Capitulo 28
Hyunjin tenía que admitir que ya se estaba acostumbrando a la sensación que le producía ver a Changbin alrededor de su casa. Justo como ahora, cuando al salir de la ducha podía sus ropas, descuidadamente dispersas, sobre su cama, dándole un toque de complicidad a su relación, sonando casi a convivencia. Estar cómodo viendo cosas ajenas en su habitación tenía ese significado. Changbin ya era parte de su apartamento, de su vida y eso le daba una sensación de bienestar que estaba empezando a resultar demasiado agradable.
Dejó de sacudir su cabello con un suave suspiro, colgando la toalla de uno de sus hombros para dirigirse a la cocina. Una vez allí, tomó las cervezas más frías de la nevera y se dirigió a donde sabía que Changbin lo esperaba, probablemente demasiado distraído como para notar su presencia.
Y en efecto. El menor estaba acostado en el sofá. Sus piernas desnudas se sacudían suavemente al ritmo de una melodía que probablemente sonaba solo en su mente. Algo en su celular parecía captar por completo su atención, haciéndolo lucir concentrado. Su mirada estaba fija en la pantalla y sus labios apretados en una expresión que, contrario a lo que se espera de un hombre concentrado, lucia tierna, absolutamente adorable.
La presencia de Hyunjin atrapó su atención cuando este estaba a solo unos pasos, haciéndolo alzar la vista. Su expresión se volvió rápidamente picara, pero Hyunjin ya sabía que eso era algo intrínseco de Changbin.
—¿Quieres? —le ofreció un de las cervezas, dejando que el menor lo mirara de pies a cabeza antes de tomarla sin levantarse. Hyunjin simplemente tomó asiento en el suelo frente al sofá, abriendo su lata para beber un sorbo de la fría bebida, descansando su espalda contra el mullido borde del mueble.
—Podrías haberte puesto una camiseta encima de ese torso, ¿sabes? —comentó Changbin, inclinándose un poco hacia él, aun sin renunciar a su cómoda posición en el sofá.
—Y tú podrías haberte puesto pantalones encima de esos boxers. Creo que estamos a mano.
Changbin lo miró con fingida displicencia.
—Yo no estoy en mi casa, ¿Cuál es tu justificación?
Hyunjin giró su cuello para verle, encontrándose con una sonrisa aun pícara y sabionda, en perfecta concordancia con el tono juguetón de sus palabras.
—Si puedes agarrar una camisa de mi armario y usarla, también puedes tomar pantalones.
—Estoy ahorrándote el tener que lavar más ropa —contestó, inmutable.
—¿Ah sí? —Hyunjin se giró hacia él, recostando el brazo con el que sostenía la cerveza al borde del sofá— Según tu lógica... creo que podríamos ahorrar un poco más. —deslizó sus ojos por la espalda del menor, cubierta hasta el inicio de sus muslos con la tela verde pálido de la camisa. Changbin solo abrió su lata, dejando un sutil y breve silencio antes de su respuesta.
—No podría negarte el placer de verme usando solo una de tus camisas y ropa interior. Soy alguien generoso después de todo.
Hyunjin sonrió. No le extraño la arrogancia de sus palabras, sabía que Changbin era así, que desbordaba esa seguridad. Y, sobre todo, sabía que podía darse el lujo de ser así.
Changbin tenía seguridad, pero esta nunca era pedante o excesiva. En cambio, era encantadora. Hacía a Hyunjin sentir cierta madurez en él, al igual que cierto atractivo difícil de definir. Le gustaba esa parte de su personalidad. Como mismo le gustaba verlo con su camisa.
Usualmente Hyunjin era celoso con sus cosas. No habían sido pocas las chicas que habían querido jugar ese juego. Usar su ropa, tratar de lucir encantadoras con camisas o camisetas que casi les llegaban a las rodillas. Tierno, sí. Pero no con sus camisas. Especialmente porque se ponían a hacer tonterías como tratar de preparar comida, corriendo el riesgo de mancharlas.
Sin embargo, si lo hacía Changbin no le molestaba. Changbin nunca había hecho el intento de meterse a su cocina. Solo usaba su ropa luego de bañarse, solo para holgazanear por ahí. Sin llenarlas de olores empalagosos, sin verse ridículo. Todo lo contrario. Su ropa le quedaba increíble. Y Hyunjin tenía que admitir que amaba verlo así, le daba una sensación de posesividad y admiración a las que no quería renunciar. Y aun si se cuidó de decirlo, no podía negarse a sí mismo, que le gustaba sentir que Changbin era, al menos un poco, suyo.
—Muy generoso, de hecho —respondió antes de quitarse las hebras húmedas que caían sobre su rostro. Notó entonces la mirada fija de Changbin sobre sus hombros, un poco distinta, como si esas gotas de agua olorosas a champú le llamaran la atención de alguna manera—. ¿No irás a hacer algo cursi como secar bien mi cabello o algo así?
Changbin rio, sabiéndose sorprendido.
—Para nada. —Bebió casi la mitad de su cerveza antes de ponerla en el suelo. Su mano siguió su viaje hacia la toalla de Hyunjin, tomando ambos extremos y tirando de ella hasta acercar al mayor— Tu cabello me trae sin cuidado, hyun... solo pensé que sería divertido lamer esas gotas de agua sobre tus hombros... de hecho... me dieron ganas de morder tus hombros.
—Suenas agresivo —sonrió Hyunjin.
—¿Te molesta?
—Para nada.
—Es bueno saberlo. —Changbin lo soltó, volviendo a acomodarse en el sofá— Por cierto... —dijo de repente, como si esas palabras llevaran ya un rato atoradas en él— hay algo que quería preguntarte.
Esa simple oración bastó para crear una leve expectación, una casi incómoda, que los envolvió a ambos en un breve silencio. Entre ellos no solían haber "cosas que preguntar". Ya todo sobre el sexo había quedado claro, las charlas eran tranquilas y superficiales, nunca nada íntimo, nunca nada que pudiera hacerles sentir algo más que deseo por el otro.
Así que Hyunjin lo miró con inevitable curiosidad, sintiendo un pequeño apretón en su pecho ante la curiosidad y el ligero temor. Sin embargo, quiso quedarse tranquilo. Changbin conocía esos límites, ¿no? Él no preguntaría nada demasiado personal.
Sostuvo la mirada del menor, quien desvió la suya, tímido, tomando a Hyunjin por sorpresa.
—Dime —contestó el mayor.
—Es sobre tus novias... sé que has tenido muchas... así que... me preguntaba —Se aclaró la garganta, tal vez notando lo extraño que se estaba volviendo el tono de su propia voz— ¿Por qué tantas relaciones?
La pregunta fue dicha con un poco más de aplomo, pero, aun así, su mirada no volvió a los afilados ojos del mayor, se quedó vagando en el vacío, en los irrelevantes detalles de la habitación, como si no supiera qué reflejar en su mirada si estas llegaban a cruzarse.
—¿Por qué quieres saber? —dijo finalmente Hyunjin y Changbin dudó. ¿Por qué? ¿Por qué lo quería saber? No debería importarle. Él no era una de esas novias. A él no le importaba si las cosas terminan de repente. ¿O sí?
—Curiosidad.
—Pues... —Hyunjin se terminó su cerveza antes de seguir hablando, como si aprovechara esos gestos para pensar sus palabras. Changbin pudo notar en él el tono de quien se prepara para dar una respuesta complicada y supo que era idiota por estar tan ansioso, tan nervioso— El problema es más simple de lo que puede parecer a primera vista.
—¿Cómo puede algo simple llevarte a romper con tantas chicas? —Ya en la mente de Changbin estaban surgiendo un montón de hipótesis distintas, cada una más descabellada que la anterior. Hyunjin sonrió con amargura, acariciando con una de sus manos la nuca de Changbin, enredando las puntas de sus dedos en los cortos cabellos de la parte de atrás de su cabeza, suave, cariñoso.
Changbin sintió que estaba tratando de suavizar una fea verdad.
—Me gusta el sexo. Creo que eso ya lo sabes —dijo con simpleza—. Así que... eso era esencialmente lo que buscaba en cada relación. Sexo. Sin embargo, no siempre lo obtenía. Después de los primeros días, empezaban las justificaciones, los conflictos, era... no sé. Nunca logré entender bien lo que las chicas querían en una relación. Así que... simplemente iba a buscar el sexo a otro sitio. O rompía con ellas...
