C33 || EXTRA +18
La voz de Norah Jones es fuerte, poderosa, pero junto a la melodía sensual es demasiado explosiva. Mucho más de lo que podía resistir mi cuerpo lleno de hormonas revolucionadas y pensamientos pecaminosos.
♫Like a flower waiting to bloom♫
Mis caderas danzan por su cuenta mientras mis manos cobran vida paseándose por mi cintura, cadera, muslos y senos.
♫Like a lightbulb in a dark room♫
No hay nada más excitante en el mundo que pensar en él. En sus manos venosas asiendo mis muslos, su boca cruel enredándome en su encanto. Ryker es un vicio y no quiero ninguna terapia, quiero que me consuma.
Las letras de la canción salen de mi boca como susurros necesitados y mi mano baja en busca de esa zona sensible que grita por su presencia. Introduzco mi mano bajo mi ropa interior. ¿En qué momento me quite el pijama?
♫I'm just sitting here waiting for you♫
No paro de bailar al ritmo sensual de la música mientras toco el botón rojo y endurecido entre mis piernas. Cierro los ojos y me entrego al placer.
—To come on home and turn me on —entona su voz, su aliento colisionando contra la piel sensible de mi cuello.
Muerde mi cuello con fervor, sobresaltándome en el acto. El corazón se me acelera, mi mano se congela y abro los ojos como plato llano.
—¿Qué...? —Dios, ni siquiera puedo hablar. ¿No era una alucinación?
—He vuelto a casa, rojita —susurra, alejando el cabello que me queda pegado al rostro aprovechando mi conmoción—. He vuelto a casa para encenderte y apagarte. Solo yo puedo hacerlo.
Pestañeo intentando entender que esto es real, creando mil teorías por cada segundo que la situación se vuelve más nítida. Sin embargo, todo queda ahí cuando sus dedos se enredan en mis hebras rojizas, las presiona y tira hacia atrás, plantando un beso feroz y demandante en mis labios.
—Feliz cumpleaños, mi amor.
Gimo ensimismada cuando vuelve a atacar mi cuello con una mordida hambrienta. Los pies me tiemblan, las manos aún más, soy como la gelatina, pero agarro fuerzas para hablar.
—¿Vas a comerme?
—Sí, bebé. —Fimo al sentir una de sus manos inmiscuyéndose en mis bragas—. Hasta que no quede nada de ti. Gime para mí, mi amor.
Inicia doblegándome con la locura que causan sus movimientos audaces sobre mi clítoris. Esto no se asemeja en nada a la gentileza con la que yo lo hacía.
Mis uñas se apoderan del brazo, con el que me tiene cubierta la boca y las entierro soportando, en mis adentros, el montón de sensaciones que desata.
Él es un fenómeno hermosamente devastador.
Cuando el calor de su cuerpo me escuda, su corazón, erráticamente enloquecido, choca contra mi espalda gritándome sus sentimientos y sus manos hacen maravillas en mi epicentro, no hay forma en la que no se sienta correcto.
Ryker es lo correcto incluso si es incorrecto.
Mis paredes se aprietan con la advertencia del orgasmo que se aproxima. Oh, dios, es el mejor cumpleaños del mundo.
—¡Oh, mierda! Me estás apretando muy rico y solo son mis dedos. —Mis gemidos quedan silenciados en su mano—. Mi amor, te voy a dar tan duro esta noche que desearás que todos los días sean tu cumpleaños.
Intento hablar, en cambio, solo salen un montón de incongruencias a causa de la intromisión de su mano.
—¿Quieres decirme algo, mi amor? —Asiento repetidas veces.
Sin embargo, lo único que obtengo es una risa burlona por su parte. Acelera los movimientos encontrando mi orgasmo y regalándomelo como el mejor de los obsequios.
Las piernas me tiemblan tanto que incluso siento que desfalleceré, la ola de sensaciones extasiantes me arrastra con ella a lo lejos, donde no sé si ya estoy en el paraíso o me encuentro a mitad del camino.
—Voy a quitar la mano de tu boca... —Lo veo por el rabillo del ojo—. Si dices una palabra sacaré tu cabeza por la ventana y te follaré frente a todos los que pasen por la calle.
La sola idea de ser vista trae a mi cuerpo sensaciones desconocidas que necesitan más de Ryker. Ni siquiera pude distinguir la realidad de la ficción creada por mi cabeza, pero sea como sea yo necesito más de él.
Su mano se desliza lentamente. Sonríe, victorioso, al ver mi falta de palabras y...
—No eres mi dueño, no me das malditas órdenes —replico, con fuerza.
Sus ojos se expanden momentáneamente por mi repentino reto. Él había puesto en mi cabeza la idea de ser follada de esa manera promiscua, entonces, ¿quién soy yo para negarme a los pedidos de mi cerebro?
Toma mi cintura con una mano y con la otra, la parte posterior de mi cuello llevándome hacia la ventana, por la que supuse había entrado, casi siempre entra por allí.
