Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

18.


"No puedo verte ahora mi corazón está congelado..."


—Lo recuerdo. —Dijo finalmente.

Él no me dejó ir en todo ese relato.

—Lo siento, debí de habértelo dicho antes.

—No.

Su expresión era seria, y yo quería saber. Saber que rondaba por esa cabeza dura y fría. Quiero que sepa que quiero todo de él está vez o no daré nada.

—Dime algo.

—Quiero decir lo siento, quiero... —las palabras comenzaron a costarle trabajo, se atraganto— quiero... no puedo.

Y se dejó caer en mi pecho.

Y lloró.

Alexei Marroquín lloró, cómo un bebé que ha perdido a su madre. Lloró por mí.

—No, espera —intenté levantar su rostro, pero él no me lo permitió. Enterró la cabeza en mi pecho y se aferro con sus manos a mi cintura. Le escuché sollozar e hipar por llorar—. Mi amor.

Le pedí, le rogué.

—No, no tengo perdón soy un cabrón indigno de ti hasta el fin de los tiempos. —Explicó entre sollozos.

—Perdóname tú a mí, por hacerte saber está dolorosa verdad.

Y esto no era ni la mitad de lo que habíamos pasado juntos.

—Regresa Alexei, —le rogué— aún te necesito.

—No puedo creer lo que te hice.

—No podrías haberme salvado.

—Debí.

No, no debiste.

—Sí, pero no pudiste.

—¿Qué quieres decir con eso? —Y fue entonces que él levanto la cabeza de mi pecho.

El momento de la verdad ha llegado.

Suspiré y hablé con pesar, desde el fondo de mi corazón.

—Tus amigos dijeron que si no querías ser parte del espectáculo debías irte para no ser responsable de nada, tú único error, fue regresar a ayudarme, regresar en ese momento pudo haberte condenado a una vida peor que la que has vivido hasta ahora. Pero lo hiciste. Regresaste a ayudarme.

Cuando el auto se detuvo, sus amigos le hicieron bajar y lo alejaron de la escena. Quizás, detrás de la borrachera... sabían que dejarle ahí mismo, equivaldría a perder mucho más.

Es curioso como recuerdo a cada uno de ellos, gritándome a lo lejos... que todo era una broma. Aunque no lo era. No lo fue y no lo será jamás. Y llamarlo menos de lo que fue, no hará que nada cambié sobre el hecho.

Fue una agresión sexual.

Por eso, aunque todos ellos me pidieron perdón una vez que les levantaron cargos y les dieron sentencia, entendí, que todos estábamos ahí. Para lo mismo.

Protegerlo a él a toda costa.

—No, mi error desde el principio fue permitir que le hicieran eso a una mujer, no importa si eras tú o quién sea, eso —sollozo—, es imperdonable.

Él enterró la cabeza en mi pecho de nuevo al hablar.

—Me alegra que ahora lo sepas.

—No. —Declaró seguro— siempre debí seguirlo, respetarlo, hacerlo no debe ser tan difícil cómo nos han hecho creer.

Me miró de frente ahora.

Tomó mi rostro en sus manos.

—Perdóname, soy un idiota y te defraude cada que pude y tú aún así te enamoraste de este patán arrogante que no te defendió nunca.

—Está bien, ya lo supere.

—No, no lo has hecho.

Tiene razón.

No lo hice.

—Lo sé —agaché la cabeza sintiéndome apenada.

—Perdóname, perdóname por todo.

Pero está vez, estoy lista para hacerlo, con él a mí lado.


♪♫♪


Dormimos juntos de nuevo esa noche, solo dormimos.

Y a la mañana siguiente el ambiente era más relajado, pero no quería que ahí pararan las confesiones sobre los dos. Después del desayuno, juntos, de nuevo, en el jardín le ofrecí una ofrenda de paz a manera de un recuerdo feliz que sin querer compartimos cuando teníamos alrededor de dieciséis y veintiuno.

—¿Recuerdas un día de verano que hiciste voluntariado en albergue para perros en el centro?

—Creo que sí, ¿por qué?

Nos sentamos fuera en el borde de un par de sillas, junto a la piscina de la que una vez me sacó. Recordar ese día me hizo sonreír. Él tomó mis manos y las guardó dentro de las suyas.

—Había un pequeño San Bernardo y un Beagle juguetón en uno de los corrales.

—¡Oh sí! —Él gritó recordando ahora. Entonces sus ojos se abrieron de par y se llevó ambas manos para cubrirse la boca y solo las descubrió para decir algo— ¡LA CHICA!

—Así es, yo fui la chica que salió corriendo cuándo esos dos escaparon de sus corrales cuándo los estábamos cargando para llevarlos de nuevo al refugio.

Y él era el chico que salió corriendo detrás de ellos por el otro lado.

Yo derecha, él izquierda. Y cómo el mundo es redondo al girar por una calle en la esquina, los dos chocamos frente con frente. Ese fue el día que sin querer me besó.

—El beso, ¿lo recuerdas? —Por eso se llevó las manos a la boca.

Porque curiosamente estaba pensando en el mismo momento de aquella tarde.

