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21.


"Tú eres la razón..."


Comimos y luego las chicas y yo tuvimos una pijamada. Pero al llegar la hora de dormir, no me quedé con ellas en el mismo dormitorio. Sabía de qué habían estado hablando Dam y él.

Y cómo debía de estar sintiendo.

Fui a su habitación y lo encontré mirando hacia la nada, con la luz apagada.

Fui a sentarme a su lado y él giro su cabeza para caer en mí.

—No tenía idea. De verdad.

—Lo sé, mi amor, sé lo que está en tu corazón ahora y ella también lo verá.

Desde ese día, Alexei fue el faro de luz que ilumino nuestros días. Siempre se ofrecía a reparar cosas en la casa. También dejó que Eurora le enseñará a comer con palillos.

Escucho a Damaris cuándo le contaba historias de nuestros padres con suma atención y de todo lo que nos habían enseñado de pequeñas.

Solo quería que el amor de mi vida, sanará con ellas.

Un día también me acompaño a la terapia. Hablamos sobre aquella noche.

—¿Cómo los hace sentir saber esto?

Alexei asintió hacía mí para preguntarme si quería hablar primero. Le sonreí.

—Creo que mucho de lo que dije de él, no era cierto para mí. Ver las cosas cómo lo que sé que fueron ahora me está dando algunos dolores de cabeza, a veces tengo ganas de llorar incontrolablemente, pero estoy comenzando a aceptarlo.

—Yo también creo lo mismo, sigo sin creer la persona que fui, y no pude verlo antes, también eso me duele, pero sin duda alguna lo que pesa más es saber que herí tanto en el pasado a la persona por la que ahora daría mi vida entera.

—Creo que hemos progresado mucho en este tema, así que lo dejaremos por un par de sesiones —dijo el terapeuta. Los dos asentimos— creo que es hora de sentarse a hablar del futuro de ustedes dos.

—Hemos estado hablando sobre ello, también han existido peleas —confesé.

Hemos peleado tanto por ello honestamente hablando. Él quiere casarse pronto, yo no. No estoy segura de que ese sea el paso que quiero dar por mí. No por él. A veces él quiere intentar presionarme para pasar más de un fin de semana con él.

Y yo... no puedo.

No quiero estar separada de la vida que tengo ahora.

Me aterra dar el salto a algo más.

El cambio es aterrador en tantos sentidos.

—Tengo miedo al cambio. Por eso no sé qué hacer.

—Entiendo que en tu vida han cambiado demasiadas cosas al mismo tiempo, pero no debes temer al cambio. —Comenta el terapeuta— ¿Acaso tienes miedo de como la tierra gira para darnos un nuevo día? ¿O de cómo la luna está aún en el día?

—No, pero...

—Exacto, la vida cambia, nosotros cambiamos. Porque de no haberlo hecho jamás se hubiesen enamorado ustedes dos. —Alexei toma mi mano y la aprieta levemente— les dejaré eso como tarea. Reconecten, pásenla bien y no piensen el futuro, quizás eso les ayudé a tener más claridad cuándo deban tomar el paso hacía.

Salimos fuera y decidimos caminar un poco. Dejamos la camioneta en el estacionamiento del lugar y solo caminamos.

—¿Qué más puede salir bien? —Dijo él.

Normalmente preguntas lo opuesto. Pero estoy tan cansada de estarme preguntando en el espejo eso mismo. ¿Por qué preguntar qué más podemos hacer como pareja que no hayamos hecho antes?

—Dime hay cosas que siempre hayas querido hacer con tu pareja.

—¿Cómo que cosas?

—No lo sé, piensa en cosas que siempre has querido hacer conmigo.

—Creo que nunca lo había pensado, pero puedo intentarlo. ¿Y tú?

—Sí. Y vamos a comenzar a cumplirlas ahora. —Le jalé de la camisa y le besé en medio de la calle— Alexei, te amo desde que te vi, ¿serías mi universo entero a partir de ahora?

Él sonrió.

—Se supone que el chico debe declararse a la chica.

—Al demonio con eso. ¿Quieres ser mi novio de cero?

—Sí, y hay algo que si quiero hacer contigo.

Él me tomó de la mano y me hizo caminar por la calle hacía abajo. Abrió la puerta para mí de una tienda de joyería y hablo con el encargado por un par de minutos sin mí.

Luego regreso hasta mí, se pone de rodillas, pero no flexiono una...

—¿Qué haces? —Dije riendo nerviosa en medio del lugar.

La gente nos miraba y murmuraban "owws" a dónde sea que mirará.

—Así es cómo se debe pedir ser novios en tu cultura.

Sacó la caja, la puso en alto y la abrió. Dentro dos anillos de oro blanco estaban en el medio. Una más grande que el otro.

Alargue mi mano para que lo colocara en mi dedo.

—Ada... sé mi universo para siempre. Sé mi amiga, mi compañera y mi tormento eterno, sé mi novia.

—Sí, quiero.


♪♫♪


Salimos a cenar con mis hermanas esa noche para celebrar. Todos comimos y disfrutamos del ambiente. Sin avecinar una pequeña tormentita que sé nos iba a venir a los cuatro en breve.

Los titulares de las noticias locales se llenaron rápidamente con la noticia de el gran empresario Alexei Marroquín, estaba "tomado", más la prensa local, más las redes sociales.

Hasta hubo testimonios jurados de cómo fue la pedida de mano, por los asistentes, dentro de una prestigiosa joyería.

—"El hombre se hinco de rodillas para pedirle a la chica que fuera su eterna novia, para siempre..., fue lo más romántico que he visto en mi vida..." —Confeso una empleada de la joyería.

—Nunca había visto tanto amor brillando alrededor de dos personas, cómo de esos chicos. —Dijo una persona que había estado comprando una cadena para su dije nuevo.

Media docena de personas atestiguaron cómo nos habíamos declarado amor en el lugar.

Y por supuesto, todo el mundo, en mi trabajo también quería saber.

Pero nosotros nos fuimos de compras.

—La semana que viene es la gala de mi familia, sé que puede parecer mala idea, pero me gustaría que ellos te conocieran.

—Solo iré si me compras un vestido bonito.

—Por supuesto que lo haré cariño.

—Pero lo haremos a mi manera o nada. ¿De acuerdo?

—No hay otra manera de hacer las cosas. —Él sonrió y me beso en la frente.

—¿Cuál es el tema?

—Es una gala benéfica.

—Muy bien, ¿cuál es la beneficencia que apoyan?

—Lupus, mis padres han donado mucho dinero a la causa. No tengo idea de la razón, pero después de que nació mi hermano Donovan comenzaron con la fundación y apoyar a las investigaciones de numerosos científicos.

Él me ayudo a bajar del auto. Tomé su mano y él cerró la puerta.

—Eso no tiene sentido, tus padres parecen unos totales ogros por lo que me has contado de ellos, ¿por qué apoyarían tal causa si no es la suya?

—Siempre he creído que tienen motivos ocultos para hacerlo, pero cada vez que intenté cuestionarlo, fui castigado.

No quiero hablar de cómo le hicieron infeliz sus padres. Así que mejor cambio la dirección de la conversación.

—¿Cuál es tu color favorito?

—El de tus ojos.

—Sé serio. —Aunque sonrió como tonta. Me tapo la cara para que nadie me vea, pero él jala su mano para impedírmelo. Con ello le pongo atención de frente a todo su rostro.

—El naranja, pero nada chillante.

—Ah te refieres al que se usa más en los meses de otoño.

—También es mi estación favorita.

—Bien, vamos a buscar un vestido que le guste a mi novio.

No pude verlo cuándo lo dije, porque jalé su mano dentro del centro comercial, pero estoy segura de que estaba sonriendo de oreja a oreja.

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