Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

12.


"Estamos enamorados del mundo, pero el mundo solo quiere derribarnos..."


Confiar es un arma de doble filo. Puedes ceder, te fallan y la confianza queda rota por siempre. O no puedes hacerlo, no te rompen pero de alguna manera estas rota porque no confías en nadie.

Hace muchos años me encontré con una película, "A Él No le gustas tanto". Una regla se me quedó de toda la película, tanto que mis hermanas y yo intentamos vivir bajo esa filosofía.

"Si un chico te trata cómo si no le importarás, es porque no le importas". Y tiene razón.

Pero que pasa, cuándo es la mujer la que te trata mal, la que te aleja constantemente y guarda secretos que podría separarlos, ¿cómo se doblega ese miedo y desconfianza en el sexo opuesto para lograr superarlo y confiar?

¿Cómo se puede seguir, amar sin crear tu misma el dolor?

¿Cómo dejas de sabotearte a ti misma?

¿Está todo en tu cabeza, son dolores e imaginaciones mías que no están pasando en realidad? Quizás todo es simple y sin dolor y nosotros lo complicamos demasiado porque queremos.

Con esa mentalidad seguí con mi vida, me fui a trabajar a las nueve de la mañana del día anterior, tuve citas, contesté e hice llamadas, comí un poco de mi almuerzo

Pero el miedo seguía ahí, así como los recuerdos.

El dolor, la despedida amarga... mis padres yéndose de mi vida, mi vida cayéndose a pedazos, mi familia abandonándome a mí y mis hermanas... no le deseo ese dolor a nadie. Preferiría morir si es necesario para que nadie sufriera eso.

Entonces me di cuenta de algo que ignoré a propósito. Yo no era la única aquí sufriendo... o eso, esperaba.

Tomé el teléfono para llamar a Dimitry.

—Señorita Ada... ¿qué puedo hacer por usted?

—Tengo que hacerte una pregunta... ¿estás ocupado?

—Esperé un momento, estoy en la estación de guardias —creo que el hombre se quitó el teléfono de la oreja y lo silencio, porque no pude escucha nada, no es que se la pasarán hablando en esa habitación de la casa tampoco pero de pronto no pide escuchar nada. Ni siquiera un grillo. Generalmente solo se sientan en silencio a leer o ver los monitores de las cámaras de la casa— ahora puede hablar señorita.

—Necesito saber... ¿cómo está él? ¿Cómo la ha estado pasando estos meses que hemos estado separados...?

Yo nunca me ando con rodeos, si quiero saber algo lo pregunto directamente.

—Supongo que quiere que sea sincero.

Sí, lo que estoy preguntando es si él la pasó mal sin mí... porque si fue así, quizás me sea más fácil perdonarlo.

Quizás es retorcido decirlo, pensarlo si quiera. Sé que no es sano, que no está bien pero es como cuando quieres que a tu enemigo le vaya mal. Lo esperas, deseas y rezas y cuando pasa eres capaz por fin de encontrar la ansiada paz interior que te provoca.

Como dije es retorcido, pero tengo que saber.

—Así es, sabes que aprecio mucho eso. Sobre todo de ti. —Me coloque el teléfono fijo entre mi hombro y mi oreja porque de otra manera no podía ser capaz de hacer el trabajo que se supone que debería de hacer en estos momentos.

No era capaz de concentrarme mucho en estos días, aun así lo estaba intentando.

—¿Por eso me llamó a mí y no a María? —Contraataco él.

—María está siempre en la cocina, tú siempre vas a todas partes con él.

Sé que no es lo que él quiere escuchar, aunque estoy del otro lado puedo saber que está conversación no está siendo encaminada como yo esperaba.

—Ah ya, solo me ve como un medio para un fin, eso es lo que quiere decir. —No me gustaba el rumbo que estaba tomando esta conversación.

¿Cómo puede pensar que lo estoy utilizando?

Esto no parecía propio de él... ah no ser que...

—¡Por supuesto que no! —Grité. Él rio del otro lado de la línea.

Un ruido se escuchó y de pronto había otra persona hablándome en el teléfono.

—Sí querías preguntarme algo, solo debías hacerlo Ada. —El presidente estaba del otro lado del teléfono.

Colgué molesta de inmediato.

No me gustan los juegos mentales.


♪♫♪


Alexei estuvo llamándome sin parar por las siguientes horas y hasta que salí del trabajo. También estaba plantado afuera como si fuera un muñeco de aparador. Incluso no se movía mientras me veía ir hacía él en el estacionamiento.

Por mí parte yo lo sentí todo como en cámara lenta.

—¿Qué haces aquí?

—Vine a verte, ¿no es obvio? —Él contesto con un gran sonrisa en su rostro, yo lucía seria— está bien, también a pedir disculpas.

—¿Y por qué te disculparías exactamente? —Ella actuaba con indiferencia. Se acomodó la bufanda que llevaba bien puesta ya afianzada en el cuello y la metió por los bordes de su abrigo grueso de color ciruela.

Él nunca antes había visto esa prenda y eso que ellos habían estado juntos antes hasta que casi llegó el invierno el año anterior. Claro, ahora era invierno de nuevo y era comprensible que sacará semejante prenda de su clóset.

Él miro la prenda con cuidado, no era nada bonita a la vista de los demás. Tenía demasiadas líneas verticales y horizontales de diferentes colores, pero no eran brillosos, al contrario lucían apagados y le iban perfectos al abrigo. Si hubieran sido chillantes o brillosos, la prenda hubiera sido arruinada.

Cuadros de color azul marino, apagado también, supongo que por el tiempo ya que no parecía un abrigo nuevo. Cómo dije en otra persona luciría absurdo, penoso y hasta vulgar, pero en ella era bonito.

Ella era bonita, con lo que sea que se pusiera. Ojalá ella pudiera verse desde los ojos de él un día, amarse y amarla cómo ella se merecía siempre. Desde el inicio de los tiempos con el Big Bang hasta su fin donde no quedará nada más que gravedad para ayudarlos a anclarse a la tierra en sus restos.

—No estoy seguro aún, pero sé que debo disculparme.

Un taxi mitad verde y mitad blanco se detuvo no muy lejos de nosotros en el estacionamiento del lugar.

—Búscame cuando lo sepas.

Ella se alejó de él amargamente, sus ojos lucían apagados y sin amor para nadie. Ahora es que él veía que lo que le había hecho quizás no tendría retorno para los dos.

¿Dejarías ir al amor de tu vida para que fuera feliz, aunque no sea contigo? ¿O pelearías a muerte por ella?

Su chica subió al auto pequeño y barato. El auto arranco rápidamente, él lo vio salir por la rampa del estacionamiento hasta la calle.

Incluso se quedó a ver como el auto se alejaba por la calle.

Él se fue a casa poco después de que el auto desapareció de su campo de visión. E hizo lo que ella le dijo, pensó, pensó y pensó en lo que le había hecho, como esa herida no se había cicatrizado y en que tendría que hacer para ganársela de nuevo.

Porque si no lo intentaba ahora, ella jamás le amaría de nuevo.


♪♫♪


A la mañana siguiente me fui a trabajar casi cómo cualquier día de la semana, excepto por un pequeño malestar en la boca del estómago. Tenía este presentimiento, sentía pesado en mi pecho, mis piernas temblaban todo el tiempo.

Raro porque la temperatura de la ciudad era de casi veinticinco grados para ser un día floreciente de otoño. Casi invierno ya.

Pero de todas maneras yo temblaba. Me puse mi gran abrigo favorito color ciruela encima para ayudarme a calentarme.

Era de mi madre y lo cuidaba a veces más que a mi propia vida. Casi nunca lo sacaba de casa y pocas personas sabían de él pero es que últimamente lo necesitaba para sentir a mi madre cerca.

Es como cuándo te aferras a una cadena, collar, par de aretes, esté era el mío de ella.

Pero no era lo único que tenía sobre ella. Cuándo mis padres murieron, entre mis hermanas y yo nos dividimos sus pertenencias. Fuimos respetuosas y las dividimos según sus deseos y los nuestros.

Pero solo entre nosotras, nadie de las familias, de los familiares que quedaban sentíamos que se merecían esas pertenencias. Por muy insignificantes que están fueran para ellos, para nosotros eran parte del recuerdo de ellos.

Por lo cual las guardábamos y atesorábamos tanto, que una cosa de ellos rara vez salía de la casa. Pero ahora, lo necesitaba para sentirme segura. Era como una especia de armadura para protegerme en caso de que algo saliera mal.

Claudia entró en mi oficina poco después de las diez de la mañana para avisarme que tendríamos una junta en unos pocos minutos.

—Estamos todos listos, solo faltas tú —al verla levanté la mirada, la mujer se sorprendió. La vi dar un brinco pequeño en el aire.

—¿Qué pasa?

—¿Te sientes bien? No te ves bien si puedo decirlo.

—No, no me siento bien. No pude dormir mucho anoche.

—Deberías de irte a casa temprano en ese caso, de todas maneras no hay mucho que hacer aquí el día de hoy.

—No puedo, hoy es la audiencia de los hijos de Amelia en la corte de lo familiar.

—¿A qué horas?

—Doce del medio día.

—Bien, pero si no te vas a casa después de eso iré yo misma por ti para llevarte aunque sea a rastras.

Me rio por el gustoso ofrecimiento de mi amiga y jefa.

—Lo prometo.

—Bien, ahora respira profundo y vámonos a la junta. —Dicho eso me levanté de mi asiento y me enderece.

Tomé mi libreta del escritorio, mi teléfono celular y una pluma sencilla negra y salí de la habitación con mi jefa caminando del lado derecho.

Uno dice que este tipo de cosas solo ocurren en los libros de drama y ficción o en una novela dramática de las que pasan en la televisión abierta todos los días.

Para pasar hacía la sala de juntas dónde tenemos nuestras reuniones hay que ir por un largo camino, pasando por otros departamentos y oficinas y finalmente por la puerta y la recepción.

Saludamos a la chica de la entrada, su nombre es Ana, pero todos le decimos Annie, en inglés. Si ya sé que vivimos en México, pero estamos en una ciudad que es una frontera.

Muy cerca de Estados Unidos.

Por lo que es muy común que escuches este tipo de cosas en todas partes, aquí todo el mundo debe sí o sí hablar inglés como segundo idioma, lo adoptamos casi desde que nacemos porque lo necesitamos.

Vivimos en un mundo donde si no lo sabes, no podrás vender. Porque en la mayoría de los comercios hay gente que o viene de ese lado de la frontera o vende a gente que viene de ahí.

Incluso hay gente americana que vive aquí. No es fácil, porque no puedes renunciar a tus derechos y tu nacionalidad así como así. Solo es permitido por matrimonio.

¿Y por qué querrías quedarte aquí a vivir sino es por qué no te queda de otra?

Esta es la realidad de muchas familias en este pueblo.

Renuncian a todo por amor. Por algo mejor, por familia.

Justo cuándo saludo a la chica con la mano un hombre va entrando al lugar, no le veo tan bien hasta que me doy cuenta de que está sacando con su mano derecha algo de su bolsillo.

—¿Dónde están? —Grita a las tres personas que estamos en la recepción.

Somos mi jefa, Annie y yo.

Annie estaba en el teléfono atendiendo a una persona en la línea, cuando ve al hombre se congela y deja caer el aparato al suelo. Cae con un sonido fuerte. Y con eso nos hace caer también en cuenta de lo que está pasando.

—No lo volveré a repetirlo, ¿dónde están?

No me acerco, no me muevo.

Porque el hombre saca un arma de su bolsillo y nos apunta a mi jefa y a mí con ella.

—¿Dónde están quiénes? —Mi jefa eleva ambas manos en el aire, en señal de rendición.

Es un reflejo quizás, pero tanto Annie como yo, hacíamos lo mismo.

—Déjense de tonterías, sé que saben dónde están mis hijos.

—¿Quiénes son sus hijos? —Pregunté captando la atención del hombre.

Estaba viendo a mi jefa, y aunque sabía que había más gente en la habitación no dijo nada hasta que me vio.

—¡Tú perra loca! —Se acercó a mí, apunto su arma directamente.

Mi jefa quiso saltar a ponerse en mí lugar pero el hombre soltó un tiro del arma hacia el suelo. Dejándonos claro que no estaba jugando.

Este tiro era de advertencia, pero el que sigue podría ser mortal para cualquiera de nosotras sino teníamos ayuda pronto.

Metí una mano en el bolsillo y con mi pulgar desbloquee mi celular, lo hice miles de veces sin querer mientras iba caminando con las manos adentro de los bolsillos, no tenía duda de que podría hacerlo una vez a propósito para salvar nuestras vidas.

Conozco mi teléfono de principio a fin.

¿Por qué?

Porque soy una loca obsesionada y controladora. Cuando compré el celular memorice primero todos y cada uno de sus funciones y botones. Lo hago siempre.

Ya sé que suena algo enfermo, pero nunca sabes cuándo algo así pueda pasar y es bueno saber que si presionas una tecla se enviará una señal de alerta a alguien de tus contactos para que te auxilien.

Por lo general es una persona que tengas designada, yo tenía cuatro.

Solo esperaba a que llegarán a tiempo para verme vivir o morir.

Hoy.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro