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Capitulo 13

Una vez estuvieron de vuelta en la estación, Felix ni siquiera comentó algo antes de salir del auto y entrar al edificio con paso urgente. Parecía ansioso por hacer algo y fue esa la gota que colmó el vaso del menor. Felix estaba actuando demasiado raro y Hyunjin averiguaría porqué en cuanto estuvieran a solas de nuevo.

Siguió pensando en eso mientras subía las escaleras, jugueteando con la gorra entre sus manos, ansioso por tomarse un breve descanso antes de entregar el reporte de su turno. El calor de su uniforme solo incrementaba ligeramente su fatiga, haciéndole desear una bebida fría y un poco de tiempo a solas con el aire acondicionado antes de continuar con su trabajo.

Sí, ese era un buen plan.

Sin embargo, mientras caminaba por el pasillo, rumbo a la máquina expendedora, un destello azul claro se cruzó en su camino, haciéndolo distraerse por un instante. Ese color, ese azul celeste de un tono tan suave y fresco, era demasiado familiar como para ignorarlo.

Era su camisa, ligera y feliz, ceñida a un cuerpo que no era el suyo aun si parecía haber sido confeccionada para estar en él. Changbin fue directo a la máquina expendedora, ignorando su presencia mientras compraba un café y tarareaba alguna canción, meneándose ligeramente. Alegre y tranquilo, como era usual. Aunque, si bien Hyunjin nunca antes se había detenido a mirar dos veces a Changbin, ahora era imposible no hacerlo. Especialmente si se paseaba por la oficina usando ropa suya, con su cabello un poco desarreglado aún, pequeñas marcas rojizas dispersas en su cuello, ocultas tras el ligero exceso de tela. Era incapaz de ignorar a alguien que tenía marcas suyas por todas partes, como si le perteneciera, solo un poco.

Así que se acercó sin que Changbin se percatara, parándose detrás de él. Buscando el momento perfecto para darle un pequeño susto. Sin embargo, Changbin tomó su lata de café y se enderezó con calma, moviéndola de una mano a otra para evitar sentir el calor directamente en su piel.

—¿No le han dicho que es de mala educación acechar a las personas, oficial Hwang? -Se giró a verlo, esa sonrisa juguetona en sus labios, como si supiera que con solo elevar una de sus comisuras se volvía demasiado provocativo.

—Hola. -Hyunjin contestó, sin realmente lamentar mucho el que sus planes no fueran exactamente según lo que había pensado.

—Hola. -Changbin le siguió el juego, sosteniéndole la mirada.

—Creo que tienes algo que me pertenece. -Hyunjin rozó ligeramente el cuello de la camisa, alzando una de sus cejas.

—Puede ser... ¿La quieres de vuelta?

—Ya te dije que era una camisa importante.

—No lo dudo -Changbin finalmente abrió la lata y bebió un pequeño sorbo-. ¿Quieres... acompañarme a cambiarme?

Hyunjin no pudo evitar morder ligeramente su labio ante la sugerente invitación. Usualmente algo así no bastaría para provocarlo, pero ya sabía que Changbin tenía un "algo" especial. Una sutileza en esa sensualidad que se desbordaba, el juego entre una inocencia apenas palpable y una sexualidad ansiosa por desbordarse. Era incitante y Hyunjin amaba lo incitante, amaba gastar su energía en juegos como ese. Changbin parecía entenderlo, o, al menos, funcionaba bajo el mismo código. Ambos conscientes de lo que querían y cuándo lo querían, resonando en la misma sintonía.

—Te sigo. -Contestó, separándose de la máquina expendedora e indicándole a Changbin que guiara el camino con un gesto de su mano.

—¿Podrían ser un poco menos obvios? -Se quejó Chris para sí mismo, observando la escena desde el otro lado de las ventanas de vidrio del archivo. Dejó salir un suspiro y sacudió su cabeza en negación antes de devolver sus ojos a los papeles que estaba ojeando. Recostó su espalda a la pared, permaneciendo de pie junto a uno de los enormes gaveteros donde estaban almacenados los archivos de los distintos casos y los expedientes criminales.

Su concentración se vio interrumpida al ver que alguien más entraba en la atestada oficina que más bien hacía las veces de almacén.

—Lee. -Saludó, conciso y breve. El recién llegado le devolvió la mirada con cierta sorpresa.

—Bang... no me había fijado que eras tú. -Se acercó, directo a navegar entre el mar de carpetas y documentos, obviamente en búsqueda de algo.

—No es usual que yo esté aquí... tampoco tú. -Chris siguió con la vista fija en lo que revisaba, dejando que Felix buscara por su lado.

