• Capítulo 5
El recorrido para ir a la casa de los Cullen me lo tomé como el tiempo necesario para entablar un plan de cómo actuaría frente a los vampiros que tenían dones excepcionales.
Que, todavía seguía sin procesar del todo que en verdad las cosas estaban sucediendo. Podría haber la posibilidad de que estuviera soñando demasiado realista para mi gusto.
Debía guardar las apariencias porque Edward era un lector de mentes. Así que haría lo posible porque no se me escapara nada, ni tampoco ser tan evidente de que era cuidadosa con lo que pensaba.
Tenía cierto temor por Eliana, porque seguramente podría ver o saber algo a través de ella si Eli pensaba sobre mi situación.
Alice era una vidente... ¡Alice! ¿Ella no me habrá visto venir, verdad?
«Bueno, si no soy importante para ellos. Entonces no habría razón para que ella me viera».
El siguiente era Jasper, capaz de influir y saber las emociones. Podría leerme fácilmente si notaba que sentía miedo, temor, o lo que sea sospechoso. Cuando no debería pasar si yo no conocía su naturaleza.
También esperaba no ganarme el odio de Rosalie, pero quizás se ablandaría con la presencia de Eliana. Le gustaban los niños.
Emmett, el grandulón bromista, podría llevarme bien con él.
Esme era un amor en sí, con ella no tendría problemas, al igual que su esposo Carlisle.
A medida que nos acercábamos al lugar remoto donde se ocultaban los Cullen, comencé a sentir una pesadez en la cabeza, como si alguien estuviera invadiendo mi espacio. Por si acaso, me mantuve tranquila, con los pensamientos a rayas.
«Oh, que bonito se ve el paisaje. Deben ser unas bonitas vistas si viven por aquí la familia Cullen. ¿Aunque no es peligroso por los animales salvajes?»
Eran monólogos de ese estilo que mantenía en mi cabeza mientras que Eliana e Isabella conversaban, a veces me incluían, pero trataba de no ser tan partícipe porque no se me antojaba dar respuestas largas.
Y en poco tiempo, oculta entre grandes arbustos se hizo presente una enorme casa de dos pisos con un elegante y raro diseño por su estructura que apararentaba ser inestable. Tenía una fachada de madera con sus toques mordenistas por los grandes ventanales.
Para mí asombro, afuera se encontraban formados los Cullen, esperando por nosotras.
—Hemos llegado a la morada Cullen. —Apagó Isabella el motor y bajó con una sonrisa. Ella trotó hacia ellos, que la recibieron con una sonrisa. Isabella se posicionó aun lado de quién identifiqué que era Edward, abrazándolo en el acto.
Desde la distancia se notaba que era alto y de cuerpo formidable. Resaltaba su cabello cobrizo con mechones despeinado y más o menos enroscados. No podía detallar más por la distancia. Él le dedicó una breve sonrisa, pero su atención estaba puesta en el auto.
En nosotras.
En un rápido escaneo, vi en la posición más cercana de la fila, a dos personas esbeltas y altas, un hombre que le calculaba que estaba entre sus treinta por su apariencia, de cabello rubio y pálido, abrazaba por detrás a una mujer de cabello color caramelo en suaves ondulaciones que enmarcaban su rostro igualmente pálido. Ambos esperaban pacientemente con una sonrisa.
Al lado de la pareja también se encontraba una mujer extremadamente hermosa, destacaba con su sola presencia, opacando al resto de su familia. Una melena rubia con ondulaciones más marcadas, un rostro serio que rayaba lo intimidante y una posición de brazos cruzados. Aumentando un poco más lo recelosa que estaba. Si desviabas la mirada, te topabas con un cuerpo grandote y robusto por sus músculos, de cabello levemente lacio y oscuro, mostraba una sonrisa ancha y su boca modulaba, parecía bromear con Isabella porque giraba la cabeza de vez en cuando en su dirección.
Otra pareja se encontraba a su lado. Un hombre con una pose firme y rígida, cabello ondulado en rizos de color miel y expresión imperturbable. Abrazaba con un brazo a una mujer de facciones delicadas y cabello corto puntiagudo, al contrario que su compañero, mantenía una sonrisa reluciente.
Tragué saliva. Giré la cabeza y sonreí para tranquilizar a Eliana. Ya se había desabrochado el cinturón y se acercó a mi asiento.
—¿Ellos son la familia Cullen? —Asentí. Comencé a hacer señas.
「 Parece que sí. Recuerda que debemos comportarnos, son la familia de Isabella. 」
Ella asintió comprendiendo. Para mi sorpresa, Eli contestó en lenguaje de señas.
「 Son muy hermosos inclusos desde aquí. Parecen irreales. 」
Suspiré.
