punzada.

Esa presión.

Esa incertidumbre en lo profundo de tu pecho que te dice que algo está por venir y debes sobrevivir de alguna manera.

Tomó una gran respiración y salgo de nuestra habitación vestida de novia. Ni siquiera puedo verme los pies porque el vestido es un poco más largo y los tapa. Supongo que él fue directamente a la tienda y lo compro sin poder hacerle arreglos, pero está bien, porque compenso este error de otra manera.

Me compro otro vestido para la fiesta.

Corto.

Hasta la rodilla y suelto después de la cintura por si me apretaba con el embarazo además tiene un par de tirantes gruesos, que dejan ver un escote muy leve. Tal y como me gustan a mí.

Parece que este hombre me conoce mejor que a mí misma.

Porque también incluyo un par de zapatillas, con una nota.

"Puedes quitarte los zapatos de tacón inmediatamente después de decir, sí, quiero".

Camino por el pasillo que ya conozco, bajo los escalones y al pie. Están mis hermanas sonriéndome.

—Te ves deslumbrante Ada. —Dice Dam aguantándose las lágrimas. Le doy un golpe pequeño en el hombro y le abrazo, ella me jala más dentro y me estrecha con fuerza.

Sé que ninguna de las pensó que este día llegará.

Ser la esposa de alguien y menos de Alexei era lo que nunca pensé que sucedería.

De pronto las reglas que me invente a mí misma al principio de mi vida, me vienen a la mente. Así que vamos a repasarlas ahora mismo. Mientras veo dentro de los ojos de mi hermana mayor.

1- Sé amable con todos, no importa quiénes sean.

2- Siempre mira a ambos lados antes de cruzar una calle.

3- Nunca te enamores de alguien rico. Y especialmente de Alexei Marroquín.

Me rio porque hicimos esas reglas cuando teníamos menos de dieciocho años, tanto mi hermana mayor y yo, para protegernos del destino que creíamos que no nos iba a encontrar.

Pero lo hizo.

Doy gracias a Dios, a mis padres y mis ancestros porque lo hizo.

Camino hasta Eurora ahora y le hablo antes de abrazarla.

—Tú, has siempre lo que tu corazón te diga que hagas y deja de escucharnos en ese tema —ella me estrecha y me sonríe.

—Si te sirve de consuelo, yo nunca hago lo que ustedes me dicen.

Lo cual es cierto.

—María y Dimitry ya te esperan afuera para llevarte al altar.

—¿No están molestas de que no les pidiera que lo hicieran ustedes? —Les pregunto a las dos.

Las dos niegan levemente con la cabeza.

—No, creo que ya es hora de dejarnos ir un poco.

Mi corazón se aprieta y me duele un poco, porque sé que tienen razón. Hemos pasado por mucho, juntas, pero ya es hora de hacerlo por separado. Eso no quiere decir que no vamos a estar en la vida de la otra nunca más.

Pero es momento de pasar a otras etapas.

Solas.

Bueno, no.

Tengo a Alexei, mis hijos... y mi familia.

Caminamos el resto del camino hacía las puertas exteriores. Juntas, tomadas de la mano. Caminando cada una a mí lado.

Una melodía comienza a resonar en el aire. Violines, y un piano la tocan... para anunciar que camino hacia allá.

Tomó aire y camino a paso más rápido. A varios metros Dimitry y María, me ven y me toman de las manos. Les sonríen a mis hermanas que siguen caminando delante de nosotros.

Es el momento.

Respiro y pienso.

Te daré todo lo que tengo...

Te enseñaré todo lo que sé...

Lo prometo, lo haré mejor...

Levanto la mirada y él está al pie del altar, esperándome. Y él resplandece... con solo verme...

Todos los presentes se ponen de pie. Me mira de frente, Dimitry me aprieta un poco para asegurar mi camino, quiere que este firme en el camino.

Pero creo que es porque no sé ha dado cuenta, de que... desde que estamos aquí en la vida.

Estoy segura.

—Te amo —me susurra al verme.

Doy un par de pasos más...

—Te amo —le susurro en respuesta.

Estoy a salvo.

Él es mi Órbita y yo su Satélite.

Él es mi Gravedad y yo su Atmósfera.