—Solo necesito revisar algo en un expediente viejo. A Ya deben haberlo traído. ¿Cuál es tu justificación?

—Ahora estoy en libertad condicional. -dijo, refiriéndose a su nueva ubicación laboral.

—Oh.

—Sí.

El silencio se instauró rápidamente, dado que ninguno de los dos era realmente de hablar mucho. Aun así, seguían pendientes de la presencia del otro. Felix se percató de cada hoja que Chris pasó mientras leía, a la vez que éste notó cada gaveta que abrió, cada suspiro de frustración que dejó salir al no encontrar lo que buscaba.

—Y... ¿Cómo les fue a esos dos? -dijo Chris finalmente, empleando el único tema que ellos dos podían tener en común para conversar.

—¿Quiénes? -Felix lo miró desde el suelo, agachado frente a la más baja de las gavetas, su cabello ligeramente lleno de partículas de polvo y papel viejo.

—Esos dos... -Chris señaló con su cabeza hacia afuera, aun si ya no había rastro de los susodichos-. Changbin y Hyunjin.

—Ah, ellos -Felix pareció caer en cuenta solo hasta ese momento-. Pues, no sé, no tuve oportunidad de preguntarle a Hyunjin.

—Estuviste toda la mañana a solas con él en un auto. ¿Qué otra cosa podías hacer además de hablar con él?

—Estaba distraído -respondió Felix, escueto.

—Bueno... y, aun así, ¿no sabes nada?

—No... pero creo que sucedió algo. Hyunjin tenía ese aire extraño. El de alguien que tuvo una buena noche.

—¿Verdad? Yo también vi a Changbin un poco distinto -Chris ladeó la cabeza, pensativo-. Nunca lo he visto usar una camisa para el trabajo, suele usar polos o algo así, más informal. Sin embargo, hoy traía una camisa y su cabello un poco desarreglado.

—Te fijaste en todos los detalles. -Felix dejó caer el comentario con cierta malicia, aun enfrascado en revisar hasta la última de esas carpetas.

—Solo estoy diciendo. No hay que mirar mucho para fijarse en eso. -Chris habló con incomodidad.

—Bueno, aun si se hubieran acostado, no creo que sea algo en lo que debamos meternos.

—No, tienes razón, pero igual quiero saber.

—No quieres ser el único caído en combate ¿eh? -Felix soltó una breve risa.

—Solo fue una vez. -protestó.

—Sí, por supuesto que fue una sola vez. No lo dudo. -El pecoso habló con obvio y divertido sarcasmo.

—No me crees ¿cierto?

—Si te sirve de consuelo, hay varios oficiales aquí que se las dan de hetero y no lo son tanto. Tengo fe de ello.

—No, no me consuela mucho.

—Solo déjalo ser. Si quieres acostarte con alguien solo hazlo, eso no tiene por qué importarle a nadie.

—Me dices eso justo después de preguntar sobre Hyunjin y Changbin. ¿Cómo quieres que me sienta ahora?

—Oh no, en ese caso, es mi deber como mejor amigo averiguar cada detalle. En cuanto mi mente se vacíe un poco me dedicaré de lleno a eso.

Esta vez fue Chris quien sonrió. Después de todo, incluso Felix admitía que el chisme era demasiado jugoso como para dejarlo pasar.

—A todas estas, ¿qué estás buscando? -Chris frunció el ceño al ver que Felix ya había revuelto casi todas las gavetas.

—Un expediente. -contestó, cerrando el último cajón con frustración.

—¿De quién? -Chris se agachó hasta quedar a su altura-. Déjame ayudarte con eso.

—Debería estar aquí, se supone que lo trajeron hace poco, salió de la cárcel hace un par de días.

—Entonces debería estar por aquí -Chris abrió de nuevo la última gaveta-. Esos expedientes los pusieron aquí.

—Lo sé, pero ya busqué de arriba abajo y no lo encuentro.

—¿Cómo se llama?

—Lee... -Felix se detuvo a medio camino al fijarse en la carpeta que Chris había puesto en su regazo al agacharse. La agarró suavemente, leyendo con atención el nombre.

—Lee... -Chris no se percató de nada, solo siguió buscando el apellido Lee entre los expedientes que había allí.

—Lee Minho -dijo finalmente Felix, notando que lo que estaba buscando había estado en manos de Chris todo ese tiempo-. ¿Por qué estabas leyendo su expediente?

Chris se giró a verlo, ambas miradas cruzándose con sospecha.

—La pregunta es, ¿para qué quieres leerlo tú?

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