Una especie de vértigo me inunda al sentir mis caderas chocar contra el borde inferior de la ventana. Empeora aún más cuando abro los ojos, percatándome de que tengo medio cuerpo fuera de mi habitación.
—¿Se siente bonito desafiarme?
Se me eriza la piel y no por el frío que hace afuera, o por las gruesas gotas de agua que me empapan el pelo. Es él, todo él me enciende sin importar las circunstancias.
Una nalgada suave pica en mi glúteo.
—¿Qué pasa, rojita? —inquiere y puedo notar un atisbo de preocupación en su voz—. ¿Estás asustada?
—¿Te asustaste tú? —rebato, dejando en claro que quiero esto tanto como él—. La que debe estar asustada por las alturas soy yo. ¿Por qué parece que tú eres quien lo está?
Me las arreglo para voltear el rostro y verlo en el instante en que sonríe y desabrocha su pantalón, afianzando el agarre en mi cintura.
La piel me hormiguea con la anticipación. Joder, siento que estoy hirviendo.
Su maldita erección queda sobre mis nalgas por unos segundos, antes de pasearla desde la entrada de mi culo hasta mi vagina.
—Ry... —Tiemblo.
Sisea, acallándome.
—Cuan mojada estás —introduce la punta y vuelve a sacarla—. ¡Qué rico!
Vuelve a introducir solo la cabeza, se demora un poco más, pero la saca con la misma.
—Me encanta ver cómo tu coño quiere tragarme. —Intento impulsarme hacia atrás, buscando contacto—. Estás tan desesperada y tú desesperación me prende muchísimo.
—Ya... —lloriqueo.
Es imposible soportar un segundo más cuando mi coño me grita que necesita un poco de estimulación porque los pálpitos son irresistibles.
—Basta, basta —le suplico cuando entra la punta y vuelve a retirarse.
—Mira, rojita. —Busco la dirección en la que miran sus ojos, mientras su agarre en mis caderas se vuelve mortal—. ¿Viste ese grupo de adolescentes que vienen por ahí? Ellos serán los primeros en escuchar tu show.
Sin más, se adentra de una arrancándome un gemido profundo y complacido. Me tapo la boca con una mano intentando agarrarme del marco de la ventana con la otra. Si mamá se despierta me va a matar.
Los sonidos encharcados que hacemos cada que estrella sus caderas contra mis nalgas hacen que mis pezones duelan. Las risas del grupo de muchachos se magnifican por su cercanía, pero en lugar de detenerme me vuelve más ruidosa.
Quiero que todos vean como Ryker me folla. Porque no hay nada más delicioso que ser cogida, dominada y saciada por Ryker Winston.
Sus embestidas no dan cavidad a la razón, por lo que me muevo en su encuentro en busca de una mayor fricción; aunque tenga la cabeza fuera de la ventana y estemos a unos cuantos metro de altura.
—¿Te gusta tu cumpleaños, Livi? —Siento el orgasmo acercarse. Vuelvo a temblar y ya no puedo sostenerme por mi misma.
—Sí... amor... no puedo...
Ni siquiera hablar puedo, aprieto los ojos fuertes luchando por sentir de nuevo la sensación que no llega.
Sale de mí, sus manos atrapan mi cabello llevándome hacia atrás, hacia dentro, y cuando estamos lejos de la ventana lo encaro molesta.
—¿Por qué coño te detienes, imbécil?
Vuelve a ejercer agarre sobre mi cabello, esta vez con más fuerza, bravo.
—Yo hago lo que me da la gana —espeta, furioso—. En cuatro.
Tiemblo otra vez. Ryker tierno y amoroso es todo lo que amo, pero el Ryker dominante que me trata como una puta sin palabra en la cama, es otro nivel. Los dos juntos son mi perdición.
Me acerco al borde de la cama descansando mis rodillas en él, pego los pechos al colchón dejando el culo en pompa. El mareo me toma por el exceso de excitación en mi cuerpo, es momentáneo.
Vuelve a entrar en mí con hambre y me folla sin tregua hasta que no puedo contar los orgasmos, ni siquiera sé si usamos protección o si se vino adentro. Todo lo que sé cuando terminamos es que me duele la entrepierna y no tengo fuerza ni para ponerme en pie.
El cambio que da cuando se viene es demasiado drástico. Como si el lobo me cogiera y el cazador me auxiliara. Ryker es mi salvación y mi ruina, pero no me lamentaré porque tenerlo es lo único que me llena.
Me acomoda en la cama luego de limpiarme y vestirme con un pijama nuevo.!Besa mi frente, pero lucho de cualquier forma buscando sus labios. «No puedo tener suficiente».
—Te amo, rojita —susurra, entre caricias a mi cabello—. Feliz cumpleaños.
—Te amo, mi amor.
Y ahí, caigo en un sueño profundo.
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