—¿Les eras infiel? ¿A eso te refieres con buscarlo en otro sitio?
—Solo era sexo. —Hyunjin se encogió de hombros, esta vez era su mirada la que estaba fija en cualquier otra cosa, en el cabello de Changbin, en los relieves de la camisa, en las motas de polvo en el sofá. En lo que fuera, menos en los ojos inquisitivos del mas bajo— Si no podían darme eso, entonces estaban de más.
Se preguntó entonces por qué nunca antes se había sentido tan mal al hablar de ese tema. ¿Por qué ahora le resultaba tan incómodo, como si tuviera que medir sus palabras para suavizar algo que él perfectamente sabía que iba a sonar mal, lo dijera como lo dijera? ¿Tanto le preocupaba lo que Changbin pensara de él?
—Solo sexo es lo que tenemos tú y yo, Hyunjin... esas eran relaciones.
—Lo sé... —Hyunjin se atrevió a mirarlo, luciendo extraño, ambos lo estaban— Saber eso... ¿Te molesta?
Changbin sacudió su cabeza.
—No... Solo quería saber. Ese tipo de cosas —dejó salir un suspiro, tratando de relajar esa presión tan extraña que sentía en su pecho—, no me importan en lo más mínimo.
Hyunjin sonrió. Una sonrisa pequeña y de labios apretados. Changbin sabía que las cosas estaban extrañas, sabía que había algo ahí entre los dos que acababa de apagarse. O, al menos, así lo sentía él. Lo sentía bajo su garganta, dentro de sus costillas, le apretaba, le dolía, de una forma en la que hacía mucho tiempo no le dolía nada. ¿Qué emoción sería esa? ¿Y por qué demonios estaba sintiendo algo así?
De repente, la idea de saber que Hyunjin podría estar con otra persona si algún día él no estaba disponible se materializó en su mente. Lo pensó, y su pecho apretó aún más. Hyunjin se sintió de repente como algo tan ligero, tan difícil de sostener. Podía hacer eso, o podía decirle que simplemente ya no quería seguir, que ya estaba cansado de tener sexo con él. Podían pasar tantas cosas. Sin embargo, ellos no tenían una relación. Eso no tenía que importarle. Nada. Absolutamente nada debía importarle.
Y, sin embargo, lo hacía.
Dejó caer su cabeza entre sus brazos, tratando de relajarse. Aun podía sentir una de las manos de Hyunjin acariciando sus hombros, apretándolo suavemente, como si pidiera perdón por algo. Pero Changbin estaba confuso. No tenía nada que perdonar, sin embargo sentía que sí. Esa "no relación" se sentía cada vez más como lo opuesto, pero ya todo era tan borroso que había dejado de entender.
Solo sabía que la idea de que Hyunjin lo abandonara, como a todas esas chicas, le dolía. Le daba miedo, aun si no debería. Sin embargo, no podía decirlo. No podía solo pedirle que no lo hiciera porque no tenía el derecho.
Y porque Seo Changbin no suplicaba. A Seo Changbin no le importaba, no se ataba a nada. Y eso no podía cambiar o el único lastimado sería él.
Así que envolvió su miedo en una mentira y se esforzó por tragarla. Si Hyunjin quería sexo, y él también, solo tenían que hacerlo, ¿no? El sexo lo mantendría todo en equilibrio, lo encubriría todo. Emociones, miedos, dudas... protegería su corazón como una coraza. Changbin lo sabía porque ya llevaba años usando el sexo como un escudo. Esta vez no tenía por qué ser diferente.
Si Hyunjin necesitaba sexo para quedarse, pues él simplemente tenía que dárselo.
—Hyun... —buscó su mirada, esperando a que Hyunjin alzara la vista de lo que sea que haya en su espalda que lo ha hecho distraerse al punto de mordisquear levemente su labio mientras lo acariciaba— ¿Por qué no usas tu lengua?
—¿Mi lengua? ¿Dónde? —Hyunjin lo miró, detraído, pero la sonrisa de Changbin bastó para hacerle entender.
—Sabes muy bien dónde.