「 Ante personas hermosas, nosotras somos simples mortales. 」
Di un toquecito a su nariz.
Ella se rió y comenzó a moverse para bajarse. Gesto que imité. Una vez afuera, de inmediato sentí que Eliana me tomó de la mano y se medio ocultó detrás de mí.
Recordé la personalidad de Eli, era un poco tímida al principio de las presentaciones.
Ignoré el hecho de que todavía sentía la pesadez en mi mente incluso mucho más intensa en el exterior.
Empezamos a caminar y noté que el semblante de la rubia se suavizó gradualmente al ver a mi hermana. Debía señalar que en mi mente procuraba que no se me escapara sus nombres antes de las presentaciones.
Me sentía un poco tensa, pero intenté relajarme. Cuando nos encontramos frente a ellos. Isabella sonrió y no tardó en hacer las presentaciones.
—Familia Cullen, les presento a estas dos personas que son especiales para mí, como unas hermanas más. Son Emilia y Eliana Walker. —Señaló con la mano a cada una respectivamente al decir los nombres.
El rubio y mayor de todos dio un paso adelante. —Es un placer conocer a más integrantes de la familia de Bella. Soy Carlisle Cullen, el padre de la familia. —Sonrió cálidamente y su voz se escuchó como una melodía.
Correspondí a la sonrisa y acepté la mano que me ofreció. Tecleé rápido una respuesta.
—Es un placer señor Cullen.
Miró curioso mi aparato, pero no dijo nada. Noté de reojo que Esme se llevó una mano a la boca con un gesto preocupado. Seguramente captó de inmediato lo que pasaba.
Eliana intervino como un ángel. Ella elevó el brazo, esperando a que también le dieran un estrechón de manos. —También es un placer conocer al padre del novio de Bella. Y si tienen curiosidad, les aviso antes de que pregunten, mi hermana es muda de nacimiento. Disculpen mi arrebato, pero les pido que no hagan preguntas estúpidas. —Sonrió amablemente. Mencioné que era tímida, pero saltaba como una hiena en cuanto a mi condición.
Acaricié su cabello y di una sonrisa avergonzada por su sobreprotección. Carlisle alzó las cejas y soltó una risita divertido, asintiendo y estrechando sus manos. —Está bien señorita Eliana, no haremos preguntas estúpidas.
—Que bueno que lo entienda... Y señor, considere ponerse guantes, sus manos están heladas.
Creo que sentí a todos ponerse tensos, pero se relajaron de inmediato. Carlisle no tardó en responderle. —Sí, hemos estado esperando un tiempito afuera, supongo que el frío nos arropó.
Eliana asintió y desvió la mirada a un costado. Esme al recibir la atención, con su sonrisa maternal ofreció su mano. —Hola queridas, mi nombre es Esme, la madre de los chicos aquí. Rosalie, Emmett, Jasper, Alice y Edward. —Señaló a cada integrante.
Tanto Eliana y yo aceptamos sus manos y asentimos. Después vino Rosalie, que se presentó con el apellido de Hale, lo hizo con una sonrisa suave, pero tenuamente tensa.
—Eres demasiado hermosa —comentó Eliana, parpadeando ante la belleza de ella.
Rosalie se rió. —Creo que tú eres mucho más hermosa.
—Yo soy una mera mortal en comparación contigo.
Oculté mi sonrisa y la jalé para continuar con las presentaciones.
El siguiente fue Emmett.
—Unas preciosuras han pisado nuestras tierras —comentó con una sonrisa ladina y revolviendo el cabello de Eliana.
Eliana, como si hubiera agarrado confianza poco a poco y más con él, manoteó su mano. —Oye, eres demasiado alto y grandote. ¿Te comiste un oso acaso?
Tapé mi boca para ocultar mi sonrisa y mis hombros subieron y bajaron por la risa silenciosa. La cara que puso Emmett no tenía precio. Pero terminó riendo sonoramente. Envidié por un momento que pudiera expresarlo libremente.
Después nos topamos con la pareja de Jasper y Alice.
—¿Estuvo en el ejército? —le preguntó Eliana una vez que se presentó como Jasper Hale. Hermano mellizo de Rosalie.
Alcé las cejas y miré a Eliana.
«¿Pero qué te ha picado para que hagas ese tipo de preguntas?»
Jasper sonrió de forma relajada y divertida. —¿Por qué lo pregunta señorita?
Eliana ladeó la cabeza y entornó los ojos de manera concentrada. —Es que un día vi una película de la guerra con mi papá. Tu porte y presencia me recuerda a ellos.
—Estuve sirviendo por dos años. —Satisfació la curiosidad de mi hermana. Me parecía adorable y tierno lo comprensivos que eran al contestar sus preguntas. Tenían una paciencia de acero.
—¿Las puedo abrazar? Me gusta dar abrazos —intervino una sonriente e imperativa Alice.
Efusivamente Eliana asintió. Y ahí supe que la perdí. A ella le encantaba dar abrazos también. Eli fue la primera en dar el paso y la rodeó con gusto.
—Me gustas, pareces un hada a la moda. —Alice se rió y acarició su cabello.
—Eres una dulzura Eli —comentó, pronunciando con confianza el apodo de mi hermana.
La mencionada se separó y regresó a mi lado. Y Alice dio un paso para envolverme en sus brazos. Sentí de inmediato la frialdad, pero no le tomé importancia. Porque de alguna manera sentí la calidez en lo frío. —Las amigas de Bella, son mis amigas también —sentenció con una sonrisa al separarse.
Asentí tímidamente. De repente me sentía intimidada. Entonces escuchamos el carraspeo de alguien. Giramos la cabeza y era Edward que por lo que intuía, no nos había quitado la vista de encima desde que empezaron las presentaciones.
—Entonces, es el novio de Bella. —Arqueó una ceja, evaluándolo. La mencionada lo tenía agarrado por la cintura, y miraba con una sonrisa a Eliana, esperando uno de sus comentarios.
Intenté no verlo directamente a los ojos y me concentré en Eliana, que sí lo veía. Extrañamente sentí una punzada al estar cerca de él.
—Y tú debes ser Eliana... —Una suave voz ligeramente ronca me estremeció.
«¿Por qué me provocó algo así justamente él? De todas las voces melodiosas que he escuchado hasta el momento».
De repente sentí la intensa mirada y supuse que era él, pero no la elevé.
Eliana asintió en respuesta y miró a Isabella. —Lo siento Bell's, tengo ojo para esto, he visto muchos programas y puedo notar que no están hechos el uno para el otro.
Amplié los ojos de la sorpresa y tiré un poco de Eliana para que me mirara.
«¡Tienes once años! ¿Qué cosas dices?»
「 ¡Eliana! Te dije que debíamos comportarnos, esos comentarios no son bonitos y menos frente a una pareja. Deberías guardarte eso para ti. Mira la cara que puso Isabella, no está contenta. Discúlpate para no hacer el momento incómodo. 」
Moví las manos rápidamente a pesar de que ninguno me entendería. Después tecleé una respuesta. —Lo siento, eso fue desubicado de parte de Eliana.
Eli hizo un pequeño puchero y asintió. —Sí, perdón. Tengo un problema en mantenerme callada sobre mis primeras impresiones. Desde que tengo uso de razón, he tenido un buen ojo con las personas, así que simplemente digo lo que creo cuando las veo. Normalmente atino lo que digo, pero no me hagan caso. Soy una niña que no sabe mucho de la vida. —Sonrió amablemente y agarró mi mano.
—Está bien Eliana, no hay problema, son simples comentarios —respondió educadamente Edward con una pequeña sonrisa. Seguía sin mirarlo a los ojos ni apreciarlo correctamente.
Escuchamos un aplauso a nuestras espaldas. Ambas giramos y notamos a Esme. —Seguramente tienen hambre, ¿verdad? Vayamos a comer antes de que haga más frío.
Todos pronto comenzamos a entrar. Pero con lo que creía era mala suerte por los comentarios inoportunos de Eliana, nuevamente atacó con las suyas. Evidentemente agarró demasiada confianza con los Cullen. —¿Pasaron mucho tiempo esperando? Todos estaban con la piel fría.
—Todos son friolentos Eli, así que es normal que tengan su piel de ese modo —se apresuró a contestar Isabella.
Nadie después dijo nada y Eliana tampoco. Tanto ella como yo admiramos el interior de su casa. Era muy elegante y estilizado, los ventanales hacían sentir la casa mucho más espaciosa y daba la sensación de estar tanto dentro como fuera de ella. En algún rincón se podía ver un piano hermoso al cual le mantuve la mirada un poco más del tiempo debido.
—Señor y señora Cullen. Su casa es muy bonita —comentó Eli, poniendo también en voz alta mis pensamientos.
—Muchas gracias querida —respondió Esme—. Iré a preparar el almuerzo. Pueden esperar mientras tanto en la sala.
—¿Puedo ayudarla Señora Cullen? —Levantó la mano Eli.
Esme alzó las cejas, brevemente sorprendida por la petición, pero terminó sonriendo y asintiendo. —Si puedes, y llámame Esme querida.
Las vi irse a la cocina, podía vigilarla desde la sala porque no había paredes que obstaculizaran la visión. Todos entonces nos fuimos a los sillones de la sala. Estratégicamente se sentaron en parejas, lo cual me resultó gracioso, menos Carlisle que se sentó en un sillón individual, y sorpresivamente Edward también.
Me tenían más o menos rodeada porque decidí sentarme en el sofá que había en el medio.
