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Todos habían recibido ya la orden de presentarse en King's Landing y presentarse en la Fortaleza Roja a fin de jurar lealtad al nuevo rey. Sin embargo, ellos ya tenían a su legítima reina, por lo que no pensaban acatar las órdenes de un usurpador.
Rhaenyra y su consejo se encontraban discutiendo sobre lo que podrían hacer para llegar al trono y no tener que causar una guerra.
—Tenemos amigos en las Tierras de los Ríos —dijo el príncipe Daemon—, si bien no todos intentan aún mostrar sus colores. Necesitamos un lugar donde puedan congregarse, una base continental bastante amplia para albergar una tropa considerable y bastante fuerte para resistir ante las fuerzas que pueda enviar el usurpador contra nosotros. —Mostró un mapa a los señores—. Aquí. En Harrenhal.
Así se decidió. El príncipe Daemon dirigiría el asalto contra Harrenhal a lomos de Caraxes, mientras la princesa Rhaenyra se quedaría en Rocadragón hasta recuperar las fuerzas. La flota de Velaryon sellaría el Gaznate, para luego alejarse de Rocadragón y Marcaderiva y cortar el paso a toda nave que entrara o saliera de la bahía del Aguas negras.
—Carecemos de fuerzas para tomar Desembarco del Rey al asalto —dijo el príncipe Daemon—, y nuestros enemigos no tienen esperanza alguna de capturar Rocadragón. Pero Aegon está muy verde, y esos petimetres son fáciles de provocar. Tal vez podamos aguijonearlo para que emprenda una acometida, llevado por un arrebato.
La Serpiente Marina capitanearía la flota, mientras que la princesa Rhaenys la sobrevolaría, a fin de evitar que sus enemigos atacaran sus naves con dragones.
—¿Qué hay de Winterfell? —preguntó uno del consejo Negro—. Su nuevo gobernarte les ha jurado lealtad a los verdes.
Las miradas rápidamente se dirigieron hacia la joven Ofelia Stark, la cual se encontraba en medio de Jacaerys y Lucerys.
—El gobierno de Winterfell es por derecho de mi hermano mayor; Cregan Stark —dijo Ofelia con seriedad—. El hecho de que mi tío continué gobernando, solo significa que mi hermano ha sido amenazado con mi persona. Sin embargo, si regreso a Winterfell, mi hermano no dudará en recuperar su legado y de esa forma ustedes tendrán la lealtad del norte.
—Está claro que en esa disputa podría correr sangre, pero no solo eso... Los verdes podrían tenerte una emboscada —habló Rhaenyra—. Así que enviarte podría ser bastante peligroso.
—Envíame con ella —dijo Jacaerys, al momento en que miraba a su madre—. Vermax ya puede soportar el cuerpo de dos personas y es un dragón veloz, por lo que no sabrán exactamente por donde andaremos —explicó—. Temes que corra sangre, pero si Lord Bennard Stark ve la presencia de un dragón, no le quedará de otra que rendirse.
Rhaenyra lo dudó brevemente porque temía que algo les sucediera, pero necesitaban el poder de Winterfell, así que no le quedaba más opción que aceptar porque sabía perfectamente que su hijo no aceptaría que Ofelia fuera sola o con alguien a quien ella no conociera.
—Está bien. Ustedes volarán hasta Winterfell para obtener el poder del norte —dijo, y Jace sostuvo suavemente la mano de Ofelia—. Sin embargo, si ven que la situación está demasiado complicada y que no hay más opción de lucha. Se subirán en Vermax y regresarán hasta aquí, ¿entendieron?
—Sí —respondieron ambos jóvenes mientras miraban fijamente a su reina.
Rhaenyra, quien todavía dudaba sobre la decisión, les hizo jurar ante un ejemplar de la estrella de siete puntas que cumplirían con su palabra de regresar y no pelear si las cosas se complicaban.
Aegon se había proclamado rey en Pozo Dragón; Rhaenyra, reina en Rocadragón. En Marcaderiva, los barcos de la Serpiente Marina habían zarpado de la Quilla y Puertoespecia para cerrar el Gaznate y cortar la entrada y salida de mercancías de Desembarco del Rey. En Winterfell, la nieve cubría copiosamente los campos y un viento frío aullaba desde el norte. Lord Bennard Stark llevaba a cabo los preparativos para el invierno vinero cuando Jacaerys Velaryon y su sobrina Ofelia Stark aterrizaron aquella tarde. La nieve, el viento y el frío impacientaban a Vermax, por lo que los jóvenes se apresuraron a terminar con sus asuntos de allí.
Lord Bennard salió de la casa Stark para recibir a su sobrina cuando le anunciaron de su llegada. Él creyó que la joven se encontraba acompañada de su futuro esposo; Aemond Targaryen, y que habían sido enviados por la Reina Alicent, sin embargo, tal fue su sorpresa cuando ha visto al hijo mayor de Rhaenyra, un bastardo, sosteniendo la mano de Ofelia.
—¿Qué significa todo esto, Ofelia? —preguntó Bennard, mientras la miraba fijamente—. Se supone que deberías de estar preparándote para tu boda con el príncipe Aemond, pero vienes hasta aquí acompañada por ese —Brevemente calló sus palabras e inmediatamente fijó su mirada en el joven príncipe—, bastardo.
Aquella palabra era la más odiada por Jace y si no fuera porque Ofelia le sostenía la mano para tranquilizarlo, se hubiera lanzado contra Bennard y cortado su lengua por referirse hacia él de aquella manera.
