• Capítulo 4
Cuando desperté en un nuevo día, entré en un estado de negación al observar con fijeza mis nudillos.
¿Por qué todo fluía como si fuera un mundo real? ¿Por qué dormí y desperté en el mismo lugar? ¿Por qué no fue como si durmiera y luego, en vez de despertar en ese… lugar, no lo hice en lo que debería ser mi mundo real?
Tantas y tantas preguntas tenía revolviendo mi mente y sin ninguna respuesta para cada una de ellas. O al menos no quería ver lo evidente.
Anoche, después de esperar a que bajara el dolor, quedó una tenue rosadez que sabía se convertiría en un moretón al día siguiente.
Claro, no creí que eso podría durar mucho tiempo, pero ver el estado en que se convirtió mis nudillos me hacían cada vez más creer en lo imposible.
«Quizás mi sueño se alargó...»
Suspiré y me cubrí el rostro con las manos. Continuando con el día anterior. La voz de mamá me llamó porque la cena estaba servida. Así que con un nudo de garganta que me obligué a tragar, bajé del segundo piso. Y me los encontré a todos sentados en el comedor, esperando por mí. Invadiendo a mis fosas nasales distintos olores, pero que reconocí tres de inmediato, una mezcla de rosales, vainilla y menta.
Arrugué la nariz al tenerlos concentrados. No fastidiaban, los olores eran tenues aunque estuviera cerca, pero ya lo habían desprendido por toda la casa.
«Si existiera una remota posibilidad de que todo esto era real… Entonces ellos no serían mi verdadera familia, aunque se parecieran».
A pesar de esos pensamientos, me senté en la silla y como un sentimiento contradictorio, en mi pecho se instaló la sensación de paz y sentido de pertenencia. Como si mi cuerpo ya hubiera procesado que era correcto estar allí.
Durante la cena no tocamos acerca de mi tema, lo cual agradecí mentalmente. Sin embargo, se habló de cualquier cosa en realidad. Recordando anécdotas que poco a poco llegaron a mi mente a medida que relataban y los hacía míos.
Eliana mencionó que ya quería ver al tío Charlie, ya que no lo había visto desde hacía tres años. Lo cual por un momento me descolocó. Y mamá al ver mi rostro fruncido, añadió que así le decíamos a Charlie de cariño.
Pero eso no fue lo que me extrañó, pregunté cuando fue la última vez que visitamos el pueblo, ya que en mi realidad se suponía que veníamos cada año.
Papá me contestó que no pudimos vacacionar en Forks debido a asuntos del trabajo que los retrasaron, la segunda vez fue porque Eliana se contagió de una enfermedad viral y no querían hacerle pasar el agite del viaje. Y de la misma manera pensaron no viajar ese año debido a mí, pero decidieron hacerlo por las palabras de él.
Entonces tuvo algo de sentido el sueño que tuve. De lo que supuestamente dije en aquella carta que se lo dirigía a alguien.
Cada una de esas veces las recordé como memorias perdidas. Recordaba el sentimiento de tristeza al no poder ir a Forks en esos años. Sin embargo, todavía no recordaba del todo el estado en que me encontraba antes de “irme”, según ellos.
Después de la cena, agradecí y me mandaron a descansar. Lo cual obedecí de inmediato porque aún palpitaba de dolor mis nudillos. Necesitaba otra vez procesar a solas lo que había escuchado.
Otro matiz diferente era el hecho de que en mi realidad, los tres años que perdí aquí, no los hice allá.
Intenté dormir lo más rápido posible, creyendo que con eso aumentaría la posibilidad de despertar de una vez por todas y abandonar el extraño sueño lúcido.
Alejé mis manos del rostro y observé a un origami que tenía forma de estrella.
Obviamente no funcionó como esperaba, continuaba allí, como si ahora esa fuera mi… realidad.
Si rozaba mis nudillos con algo, volvía a sentir el dolor. Siendo una evidencia de que mi cuerpo no era etéreo o con el que podía atravesar cosas por el. E incluso… Soñé dentro del sueño. ¿Era posible eso? Más que un sueño, fueron recuerdos que mi mente poco a poco recopilaba hasta ordenarlos.
Varios toques en la puerta hicieron que espabilara de mis revueltos pensamientos, giré la cabeza para encontrarme con la cabeza asomada de Eliana.
—¡Lia! Estás despierta. —Sonrió y terminó de entrar al cuarto. Trotó hasta mí cama y dio un salto para terminar sentada a un costado de mí.
Sonreí ante su ocurrencia y mi corazón se enterneció. De alguna manera me sentía mucho más conectada con ella, mucho más de lo que recordaba en mi realidad.
Elevé las manos para hablarle, estando todavía acostada.
「 ¿Qué sucede enana? Para que irrumpas en mi habitación. 」
Eliana bajó la cabeza sonriendo. —Escuché en la cocina a mamá hablar con el tío Charlie. Bella se alegró mucho de que volviéramos, así que en una hora estará aquí. Quería preguntarte si puedo ir con ustedes… —solicitó esto último jugueteando con sus dedos tímidamente.
