C15 || EL CUADRO
Ryker.
Culpa: responsabilidad que recae sobre alguien por haber cometido un acto incorrecto. Detrás de ella viene el arrepentimiento: pesar que se siente por haber hecho alguna cosa.
No siento ninguna de las dos, al menos no con mucha frecuencia. Yo hago cosas incorrectas todo el tiempo y no hablo solo de romper reglas, ¿creen que tengo tiempo para sentir culpa entre un acto y otro? La respuesta es no, el lapsus es efímero y yo una roca.
Entonces, me enerva ver como desean hacer cierta acción, la hacen y se arrepienten. Lo deseaste, disfrutas y te arrepientes. Necesito un trago para digerir esto porque prefiero los dicen "desaté un mierdero y me lo disfruté", bájenle a la hipocresía.
Te pasas la vida jodiendo a otros por consecuencia de tus actos, pero llega un momento en el que tu cerebro te libera de la insensibilidad explotando frente a ti la culpa y el arrepentimiento no experimentados.
No es por el cuerpo inerte que flota boca abajo en la pequeña piscina del anfitrión de la fiesta, es por ella. Yo puedo pintarme una máscara impermeable, inquebrantable, indestructible disfrazando mis sentimientos, pero ella por más que la sabe usar se le quebranta cada que la culpa se le viene encima.
Las tres únicas veces que he visto culpa en sus rostro han sido por causa de las desapariciones. Siendo sincero a mí me trae sin cuidado toda esta mierda, pero se acaba de formar un pensamiento en mi cabeza que me hace querer consumir el mundo hasta dar con quien sea que esté provocando esto.
«La siguiente puede ser ella» y eso no va a ocurrir porque nadie me va a quitar mi fábrica de sensaciones.
Los gritos de los adolescentes ebrios e inútiles me exasperan, odio las reacciones que presenta un ser humano coaccionado por el miedo, la sorpresa, la tragedia. Si ese chico tuvo alguna posibilidad de sobrevivir sus retardadas reacciones se la arrebataron.
Livi corre hacia la piscina, su miedo no la paraliza, todo lo contrario. Es de esas pocas personas que en lugar de detenerse ante algo que la asusta lo enfrenta y eso me lleva a preguntarme, ¿de qué se ha escondido todo este tiempo que no le permite enfrentarlo? Se adentra en las aguas glaciales seguida por mí.
«Esta maldita manía de perseguirla que he desarrollado».
Su mano temblorosa se posa sobre el hombro del chico deteniéndose a cerrar los ojos por un momento. Cuenta, está contando, hasta cuatro si no leo mal.
—¿Qué sucede? —me exaspero.
Su mano tiembla junto a su labio. Dios, el chico ya no tiene salvación. Feliz fantasma vida, no persigas a Livi por su negligencia.
—Es él —dice y casi creo que estoy hablando con Mildred, pero ella es más bajita y arrugada.
Aprieto los labios recordándome como actúan las personas en situaciones bajo presión. Atraigo momentos lindos como el del parque, mi día favorito.
—¿Quién?
—Rocket.
¡¿Qué cojones?! La aparto y volteo a lo que no es un ser humano, sino una marioneta, una jodida marioneta perfecta. Sus rasgos están muy marcados y perfeccionados. Alguien tuvo que haberse tomado un largo tiempo para ello.
—¡Es una puta broma! —gritan a mis espaldas.
No, no es una puta broma, es una advertencia.
«Uno a uno, caen los soldados. MM» está escrito en su camiseta con pintura roja. La vista es perturbadora, no tanto como la cara de Livi con lágrimas negras destrozando su arte, pero no le diré eso.
No me mira, está observando todo a su alrededor, una maldita costumbre que me enferma los nervios. Se agarra de mi hombro buscando apoyo y se acerca a mirar la marioneta.
—Hay algo raro, pero no sé el que —dice, frunciendo el ceño debido a la concentración—. Necesito descubrir el qué.
Es fascinante la forma en la su shock se convirtió en pura frialdad calculadora, eso es lo qué pasa con Livi, nunca sabes como va a reaccionar.
—No, rojita. No es nuestro asunto.
Yo no soy el salvador de nadie, nunca me puse la capa de superhéroe porque me tomé el trabajo de entender a los villanos.
—¿Qué no es mi asunto? —Se voltea furiosa, su tono es calmado, pero sus ojos son una ciudad en llamas—. Tres personas han desaparecido, ¿o te crees que Rocket si va a volver? Nos acaban de lanzar una puta amenaza "uno a uno caen los soldado".
Hace comillas con sus dedos citando la frase.
»James era mi amigo, ¿sabes? Fue de los pocos que se abrió conmigo, que me vio y se mantuvo. Que no huyó cuando el desquiciado que me gusta le amenazó. —La voz se le quiebra—. No puedo vivir en paz sabiendo que pude hacer algo por ellos y no lo hice.
