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Capítulo 11

Los primeros rayos del sol se filtraban a través de las ventanas de la estación de tren de París mientras Clara y Jacques esperaban ansiosamente la llegada de su tren a Lyon. La noche anterior había sido una mezcla de emociones, pero ambos sabían que el viaje a Lyon podría ofrecerles nuevas pistas cruciales sobre la vida de Henri y su misteriosa relación con Isabelle.

Con el diario de Henri firmemente guardado en la mochila de Clara, se subieron al tren y se acomodaron en sus asientos. El paisaje parisino rápidamente dio paso a la campiña francesa, con sus campos verdes y pintorescos pueblos pasando como en un sueño.

—¿Estás nerviosa? —preguntó Jacques, tomando la mano de Clara.

—Un poco —admitió ella, mirando por la ventana—. Pero también estoy emocionada. Lyon podría ser la clave para entender más sobre Henri e Isabelle.

—Sí, cada nuevo descubrimiento nos ha acercado más a ellos —dijo Jacques, apretando suavemente su mano—. Y también nos ha acercado más a nosotros.

Clara sonrió, agradecida por el apoyo incondicional de Jacques. Sabía que este viaje no solo era importante para resolver el misterio de Henri, sino también para fortalecer su propia relación.

Al llegar a Lyon, la ciudad les dio la bienvenida con su vibrante energía y su rica historia. Las estrechas calles adoquinadas y los majestuosos edificios renacentistas creaban una atmósfera que mezclaba el pasado con el presente. Clara y Jacques se dirigieron primero a su hotel para dejar sus cosas, ansiosos por comenzar su exploración.

—Según el diario, Henri vivió en Lyon durante varios años —dijo Clara mientras desempacaba—. Menciona varios lugares que frecuentaba, como una librería antigua y un café cerca del río Saona.

—Podemos empezar por la librería —sugirió Jacques—. Quizás el dueño aún recuerde a Henri.

Después de un breve descanso, se dirigieron a la librería mencionada en el diario, una pequeña joya escondida en una calle lateral. La fachada de madera oscura y los estantes llenos de libros antiguos le daban un aire de misterio y encanto.

Al entrar, fueron recibidos por el olor a papel envejecido y el suave murmullo de las hojas al pasar. Un hombre mayor, con gafas y una sonrisa amable, se acercó a ellos.

—Bonjour, ¿puedo ayudarles en algo?

Clara y Jacques se presentaron y explicaron su búsqueda, mostrando el diario de Henri como prueba de su conexión con el pasado.

—Recuerdo a Henri —dijo el hombre, cuyo nombre era Marcel—. Era un cliente habitual. Solía pasar horas aquí, leyendo y escribiendo. Siempre hablaba de una mujer llamada Isabelle.

Marcel les mostró una sección de la librería donde Henri solía sentarse. En un rincón tranquilo, Clara y Jacques encontraron un pequeño escritorio con marcas de uso constante, como si Henri aún estuviera allí, trabajando en sus escritos.

—Henri era un hombre fascinante —continuó Marcel—. Hablaba con pasión sobre la literatura y el amor. Siempre llevaba un cuaderno y una pluma consigo.

Clara y Jacques agradecieron a Marcel por su ayuda y se dirigieron al café cerca del río Saona. El café era un lugar acogedor, con mesas de madera y una vista impresionante del río. Se sentaron en una mesa junto a la ventana, observando el flujo constante del agua.

—Henri e Isabelle solían venir aquí —dijo Clara, hojeando el diario—. Escribió sobre sus largas conversaciones y cómo este lugar les daba paz.

Mientras esperaban su café, una mujer mayor, llamada Juliette, se acercó a su mesa. Había escuchado su conversación y estaba interesada en su búsqueda.

—Perdonen mi intromisión —dijo Juliette—, pero escuché que están investigando sobre Henri e Isabelle. Los conocí hace muchos años. Eran una pareja encantadora, aunque había una tristeza en sus ojos.

