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𓂃꙳⋆ epilogue

— ¡Choi Junghwan, ven ya mismo aquí que debes ducharte!

— ¡A que no me atrapas!

— ¡Junghwan!

El pequeño niño de cabellos dorados se encontraba correteando por toda la sala con nada mas que ropa interior y una larga camiseta azulada que enseñaba el número "10" atrás, junto con el nombre de "San". La misma prenda le quedaba hasta los tobillos, pero eso no evitaba que pudiera ser todo un velocista a la hora de correr lejos de los brazos de Wooyoung, quien por cierto no dejó de perseguirlo mas o menos por toda la casa, hasta por el jardín.

Definitivamente era Jung quien mas detestaba la hora de baño diaria, la cual se llevaba a cabo en la tarde alrededor de las seis de la tarde, pues las cinco le tocaba a Jungwon. Siempre era una pelea con el mayor de todos, puesto que Jungwon adoraba bañarse y jugar con todas las burbujas de colores.

Jungwon tenía tan solo cinco años y era un amante del agua, por otra parte, Junghwan de seis la detestaba a no ser que se tratase del agua de la piscina, o de la playa.

— ¡Te tengo! — Junghwa chilló pataleando cuando otros brazos que no eran los de su padre Wooyoung lo tomaron por la espalda y alzaron como si fuese tan solo una pluma —. ¿A quien le robaste esa camiseta, pequeño velocista?

Junghwan siguió pataleando hasta que se rindió contra los brazos de su papá y se dejó alzar.

— ¡Pensé que papi Woonie me confundiría contigo y no me iría a perseguir! ¡Él es malo!

Wooyoung apareció delante de los otros dos con los brazos cruzados pero con un adorable puchero en sus labios.

— ¡Yo no soy malo! Solo no quiero que mis hijos tengan olor a caca —Hizo una falsa arcada causando que su pequeño hijo riera sin poder evitarlo—. Vamos, Jung, hay que ducharte.

—Me encargo yo de este pequeño travieso antes de que llegue la abuela y los lleve a preparar galletas —Sacudió los cabellos de su hijo antes de dejar un beso sobre la mejilla de su esposo, marchándose luego hacia el baño.

Wooyoung atinó a sonreír y suspirar antes de supervisar a Jungwon en la sala, quien no despegaba los ojos del libro que se encontraba leyendo. Ese niño era la tranquilidad en persona, a diferencia de su hermano mayor que era mas hiperactividad que ser humano. Se dispuso a ordenar la cocina, un poco de la sala de estar y finalmente tomó asiento al lado de su otro hijo, tomando su móvil y contestando algunos mensajes laborales que requerían urgencia ya que ser modelo no era del todo sencillo, a pesar de que si lo parecía.

Rió cuando le llegaron fotos de Seonghwa y Yeosang en plena luna de miel. La boda del par de tórtolos enamorados desde la preparatoria se llevó a cabo esa misma semana, y ahora estaban disfrutando su viaje en Italia. Por otra parte, Felix no dejaba de chillar por mensajes de voz sobre su reencuentro con Bang Chan, porque las extrañas relaciones entre estos dos no fueron tan sencillas como la suya. Luego de la preparatoria los dos corrieron caminos separados, pues Chan buscaba prepararse para dirigir la empresa familiar y Felix iniciaba su carrera universitaria como diseñador gráfico.

Fue hace un mes que estos dos se reencontraron cuando Cham
N lo contactó ya que requería sus trabajos artísticos para los logos que su empresa de autos. Y si, el trabajo del autraliano era simplemente magnífico. Al parecer, o según lo que Felix les dijo a sus dos mejores amigos en audios de dos minutos cada uno, volvieron a salir nuevamente para poder recobrar todo eso vivido cuando eran nada mas que un par de adolescentes con sentimientos complicados en el medio.

—Papi —Lo llamó Jungwon dejando de lado su libro.