Cada palabra es un cañón a mi coraza. Lo malo de hacer sentir es cuando lo hacen contigo, pero no lo deseas. Si notas eso, amigo, estás tan jodido como yo ahora mismo.
—¿Por qué debería hacerlo? —pregunto entrecerrando los ojos y sacuendiendo la cabeza—. No veo el porqué deba exponerme a circunstancias ignotas, no veo el porqué debo preocuparme por personas que ni al caso.
Cierra los ojos buscando la calma. Lo siento por la situación, pero me encanta hacerla sentir tanto, sea bueno o malo.
—Porque tú no miras más allá de tu egolatría de mierda, no te importa nadie más que tú...
—Me importas tú —la interrumpo atrayendo ese brillo especial a sus ojos por unos efímeros segundos.
Se recupera mostrándose más accesible. Creo que me dará la razón cuando inicia con su tono bajo y casi podría decir que suplicante.
—Entonces, ayúdame porque a mí me revienta saber que puedes ser tú la próxima persona.
Me volteo dejándola sola, si seguimos en esta conversación voy a ceder. Camino fuera de la piscina, de la cintura para abajo soy una regadera destilando agua en grandes cantidades.
—¿Cómo puedo quererte, Ry? —Se le rompe la voz, pero contra todo pronóstico ella continúa porque siempre tendrá la última palabra, aunque yo solo quiera mantenerla lejos y a salvo de lo que pueda lastimarla—. ¿Cómo puedes quererme si no tienes sentimientos? Eres un mentiroso y un manipulador. Me dijiste que todo estaría bien y te creí, deposité mi confianza en ti, pero cuando las cosas se ponen turbias me dejas sola.
Me detengo para hablar sin girarme.
—Será porque quiero protegerte.
—No, lo qué pasa es que no sientes nada —me grita—. Eres un maldito psicópata.
Hasta aquí.
Me volteo como un depredador dispuesto a cazar a su presa y la golpeo. Sí, golpeo con la fuerza necesaria ese sitio donde palpita su vena carótida logrando que su cuerpo inerte caiga en mis brazos. «Nunca te dejaría caer» le asegura mi subconsciente. Quiero estar en desacuerdo, pero solo consigo enojarme cuando descubro que no soy capaz de hacerlo.
Ella me caló profundo. Sí tengo un tipo de mujer: Livi Deseen. Me terminaré creyendo que cada persona nace para complementarse con otra y Livi es eso para mí, la sucia Caperucita del lobo hambriento.
La echo sobre mi hombro vislumbrando una luz en el fondo de la piscina, con ella sobre mí me agacho tomando el aparato brillante y guardándolo en el bolsillo de mi pantalón de mezclilla.
Avanzo hacia el auto, percibiendo los murmullos del resto de los invitados, con ella sobre mi hombro, en mi poder. Desactivo la alarma al arrimarme a él abriendo la puerta trasera donde con cuidado acomodo su cuerpo, cierro y bordeo el auto adentrándome en el asiento del conductor. En todo el camino alterno la vista ente el espejo retrovisor —donde me aseguro que ella esté bien— y la carretera, concentrándome lo suficiente para que el alcohol en mi sistema no me juegue una mala pasada provocando un accidente.
Aparco a dos calles de su casa extrayéndola para ponerla sobre mi hombro de nuevo y activo el seguro del auto.
Mis pasos de humo se vuelven un tanto pesados, sin remedio, puesto que sus músculos están relajados y debo cargar su peso al completo prescindiendo de la ayuda que porta la rigidez. Abro con mi llave maestra la puerta trasera, ya que, la principal tiene una cerradura más sofisticada, vamos, que mi súper llave no tiene acceso. Subo las escaleras con mucho cuidado yendo a la habitación que sé que le pertenece.
Me deshago de la ropa en su cuerpo hasta dejarla en unas bragas que cubren demasiado para mi gusto. Trago duro al observar la desnudez perteneciente a la parte superior de su cuerpo y me apresuro a tomar la pijama sobre su cama, la cubro obligándome a respetar su desnudez. Con la imagen de su cuerpo pálido y terso, rebusco en su tocador algo con lo que deshacerme de su maquillaje, no es saludable dormir con tantos químicos en el rostro.
De vuelta a la cama con un bote de crema y unas toallas desmaquillantes tomo mi celular reproduciendo la lista de canciones instrumentales imprescindibles para mi sueño. No sé porqué quiero compartirlo con ella a pesar de su inconsciencia. Unto la crema en una de las toallitas, lo primero que libero del yugo del maquillaje son las tres lineas rojas de su nariz, continúo con la zona bajo sus ojos eliminando tres líneas rojas más y el reguero de pintura negra lo que consigue alejar un poco ese aspecto tétrico. Era digna de un filme de terror.
Así continuo hasta haber eliminado la mayor cantidad de maquillaje de su cara. No quiero detenerme, pero tampoco despertarla por lo que dejo la cama deshaciéndome de la basura y acomodando todo tal cual estaba. Vuelvo a ella besando la punta de su nariz, la arropo y voy a por la salida. En cambio, una voz me detiene manteniéndome inmóvil con la mano sobre la manija de la puerta.
