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Capítulo 23

El sol de la mañana se filtraba por las cortinas del dormitorio, bañando la habitación en una cálida luz dorada que parecía abrazar cada rincón con suavidad. Clara se despertó lentamente, sintiendo el familiar y reconfortante peso del brazo de Jacques alrededor de su cintura. Se quedó quieta por un momento, disfrutando de la sensación de paz y seguridad que siempre le proporcionaba su presencia, respirando el aroma cálido y familiar que emanaba de él. Sin embargo, algo en su interior la inquietaba; una sensación que había estado intentando ignorar durante las últimas semanas, una mezcla de incertidumbre y sospecha que ahora se hacía más evidente con cada nuevo amanecer.

Deslizándose suavemente fuera de la cama para no despertar a Jacques, Clara se dirigió al baño. Allí, miró su reflejo en el espejo, notando la ligera palidez de su rostro y la extraña sensación de náuseas que la había acompañado cada mañana últimamente. La luz del sol reflejaba suavemente en sus ojos, realzando el brillo inusual de la incertidumbre en ellos. Decidida a enfrentar lo que su intuición le había estado sugiriendo, abrió el cajón del baño y sacó una prueba de embarazo que había comprado días atrás pero que no había tenido el valor de usar.

Los minutos que siguieron parecieron eternos. Clara se sentó en el borde de la bañera, con la prueba en la mano, observando cómo la línea rosa comenzaba a formarse lentamente, como si el destino se dibujara ante sus ojos en ese instante. Cuando finalmente la línea se completó, su corazón dio un vuelco. Positivo. Estaba embarazada.

Una mezcla de emociones la invadió: alegría, miedo, asombro. Nunca había pensado que este momento llegaría tan pronto, pero ahora que estaba aquí, no podía imaginar su vida de otra manera. Se quedó allí sentada, asimilando la noticia, sintiendo cómo cada latido de su corazón resonaba con una nueva intensidad. Decidió que Jacques debía ser el primero en saberlo.

Volvió al dormitorio, donde Jacques seguía durmiendo tranquilamente, su respiración lenta y rítmica. Se arrodilló junto a la cama y le besó suavemente la frente, susurrando su nombre con una dulzura que solo él conocía.

—Jacques... amor, despierta.

Jacques abrió los ojos lentamente, parpadeando a la luz del sol que inundaba la habitación. Al ver la expresión en el rostro de Clara, se incorporó de inmediato, la preocupación nublando su mirada.

—¿Qué pasa? ¿Estás bien?

Clara asintió, con una sonrisa que apenas podía contener.

—Sí, estoy bien. Es solo que... tengo algo que decirte.

La curiosidad y la preocupación se mezclaron en el rostro de Jacques mientras esperaba que ella continuara. Clara tomó una respiración profunda y le mostró la prueba de embarazo.

—Voy a tener un bebé, Jacques. Vamos a ser padres.

Jacques quedó en silencio por un momento, sus ojos fijos en la prueba, tratando de procesar la información. Luego, una amplia sonrisa se extendió por su rostro, y sin decir una palabra, tomó a Clara en sus brazos, abrazándola con fuerza.

—No puedo creerlo... ¡vamos a tener un bebé! —exclamó, su voz llena de emoción y alegría, sus ojos brillando con lágrimas de felicidad contenida.

La noticia de la llegada de un bebé cambió todo. De repente, su vida, que ya había estado llena de proyectos y sueños, adquirió una nueva dimensión. Clara y Jacques se encontraron en un torbellino de emociones y preparativos mientras se adaptaban a la idea de convertirse en padres, cada día trayendo consigo una mezcla de entusiasmo y responsabilidad.

Los días siguientes estuvieron llenos de conversaciones sobre el futuro, visitas al médico y llamadas emocionadas a familiares y amigos. La primera vez que escucharon el latido del corazón del bebé en el consultorio del médico, ambos se quedaron sin palabras, con lágrimas de alegría en los ojos. Era un sonido que prometía una nueva vida, un nuevo comienzo.

—Es increíble, ¿verdad? —murmuró Jacques, apretando la mano de Clara mientras escuchaban el rápido pulso del corazón del bebé en el monitor, sus ojos llenos de asombro y amor.

Clara asintió, sus ojos brillando con lágrimas.

—Sí, es un milagro.

Decidieron convertir una de las habitaciones de su apartamento en la habitación del bebé. Pasaron horas eligiendo colores de pintura, muebles y decoraciones, cada elección cargada de ilusión y amor. Cada detalle era cuidadosamente considerado, desde la cuna hasta los móviles que colgarían del techo. Querían que todo fuera perfecto para la llegada de su hijo.

Una tarde, mientras pintaban las paredes de un suave tono de amarillo, Clara se detuvo para observar a Jacques. Estaba concentrado, asegurándose de que cada pincelada fuera uniforme y perfecta, su rostro reflejando la seriedad y dedicación con la que abordaba cada tarea. Ella se sintió abrumada por el amor que sentía por él, por la dedicación y el cuidado que ponía en cada tarea, grande o pequeña.

—Te amo tanto, Jacques —dijo, su voz llena de emoción, los ojos brillando con la intensidad de sus sentimientos.

Jacques se giró y le sonrió, acercándose para besarla, sus labios encontrando los de ella en un gesto de profunda ternura.

—Y yo te amo a ti, Clara. No puedo esperar para empezar esta nueva aventura juntos.

La preparación para la llegada del bebé no solo se centró en lo material. Clara y Jacques también asistieron a clases de preparación para el parto, leyeron libros sobre crianza y pasaron largas noches hablando sobre sus esperanzas y temores como futuros padres. Sabían que no sería fácil, pero estaban decididos a enfrentar cada desafío juntos.

Una noche, mientras se acurrucaban en el sofá después de una larga jornada de preparativos, Clara se dio cuenta de algo importante.

—Jacques, hemos hablado mucho sobre lo que queremos para nuestro hijo, pero creo que lo más importante es que lo criemos en un hogar lleno de amor y comprensión, como el que hemos construido para nosotros mismos.

Jacques asintió, su mirada llena de ternura.

—Tienes razón, Clara. Nuestro amor será la base de todo. Y con eso, sé que podremos superar cualquier obstáculo.

A medida que los meses avanzaban, Clara y Jacques vivieron momentos significativos que reforzaron su conexión y compromiso. Uno de esos momentos fue cuando Clara encontró un objeto significativo de su pasado. Estaba revisando una caja de recuerdos en busca de algo para la habitación del bebé cuando encontró un viejo cuaderno de su infancia. Al abrirlo, encontró historias y poemas que había escrito cuando era niña, mucho antes de soñar con ser una escritora.

—Mira lo que encontré —dijo a Jacques, mostrándole el cuaderno.

Jacques hojeó las páginas, sonriendo ante los dibujos y la escritura infantil.

—Es hermoso, Clara. Es una parte de ti que nunca había visto antes.

Clara sintió una oleada de nostalgia y gratitud. Ese cuaderno representaba sus primeros pasos como escritora, y ahora, iba a compartir su amor por la escritura con su hijo.

—Quiero que nuestro hijo conozca esta parte de mí, y que sepa que siempre puede seguir sus sueños, sin importar cuán pequeños o grandes sean.

Jacques la abrazó, su corazón lleno de amor y orgullo.

—Y lo hará, Clara. Con nosotros como padres, estoy seguro de que nuestro hijo aprenderá a soñar en grande.

Con el paso de los meses, la llegada del bebé se hizo más inminente. Clara y Jacques se aseguraron de que todo estuviera listo, desde la maleta para el hospital hasta la silla de auto instalada correctamente. La habitación del bebé estaba terminada, llena de luz y colores suaves, lista para recibir a su nuevo ocupante.

Un día, mientras colocaban la última decoración en la habitación, Clara sintió una fuerte patada en su vientre. Se detuvo y miró a Jacques, sus ojos llenos de asombro y una sonrisa iluminando su rostro.

—Creo que el bebé está tan emocionado como nosotros —dijo, riendo.

Jacques se arrodilló frente a ella, colocando su mano sobre su vientre, sintiendo el movimiento bajo su palma.

—Hola, pequeño. Estamos esperando con ansias conocerte.

En esos momentos, Clara y Jacques se dieron cuenta de la magnitud del viaje que estaban a punto de emprender. Ser padres sería una de las mayores aventuras de sus vidas, y aunque el camino podría ser incierto, estaban listos para enfrentarlo juntos, con amor y determinación.

En las últimas semanas antes de la llegada del bebé, Clara y Jacques se tomaron el tiempo para reflexionar sobre cómo había cambiado su vida desde que se conocieron. Desde la investigación sobre Henri hasta la colaboración en su proyecto literario, cada paso los había llevado a este momento.

—Nunca imaginé que nuestra vida tomaría este rumbo —dijo Clara una noche, mientras descansaban en el sofá—. Pero no cambiaría nada de lo que hemos vivido.

Jacques le tomó la mano, sonriendo.

—Ni yo. Todo lo que hemos pasado nos ha llevado hasta aquí, y estoy agradecido por cada momento.

Clara asintió, su corazón lleno de amor y esperanza.

—Estamos listos para esta nueva aventura, Jacques. Y sé que, con amor y apoyo, podremos enfrentar cualquier desafío que venga.

Mientras se preparaban para la llegada de su hijo, Clara y Jacques se dieron cuenta de que su amor no solo los había llevado a través de sus propias luchas y triunfos, sino que también sería la base sobre la cual construirían su familia. Estaban listos para abrazar el futuro, con la certeza de que su amor los guiaría en cada paso del camino.

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