— ¿Si, bebé? —Bloqueó su móvil para dejarlo a un lado y darle toda la atención a su hijo.

— ¿Como se conocieron papá y tú?

La realidad es que, curiosamente, nunca antes le había preguntado aquello, o no con seriedad.

—Bueno... tu papá y yo nos conocimos en la preparatoria. Digamos que... no nos llevamos del todo bien en un comienzo —Soltó una pequeña risa solo con recordar todo eso que pasaron en sus épocas de adolescentes—. Pero luego nos dimos cuenta que mas bien nos gustábamos, y todo pasó muy rápido luego de eso. Salimos, nos hicimos novios y, si bien tuvimos problemas, aquí estamos con ustedes dos, chiquitos.

Wooyoung a veces se ponía a pensar con claridad y se sorprendía de que San y él hayan llegado hasta ese punto juntos. Eran pocas las personas que permanecían junto a una misma persona desde la adolescencia hasta la adultez siendo pareja. Pero luego recordaba que no todo había sido del todo sencillo en el camino de ambos. Cuando San fue fichado por la agencia de deportes junto con Seonghwa, les tocó separarse unos meses en los que este se preparaba como jugador profesional de soccer, y estarse lejos del otro definitivamente fue lo peor que les pudo haber pasado en esas épocas. Pero pudieron superarlo y encontrarle la vuelta a que su relación funcionara.

Wooyoung fue descubierto por una agencia de modelaje que no dudó en ofrecerle un buen trabajo, el cual el no dudó en aceptar luego de charlarlo con todos sus mas allegados. Ambos acabaron trabajando de lo que adoraban y comprando una casa juntos a los meses de establecerse bien en lo que hacían. Y con el tiempo llegaron esas dos florecitas que adoptaron, Jungwon y Junghwan. Dos hermanitos que fueron abandonados en las puertas del centro de adopción y que de ganaron sus corazones cuando apenas los vieron.

Wooyoung recordaba como lastimosamente se habían separado una vez, una que duró un mes nada mas, antes de que acabaran volviendo al lado del otro como siempre. Fue doloroso, si. San recordaba la manera en la que se descargaba en el hombro de su madre, así como Wooyoung recordaba como lloraba a mares en el hombro de su hermana mayor y de la prometida de la misma, Irene.

Pero esto no duró mucho ya que los dos se dieron cuenta de que debían hablarlo y descargar sus pensamientos, porque eso era algo esencial en una pareja: la conversación.

Eso, y unos pequeños obstáculos mas, los llevaron hasta donde estaban hoy mismo. Juntos, casados, y con dos pequeños niños que eran las luces de cada uno de sus días.

— ¡Aquí viene SuperMan versión miniatura! —Tanto Wooyoung como Jungwon se giraron a ver a sus espaldas luego de escuchar eso.

Dieron con San cargando en su espalda a Junghwan, quien vestía la misma camiseta larga de antes le quitó a su padre. Wooyoung no dudaba con que Junghwan acabaría siguiendo el mismo camino de su padre, siendo jugador de soccer o de algún deporte.

Siempre mostraba un gran amor por todo ese mundo lleno de actividad física, a diferencia de Jungwon que adoraba la lectura y el dibujo.

— ¿Ya viene la abuela? —Preguntó el menor de los niños con los labios un poco abultados—. ¡La extraño mucho!

San rió dejando a Junghwan en el sofá y yendo a revolver los cabellos de Jungwon.

—Y ella los extraña a ustedes. Ya viene de camino.

— ¡También extraño a las tías Iri y Gigi! —Chilló nuevamente Jungwon.

Wooyoung sonrió con ternura—. Es bueno que digas eso porque papá y yo tenemos que viajar el fin de semana que viene y ellas dos serán sus niñeras esos días.

