Llevaba tres semanas viviendo en mi nuevo destino y nadie había contactado conmigo, ni siquiera el señor Morales.

Llegaba a casa después de haber salido a correr cuando me encontré un mensajero tocando mi puerta, con paquete forrado con papel de regalo, unos globos con forma de corazón y un peluche blanco de oso.

-Disculpe, ¿a quién busca?

-A la señorita Silvia Muñoz Carrascosa. – su cara me resultaba familiar, pero no conseguí ubicarla.

Después de comentarle que era yo y firmar la entrega del paquete, entré en casa y abrí la caja. En su interior un pendrive, varios pares de gafas tanto de sol como de lectura, relojes de diferentes colores y modelos, colgantes, barios fajos de billetes de 500€, unas diminutas jeringas con un liquido rosado y en una cajita de corcho varios frascos pequeños con dosis del mismo color rosado.

Conecté el pendrive a mi ordenador y un mensaje apareció en la pantalla.

Ya están moviendo sus hilos para contactar contigo, en cualquier momento llamarán a tu puerta.

Gafas, relojes y colgantes están dispuestos unos de cámaras y otros de dispositivos de almacenamiento para que puedas copiar archivos sin levantar sospecha.

Este último dinero debes mantenerlo en tu poder, en cuanto tengas oportunidad deberás ofrecerte para entrarle en sus negocios con la escusa de aumentar tu capital. Recuerda no levantar sospechas.

Las jeringas contienen un líquido que segundos después de ser inyectadas, dejaran dormidas a la persona, al día siguiente no recordará nada. Úsalas solo en ocasiones muy necesarios, en caso de una analítica no tiene por qué aparecer la sustancia, pero mejor prevenir.

Pincha los globos, en uno de ellos está la foto de Gabriel Otero Guzmán, él y su hijo serán tu principal objetivo. En cuanto veas la foto deberás quemarla para su total destrucción.

Dentro del oso hay tres pequeñas cargas explosivas con sus tres respectivos detonadores.

Este archivo se borrará sin dejar rastro y quedará destruido en 3 – 2 - 1

El ordenador se quedó con la pantalla completamente negra. Cogí el pendrive y lo conecté a mí móvil pero ya no aparecía nada, de todas formar lo escondería. Fui a la cocina, lo metí en una diminuta bolsa y lo enterré en un bote de mermelada. Allí nadie lo buscaría.

Pinché los globos y me encontré con la imagen de un hombre de unos sesenta años, canoso y fuerte, con una mirada bastante amenazante. Encendí el quemador de la cocina y ayudándome con las pinzas de cocinar la quemé destruyéndola por completo.

Hice una raja en la esponja de uno de los cojines del sillón que tenía en la habitación y escondí las jeringas y la caja de corcho con el resto de las dosis.

Descosí el oso de peluches, saqué las cargar y sus detonadores, estuve viendo como se activaban y lo volví a guardar en el interior del muñeco, cosí de nuevo el muñeco y lo coloqué sobre la cama en forma de adorno.

Las gafas, relojes y colgantes los puse sobre una estantería en la habitación junto con el bolígrafo con cámara que me había entregado Ricardo el día que me vine para acá.

Habían pasado tres días desde que había recibido el paquete de mi jefe, cuando tocaron a la puerta y me encontré con un nombre trajeado. No me dijo su nombre, me entregó un ramo de flores junto con una carta y se marchó sin decir nada más.

Tiré las flores de mala gana sobre la mesilla de centro que tenía en la sala y abría la carta.

Srta. Silvia Muñoz Carrascosa.

Me pongo en contacto con usted para proponerle que se una a nuestro equipo. Mi familia cuenta con varias empresas y necesitamos una nueva contable con su experiencia y sus cualidades.

Me gustaría que aceptara nuestra proposición. Piénselo en lo que queda de día, mañana a las doce pasará uno de mis hombres a recogerla.

Deseo conocerla y llegar a un acuerdo con usted. Espero y las flores hayan sido de su agrado.

Atentamente G.O.G

La primera fase del plan había funcionado y habían caído en nuestra trampa, a partir de mañana si todo salía bien me infiltraría en esa organización. Me hubiese gustado hacérselo saber a mí jefe, pero este fue muy estricto cuando me dijo que ellos se comunicarían conmigo, nunca yo con ellos.

Me levanté tarde, en la noche no conseguí pegar ojo dándole vueltas a todo lo que se me avecinaba cuando estuviera frente al jefe de la organización.

Me coloque un vestido negro de manga larga que paraba por encima de mis rodillas, botas altas marrones. Ondulé mi pelo y me coloqué un abrigo negro.

Tocaron la puerta, abrí y allí se encontraba el hombre que ayer me entregó la nota junto a las flores, cogí un bolso negro que tenía preparado con llaves, móvil, bolígrafo con cámara, etc.

Durante el trayecto en coche, el tipo que conducía no me dijo ni una palabra. Aparcó frente a un restaurante y me abrió la puerta, me guió hasta el interior y llegamos a una mesa donde había un señor mayor, pero que no correspondía con el hombre que había visto en la foto que me había mandado mi jefe.

-Un gusto conocerla señorita.

-El gusto es mío. – tomó la silla para que sentara y le agradecí.

Se sentó al frene mía me dijo que su jefe en el último momento le surgió un imprevisto y no podría llegar, pero que él negociaría conmigo.

Después de dos horas aclarando cuales serían mis funciones y haberme conseguido un sueldo de 8.500€ mensuales acepté el trabajo, no ganaría tanto ni en mis mejores sueños. Mañana pasaría por las empresas del que sería mi nuevo jefe, firmaría mi contrato y quedaría infiltrada en la organización de los Otero.

El señor se levanto y estrecho mi mano a modo de despedida.

-Espero verla mañana por las oficinas, un placer hacer negocios con usted.

-El placer es mío, soy ambiciosa pero le debo reconocer que no esperaba que pagaran tanto por hacer lo que mejor se me da... defraudar al fisco. – le mostré una sonrisa malvada y le guiñé un ojo.

-La llevarán a casa. Hasta mañana.

Mañana podría ser el día en el que conocería al que sería uno de mis objetivos, el impresentable "señor" Gabriel Otero Guzmán y si tenía suerte tal vez a su hijo.

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