—Que bueno que me llamas. —Una voz desconocida llena el conticinio—. Cariño, estaba preocupada por ti. Sí, sí, todo está bien. La niña está durmiendo, pero estoy preocupada. Hace unos días me dijo que no quería sobrevivir, sino vivir y luego se comportó como siempre. No es normal que Livi deje ir sus deseos, sabes cuán terca es. Tengo miedo de que cometa algún error que atraiga la desgracia. No quiero que me alejen de mi hija.
Inclino la cabeza hacia un lado, extrañado. Esa es la razón del comportamiento huidizo de Livi. Pero... ¿quién persigue a Livi? ¿Qué quieren de ella? y sobre todo, ¿por qué eso activa mi instinto demoledor? No me la pueden quitar, no a ella.
Me vuelvo tomando asiento en el sillón a un lado de su cama con la cabeza a mil por horas. «Eres un psicópata» «Eres un monstruo» Odio esas dos palabras, las aborrezco y fue aún peor cuando una de ellas salió de su boca. Esos labios gruesos y caídos, los mismos que me habían dado el mejor orgasmo de mi vida, me habían devuelto al maldito abismo.
No soy un psicópata, no soy un monstruo, solo no tengo la habilidad de sentir intensamente. No hasta ella. No empatizo fácilmente con las personas y aunque con mi familia soy más relajado en ese aspecto, se necesita una catástrofe para que pueda sentir.
Como ese día, no fue culpa de ella, pero eso me dolió tanto que me restó humanidad.
Entonces, llegó mi rojita, volcó todo y le gritó al mundo que estaban equivocados, removiendo miles de sensaciones arrebatadoras dentro de mí. Las personas no te hieren si no te importan, por eso la única capaz de hacerlo es ella.
Me levanto del sillón pasando los dedos por mis hebras, frustrado. «Me estoy volviendo loco». Observarla dormir no me da paz como otros especulan, solamente atraigo el instante en que sus labios se movieron dejando salir esa palabra. Se volvió parte de mis pesadillas, una de la cual su propia voz me despertaría.
En contra de todos mis principios divago por su mediana habitación, hasta toparme con un rincón el cual está lleno de utensilios de pintura, un caballete y varios lienzos terminados. Me agacho a contemplar su arte. Todos son paisajes: un amanecer, una aurora boreal, un atardecer, una ciudad de noche, la playa.
Me encuentro con uno cubierto por una sábana blanca. Deduzco que lo esconde, por alguna razón no quiere que lo vean y me quedo con la mano sobre un extremo de la tela sopesando si será una buena idea, no creo que le haga gracia irrespete, aún más, su privacidad.
Niego y me incorporo convenciéndome de que esto es lo correcto. Ahora mismo nuestra relación está tan jodida que creo si me encuentra hurgando en sus cosas me daría calabazas de por vida.
Ya hasta uso sus palabras.
Voy hacia la puerta asegurándome de que su madre no esté rondando por el pasillo, aún son las cuatro de la mañana. Tomo la manija girándola con cuidado para evitar algún crujido chismoso, pero en último momento me vuelvo descubriendo el cuadro antes de que pueda arrepentirme.
La boca se me seca y el corazón se me quiere salir del pecho. Siento unos deseos incontrolables de ir y besarla hasta que se desvanezca en mis brazos. Es la única pintura donde los protagonistas son los humanos, dos humanos en específico a punto de besarse, sus bocas están muy cerca y entre abiertas, la chica tiene los ojos cerrados y el chico la mira con fascinación, la misma fascinación que siento por ella. Supo captar cada emoción que cruzó mis ojos al momento de tenerla tan cerca ese día en el parque, donde la alarma de su reloj nos interrumpió.
Niego con la cabeza divertido y tomo el cuadro envolviéndolo en la sábana otra vez. Solo que esta vez no lo dejaré ir, sino que pertenecerá a su dueño por defecto. Por ello, ahora descansa en el asiento trasero de mi auto mientras voy de vuelta a casa.
No te dejaré ir jamás, Livi y nadie va a lastimarte mientras yo pueda impedirlo.
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Capítulo dedicado a: Johanna_Estpn
¡Hola, hola!
¿Qué les pareció el capítulo? No tengo idea del por qué, pero sin duda este capítulo lo amo demasiado, me transmite muchas emociones.
Gracias a cada una de las personas que me lee. Gracias porque no tienen una idea de todo lo que hacen por mí con leerme, comentar y ser parte de mi día a día, porque ustedes me dan una razón para seguir adelante. Llegaron en mi peor momento, para hacerlo más bonito y no tengo palabras para ustedes más que agradecerles porque en serio han sido mi mayor apoyo😭
Los amito muchísimo.
🤍
Gracias Naye por el meme, lo amé mucho 🥺
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