—Tío Bennard. Hemos venido hasta aquí para darte la oportunidad de rendirte y entregar el gobierno del norte a su legítimo heredero; mi hermano, Cregan Stark —dijo Ofelia mientras lo miraba fijamente sin soltar la mano de su amado—. O de lo contrario deberemos de actuar.
—¿Qué es lo piensan hacer dos niñatos? —Soltó una rígida risa que provocó que las personas que estaban de acuerdo con su mandato también rieran.
—¿Dónde está Cregan? —preguntó Ofelia, quien se mantenía firme en su sitio.
—No lo sé y no me importa —confesó—. Desde que le dije que te quedarías en King's Landing por tu matrimonio, se ha ido de aquí.
Ofelia no le creyó porque desde que tomó la gobernación en el norte comenzó a dudar de cada palabra que él mencionaba.
—Entregue el mando, Lord Stark —habló Jace mientras lo miraba fijamente con dureza—. No queremos que corra sangre.
—No crean que pueden venir hasta aquí a amenazarme sin recibir las consecuencias —Bennard desvainó su espada y la aproximó hacia Jace, quien rápidamente ocultó el cuerpo de su amada detrás de él—. Ofelia, todavía puedo enviarte de regreso a King Landing y así continuar con el tratado que hice con los verdes. En cambio, tú, bastardo —dijo mirándolo con asco—. Cortaré tu cabeza y se la enviaré a esa prostituta.
Jace se enfureció demasiado, y estaba a punto de llamar a su dragón. Sin embargo, no hubo falta de que lo hiciera porque en aquel momento, Cregan Stark apareció entre la nieve mientras era acompañado por una gran cantidad de lobos, donde entre ellos se encontraba el lobo de Ofelia; Fehrir.
—Cregan —susurró dulcemente su hermana, y corrió hacia él para darle un gran abrazo—. Me alegra tanto volver a verte.
—¿Te encuentras bien, Ofelia? —preguntó. Su hermana asintió, entonces Cregan miró a Jacaerys—. ¿Usted se encuentra bien?
—Lo estoy —respondió Jace con un tono más tranquilizante.
Cregan se apartó de su hermana menor para así comenzar a acercarse a su tío Bennard, quien todavía se encontraba apuntando con su arma al joven príncipe.
—Cregan. Creí que te habías ido a un largo viaje.
—Así era. Pero afortunadamente encontré lo que tanto estaba buscando —dijo Cregan mientras lo miraba fijamente—. Me tomó unos años, pero finalmente logré encontrarme con la mujer que tenía la respuesta ante la repentina muerte de mi padre y antiguo gobernante del norte; Rickon Stark —confesó, y el rostro de Bennard palideció—. No me sorprendí para nada cuando ella aclaró por completo todas mis dudas.
—No entiendo a lo que te estás refiriendo —dijo su tío mientras intentaba recomponer su compostura.
—Mis sospechas eran ciertas. La muerte repentina de mi padre no fue un accidente —dijo al momento en que sostenía con su mano derecha la espada que Bennard tenía alzada para así bajarla—. Mi padre fue asesinado —confesó, y Ofelia se refugió en los brazos de Jace—. Fue asesinado por usted, Lord Bennard.
—Esas son mentiras —se defendió—. Lo que te ha dicho esa mujer son completamente calumnias hacia mi persona. ¡Yo no maté a mi hermano!
—¿Entonces podría explicarme esto? —De su bolsillo sacó un pequeño frasco que hizo que el rostro de Bennard se retorciera—. Esto estaba entre sus cosas, tío. ¿Sabe lo que es? —preguntó, pero su tío no respondió—. Es un veneno que hace que la salud de quien lo bebiera decaiga rápidamente hasta el punto de matarlo.
La acusación de Cregan había tomado por sorpresa a Bennard, por lo que no tuvo tiempo de defenderse con palabras, así que, en un intento desesperado de acabar con todo eso; Bennard alzó nuevamente su espada y le hizo un corte limpio en el brazo derecho de su sobrino. Ofelia ahogó un grito y Jacaerys sostuvo su cuerpo para que así ella no fuera a interferir. Entonces, Jace pronunció el nombre de Vermax y, segundos más tarde, el dragón soltó un rugido mientras se posicionaba detrás de su jinete.
—Ríndase, Lord Stark —dijo Jacaerys con seriedad, quien continuaba sosteniendo el cuerpo de la joven Ofelia—. Si lo hace, ignoraré esta disputa y lo dejaré vivir.
—¡Me niego! —gritó Bennard e intentó una vez más atacar a su sobrino, pero Cregan fue más rápido y le quitó la espada para así colocarla sobre el cuello de su tío—. ¡Ustedes traidores no merecen vivir!
—Aquí el único traidor es usted, tío —dijo Cregan, al momento en que miraba a las personas que lo acompañaban—. Al igual que todos ellos.
—¡Púdranse todos ustedes! —gritó—. ¡Todos ustedes arderán en el infierno!
Bennard intentó quitarle la espada a su sobrino, pero aquello causó que este le terminara realizando un gran corte en su cuello, por lo que el Lord Stark cayó al suelo, llevó sus manos hacia su cuello y miró suplicante a sus sobrinos para que estos lo ayudaran. Sin embargo, ya era demasiado tarde. Lord Bennard Stark falleció aquel día y Cregan Stark se hizo con la gobernación en el norte, por lo que Rhaenyra Targaryen podría obtener aquel poder que la acercaría más a su trono.
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