Cuando los dos caímos al suelo, nuestras cabezas hicieron más que chocarse una contra la otra, nuestros labios se encontraron por primera vez.

—Por supuesto, tenía dieciséis y fue nuestro primer beso no oficial. —Sonreí complacida con eso.

—¿No habrá sido tu primer beso?

—¿Qué pasa si lo fue?

Sí, lo fue.

—Entonces lo fue. —Él guardó silencio por breves segundos solamente— ¿Fue malo? —Preguntó cauteloso.

—No fue tan especial cómo creí que sería, pero fue dulce, además después me ayudaste con los perros y te aseguraste que estuviera bien.

—Creí que era lo menos que debía hacer considerando que era mi responsabilidad trasladar a esos dos y los dejé escapar porque no hice bien mi trabajo, pero lo juro fue un descuido menor —él se llevo una mano al cabello y lo repaso con los dedos brevemente— de un momento a otro la puerta estaba abierta de par en par y esos dos se echaron a correr cómo si trajeran cohetes en el trasero.

Me reí por ese comentario, pero más que nada porque nunca le había visto tan juvenil y relajado cómo lo estaba ahora que estábamos hablando de algo tan normal y divertido que le paso a dos adolescentes en sus buenos tiempos, cuando yo tenía dieciséis y él veintiuno.

Bueno, él ya no era tan adolescente.

—Debí de haber hecho un mejor trabajo, perdona.

—Está bien, esas cosas pasan.

—No hablo solo de los perros. —Confesó.

—Eso tampoco estuvo tan mal.

—Ese fue nuestro primer beso.

—Sí, pero no estuvo tan mal.

—Me darías la oportunidad de corregirlo —luego, se acercó a mi rostro— ¿una sola?

—La tienes, de ahora en adelante, todos los días.

Acorté la distancia que nos separaba y le besé yo primero está vez.


♪♫♪


El primer beso en una pareja debe ser especial. En eso le puedo dar crédito a Donovan, porque si lo fue.

Íbamos a salir tarde aquel martes del mes de noviembre y cómo muchos otros días en los que sucedía aquello, él terminaba llevándome a casa al terminar el turno.

Llevaba trabajando para él cerca de seis meses y ya había casi cubierto la mitad de mis deudas gracias a mi sueldo maravilloso, mis hermanas y yo estábamos extasiadas, hasta pensábamos en comprar un nuevo refrigerador a plazos. Porque lo cierto es que no podríamos pagar uno al contado.

Aún con mi sueldo, debíamos mucho dinero acumulado de muchos años. Sobre todo, de préstamos estudiantiles. La única razón por la que tanto Ada y yo pudimos terminar los niveles básicos de la escuela fue porque entramos a escuelas públicas y nos mantuvimos con becas escolares de más del cincuenta por ciento para cubrir cualquier gasto de más.

Y para todo lo demás, no lo metíamos en nuestros planes.

Así que salidas escolares, viajes, entre muchas otras actividades estaban prohibidas. Sin embargo, cuándo Eurora comenzó a crecer y estás mismas actividades comenzaron a presentársele en la escuela, ella comenzó a protestar porque no podría ir cómo los demás niños.

Y por supuesto que tenía la razón, pero también estaba equivocada.

Así que sus hermanas mayores nos pusimos manos a la obra para ganar más y más dinero para poderle dar la vida que ella se merecía.

Teníamos que hacerlo. Se lo debíamos.

De las tres era la que menos tiempo había pasado con nuestra madre y aunque paso tiempo con nuestra abuela, quién poco después la cobijo y guio. Nada se compara a tener una madre de verdad en tu vida.

Una niña necesita mucha guía mientras va creciendo.

Ahora imagínate a una bebé que perdió a su madre con menos de tres años de vida en el mundo.

Solíamos turnarnos para ir a verla a festivales, a desfiles y cualquier cosa que ella quisiera intentar hacer, partidos de fútbol soccer, teatro, baile. Le dimos todo lo que nosotras no nos dimos.

Y estaba pensando en aquello cuando tomé un par de documentos entre mis manos y los solté por los recuerdos que pasaban por mi cabeza. Me llevé las manos al pecho y por primera vez lloré desconsoladamente por todo lo que no tuve.

Lo que quise y no pude tener.

Lo que fue y no será.

Donovan iba pasando cerca y se detuvo.

—¿Pasa algo?

Él no se acercó de inmediato. Se quedó cerca de mí y me miró de frente, pero si llevó su pulgar a mi rostro para limpiar un par de lágrimas que resbalaban por mis mejillas en ese momento.

—Nada, lo juro, no es nada.

Pero esa es la cosa que siempre decimos cuándo todo pasa.

Todo.

Entonces me besó.

El momento en que mis labios y los suyos se encontraron sentí paz por fin, nunca había experimentado tal sentimiento tan abrumador y reconfortante en mi vida. Para mí solo hay otro momento en que lo pude haber sentido, o pudo haberse acercado.

Y es cuándo me ayudo, el primer día que le vi.

No, él me rescato.

Desde ese besó jure amarle cómo nunca. El amor a él le duró seis meses, a mí, toda la vida...

Resulta que el amor también tiene fecha de expiración.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro