Dublín,1938

Cada mes la misma pesadilla regresaba.

La melodía de piano siempre le acompañaba cada vez que entraba al bar, un camarero con una sonrisa afable y muy buenos modales le abría la puerta y le dirigía hacia la mesa correspondiente. Donde le esperaba ella; su melena negra suelta, sus ojos castaños color café, su tocado de perlas, su vestido azul, todo  ello se conjuntaba en la mujer que tenía delante, su amante y más tarde su prometida:  Sophie Rosenberg, una Zauberin Dame de la alta sociedad berlinesa; se habían conocido durante una conferencia universitaria y la química no había tardado en aparecer.  

Después de las copas fueron a bailar, a ella le encantaba el vals y también era muy buena bailándolo....al contrario que él. Sin embargo, ella siempre le perdonaba su torpeza, claro que últimamente había aprendido a no pisarle el vestido durante los pasos. 

Tan absorto estaba en sus pensamientos que nunca se daba cuenta de que la música se iba deteniendo poco a poco hasta que entonces se instalaba un silencio espectral.
Cuando se daban cuenta estaban rodeados de demonios con los ojos rojos vestidos de uniforme que enseguida se lanzaban a por Sophie y que también agarraron fuertemente a James cuando intento ayudarla. Con los ojos abnegados en lágrimas observaba impotente como se llevaban a su amada a la oscuridad. 

Se despertó deprimido, dos años había pasado desde la muerte de Sophie y el solamente se veía incapaz aún de seguir adelante. Además con las pesadillas también regresaba el mismo cargo de conciencia:

"Si la hubiera sacado de Alemania a tiempo ella seguiría viva...."

No importaba cuanto se esforzara por borrar ese pensamiento, seguía arraigado en su mente. 

Lo único que le quedaba, aparte del buen whisky, era la venganza. Y es que los nazis habían matado a Sophie. 

Y él se los haría pagar aunque fuera lo último que hiciera en este mundo.