Mi corazón podría haberse paralizado. No me terminaba de acostumbrar a esos nombres… ¿Y decía que Isabella vendría por mí?
Dios mío, eso no podía estar pasando.
—¿Lia?
Desperté del manojo de pensamientos y me concentré otra vez en la carita de Eli, que había alzado la cabeza al no recibir respuesta de mi parte. Sus iris avellanas me miraban atentamente, con las pupilas dilatadas de expectación.
Relamí mis labios nerviosamente. Barajeé las opciones de si era buena idea de que Eliana fuera conmigo en tal caso de que en verdad Isabella vendría…
「 Claro. Puedes venir. 」
El semblante de Eliana cambió por completo a uno radiante que me conmovió. Creo que no podría negarle nada a esta niña. Sonrió con sus ojitos brillosos y se abalanzó a darme un abrazo. Siendo recibida por su aroma característico a vainilla.
—¡Gracias Lia! Te prometo que no seré una molestia para ustedes. —Sentí la presión de sus labios en mi mejilla y se separó.
«Ay, no llevo ni una semana aquí, y ya encontré mi debilidad».
Asentí y acaricié su cabellera que estaba recogida en un moño alto.
「 Entonces sal de la habitación para arreglarme. 」
Eli asintió entusiasmada y corrió para salir. Cuando permanecí sola otra vez, suspiré. Podría ser o no ser una buena idea. Pero prefería sentirme a gusto en presencia de alguien que conocía tanto físicamente como mental, que permanecer a solas con Isabella Swan.
Y en poco tiempo la hora de espera se esfumó. Estaba sentada en la banca colgada en el porche a un costado de la puerta, junto a mi estaba una muy linda Eliana, todavía con la coleta y una ropa que la abrigaba completamente. El clima ese día se sentía más frío de lo normal.
Mi corazón latía frenéticamente, estaba rogando que no fuera aquella Isabella Swan que hasta hace tres días leía su historia cómodamente en la cama de mi habitación.
Mordí mi pulgar y moví mi pierna de arriba abajo. Eliana parecía notar mis nervios, porque acariciaba mi pierna suavemente, como dándome ánimos.
«Ah, te adoro niña».
Y pronto, a lo lejos vi un auto de lujo acercarse, muy diferente a la camioneta roja que esperaba. Me había aprendido su marca, siendo un Volvo C30 de color oscuro. Reconocí a quien pertenecía ese auto.
«Mierda, lo que estaba intentando negar fervientemente, me iba a explotar en la cara».
El auto se estacionó frente a nuestra casa y sentí que me iba a dar un colapso. No pensé en nada relevante por si acaso. Mi rostro en el exterior se mostraba con el ceño fruncido, a pesar de que mi corazón iba como loco.
Pero solo bajó de lado del conductor Isabella Swan. La misma Isabella Swan que innegablemente pertenecía a un libro que estaba leyendo. Su rostro demasiado pálido, con forma de corazón, su castaño cabello liso que caía por sus hombros, delgada, de pómulos prominentes y labios un tanto regordetes.
Ella nos observó y sonrió desde la distancia, empezando a rodear el auto.
Eliana se levantó de un salto al reconocer a la castaña.
—¡Bella~! —gritó eufórica mi hermana, mientras corría con los brazos abiertos para el encuentro.
—¡Eliana~! —imitó del mismo modo, abriendo los brazos para recibirla con gusto.
Las vi abrazarse con familiaridad desde la distancia. Di un vistazo al auto con recelo.
«¿En verdad vino sola?»
Comencé a levantarme con cuidado y mantuve preparado mi aparato especializado para hablar con las personas si no entendían el lenguaje de señas.
Isabella elevó la cabeza y sus ojos color chocolate se fijaron en mí, me regaló una sonrisa entusiasmada.
—¡Emilia! —Mi hermana se separó con cuidado y se apartó para darnos espacio. Isabella se acercó lo restante y me envolvió con sus delgados brazos.
Arrugué levemente la nariz al percibir el aroma del cítrico de la naranja, a la vez que un tenuemente olor agradable a chocolate, pero de inmediato supe que ese último no le pertenecía a ella.
Ella se separó y esperó a que hablara con mi aparato.
—Hola Isabella —la voz casi natural de una mujer sonó en el altavoz.
Isabella arrugó el entrecejo. —¿Isabella? —Sonrió ladinamente. —¿Desde cuándo soy Isabella?
Ladeé la cabeza. —¿Desde que te pusieron ese nombre? —Intenté hacer una expresión que indicara que estaba bromeando.
Lo cual resultó porque ella se rió y escuchamos la risita de Eliana. Eli quiso intervenir para ahorrarme las explicaciones. Con esa pregunta intuí que mi… otra yo, utilizaba el diminutivo de Bella, como en la novela.
Eliana agarró la mano de Isabella para llamar su atención. —Es una larga historia, pero en resumidas cuentas, Lia perdió la memoria y ahora está recordando poco a poco.
Sí, esa era otra cosa. Entre nosotros acordamos que para los demás perdí la memoria porque sería difícil de explicar lo que realmente sucedió.
