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22.


"La Señorita Americana y el Príncipe Rompecorazones..."


La gala benéfica de la Familia Marroquín, reúne a todo tipo de celebridades de la alta sociedad, empresarios y sus familias, pero sobre todo a la prensa. Que buscan la única oportunidad de su vida para hacerse con el escándalo de la década acosando con sus prestigiosos invitados con sus cámaras, flashes por doquier...

¿Harían sentir incómoda hasta la chica más segura de sí misma?

—¿Estás lista?

—Sí.

Alisé la parte baja del vestido de tirantes de espagueti color naranja quemado y me vi al espejo una última vez antes de salir por la puerta de la casa de Alexei.

Me vine arreglar tres horas antes.

Él insistió.

Lo primero que pude notar aquella noche es lo bien que él olía, esperaba quedarme con eso, porque no sabía cómo iban a reaccionar sus padres. Alexei dijo que no los había llamado para explicarles lo de la joyería, a pesar de que ellos si intentaron comunicarse con él.

Le llamaron, pero por qué no pudieron subir a un auto y venir a visitarlo para preguntarle, viven en la ciudad de junto.

Bueno, a las afueras de esta.

—¿Estás nerviosa? —Me dijo en el auto mientras besaba mi mano. Deposito besos por toda la mano que estaba desnuda por no llevar mangas.

Eso fue lo único que me pidió cuando buscábamos el vestido. Nada de mangas.

—"Quiero poder tomar tu mano y sentir tu piel en todo momento".

No había nada de malo en ello para mí, así por esta vez, obedecí su petición sin pelear. Aunque a veces me gustaba buscarle pelea solo por diversión. Creo que los dos necesitamos ahora, es paz.

Así que trato de darle eso, cada que puedo. No más dramas para los dos. Al menos no por mí parte.

—Un poco, no sé cómo tomarán tus padres que yo vaya cómo tu pareja.

—Es simple, cómo les dije por el teléfono cuándo preguntaron. O voy con mi novia o no voy.

Sonreí complacida por su respuesta.

—¿Tus hermanos irán?

Estaba asustada por encontrármelos. No había visto a Donovan en un tiempo, pero sí que recordaba su cara a la perfección. Tenía la misma mandíbula de Alexei y el mismo color de cabello oscuro. Diferente color de ojos, sin embargo.

Pero no conocía a sus demás hermanos.

—No, ninguno irá. Dígamos que todos están algo ocupados.

—No quieren ver a tus padres, ¿cierto?

—No, no quieren.

Él tenso la mandíbula y yo le di un beso fugaz en la línea que sé le dibujo. De pronto sus ojos se oscurecieron y me miró.

Sé que iba a hacer antes de que diera un solo paso.

—No te atrevas, me esmere mucho en este maquillaje.

—Creía que el maquillista lo había hecho por ti. —Confeso cambiando el semblante rápidamente.

Había algo en nuestros toques algunas veces, que encendían un interruptor que no sabíamos aún cómo controlar.

—Yo le dije que hacer.

—A mí sí me preocupa algo muy importante de esta noche.

—¿Qué es?

—Sí te vas a cansar mucho con los zapatos que llevas.

Son plataformas.

Pero aquí está él preocupándose por mí en cada detalle.


♪♫♪


—Te ves deslumbrante hoy, mi universo entero.

—Gracias, cariño.

Tomamos una larga respiración y entramos en el salón. El ascenso hacía el lugar fue más fácil de lo que pensé, dado que nos dejaron entrar por el lateral. Dónde los fotógrafos apenas y pudieron vernos.

Música instrumental estaba siendo tocada...

Violines y piano... resonaban en toda la habitación.

—Es esa...

—¿Qué sucede cariño?

—Esa melodía...

Él se acerca a mí oreja, tiene que doblar todo su cuello para lograrlo. Aunque llevo tacones sigue sacándome más de una cabeza con ellos.

—A mis padres les gusta mucho la animación de ese estilo.

Jamás lo hubiese averiguado.

El soundtrack del castillo vagabundo, estaba siendo tocado.

—Podemos ver esa película mañana, es domingo.

—Claro, lo que tú corazón quiera.

Él me junta hacía él, sé que significa. Sus padres están cerca. Él me dijo que sus padres siempre saludan a sus invitados, en el recibidor del lugar. Por lo que debíamos de estarnos acercando.

A unos cuántos pasos, un bello candelabro nos dio la bienvenida, repleto de cientos de cristales en forma de luna creciente.

—Vaya que lugar.

—Mis padres siempre usan el mismo lugar para esta gala. También se casaron aquí.

—¿En serio?

—Sí, tuvieron un baile-recepción de más de quinientos invitados a su boda.

Tragué saliva nerviosa.

—Pero tú no quieres eso, ¿cierto?

—No, si pudiera tendría una boda pequeña con la mujer de mi vida. —Él me guiño un ojo.

Y lo admito, lo sufrí.

No me estaba presionando a nada, pero... ya sabes. Se siente cómo si así fuera. Un poco. Solo un poco.

—No hablemos de esas cosas. —Dije aclarándome la garganta.

—Vamos a presentarnos con ellos, ahora. ¿Estás lista?

—No, pero lo haremos. Además, debemos hacerlo para pasar hacía el salón.

—Correcto.

Jalo mi cuerpo desde el brazo y me guio dentro del salón. A unos cuántos pasos se encontraban sus padres.

Los Señores Hamilton.

—Padre, madre... —Alexei se aclaró la garganta para hablar primero antes de decir mi nombre— gracias por invitarme de nuevo, este año.

Él me dijo que pensaba que después del escándalo sus padres no querrían saber nada más de él.

Algo que sus padres despreciaban totalmente es que los preciados talentos de sus hijos se vieran envueltos en polémicas, de ningún tipo, y menos sería tolerado, si era por una mujer.

—El gusto es nuestro, nos alegra que hayan podido venir. —Su madre habló primero con voz calmada.

Quise girarme a ver quién estaba detrás nuestro. Quién podría haber escuchado que su madre me hablo así.

—Gracias por permitirme venir. —Dije al fin.

Su madre me miró de frente y sonrió un poco, solo por las comisuras de la boca. Pero estaba ahí.

—Pueden entrar a la gala, disfrútenla.

Sonreímos y avanzamos, tenían una larga fila de invitados detrás nuestros. Y quizás por eso no se atrevieron a montar un espectáculo. Quizás cómo dice Alexei, el decoro, las apariencias y el qué dirán... es mucho más importante para ellos que todo lo demás en el mundo.

—Eso fue aterrador —confesé en cuanto pude.

Alexei comprobó hacía atrás que nadie nos estuviera mirando, luego le arrebato dos copas de champan a un camarero que venía hacía nosotros.

—Mucho, ¿viste como mi madre te sonrió?

—¿Tú también lo viste?

Los dos nos acabamos la copa en un segundo.

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