Clara y Jacques la invitaron a sentarse y escucharon atentamente su historia. Juliette les contó cómo solía ver a Henri e Isabelle sentados en el mismo lugar, hablando apasionadamente sobre sus sueños y planes.

—Siempre supe que había algo más en su relación, algo que los mantenía unidos pero también los separaba —dijo Juliette, con nostalgia en su voz—. Nunca supe qué fue de ellos después de que dejaron de venir.

La confirmación de Juliette de que Henri e Isabelle habían estado en Lyon y frecuentado esos lugares fue un gran avance. Clara sintió una renovada esperanza de que estaban en el camino correcto.

Después de despedirse de Juliette, Clara y Jacques decidieron visitar algunos de los otros lugares mencionados en el diario. Cada nueva ubicación les daba más información sobre la vida de Henri en Lyon y su relación con Isabelle.

Una tarde, mientras exploraban un antiguo parque mencionado en el diario, encontraron a un hombre que parecía estar esperándolos. Se presentó como Antoine, un amigo de Henri.

—He estado siguiendo su búsqueda —dijo Antoine—. Henri me habló mucho de ustedes. Sabía que algún día vendrían a buscar respuestas.

Clara y Jacques se sorprendieron por la revelación, pero rápidamente se dieron cuenta de que Antoine era una pieza clave en su investigación.

—Henri e Isabelle compartieron mucho conmigo —continuó Antoine—. Puedo confirmar muchos de los detalles del diario. Y tengo algo más que quizás les interese.

Antoine sacó un sobre lleno de cartas y fotografías. Las cartas eran de Isabelle, dirigidas a Henri, y revelaban una historia de amor profundo y sacrificio. Las fotografías mostraban momentos felices juntos, capturando su amor en tiempos de alegría y tristeza.

Clara y Jacques pasaron horas con Antoine, leyendo las cartas y examinando las fotos. Cada nuevo descubrimiento profundizaba su comprensión de la relación de Henri e Isabelle.

—Isabelle tuvo que tomar decisiones difíciles por razones que Henri nunca entendió completamente —dijo Antoine—. Pero su amor por él nunca disminuyó. Estas cartas son prueba de ello.

La revelación de Antoine fue un punto de inflexión en su búsqueda. Clara y Jacques se dieron cuenta de que estaban más cerca que nunca de descubrir la verdad completa sobre Henri e Isabelle.

Al regresar al hotel esa noche, Clara y Jacques se sentaron juntos en el balcón, mirando las luces de Lyon reflejadas en el río.

—Hoy fue un día increíble —dijo Clara, tomando la mano de Jacques—. Hemos descubierto tanto sobre Henri e Isabelle. Siento que estamos más cerca de ellos.

—Sí, cada nueva pieza del rompecabezas nos acerca más a entender su historia —respondió Jacques, apretando su mano—. Y también a entendernos mejor a nosotros mismos.

Mientras la noche avanzaba, Clara y Jacques se sintieron más conectados que nunca, no solo con la historia de Henri e Isabelle, sino también entre ellos. Sabían que aún había mucho por descubrir, pero estaban dispuestos a enfrentar cualquier desafío juntos.

A medida que se acercaban al final de su viaje a Lyon, Clara y Jacques sentían una mezcla de emoción y anticipación. Sabían que estaban en el camino correcto y que cada nuevo descubrimiento los acercaba más a la verdad.

El viaje a Lyon no solo había revelado más sobre la vida de Henri e Isabelle, sino que también había fortalecido su propia relación. Clara y Jacques estaban más unidos que nunca, listos para enfrentar cualquier obstáculo que se les presentara en su búsqueda de respuestas.

Con cada nuevo día, Clara y Jacques continuaron su exploración, sabiendo que la historia de Henri e Isabelle estaba profundamente entrelazada con la suya. Y aunque aún quedaban muchas preguntas sin respuesta, estaban decididos a descubrir la verdad, juntos.

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