Y eso bastó para borrar la preocupación del rostro de Hyunjin. Ambos de nuevo en la misma página. Esa que repetía "es solo sexo" una y otra vez, hasta el final, hasta llenarse con la misma frase y perderse en el infinito.
Aun si ambos ya habían entendido claramente que no, ya no era solo sexo.
—Tal vez no lo sé... —Hyunjin abandonó su expresión preocupada para mirarlo con una perezosa lascivia. La cerveza fue olvidada en el suelo y una de sus manos se coló debajo de la camisa, explorando la cálida piel, solo deslizando sus yemas, permitiéndose disfrutar de esa textura de la cual aún no se cansaba y seguía buscando, sin temor a parecer necesitado.
—¿Necesitas que lo diga entonces? —Changbin solo sonríe a la vez que sus dientes atrapan su labio inferior y lo torturan un poco, buscando contener su necesidad. Apoya su pecho en el sofá y deja que sus dos manos vayan al elástico de sus boxers, mete sus pulgares y basta con levantar un poco sus caderas para empujar la prenda, deslizarla hacia sus muslos, aun provocando a Hyunjin con esa sonrisa sugerente— ¿O basta con esto para que entiendas?
—Creo que ya voy captando.
La voz de Hyunjin se tornó baja, rasposa y Changbin se dejó llevar por lo que ese sonido producía en él. Era fácil perderse en eso. En la sensación de aquellas manos sobre su piel. Manos ásperas de usar armas y pelear. Y en esa voz, imponente, hecha para ordenar, difícil de desobedecer. O la mirada que iba de cero a cien grados en segundos, demasiado sensual, como si hubiera filo en esos pequeños ojos negros. Hyunjin era alguien en quien podía desaparecer, al igual que sus preocupaciones. Así que solo metió sus manos bajo su propio cuerpo y mantuvo sus caderas así, entregándose con una sumisión que no dejaba de ser provocativa, tentadora.
Hyunjin se subió al sofá. Se apoyó en sus rodillas y sus manos fueron recorrer más de esa piel. Inclinándose sobre él para dejar un primer y húmedo beso en su cuello, uno que hizo que toda la piel de Changbin se erizara y ahogara, en los cojines, un imperceptible gemido.
A ese beso le siguieron otros, muchos, cada uno más ansioso y apresurado que el anterior. Cada uno más lejos, perdiéndose en el camino que marcaba su columna, en el leve surco que creaban los músculos a lo largo de su espalda. Changbin quiso maldecir, pues cada beso era más peligroso que el anterior. Lo llenaban, haciéndole preguntarse en qué momento Hyunjin habría llegado a conocer su cuerpo así de bien.
—¿Qué sucede? —una caricia sobre la base de su espalda lo hace estremecerse y no necesita mirar a Hyunjin para saber que luce complacido, puedo oírlo en su voz— ¿Eso se sintió bien?
Y no va a negar que le gusta. Últimamente nada le gusta más que eso.
—Sí... —contestó con un hilo de voz, separando un poco más sus piernas, consciente de lo vulnerable que luce así, sobre su pecho y rodillas, entregándose— Pero quiero más...
—Ya sé que quieres más, bebé —murmura Hyunjin, dejando más besos, hasta que la suavidad su sus glúteos le tienta en los labios y puede sentir como la piel de Changbin aun huele a jabón y a crema. Una mezcla que no llega a ser dulce pero que, aun así, le da deseos de morder. Y lo hace. Hunde sus dientes, con refreno, en la carne suave y la espalda de Changbin tiembla, vibra, al igual que su garganta—. Suenas tan bien cuando gimes así.
Su elogio hace a Changbin bufar y esconder su rostro entre sus brazos. Hyunjin sabe que no le da vergüenza oír esas, cosas, en cambio, le gustan, aun si finge que no.
—¿Lo harás un poco más para mí? —acaricia sus nalgas, separándolas levemente antes de deslizar su lengua a lo largo del nuevo espacio que acaba de revelar. Changbin no contesta, no le da tiempo a hacerlo antes de que un nuevo gemido escape de sus labios, más alto y húmedo, sorprendido, sacando esos tonos agudos que puede tener su voz— Gracias. —murmura Hyunjin, burlón, antes de hacerlo de nuevo. Su lengua se hunde y se pierde. La saliva gotea, abundante, después de retozar en su perineo, comenzando a recorrer el camino que dicta la gravedad, a lo largo de los duros muslos de Changbin. A Hyunjin le suena aquello como música, incitante y sensual. Por lo que no escatima, se esmera. Sus labios y lengua consienten el lugar donde sabe que después va a tomar lo que quiere. Changbin se siente como un terremoto bajo sus manos y eso le gusta, le encanta. Le vacía la mente y le llena los pantalones.
—Hyun. —el tono suplicante de Changbin le da deseos de ser cruel y jugar más. Sin embargo, no va a engañarse a sí mismo. Changbin tampoco le va a permitir divertirse cuando realmente desea algo.
—¿Ya?
La respuesta es un asentimiento. Ojos húmedos y labios rojos, hinchados y brillantes. Changbin se aparta para acercarse de nuevo. Se aferra a él, a sus labios y lo besa como si fuera Hyunjin quien tuviera todo el oxígeno el mundo. No hay pausas en sus movimientos, ni cuando se sube al regazo de Hyunjin, ni cuando corre un poco sus pantalones, lo suficiente para liberarlo y sentirlo entre sus nalgas. Changbin siempre toma lo que quiere, cuando quiere y Hyunjin nunca se sintió en la necesidad de detenerlo.
Solo deja caer su cabeza hacia atrás cuando siente el peso de Changbin sobre su miembro. Cuando se hunde en él. Sus manos se aferran a las caderas breves pero firmes y no puede evitar gemir. Sus ojos están cerrados pero puede oír a Changbin reír, agitado, antes de sentir que besa su cuello, y sonríe contra la vibración de su garganta.
—Muévete —Ahora es él quien suplica, aun si su voz todavía tiene un leve tono impositivo. Changbin no se hace esperar y sus muslos tiemblan al levantarse. Hyunjin pasa de agarrarlo a envolverlo. Lo ayuda y muy pronto solo se oye el sonido obsceno de sus cuerpos. Sus gemidos chocan en los labios unidos y sus voces suenan ahora un poco rudas, perdidas, sin delicadeza alguna.
Se siente tan natural. Tan correcto. Y, maldita sea, tan placentero.
Hyunjin sabe que ya no podrá resistirlo mucho más. Muerde el labio de Changbin antes de estirar de nuevo su cuello hacia atrás. El menor quiere quejarse pero le deja de importar cuando abre los ojos y lo ve, con su ceño fruncido, su cabello desparramado en el respaldo del sofá mientras gime. Sin pudor. Sin control. Dándole deseos a Changbin de besar esa garganta agitada, esos hombros amplios y esos labios, tan rojos ahora como los suyos.
Hyunjin es tan sensual que duele. Sus gemidos calan en los oídos de Changbin y desatan su orgasmo a un punto tan brutal que es imposible de contener. Hyunjin puede sentirlo en su abdomen. Salpica hasta su pecho y le gusta, le encanta saber que pudo hacer a Changbin llegar primero. Se deja ir entonces, siente su propio semen llenar los apretados espacios dentro de él y lo oye gemir más alto, casi gritar, abrumado por la sensación.
No había nada mejor que eso. Nunca lo habría.
Sus manos acarician la espalda del mas bajo cuando este se desploma sobre él. La respiración de Changbin hierve, como vapor, pero está bien. A Hyunjin no le molesta ese calor. Sostiene su mentón y lo besa. Suave, dejándole pequeños espacios para respirar cómodamente antes de devorarlo de nuevo. Quiere decir tantas cosas en ese momento. Tantas. Las mismas que quiere decirle cada noche, tal vez algunas más.
Pero sabe que no debe. Así que solo lo besa. Sin contarle lo mucho que brinca su pecho cada vez que lo besa. O lo tiene en sus brazos. O lo toca. Sin contarle lo feliz que se siente cada vez que lo tiene así de cerca. Sabe que no puede decir eso. Sabe que, después de todo, es solo sexo.
—Eso estuvo genial —dice, a cambio y Changbin solo sonríe, aun sin aliento, besando sus labios una última vez.
No tiene forma de saber que Changbin también tiene cosas que quisiera decirle.
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