Los minutos pasaron y la madre de San acabó por recoger a esos dos solecitos para llevarlos a cocinar galletas durante todo ese día hasta mañana, pues siempre solían quedarse a dormir luego de la cena, tomando chocolate caliente y viendo alguna película chistosa que acabase por dejarlos mas que dormidos y sin nada de energía. La mujer siempre se ofrecía a cuidar de sus nietos para que su hijo y su pareja tuvieran tiempo a solas, además solamente vivía ella en compañía de su cachorro adoptado hace pocos meses. Y si bien aseguraba que estaba feliz en esa tranquilidad y soledad, nunca venía mal cuidar de los dos niños y pasar todo el tiempo posible con estos.

Asimismo, Seulgi e Irene igualmente daban de su ayudaba para llevarse a los dos remolinos a pasear o a tener pijamadas en las noches para que sus padres descansaran y tuvieran tiempo en pareja feliz. Cuando los dos niños se fueron con su abuela y se despidieron de ellos con besos en las mejillas, ambos adultos se arrojaron en el sofá de gran tamaño soltando un suspiro de relajo ya que si bien ellos amaban a sus pequeños solecitos, nunca venía mal un descanso y un tiempo a solas que disfrutar juntos. Como esa misma tarde.

—Bueno... — Wooyoung de recostó de lado para ver a su esposo—. Yo cocino la cena, pero tu te encargas del resto.

—Trato —Respondió Sam dejando un beso en la mejilla del menor antes de levantarse, encaminándose así al piso superior.

El plan de ambos cuando los niños estaban fuera era siempre el mismo, o al menos la mayoría de las veces cuando no tenían ganas de salir a cenar fuera. Wooyoung cocinaba algo ligero y para nada pesado, pero que fuese delicioso. Definitivamente sus manos en la cocina habían mejorado notablemente en esos años y según San, no había platillos como los suyos. Él, por otra parte se encargaba de ordenar el cuarto y de armar el mejor baño de espumas en el jacuzzi que habían comprado hace unos meses atrás.

Se encargó de agregarle los detalles favoritos de su novio. Jabón que armaban espumas rosadas, uno que otro pequeño pétalo de rosa para que le diera ese toque mas romántico que a ambos les fascinaba y roció su aromatizante favorito, acabando por colocar en la pequeña mesita yaciente a un lado, una botella de vino con dos copas a sus costados.

—Eres el mejor —Murmuró Wooyoung una vez ingresó al interior del baño, sintiendo los aromas dentro que le sacaron un enorme suspiro cargado de satisfacción y calma —. ¿Qué hice para merecer a este hombre? — Rió ahora bajando sus ojos al escultural cuerpo de su esposo, cubierto por nada mas que una bata de baño.

—Creo que insultarme de maneras inteligentes cuando éramos tan solo dos mocosos —Comentó riendo mientras se despojaba de la bata que cubría su cuerpo antes de meterse lentamente dentro del jacuzzi con agua medianamente caliente pero agradable—. ¿Y yo que hice?

—Probablemente decirme niño con cara de barbie —Rodó los ojos divertidos antes de dejar la comida en la pequeña mesa que se extendía por el jacuzzi antes de meterse dentro de este, específicamente entre los brazos de su pareja. —Te amo.

—Y yo a ti —Besó cortamente sus labios antes de servir el vino en ambas copas, acabando por hacer que estas chocaran en un pequeño brindis.

—Lo hemos hecho muy bien.

—Lo estamos haciendo muy bien —Dijo en un suspiro, dejando caer su cabeza en el hombro ajeno mientras jugaba con las espumas del agua.

— Eres mi todo, Sam, lo sabes, ¿No?

San acarició los hombros del mas bajo, mojando los mismos con el agua que los cubría.

—Lo se, gatito. También eres mi todo, tú y esos dos solecitos traviesos son mi universo entero. Nunca lo dudes.

—Nunca, nunca... Ahora a comer, que luego hay que follar toda la noche y las horas pasan volando.

San soltó una fuerte carcajada al oírlo.

—Idiota.

—Tsk, idiota tú.

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