Lo cual, en lo personal, ni yo misma entendía lo que pasaba. Así que si alguien me preguntaba, no lo sabría explicar.
Isabella me miró sorprendida. —¿En serio? Que terrible. ¿Cómo pasó? —Ella tiró de la mano de Eliana y la dirigió a la parte trasera del auto.
Yo por inercia me senté en el copiloto, siendo invadida de golpe por el aroma de chocolate que estaba un poco más intenso allí. De algún modo me relajó, y fruncí el ceño ante eso. Le di una mirada a Eliana, asintiendo para darle permiso a que continuara por mí con la explicación.
Una vez que Isabella se sentó en el piloto y encendió el motor. Eli continuó—: Un accidente. Un ladrón le iba a robar y para noquearla, le pegó en la cabeza. Para cuando despertó, había perdido de manera temporal sus memorias. Pero ahora estamos trabajando para que las recupere. Por eso decidimos venir, para que se relajara.
«Si, precisamente no me siento relajada, aunque extrañamente ese olor está ayudando. Me encanta el chocolate».
—Vaya, que mala suerte Emilia. ¿Pero estás recordando poco a poco, no?
Asentí en respuesta. Y comencé a teclear una pregunta para saciar mi curiosidad. —Es un auto muy lujoso, ¿es tuyo?
Isabella me miró un momento y sonrió, regresando la vista a la carretera. Tenía esa mirada de enamorada y risueña. Lo cual encogió mi corazón.
«Por favor, que no sea lo que estoy pensando».
Continuaba en un estado de negación a pesar de que todo parecía tan evidente.
—Es de mi novio.
Mi respiración se paralizó. —¿Tú novio? —E intenté hacer la expresión de asombrada. Lo cual funcionó, tenía facilidad en representar una emoción de forma facial. Una memoria que recuperé hace poco, se trataba de un momento en el que mi papá me dijo que debía aprender actuación porque era muy buena en ello. Después de ese comentario le lancé una almohada porque obviamente sería un sueño frustrado. Y tampoco me interesaba.
—¿Ya tienes novio? —inquirió sorprendida y curiosa mi hermana. —Vaya, primero que Lia. ¿Cómo se llama? Debe ser muy rico y te debe querer mucho para prestarte un auto así.
Isabella se rió ante el repentino interrogatorio de mi hermana. —Sí, ya tengo novio. Lo conocí cuando me mudé a Forks. Fue… —Frunció levemente el ceño, seguramente recordando esos momentos. —Difícil al principio, pero ahora estamos bien. Se llama Edward Cullen —suspiró en lo que reconocí de forma ensoñadora y enamorada.
Y al escuchar ese nombre, cerré los ojos.
«No por favor, esto no puede estar pasando. ¿De verdad estoy atrapada en el mundo de Crepúsculo? ¿No estoy simplemente soñando con ellos porque leí toda la semana su saga?»
Al pasar de manera leve el pulgar por los nudillos de mi mano magullada, apreté los labios. Si presionaba los nudillos, percibía aún el dolor.
«No, esto no debería estar pasando. Es imposible. Yo, yo debo intentar algo más. Algo que me haga reaccionar».
Y una idea brilló en mi cabeza. Giré la cabeza a mirar a Isabella, que se había entretenido hablando con Eliana.
«Podría pedirle a Isabella que me golpeé con el auto, me de una cachetada en la mejilla o algo. Lo que sea vendría bien».
Mordí mi labio y con dedos temblorosos tecleé con cuidado cada palabra. Releí varias veces el texto y cuando iba a presionar enviar. El tono de una llamada me sobresaltó.
—Oh, disculpen. Es Edward. —Se orilló a un lado de la carretera para contestar. —¿Sí cariño? —Cualquier cosa que le estaba diciendo, la hacia fruncir el ceño con confusión. —Pero, ¿por qué? Te dije que iba a salir con unas amigas. No quiero arruinar la salida —suspiró y bajó el teléfono—. Chicas, Edward nos invita a almorzar en su casa. ¿Les gustaría ir?
Eché un vistazo a Eliana. Lo que quisiera mi hermana, yo lo aceptaría. Ella asintió fervientemente con una sonrisa. —Me gustaría conocerlo.
Isabella se rió y me miró. Terminé asintiendo. Ella elevó el teléfono de nuevo a su oreja. —Te sales de nuevo con la tuya. Ya vamos para allá. —Cortó después de escuchar su respuesta. —Lo siento chicas, no sé qué le picó de repente. Las iba a llevar a Port Angeles, pero parece que tendremos cambio de planes. —Frunció el ceño, probablemente pensando en el comportamiento repentino de Edward.
Suspiré y borré lo que había escrito.
«Mierda, no quería conocer tan rápido a los vampiros».
∘◦❁◦∘
Mi cara al ver las acciones impulsivas que quería hacer Lia 😳 habría terminado en tragedia si lo llevaba a cabo jajaja
ª ya van a aparecer los vampiros *gritos fangirl*
¿Una nueva teoría a partir de este capítulo? Jajajaja.
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