—Entonces, ¿de dónde eres? Bella nos dijo que no vives aquí —rompió el silencio Alice.
Suspiré porque ahora venía las rondas de preguntas. Debía preparar mis deditos para las respuestas largas y rápidas.
—Nací en New York y he vivido toda mi vida allí. —Sonreí con los labios apretados a Alice.
—¿Qué edad tienes? —inquirió Rosalie, siendo partícipe para mi sorpresa.
Formé mi boca en una pequeña o. —Cumplí hace un mes los diecinueve años.
—Oh, eres mayor que nosotros —acotó Emmett con una sonrisa ladina. Estaba sentado en el brazo del mueble donde se encontraba Rosalie.
Bufé internamente. «Sí, claro». Pensé sin querer, pero me repuse de inmediato.
—¿En serio? ¿Todos tienen la misma edad que Isabella? —Miré a cada uno, que asintieron. Carlisle sonrió y se abstuvo de decir su edad porque sería un crímen. Lo cual me hizo reír. Pero otra vez evité la mirada de Edward. —Bueno, tengan respeto, seré la hermana mayor de todos.
Ante mi respuesta, varios se rieron. Pero las risas cesaron cuando escuchamos un pequeño grito infantil. Mi corazón se aceleró y solté el aparato sin importarme si caía mal, me levanté apresuradamente y corrí hasta Eliana.
«Por favor que no se haya cortado. Por favor que no se haya cortado».
Imploré mientras llegaba a la cocina, presenciando de cerca la escena de Eli agarrando su dedo cortado y como brotaba sangre de allí a borbotones. Y como Esme se apresuraba a buscar toallitas para limpiar con un rostro preocupado.
La agarré con cuidado de la cara. Observando sus ojos y luego la solté para mover mis manos.
「 ¿Qué pasó? 」
Eliana hacía varias muecas de dolor. —Lo siento mucho, me distraje escuchando lo que hablaban que el cuchillo se me fue.
Carlisle se acercó con un rostro solemne. —Déjame ver. Soy doctor Emilia, así que la ayudaré a curar esa herida. Ven a mi estudio Eliana. —Me aparté y le asentí a Eli para que fuera con él. Con Carlisle no habría problema.
Agarré un lado de mi cabeza.
«Maldita sea, lo que me faltaba, que Eliana se cortara en una casa llena de vampiros».
Pero ante ese estúpido desliz de comentario. Palidecí y dirigí la vista a Edward. Que ya tenía su intensa mirada en mí y frunció el ceño entre confundido y asombrado. Miró a Isabella, que observaba a todos con nerviosismo.
Había tensión en el ambiente, pero de repente una ola de calma invadió a todos. Seguramente por Jasper.
Pero obviamente Edward leyó ese pensamiento, porque me volvió a mirar, entornando los ojos en mí dirección. Nos observamos por primera vez, y por alguna extraña razón sentí un tirón inexplicable. Aquellos iris asemejados al dorado me examinaron y percibí que su expresión se transformó a una consternada.
«Isabella no me lo dijo si es lo que te estás preguntando».
Mi plan se estaba yendo por el caño. Pero qué más podía hacer si mi primer desliz lo leyó. Él no iba a pasar por alto la palabra vampiro que claramente utilicé.
Arqueó una ceja. Y yo parpadeé, desviando la atención a Esme que se disculpaba conmigo por lo que había pasado.
Negué con la cabeza, queriendo decir que no era culpa suya que mi hermana haya querido ser chismosa en vez de concentrarse en lo que hacía con un cuchillo en la mano. Pero me di cuenta que no cargaba mi aparato.
—Dice que no es culpa tuya, que su hermana debió ser responsable si tenía un cuchillo en la mano —informó Edward en voz alta lo que pensaba.
Amplié los ojos y lo miré asustada.
—¿Qué? Edward, que estás....
—No te molestes Esme, ella lo sabe —interrumpió Edward calmadamente.
De pronto se hizo el silencio y todas las miradas recayeron en mi. Bajé la vista sin querer toparme con nadie.
«¡Idiota! No quería que supieran que lo sabía».
Escuché la risita melodiosa de Edward. —Entonces debiste cuidar mejor lo que decías —contestó de forma irónica.
Elevé la cabeza y clavé la vista en los ojos de Edward. Fruncí el ceño claramente molesta.
Pero tenía razón en que yo misma cavé mi propia tumba.
∘◦❁◦∘
🤡 Oye, pero tan rápido delatas a la niña. Bueno, la tranquilidad no duró demasiado :v A Lia se le amontonan los problemas jajajaja.
Que cool será tener a Eduardo como transmitidor de las palabras... O tal vez no.
Creo que aquí no se puede formar una teoría... O tal vez sí.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro